“La psicodelia es la exploración sin límites”
Entrevistas / Tutupatu

“La psicodelia es la exploración sin límites”

JC Peña — 22-09-2024
Fotografía — Archivo

Este trío madrileño formado por músicos experimentados y abiertos a casi todo debuta con “IV”, despliegue de kraut psicodélico imaginativo con un pie en los setenta y otro en el espacio exterior. Lo publica el sello norteamericano Broken Clover, garantía de calidad.

Desde su onomatopéyico nombre que evoca un redoble de batería, hasta el título del álbum y la imagen de la banda, TUTUPATU apuestan por una sana ligereza que casa bien con la seriedad con la que se toman su música.
Olivares, Tomás y Matías –que han pasado por bandas como Fira Fem, Raisa y Ganz– me cuentan por correo electrónico detalles de una grabación única: setenta y dos horas de improvisaciones en su propio estudio montado para la ocasión, destiladas en este primer álbum.

¿Me podéis hacer una breve semblanza del grupo desde que se forma hasta este momento?
(Olivares) Matías Tangerina y yo llevábamos años haciendo electrónica experimental juntos, buscando nuevas sensaciones lejos de nuestros instrumentos convencionales en otros grupos. Pasado el confinamiento teníamos unas ganas locas de montar un proyecto nuevo, algo muy vivo y teníamos la suerte de haber tocado antes con Tomás, que en ese momento estaba deseando lo mismo. Así que inmediatamente pensamos en él para cerrar el trío. Quedamos un primer día a improvisar para ver qué salía y fue amor inmediato. Matías es un batería fantástico, además tiene una sensibilidad increíble con muchos otros instrumentos, y Tomás es un guitarrista rarísimo, en el buen sentido, siempre te sorprende y nunca se repite. Todo lo demás ha sido muy fácil.
(Tomás) Matías y Jaime decidieron llamarme a ver cómo fluía el asunto y la verdad es que hubo química desde el primer momento. Es mágico encontrar gente con la que poder improvisar y que sea tan fácil. Todo fluyó desde el primer momento, y es genial poder expresarte libremente y que las piezas encajen tan bien.

“El reto fue que el resultado fuera orgánico pero con entidad de disco”

¿Por qué decidís hacer el disco de esta manera? ¿Qué retos técnicos y artísticos se os plantearon?
(Olivares) Teníamos claro que queríamos grabar, porque nos gustaba mucho lo que estaba saliendo. Nuestro primer intento fue muy tradicional: elegir temas, estructurarlos, arreglarlos… Teníamos casi un disco montado de esa forma, pero no funcionaba: le faltaba vida. Nos dimos cuenta de que lo que más nos gustaba era lo que salía al dejarnos cabalgar libres entre temas, así que… ¡Desechamos todo y volvimos a empezar! Le dimos la vuelta; en lugar de preparar temas para el estudio, nos montamos un estudio para poder grabar esos momentos de magia. Fue un reto encontrar la manera de tener todo grabando sin entorpecernos, conservando la soltura de poder hacer lo que quisiéramos en cualquier momento y con cualquier instrumento [en el disco hay baterías y percusiones, cajas de ritmos, sintetizadores, bajos, guitarras, saxofón, flautas, samplers, etcétera]. Pero conseguirlo fue una liberación, y nos permitió capturar realmente lo que hacíamos, lo que nos enamoraba.

El sonido me ha parecido estupendo. ¿No tuvisteis ayuda técnica en la grabación? ¿Qué buscabais?
(Tomás) Olivares pilota mil. Es un técnico excelente y tenemos suerte de tenerlo todo en casa. Anteriormente siempre tirábamos de estudios de amigos, pero siempre con limitaciones de horarios. Esta vez todo quedó en casa, con las facilidades que implica. Olivares hace magia, pero en realidad es que le echa horas. Es una persona muy exigente y eso se ve reflejado en el resultado final.
(Olivares) ¡Muchas gracias! No tuvimos ninguna ayuda, fue un reto, pero también queríamos grabar de forma íntima, capturando el sonido que teníamos para transmitir lo que nosotros sentíamos al tocar… nos esforzamos en sonar como queríamos antes de grabar, y luego buscamos la manera de capturarlo. Nos pudimos permitir las pruebas necesarias hasta encontrar la manera de hacerlo. Al final fueron treinta y dos pistas, muchos micros, abrazar las coladas entre pistas y remar a favor del sonido que ya teníamos, en lugar de intentar transformarlo en la mezcla en algo que no somos. Y estamos súper orgullosos del resultado final. Por cómo suena pero, sobre todo, porque al final, bonito o feo, es totalmente nuestro.

¿Qué referentes teníais en mente? ¿Bandas de vanguardia como Can o grupos de los setenta?
(Matías) Creo que las referencias más familiares que vienen a la mente al escuchar nuestro disco son bandas de los años sesenta y setenta a las que todos tenemos cariño; Soft Machine, Harmonia, Neu!, Amon Düül, etcétera. En estos últimos años también hemos compartido juntos muchas escuchas de discos y hemos descubierto bandas y sonidos que no nos eran tan familiares. Diría que todos, aún teniendo distintas zonas de confort en lo que a estilos musicales se refiere, compartimos el gusto por la experimentación, el ruido, el rock y ciertas músicas del mundo.
(Tomás) El eclecticismo de Can está siempre presente. En mi caso, Keiji Haino, Makoto Kawabata y Aaron Turner son mis referentes actuales en cuanto a sonido y estilo a la hora de hacer las guitarras. Me gusta lo roto, caótico y disonante, sacar sonidos raros de la guitarra y no conformarme con lo primero que salga.

¿En la sesión de setenta y dos horas estuvisteis básicamente improvisando? ¿Creéis que no se podría haber llegado al mismo resultado de otro modo?
(Matías) No está en nuestro ADN como banda componer temas en solitario para más tarde ponerlos en común en la sala de ensayo. Desde que empezamos a hacer música juntos, nos dimos cuenta que disfrutábamos con largas improvisaciones y con la experimentación durante todo el proceso, ya fuese con instrumentos convencionales, electrónicos, analógicos o con instrumentos tribales hechos a mano. El reto fue cómo recoger esas ideas en una grabación, y que el resultado fuese a su vez orgánico y tuviera entidad de disco. Y eso fue lo que hicimos: adaptar la parte tecnológica a los requerimientos creativos de la banda. Estamos seguros de que es nuestro trabajo más honesto y que nos hubiera sido imposible haber conseguido el mismo resultado de otro modo. Todos los cortes del álbum son únicos e irrepetibles, y tuvimos la suerte de poder capturarlos gracias a la forma en la que grabamos y editamos los temas. Todo se grabó en sesiones intensivas durante tres días consecutivos.

“Esa cuerda floja de no saber hacia dónde van las cosas es fantástica”

Hay canciones más rítmicas o kraut y otras más atmosféricas. Incluso puedo oír blues del desierto (“Tangerina”), free jazz… En definitiva, mucha apertura de miras. ¿Diríais que la psicodelia es el paraguas bajo el que cae todo?
(Tomás) Para mí la psicodelia es que no haya límites en lo estilístico. Y luego poder estirar, encoger, jugar, doblar y romper todo lo que se pueda. ¡Es la exploración sin límites!
(Olivares) En nuestro caso, primero vino la música y luego las etiquetas… Somos un trío de música instrumental. Tenemos influencias muy variadas, pero al escuchar lo que hacemos, está claro que es música experimental con mucha carga de improvisación. Pero tienes razón, la psicodelia como paraguas nos viene muy bien, porque habla de la música como experiencia. Pide escuchar con la mente abierta, buscando más una experiencia que cuadrar con un estilo concreto.

En el último corte, “Herba Roko”, termináis muy arriba.
(Tomás) Salió de una improvisación, como todo el disco. En ese momento conectamos, y de esa manera fluyó. Es un tema muy especial, me encantan sus texturas y rítmicas.
(Olivares) Hay momentos en los que estás más sensible a texturas, o que creamos ambientes más íntimos… En “Herba Roko” coincidimos los tres más calientes, cansados pero cabezones, nos enganchamos y empezamos a empujarnos. Algunas veces necesitas tocar hasta que te falta el aire…

¿Cómo contactáis con Broken Clover Records y qué me podéis decir del sello?
(Tomás) A la semana de hacer los envíos de la demo teníamos tres ofertas sobre la mesa para publicar el álbum en formato vinilo, y Broken Clover Records, que es un sello amigo, fue nuestra opción favorita. Nuestros principales contactos para acceder a ellos fueron [la banda] Agrio y principalmente T.O.C [supergrupo, infravaloradísimos]. Mickey (Darius), el director de BCR, es un tipo majísimo y nos lo puso todo en bandeja. Ha sido muy cómodo trabajar con él, muy rápido y placentero. Yo venía de pasarlas canutas a la hora de editar discos, autoedición, ayuda de sellos pequeños… más DIY que otra cosa, y así da gusto, la verdad.

¿Qué recorrido va a tener en directo y qué expectativas tenéis?
(Matías) Estrenamos el proyecto en un evento incendiario en La Faena II de Madrid. Fue muy gratificante poner a prueba el disco y entender que el proceso compositivo que escogimos en su momento funcionaba también en directo.
(Olivares) Ahora tenemos ilusión por presentar el disco en directo. Se grabó en vivo y es muy agradecido de tocar, nunca suena dos veces igual. Eso nos mantiene entregados y nos conecta mucho con la energía de la sala.
(Tomás) Creo que la esencia de lo que hacemos se transmitirá más en directo que en disco, al tratarse de improvisaciones. Los temas siempre están en movimiento, y esa cuerda floja de no saber hacia dónde van la cosas es fantástica. Respecto a expectativas… Seguir tocando, seguir disfrutando, ¡y poder compartirlo!

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