El álbum se edita como primera parte de un disco que, originalmente, iba a ser doble. ¿Por qué dividirlo en dos entregas? ¿Fue decisión tuya o de la compañía?
Fue mi decisión, no de la compañía. Hubiera preferido editar todas las canciones juntas, pero en el mercado de los EEUU, particularmente, es muy difícil vender discos. Si ya es complicado vender uno, imagínate lo que puede suponer vender dos. Es por eso por lo que decidí dividirlo en dos entregas y así dar a la gente más oportunidades para escucharlo. Si todo el mundo lo escuchase pero nadie lo comprase, me daría igual venderlo en un álbum doble. El problema es que la gente, en los EEUU ahora, ni siquiera se toma la molestia en escuchar álbumes completos.
Bueno, puede que ahora, con un álbum como este, con nueve temas en solo 32 minutos, les resulte más fácil
Eso espero, pero ya digo: son circunstancias complicadas.
Has querido incluir tu producción más luminosa y accesible en el primer álbum y la más oscura o incluso experimental en el segundo, ¿no?
Esa es la idea general, aunque puede no salir exactamente así en el momento en el que terminemos, porque aún estamos en pleno proceso de grabación del segundo álbum. Viendo lo entusiasmada que está la gente con este álbum, que refleja la cara más brillante de nuestro sonido, creo que debería hacer más música con este brillo, sí.
Habéis vuelto a trabajar con Howard Willing en la producción, algo que no hacíais desde “Adore” (1998) y “Machina/The Machines of God” (2000). ¿Habéis tratado de evocar el sonido de aquellos dos álbumes?
No, no, en absoluto. Howard es el productor y el ingeniero de sonido, pero yo soy el responsable final de cada álbum de los Smashing Pumpkins”.
No sé si estarás de acuerdo, pero hay un equilibrio muy logrado entre los sintetizadores y las guitarras eléctricas, sin que ninguno de los dos sonidos predomine sobre el otro, al contrario de lo que ha ocurrido en otros discos de Smashing Pumpkins, que se inclinaban a veces más por las bases electrónicas y otras veces se decantaban de forma más abierta por la fiereza de las guitarras.
No, simplemente trato de hacer música excitante, suene a lo que suene. Los sintetizadores llevan mucho tiempo formando parte de nuestro sonido, aunque mucha gente nos identifique más con las guitarras. Pero para mí se trata solo de hacer buena música”.
En todo caso suena como uno de los discos más pop que habéis editado desde los años 90…
Sí, no estoy en desacuerdo con eso.
Y también uno de los que más posibilidades comerciales puede tener, a priori.
Sí, yo sé cómo hacer música pop. Le gente se piensa que me debí dar un golpe en la cabeza y me olvidé de cómo hacerlo, pero no es así. Simplemente, no me apetecía.
Quizá lo que muchos fans no han terminado de encajar demasiado bien es el hecho de que en muchos álbumes de Smashing Pumpkins has tratado de embutir demasiadas ideas, y este disco es mucho más conciso y directo.
Creo que es una combinación de cosas. Es más simple y más directo, sí. Pero eso tiene también mucho que ver con el hecho de que la mayoría de la gente no es lo suficientemente sofisticada como para entender la música que sí es sofisticada. Así que entiendo que pueda existir esa visión crítica, pero se debe fundamentalmente a gente que está acostumbrada a escuchar música fundamentalmente estúpida.
Eres el único miembro de la formación original de Smashing Pumpkins, y estás cambiando a tus compañeros de banda con cierta frecuencia. ¿Qué diferencia hay entre editar un disco como este aprovechando la marca de tu banda de siempre o hacerlo en solitario, como cuando editaste un disco como Billy Corgan, aquel “The Future Embrace” de 2005? ¿No acaba siendo, en esencia, lo mismo?
Esa es una gran pregunta. Cuando grabé como Billy Corgan, todas y cada una de las reseñas de aquel disco dijeron: esto no suena como Smashing Pumpkins. A mí me hacía reír todo aquello, porque yo hacía la misma música. Luego recuperé el nombre para el siguiente disco, y todo el mundo se puso de acuerdo en decir que se trataba de otro disco de Smashing Pumpkins, lo que me parece realmente estúpido, ¿no? Así que para mí se trata más de algo sobre lo que la gente piensa, más que de lo que yo crea. No me importa cómo lo llamemos. Cuando actúo solo sobre un escenario, la gente no para de pedirme canciones de Smashing Pumpkins. Así que por eso lo hago, porque al fin y al cabo eso es lo que quieren”.
Quizá la gente es perezosa…
Sí, increíblemente perezosa, porque al final está todo dentro de sus cabezas. En cada disco de Smashing Pumpkins yo he escrito el 98% de la música. Los he producido todos (a veces colaborando con otra gente), y he tocado todas las guitarras y muchos de los instrumentos, y a pesar de eso, la gente todavía se preocupa de si se llama de una manera o de otra, lo que me resulta muy extraño. Pero si soy yo, soy yo, ¿lo ves? Si la gente quiere que lo llamemos Smashing Pumpkins, pues lo llamamos Smashing Pumpkins. Y así se lo ponemos más fácil”.
Dispones ahora mismo de una banda que no es exactamente la misma que la que te ha ayudado a grabar el disco, que has registrado con Jeff Schroeder a la guitarra y Tommy Lee (Motley Crüe) a la batería, ¿no es así?
Ahora mismo somos Jeff Schroeder y yo, junto a Brad Wilk (Rage Against The Machine) a la batería y Mark Stoermer (The Killers) al bajo. Pero no sé si seguirán siendo mi banda de directo en un par de meses”.
¿Veremos a Smashing Pumpkins girando por Europa en 2015?
Todo depende de los festivales. Si quieren que vayamos, veremos. A lo largo de los últimos tres años, no todos los festivales nos han dado lo que queremos. Si eso sigue siendo así, no iremos.
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