Hablamos con Esteban Girón (guitarra) para conocer con más detalle los entresijos que hay detrás del que, posiblemente, sea uno de los discos más ambiciosos del cuarteto madrileño. Desde esta misma semana (primer concierto el día 7 de enero en Gernika) lo estarán ya presentando en concierto, con una parada especial el día 15 de enero en la sala La Riviera de Madrid (dentro del festival Inverfest). Encontrarás las fechas y los links de compra de entradas bajo esta entrevista.
A finales de febrero del 2020 publicabais “Das Cabinet Des Dr. Caligari”. Se podría decir que la crisis de la pandemia no pudo llegar en peor momento…
Bueno, es que nos pilló de lleno: estábamos justo a punto de empezar una nueva gira y, además, con muchas ganas. Después nos confinan; al principio pensábamos que sería un parón de quince días; después, un mes… Vino el desconcierto y, a pesar que teníamos un disco nuevo, de alguna manera nosotros ya estábamos pensando en canciones nuevas.
¿Cómo vivisteis ese momento en el que, por fuerza mayor, debéis detener vuestra actividad como banda
Fue un momento difícil: yo, que estaba de freelance, me quedé sin trabajo. Mis compañeros, en ese aspecto, no tuvieron demasiados problemas. De todas formas, ya sabíamos que algo iba a cambiar en Toundra. En diciembre de 2019 decidí volver a mi tierra, Asturias. Resulta que me enamoré y me vine a Oviedo. Por eso, decidí reunir a la banda para comunicarles que, ante todo, quería seguir con ellos, pero que tendría que cambiar algo en nuestro plan de trabajo. El hecho de plantear la posibilidad de trabajar también a distancia poco antes de la crisis sanitaria fue algo muy oportuno, como una gran casualidad.
Con todo ello, ¿consideras que sirvió para daros un pequeño respiro?
Hombre, fue una putada porque acabábamos de sacar “Das Cabinet Des Dr. Caligari”, pero la pandemia nos vino bien para aflojar un poco el pie del acelerador. ¡Llevábamos como siete discos en trece años! Eso nos ha permitido componer nuevo material con un poco más de perspectiva, paciencia y, sobre todo, de una manera diferente.
¿De qué forma hubo una redefinición de vuestro método de trabajo?
Macón y yo nos montamos unos home studios para grabar las ideas que nos fueran pasando por la cabeza. No teníamos muy clara la dirección, pero nos empezamos a pasar riffs de forma obsesiva. Teníamos como muchos retales, muchos fragmentos dispersos en los que había de todo y con los que no sabíamos muy bien qué hacer… En junio del 2020 nos volvimos a reunir en Madrid y empezamos a trabajar para darle una forma un poco más concreta.
"La pandemia nos vino bien para aflojar un poco el pie del acelerador. ¡Llevábamos como siete discos en trece años! Eso nos ha permitido componer nuevo material con un poco más de perspectiva, paciencia y, sobre todo, de una manera diferente"
¿Temíais que trabajando a distancia el sonido de Toundra perdiera homogeneidad?
La verdad es que no, pero creo que nuestro nuevo disco es fruto de la sintonía de los tiempos en los que ha sido escrito. Mis compañeros y yo lo hemos compuesto en momentos diferentes de nuestras vidas. Te pondré un ejemplo: la época del confinamiento fue un momento jodido, en el que era muy fácil sentir rabia, tristeza, impotencia… Yo en cambio me sentía feliz, enamorado; no me apetecía estar enfadado, porque es como me he sentido durante buena parte de mi vida.
¿Qué crees que caracterizaba a vuestras nuevas ideas?
Yo creo que la búsqueda de algo nuevo. Llevamos un montón de tiempo juntos y necesitamos nuevos retos; queríamos ver hasta dónde podíamos llevar nuestro sonido para no aburrirnos nosotros, ni tampoco a nuestro público. Recuerdo que el año pasado me obsesioné un montón con el “Tommy” de The Who, y también con la música clásica. Me puse a estudiar historia de la música e investigar sobre la vida de esos compositores clásicos. Se me fue la olla con su vida, su obra, esos puzles sonoros…
¿Hubo alguno que te marcara, en especial?
Me interesaron mucho aquellos compositores que trataban de transmitir un mensaje concreto en sus piezas; es decir, los que buscaban algo más allá de la simple belleza. Por ejemplo, me impacto mucho descubrir a Dmitri Shostakóvich y todo lo que representó su Séptima Sinfonía, su estreno en lo que hoy es San Peterburgo, rodeada por los nazis… Me interesa mucho esta perspectiva de la música clásica y supongo que el post-rock comparte esa misma intención de querer transmitir algo al oyente sin utilizar una sola palabra.
Diría que en “El odio”, con sus tres partes, es un buen ejemplo de ello…
Sí, evidentemente es una canción con mensaje, con mucha carga política. Por ejemplo, todo lo que hemos vivido en Madrid a lo largo de estos últimos años tienen un reflejo en esta canción. Y, a ver, no comparto para nada esa “madrileñofobia” que se ha colado en algunos medios de comunicación, pero creo que Madrid tiene un problema con su clase política. Lo veo y no puedo evitar pensar en lo profética que es la obra de Robert Wiene: es algo completamente avanzado a su tiempo. Jamás hubiéramos llegado a pensar que nos influenciaría tanto su mensaje…
¿Cómo llevaréis una canción tan ambiciosa como “El odio” a los directos?
Ufff, todavía no sabemos muy bien qué hacer. Es que si no la tocas entera, ¿qué hacemos? ¿Tocar la primera parte y la tercera? Y si la tocamos entera, ¿habrá espacio para las canciones antiguas en el repertorio? No te lo sé decir: el público lo podrá comprobar en nuestros conciertos a partir del mes de enero.
Me ha parecido muy interesante el contraste entre esa cara A, tan homogénea gracias a las tres partes de “El odio,” con la variedad que desprende la cara B…
Nosotros tenemos una formula de trabajo que es componer dos canciones y, a partir de ellas, decidir el rumbo que vamos a tomar. Hay una parte de instinto; la otra es querer llevar la música de forma muy consciente hacia la dirección que te interesa. Recuerdo que cuando estábamos trabajando de lleno con “El odio” ya veíamos que sería un tema muy, muy largo. Bajaba a Madrid escuchando a The Who y pensaba que nos iba a salir un disco muy sinfónico, en el que la cara A y la B quedaran unidas. No sé. ¡Me flipé! [risas]. Por suerte, los demás me supieron parar los pies. Replanteamos la estructura y trabajamos para hacer el mejor disco que fuéramos capaces de hacer. Afrontamos “Hex” como cualquiera de nuestros otros discos: como si fuera el último que vamos a grabar. Cuando empiezas a ver un proceso creativo como algo preestablecido y rutinario –como un simple trámite más– lo dejas de disfrutar con la misma ilusión de antes. Pierde todo su sentido.
La portada de “Hex” tampoco tiene nada que ver con nada de lo que hayáis hecho hasta la fecha…
Macón ya nos dijo que estaba harto de cosas dibujadas [risas]. Igual buscábamos algo un poco más realista para el concepto de nuestro nuevo disco. El caso es que Manu Brabo es amigo mío: él quería ser músico y yo periodista de guerra. Le propusimos reflejar con una fotografía la deshumanización a partir del trabajo. Nos fuimos a buscar localizaciones por Avilés y recuerdo que esa fotografía la tomamos desde un castro celta, en un paraje precioso, en dirección a un escenario completamente corrompido por el hombre, como diciendo: “Míralo, la hemos vuelto a joder”.
A punto de cumplir quince años como banda y habiendo superado vuestros momentos más difíciles con la pandemia, ¿creéis que un disco como “Hex” representa un éxito en sí mismo?
Nosotros nunca montamos esta banda buscando el éxito. De hecho, si hubiéramos buscado el reconocimiento habríamos añadido un cantante o, directamente, adaptaríamos nuestro estilo al gusto de las mayorías. No ha sido así. No hacemos música buscando el éxito ni tampoco nos hemos sentido presionados para buscarlo. Nos unen una amistad muy fuerte, unas inquietudes artísticas compartidas y las ganas de seguir explorando nuestra música. Somos unos pringados e igual llega un momento en el que decimos: “Esto ya no vale la pena”. Como bien dices, llevamos unos quince años tocando y eso es mucho tiempo, ¿no? Montamos Toundra con la intención de grabar unas maquetas, de hacer unos CD-R Verbatim para compartirlos con nuestros amigos. Desde entonces nos hemos dejado llevar. Realmente no pienso en si “Hex” va ser un éxito o no, pero el hecho es que estar hablando de él, ahora y aquí, después de lo que hemos vivido, es un éxito.
7 de enero. Gernika. Iparragirre
15 de enero. Madrid. La Riviera. INVERFEST
22 de enero. Granollers. Nau B1
11 de febrero. Sevilla. Sala X
12 de febrero. Málaga. La Trinchera
18 de febrero. Granada. Teatro Caja Granada
19 de febrero. Córdoba. Hangar
29 de abril. Zaragoza. Las Armas
30 de abril. Barcelona. Apolo
13 de mayo. Murcia. Sala Garage Beat Club
20 de mayo. Pamplona. Tótem
21 de mayo. Orozko. TBA
17/18 de junio, ADN Festival, Zamora
3 de julio. Viveiro. Resurrection Fest
22 de julio. Cangas Do Morrazo. Kanekas Metal Fest
23 de julio. Muros. Castelo Rock
31 de julio. Benidorm. Low Festival
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