¿Con qué finalidad nació Tremenda Jauría?
Tremenda Jauría es un proyecto que nace en Lavapiés. Algunas de nosotras vivíamos juntas y otras nos conocíamos de otras historias. Era una época en la que escuchábamos mucho reggaetón mainstream en nuestros móviles y en todas las fiestas a las que íbamos. Vivíamos rodeadas de gente que sabía de música y nos apeteció crear Tremenda Jauría con la intención de contar nuestra vida cotidiana a través de un ritmo que nos molaba mogollón y que escuchábamos mucho.
De hecho, en la canción “Sin fin” de vuestro primer disco “Mordiendo” cantáis una frase muy significativa: “Queremos que el reggaetón sea respeto”. ¿Es vuestra intención cambiar la visión que el mundo tiene de este género?
Es justo eso. Cambiar la visión del reggaetón, pero también de la música en general. Intentar hacer letras que tengan contenidos feministas y que intenten transmitir las ideas del movimiento. Pero ya no solamente se debe hacer en el reggaetón, sino en la música en general. Porque, pese a que no sea de forma explícita, la mayor parte de la música que escuchamos es bastante machista. Y esa frase tiene que ver con eso: que la música sea respeto para todo el mundo.
¿No habéis tenido nunca miedo a estancaros dentro de un género no demasiado experimental como es el reggaetón?
No nos da demasiado tiempo a pensarlo ni siquiera. Es verdad que musicalmente sentimos que no solamente hacemos reggaetón, sino música urbana bailable que bebe de muchos sitios como la electro cumbia, el moombahton… Todavía no nos hemos parado a pensar si nos podemos estancar por qué no hemos tenido ni un segundo para pensarlo. Cuando empezamos, sacamos el primer disco de forma muy natural. Surgió en el momento, empezamos a girar y en mitad de la gira los nuevos temas fueron saliendo como necesidad de renovar repertorio y descartar canciones que nos aburrían. Ni siquiera llegamos al punto de sentarnos y decir: vamos a sacar un disco. Simplemente llegó. Y nunca tendremos miedo a experimentar con lo que nos apetezca y lo que venga.
Vuestro proyecto nace en Madrid, pero habéis tenido mucho recorrido aquí en Cataluña y en Valencia… ¿A qué se debe eso?
Sin duda el circuito musical que hay en los Països Catalans y en el País Valencià es mucho más amplio que en el resto del Estado. En Galicia y Euskal Herria también tenemos bastante recorrido, pero fuera de estas comunidades cuesta mucho más. En Madrid es más difícil, pese a que te puedes montar lo que tú quieras en las salas. No ha sido hasta ahora cuando están empezando a haber espacios en las fiestas populares de los barrios y distritos para que otro tipo de bandas como nosotras podamos tocar. Pero en Madrid, en comparación con Cataluña y Valencia, el circuito es súper escaso.
Hablando del circuito valenciano, habéis colaborado con ZOO en “Flow Partisano”. ¿Qué tal fue la experiencia de trabajar con Panxo?
Fue brutal. Panxo es un tío majísimo, y no lo decimos únicamente por el tema que hizo con nosotros, sino en general. Siempre que hemos coincidido con él nos ha tratado muy bien, es un amor. Es súper cercano y eso es algo raro en alguien que tiene una banda que lo está petando tanto como lo hace ZOO. Y además es un gran profesional y eso siempre es de agradecer.
Tengo que preguntar sobre el tema de las máscaras de gas en los videoclips… ¿Tiene algún significado en concreto?
Cuando empezamos con el grupo queríamos que fuese lo más anónimo posible. No vincular directamente a las personas que lo formaban con el grupo musical en sí. Queríamos que el grupo fuera simplemente la música. En vez de mostrar nuestra imagen física, nos pareció buena idea taparnos con máscaras de gas y otros artefactos en nuestros videoclips. Decidimos que tampoco vincularíamos nunca las redes sociales del grupo con nuestras redes personales. Es nuestra forma de concebirlo.
Habéis sacado hace nada un nuevo single, “Nos cuesta”, que parece criticar la dura situación que está viviendo el país. ¿Os sentís identificadas con este proyecto de España?
Categóricamente no (risas). No es que la canción hable exactamente de eso, que cada uno lo interprete como quiera, pero nosotras la escribimos pensando en nuestro cacho de vida en la gran ciudad de Madrid, del día a día, del “tirar pa’ lante” como sea y de intentar ser felices como podamos. Es verdad que esa canción habla mucho sobre las vidas precarizadas en las grandes ciudades. En este caso Madrid, que es donde estamos todos los días. Para nosotras no es tanto una crítica del país sino una forma descriptiva de lo que vivimos en nuestro día a día y también muchísima otra gente.
Antes de vuestro concierto en Badalona hubo varias manifestaciones en contra de la sentencia del caso de La Manada. ¿Creéis que la justicia española perjudica a la mujer?
No lo analizamos tanto en un aspecto jurídico, sino de querer defender nuestros derechos. De querer vivir tranquilas en un contexto de respeto, eso es lo que se reivindica en las manifestaciones. De querer llegar a casa como nos dé la gana con quién nos dé. De querer vivir sin esta sensación de miedo y de violencia tan fuerte. Este caso ha sido la punta del iceberg, pero es algo muy estructural y que tiene que cambiar.
¿Qué papel debe tener el hombre dentro del movimiento feminista?
Estaría guay que lo decidieran ellos también, no tanto preguntarnos a nosotras, que bastante tenemos con lo nuestro. Evidentemente, un papel muchísimo más activo. Creemos que es un trabajo de ellos y que estaría bien que empezaran hacerlo.
Parece que en un mundo excesivamente masculino como es el de la industria musical se ha abierto una pequeña brecha donde grupos como Mafalda, Iseo and Dodosound o vosotras mismas habéis conseguido tener un papel más relevante. ¿Cuál es el camino a seguir para mejorar esta dinámica?
Pues que haya más presencia de mujeres en las bandas y no solamente en el escenario. En la crew, en el sonido, en la producción de eventos, de festivales, etcétera. Hay una tendencia estructural que te da a entender que en una banda y todo lo que la rodea no puede haber una mujer. Nosotras somos una banda que somos seis chicas y dos chicos. En realidad se requiere esfuerzo y apostar por ello para que pase. Se tiene que apostar para que en un espacio totalmente masculinizado haya otro tipo de perfiles que no sean hombres sino mujeres.
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