El hombre detrás de los Buggles y The Art of Noise y de discos emblemáticos de ABC, Malcolm McLaren, Yes, Frankie Goes To Hollywood, Nirvana, Roxy Music, Grace Jones, Simple Minds, Pet Shop Boys o Belle and Sebastian.
Hablo con él a través de la pantalla del PC al hilo del álbum en el que todos ellos participan, "Echoes: Ancient & Modern" (Deutsche Grammophon, 2023), en el que también toca el bajo, los teclados, la guitarra e incluso canta.
¿Cuál es el criterio con el que seleccionaste estas canciones?
Intenté buscar canciones que me apelaran de un modo instintivo. Y que tuvieran un mensaje interesante. Había mucho donde elegir. Que fueran canciones a las que pudiera aportar algo. “White Wedding” es una canción divertida incluso aunque no la cante Billy Idol, por ejemplo.
Todas proceden de 1980 a 2012, ninguna de la última década. ¿Crees que es conveniente dejar que el tiempo transcurra y tomar cierta distancia respecto a una canción antes de releerla, o es simplemente una cuestión de gustos?
“Love is a Battlefield”, de Pat Benatar, es muy distinta si la canta ahora un hombre gay de 65 años, como es Marc Almond. Nada que ver con la chica de 25 años, muy atractiva, que la popularizó. Me encanta esa canción, sobre todo cuando dice lo de “somos jóvenes, de desengaño en desengaño”. Siempre quise hacer una canción así.
¿Tenías clara la elección de los vocalistas para cada canción?
Hicimos primero la demo de las canciones, y luego pensamos en quién sería mejor para cada una. Pensamos hacer “Personal Jesus” (Depeche Mode) con guitarras acústicas, pero se fue complicando. Su letra es como un gurú que trata de convencerte para que no te suicides a las cuatro de la mañana, así que debía ser alguien con ese componente de gravedad. Por eso pensamos en Iggy Pop. Y estuvo impresionante.
"Siempre me ha gustado mucho Bryan Ferry. Le conozco y es un tipo estupendo. Ya me gustaría ser un vocalista como él, pero no tengo su porte"
Curiosamente, esa es quizá la versión que más se parece a la original.
Sí, mantuve los mismos acordes, aunque desde el momento en el que la tocas con diferentes instrumentos, cambia lo suficiente. Armónicamente, hicimos algo interesante, movernos desde un acorde mayor de arriba a abajo, dramáticamente, creo que de forma instintiva.
¿Hubo algún músico que os dijera que no?
Sí, hubo algunos. Pero generalmente un cantante sabe cuándo va a poder hacer algo. Tampoco quería recurrir a vocalistas que estuvieran necesariamente en la cima de su carrera, porque cuando empiezan, la mayoría no suelen tomar riesgos. Lo hacen cuando se hacen mayores, cuando solo piensan en disfrutar.
¿Te sorprendió alguno o alguna por su enfoque?
Sí, especialmente Tori Amos. Por el cuidado que puso en su interpretación. Me impresionó. La letra de la canción original, de Kendrick Lamar, es buenísima, pero quería a alguien que nunca la hubiera escuchado, porque no pretendía que fuera otro rap.
Es curioso, porque hace unos treinta años hizo una versión de “Smells Like Teen Spirit”, de Nirvana, muy parecida a la que en tu disco lleva a cabo Jack Lukeman.
Nunca he oído esa versión de Tori. Escuché a Jack Lukeman en un programa de radio y me pareció tremendo.
¿Cómo surgió el contacto con Deutsche Grammophon?
El disco me lo propusieron ellos. Me sentí muy halagado, porque soy un gran fan de su catálogo. Tengo muchísimos discos con su logo. Me alegro de haberlo hecho con ellos, tienen una reputación en cuanto a grabaciones de música clásica que les avala.
“Avalon”, de Roxy Music, es la única en la que cantas.
Bueno, en casi todas las demás también canté en alguno de sus momentos, aunque fuera a modo de prueba mientras las hacíamos como maqueta, pero “Avalon” es la que más se adaptaba a mi voz. Y cuando tuve que terminar el disco, porque no quería que fuera más largo de lo que ya era, disponía de tres o cuatro canciones que podía situar ahí, al final, y la escogí. Hubo una época, cuando era veinteañero, en la que imitaba a Bryan Ferry para grabaciones de discos de bajo presupuesto. Siempre me ha gustado mucho Bryan Ferry. Le conozco y es un tipo estupendo. Ya me gustaría ser un vocalista como él, pero no tengo su porte (risas).
Como productor, ¿hay algún trabajo del que sientas especial orgullo?
Unos cuantos. No es fácil elegirlos. Por ejemplo, los primeros cuatro álbumes de Seal, a principios de los noventa. Creo que son muy buenos. Aún me gusta el que hice con Yes, "90125" (1983). El de ABC, "The Lexicon of Love" (1982), que no lo escucho demasiado porque no soy muy de música de baile, pero también me gusta. Son muchos.
¿Te has encontrado con algún músico particularmente difícil?
Muchos, pero no me gusta demasiado hablar de ello. Con quien más he trabajado es con Seal, hasta en seis discos, creo que porque siempre me ha encantado su voz, y supongo que también por el hecho de que nos llevamos tan bien como para compartir casa mientras estuvimos trabajando, algo que no me imagino con ningún otro artista (risas). Bueno, quizá con Pet Shop Boys, con ellos sí sería divertido. También compartí techo con Yes, ahora que lo recuerdo: me volvieron loco.
¿Cómo ves los cambios en la industria en los últimos cuarenta años?
Estamos en un momento inédito, porque disponemos ya de unos cien años de música grabada, bien grabada. Desde Caruso o Bing Crosby hasta ahora. Hay un catálogo amplísimo. Las big bands de los años cincuenta, y la forma tan escrupulosa en que grababan, la época de Sinatra, eso no lo ha mejorado nadie. Su sonido es increíble. Los sesenta, los setenta y los ochenta fueron una edad dorada para el pop, era un tiempo en el que la música pop era mucho más importante para la gente. Por la razón que sea. A la gente aún le gusta ir a conciertos, pero antes te identificabas con el músico cuando comprabas su disco. Ahora hay muchísimas más cosas que uno puede hacer, más allá de escuchar música. No sé si Spotify es algo que realmente anime a escuchar música.
Si el video no acabó por matar a la estrella de la radio, ¿lo hará el streaming?
También es complicado escuchar pop en la radio. Si hubiera emisoras de rock en Inglaterra, que programasen canciones de discos de los setenta y sesenta, yo las escucharía. Pero cada vez que la enciendo solo escucho r’n’b y cosas así. No me interesa. Pero las estrellas de la radio permanecerán.
¿Crees que aún hay lugar para la innovación en términos de producción?
Sí, creo que Mark Ronson, por ejemplo, hizo un gran trabajo reciclando el sonido de Kool and the Gang y esa clase de bandas de los setenta. Me encantó “Uptown Funk” (2015), menudo pedazo de canción. Me gustan mucho algunas de las cosas que ha hecho Bruno Mars, aunque tenga mucho en común con lo que hacía Stevie Wonder. Creo que el gran productor de los noventa fue Dr. Dre, te gustaran o no sus discos. Incluso los de N.W.A. sonaban muy bien. Una vez estuve en un estudio puerta con puerta con Dr. Dre, mientras yo trabajaba con Faith Hill, él estaba con Snoop Dog. Me colé en su estudio mientras no estaban y me dí cuenta de que su equipo era prácticamente el mismo con el que grababa yo. Sabía muy bien lo que hacía. Los discos de Snoop Dog sonaban fantásticos. Nunca he vuelto a oír un disco de rap que suene así.
Siempre ha sido un gran fan de los Beatles. ¿Has leído Los Beatles marcando el tiempo, el libro de Craig Brown?
Sí, lo disfruté. En realidad, disfruto cualquier libro sobre los Beatles, sobre todo si me aportan un conocimiento que me era ajeno. Aunque mi favorito es el que escribió Geoff Emerick, El sonido de los Beatles. Memorias de su ingeniero de grabación (original de 2007). Conocí a Paul McCartney, trabajé con él en "Flowers in the Dirt" (1989), y también me contó muy buenas historias sobre aquella época.
Volviendo al disco, supongo que es casi imposible llevarlo al directo.
No tanto, creo que lo podemos trasladar. Aunque no estén todos. Lo hicimos una vez con Seal, con su voz saliendo de una pantalla.
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