Ese magnético ritual, es el que alcanzaron Tomás de Perrate y ZA! cuando fundieron sus universos creativos en vivo y, ahora, quedó inmortalizado en Jolifanto (24), debut discográfico del trío.
Hablamos con el cantaor Tomás de Perrate y Edi Pou (mitad del dúo incendiario ZA!), sobre esa alineación de planetas y magia polirrítmica que les llevó a aunar géneros, duendes, distorsiones y pellizcos.
Comencemos por el principio, como surge esta locura y suerte de colaboración entre Perrate y los ZA! Tengo entendido que, Tomás, los viste actuando, allá por 2021, y justo esa noche empezó a fraguarse todo…
Perrate: Yo fui a ver un espectáculo, muy variopinto, porque había como varios grupos… y cuando tocaron ellos, pues se me tuvo que notar mucho que me encantaron, que me entusiasmaron, me subí mucho en la silla (risas). Pues eso, se me tuvo que notar mucho que me gustaron, porque hubo un gestor cultural, Javier Rivera, el exbatería de Pony Bravo, que se me acercó, en condición de gestor cultural, y me dijo: oye, tú tienes que hacer algo con esta gente. Y él fue un poco el que lo organizó todo, hicimos una conversación vía Zoom, intercambiamos unos archivos y palante.
Edi: Sí, sí, como dice Tomás, hubo intercambio de archivos y luego nos encontramos cinco o seis días en el estudio La Mina, para hacer una residencia y preparar un concierto. Y la verdad es que, en los dos primeros días de la residencia ya teníamos todo el directo compuesto; y después, el concierto fue tal alegría que decidimos que esto tenía que tener una continuidad.
Y Pau y tú, Edi, ¿ya conocíais a Tomás, su música?
E: Le conocíamos poco, la verdad, pero sabíamos de su existencia, creo que acababa de sacar Tres golpes (21). Y nada, a nosotros siempre nos gustan los retos y esto nos pareció un reto muy interesante, sobre todo adentrarnos en este mundo, al que nunca nos habíamos atrevido, el del flamenco… y claro, poder experimentar y aprender flamenco con Tomás, era una invitación que no podíamos rechazar.
Eso justo te iba a preguntar, sobre la relación de ZA! con el flamenco, porque, a ver, os sigo desde siempre y sé que habéis transitado una infinidad de estilos, pero, como has comentado, esta era la primera vez que jugabais con este género jondo…
E: Sí, sin duda, la primera vez. Yo, de hecho, soy el más desconocedor, de largo. Pau sí había escuchado más flamenco, y también, pues yo qué sé, familiarmente, siempre algo ha habido de la escucha y del disfrute del flamenco, pero nunca nos habíamos metido en este fregao. Sí que nos hemos metido en muchos fregaos distintos, y nos encanta que aparezcan cosas tan enriquecedoras como esta, era un reto mayúsculo.
Al final, lo que parece un cruce de caminos sorprendente, en realidad, conociéndoos, tanto a ZA! como a ti, Tomás, es casi una unión, entre comillas, “bastante natural”, ya que, aunque partís de escenas musicales muy diferentes, compartís y os mueve por encima de todas las cosas: una curiosidad insaciable…
P: Así es, tienes toda la razón del mundo. Y es que, además, desde que empezó mi carrera, han ido apareciendo todos los personajes que me hacían falta, uno a uno, como si el universo me los pusiese por delante, y quizás ha sido así, me vino todo encima y seguí mi camino... Y la curiosidad, en este caso, no mató al gato (risas), sino que le dio de comer…
"La curiosidad, para mí es clave, y es algo que a mí me fascina particularmente de Tomás" Edi Pou (Za!)
Le multiplicó las vidas al gato…
P: (risas) Sí, la verdad que sí.
E: Sí, la verdad es que, esta palabra que decías, la curiosidad, para mí es clave, y es algo que a mí me fascina particularmente de Tomás, esa curiosidad que tiene permanente, musical y cultural… Conoció a Sara Fontán y lo primero que me decía era, hablemos de Stravinski. Esa curiosidad permanente para mí es todo un referente.
En tu caso, Tomás, en el plano discográfico, “arriesgaste” desde el primer minuto, tanto en tu debut “Perraterías” (05), como en el siguiente “Infundio” (11), ¿a qué se debió esas ganas de no quedarte en lo establecido y, desde la raíz, buscar otros caminos? Viniendo de una zaga de artista de pura cepa flamenca, puede que muchos esperaran un primer disco más canónico…
P: No sé, la verdad que no sé de dónde viene la curiosidad… Pero sí que te digo que, la mayoría de mi gente, sobre todo los cantaores, desde mi padre hasta mi primo El Lebrijano, siempre han venido precedidos de una obra como muy atípica. Es que, en verdad, el flamenco te brinda, te abre muchas puertas musicales, y yo encuentro que ahora mismo hay un gran interés, por parte de todo el mundo, de adentrarse en el mundo del flamenco, me refiero al público, a músicos, a gente del baile… Entonces, ¿por qué negarse?, cuando esto es tan bonito, tan fácil y, sobre todo, tan entrañable entre compañeros… Yo no sé de dónde me viene esta curiosidad, pero yo era de esos niños que rompían los juguetes para ver lo que había dentro, que me quedaba sin bicicleta porque la tenía que desmontar… y aún me pasa.
En relación con esto, te he escuchado muchas veces decir que tú siempre fuiste “hijo de tu tiempo” y, además de flamenco, consumiste, por ejemplo, muchos discos de rock…
P: Bueno, y sigo, yo sigo ahí. Ahora quizás estoy más interesado en la música clásica, pero sí, esa es mi vida diaria.
¿Y dirías que tienes algún referente que marcó un antes y un después en tu carrera?
P: Mi antes y mi después, son Tom Waits y Tomás Torres, que Tomás Torres es mi tío abuelo, pero al que yo le decía abuelo, hijo de Manuel Torres… y Tom Waits también tiene que ser familia mía, algún parecido nos veo…
Seguro que Tom Waits se arranca por soleá en más de una fiesta privada…
P: Seguro, por la soleá de La Serneta (risas).
Y es que, el arte, si se define de verdad por algo, es por su esencia libre, por mudar la piel y mezclarse, nunca por ser rejas o fronteras. Ese es el punto de unión donde os habéis encontrado en “Jolifanto”, ¿no?
E: Sí, también creo que al final, todo elemento musical, y no sólo musical, tiene esos dos componentes, esa parte libre y después un núcleo que no puedes partir en dos, un átomo de estos, muy duro. Y quizás, el reto al final de hacer música es saber identificar qué es esta cosa inamovible, que tiene ese peso específico, y qué es esa parte más libre que es interesante de explorar. Creo que “Jolifanto” es esto también, hay elementos que tienen un peso atómico gigante, y hay cosas que son ancestrales, hay letras que tienen muchos años, y hay compases y patrones que también, que se han mantenido durante muchísimo tiempo y, en cambio, lo bonito es saber, probar que, estos elementos, como desmontar la bici, pues, a ver qué ocurre cuando combinas con este peso específico, cosas mucho más volátiles, como una distorsión extrema o un polirritmo. Entonces, en la meta, está esto, pero siempre hay esta combinación entre lo que es más ligero, libre e intuitivo, y encontrar esta cosa que siempre ha estado ahí. Al final, si te quedas con una de las dos cosas, con lo que tiene ese peso específico, no avanzas, sólo repites, y si te quedas con lo libre, quizás tampoco llegas a ningún sitio, te quedas en algo como muy etéreo, producto del momento… que también viva, eh, viva la improvisación libre.
Siguiendo con lo anterior, el flamenco en sí, bebe de muchas fuentes, de culturas diferentes que confluyen en Andalucía y se mezclan, ríen y lloran entre sí, en un fluir constante. Esto lo trataste, Tomás, estudiando varias épocas, en tu anterior y magnífico “Tres golpes” (21), donde encontramos el germen de “Jolifanto”: la pieza “Karawane”, el esencial poema fonético dadaísta de Hugo Ball, con la palabra “Jolifanto” abriendo el poema.
P: Hombre, pienso que todo tiene mucha relación en la obra de cualquier artista, todo lo que hagas anteriormente tiene muchísima relación. Y yo creo que “Jolifanto”, aunque el disco es posterior, yo creo que los cantes de “Jolifanto” son anteriores, fíjate lo que te digo, anteriores en mi carrera…
Claro, el poema de Hugo Ball lo llevas interpretando en directo desde hace más de una década, ¿no?
P: Eso es, “Karawane” la llevo interpretando yo desde 2010 o 2011… Y claro, como has dicho, de ahí el título del disco. Todo esto ha sido súper enriquecedor… Y ahora me estoy dando cuenta de que, ha convivido la creación de “Tres golpes” con el encuentro con ZA!, lo que pasa es que el disco junto a ZA!, “Jolifanto”, se ha grabado después de haberlo llevado a los escenarios. Pero, si hubiéramos querido, lo hubiéramos grabado antes que “Tres golpes”, pero bueno, esos son las cosas del universo que ahí no se mete uno con na, cuando quiera venir que venga, ¿no?
¡Claro! No le vamos a meter prisa a los astros, suficiente estrés arrastramos ya. Y de la pieza titular, a la previa “Steve Kahn”, donde las percusiones, el trance y los sones negros siguen su curso. Habladme un poco más, por favor, de ese espíritu fonético dadaísta que parece sobrevolar y ser uno de los puntos de partida del proyecto
P: Sí, bueno, yo creo que el dadaísmo es una declaración de intenciones por parte de nosotros tres como personas, más que como grupo. Yo me siento un poco distinto a mis compañeros cantaores, y yo creo que tanto Edi como Pau, también se sienten distintos, un poco por el surrealismo que impera en “lo que nos sale de las que nos entran”, que dirían en Utrera. Esto es un dicho de mi tierra, “ay, las que me entran”, que en verdad no son “las que me entran”, son “las que me salen” (risas). Pues un poco eso, “las que me salen” son siempre ideas que van abundando en la curiosidad, en el surrealismo, en el realismo mágico, en fin, en todo este tipo de situaciones.
E: Sí, el dadaísmo tiene esto también de jugar con el sentido de las cosas, como estas máquinas inventadas, aparentemente absurdas, que hacía Picabia, nos parecen muy inspiradoras; y la máquina está, “Jolifanto”, al final lo que viene a representar es esto: vamos a mezclar distintos elementos por el placer de hacerlo, por el momento presente, sin ninguna expectativa, sin ningunas ganas de pontificar sobre queremos construir “x”, sino para disfrutar del proceso de construir un elemento con muchos ingredientes aparentemente dispares.
"Creo que el dadaísmo es una declaración de intenciones por parte de nosotros tres como personas, más que como grupo" (Tomás de Perrate)
Otro de los temas que, a mi parecer, mejor define este trabajo y la fusión creativa de ZA! y Perrate, de Perrate y ZA! es “Seguirilla MIDI”, con soniquete ancestral que nos araña por dentro, mientras palmas y quejíos, poco a poco, se funden en una rave desenfrenada que es pura combustión instantánea. ¿Cómo fue el proceso creativo de esta pieza en concreto y del álbum en general?
P: Sí, bueno, en realidad, las letras que yo hago son de mi abuelo Manuel Torres, y de un tío abuelo mío, la otra. “A la luna”, y la última que hago es del Agujetas el viejo. Es un cante por seguiriya con to las de la ley, está a compás de seguiriya en todo el tiempo, en todo momento hay detrás un compás de doce tiempos… Entonces aquí no queremos inventar nada que se salga del cante, lo que pasa es que, el acompañamiento de ZA! es como si fuera una música diseñada para la seguiriya. Es que tenían que haber empezado los cantaores, mi abuelo, tenía que haber empezado con un grupo como este, con rock y electrónica… (risas)
E: Claro, es que, la “Seguirilla MIDI” es un buen ejemplo de “lo que es la experimentación” y “lo que no creo que es la experimentación”. Experimentar no deja de ser muy a menudo mezclar distintos elementos que inesperadamente funcionan, y darles otro enfoque y remezclar, tiene más que ver con el remix, con la reinterpretación y la actualización de cosas que ya existen, como estas letras que dice Tomás, con el compás de seguiriya, y mezclado ahí, por ejemplo, con ese “tirirititi” (tararea), es un patrón rítmico que, por parte de Pau y mía, la idea era inspirarse en un grupo en particular, en un estilo, un minimalismo que se hace hoy en día en Japón, hay un grupo allí que se llama Goat, que juega mucho con este tipo de ritmos muy largo, muy complejos, pero que, al final, pueden combinarse con un compás más marcado y, después, al mismo tiempo sumarle un bombo, que no deja de ser de rave, de electrónica, y jugar con las texturas, de cómo puede ir cambiando ese patrón de “tirirititi” (lo tararea de nuevo), puedes ir variando las texturas, la resonancia, aumentar la distorsión… Y jugarlo con tiempo, esta canción es para que dure 9 minutos en directo también o quizás que dure más, darnos ese tiempo para entrar en trance…
P: Siguiendo la influencia de los japoneses, que están cantando por seguiriya (risas)
E: (risas) Aunque no lo sepan, están cantando por seguiriya los Goat.
Para ir terminando, por nombrar dos piezas más, las que cierran el álbum, primero “Posible soleá”, cantando a morir Tomás por La Serneta, mientras ZA!, acechan en la sombra, sembrando de tensión y sonidos futuristas el ambiente, preparándonos para una explosión rítmica final que metamorfosea en bulería…
P: Sí, sí, es una bulería totalmente, “El tío de las castañas”.
E: Ahí hay un juego rítmico muy potente, bueno, hay mucho juego rítmico matemático en este disco, “Tomaseando” es un ejemplo clarísimo, donde se combina este compás de 12 con un 5-8 que va entrando y saliendo… Y en “Posible soleá”, vamos jugando con el delay de un toque, “tan-tan-tan-tan…” (tararea), que de repente este delay es como cada 3 sobre el compás de 12, y que hay un momento en el que se convierte en un compás de 4 (tararea de nuevo el compás), y después pasa a bulería. Son juegos rítmicos que disfrutamos muchísimo haciéndolos, y que, como el minimalismo de Steve Reich, por ejemplo, te hace que la cabeza esté como: ¿dónde está el 1? ¡Ah!, está aquí… exigen al espectador que tenga esta escucha atenta y activa…
P: De todas maneras, la “Posible soleá” no pierde su identidad como soleá, y cuando entra en la fiesta del final, del cante de “El tío de las castañas” por bulerías, a mí me recuerda, mucha gente no lo sabe, pero la soleá, normalmente, acaba como por cantiñas, que son como unas alegrías de Cádiz: “A nadie quiero y a nadie quiero, mientras no tenga mi compañero” (canturrea por cantiñas). Es esta forma de acabar la soleá, elevando el tempo.
"El hijo puta puso el micro sin que yo lo supiera y le dio a grabar (risas), y claro, yo no pensaba que eso iba a llegar a ningún sitio"
Y luego, broche de oro con la “Milonga”, pura fantasía rumbera, cibernética y alucinógena, con la voz de Tomás filtrada por la electrónica por momentos…
E: (risas) Sí, sí, ese tema fue realmente una producción en el estudio, porque lo habíamos tocado alguna vez en directo, pero simplemente Tomás con la guitarra y nosotros agarrando lo que estuviera por ahí cerca. Fue una producción muy divertida, de pasarlo bien en el estudio, de decir: ¿y si añadimos este efecto de voz? ¿Y si añadimos esta otra cosa? Siempre como un divertimento de canción, ¿no, Tomás?
T: Bueno, fue un mangazo (risas). Yo estaba intentando tocarlas, que una letra es de Antonio Chacón y la otra, de Pastora Pavón, La Niña de los Peines, y estaba intentando enseñárselas a esta gente, y el técnico, que es el dueño de la discográfica también, Happy Place, Paco Lamato… El hijo puta puso el micro sin que yo lo supiera y le dio a grabar (risas), y claro, yo no pensaba que eso iba a llegar a ningún sitio, luego me vienen con el tema y me dicen, mira lo que hemos hecho con esto (risas). Y la verdad es que está muy bonita, ¿no?
Sí, sí, cierra muy bien el disco, de una forma más luminosa y alegre…
E: Sí, está muy bien, y me acuerdo de Cisco, una persona también importante en este proceso, el manager de Tomás, y que siempre ha estado presente. También decíamos, cuando estábamos acabando de grabar, que estaría bien tener algún brochecito, alguna canción más corta, más ligera… como contraste a la densidad de otros temas, como “Tomaseando” o “Posible soleá”. Y la verdad es que surgió un poco de esto, sin pensarlo, como en general han ido las cosas, que aparecen, como las personas que van apareciendo en la vida de Tomás, como cosas que se van cruzando, fue un poco así.
Entonces llegamos a la conclusión de que, si está Tomás cerca, siempre hay que dejar un micro abierto, porque siempre va a arrancarse con algo bueno...
P: (risas) Parece que esa está siendo la norma, la de grabar sin avisar…
E: (risas) De hecho, en otro momento de la grabación, Tomás se dio cuenta de que, una cajonera donde Paco guardaba cable y micros, sonaba muy bien, y ahí pusimos un micro, ahora no recuerdo el tema, y está grabado ahí, con Tomás cantando mientras va haciendo el ritmo con la cajonera (risas).
Pues para terminar, ¿cómo se presentan los directos de “Jolifanto”? Ya os anunciaron en el Monkey Weekend del Puerto de Santa María, a mediados del mes de junio, y allí nos veremos, por cierto. ¿Qué le diríais al público que aún no os conoce, para que no se pierda esta bomba polirrítmica, flamenca y vanguardista de la que no se sale indemne?
P: Pues mira, yo te puedo asegurar, y te lo digo con el corazón en la mano, que el directo es mejor que el disco. A ver como se da el Puerto, que ya sabes como es aquello, que hay mucho vino suelto por la calle (risas), hay copas de vino sueltas, pero en el aire incluso.
E: ¿qué dices? ¿Árboles con copas de vino? (risas).
P: Tú no te imaginas la que se forma allí…
E: Mejor tocar temprano pues (risas)
El ambiente es genial en El Puerto…
P: Pues están vendiendo ya paraguas y chubasqueros para que no te caiga el vino (risas)
¿Cómo definiríais esos directos que se acercan?
P: Difícil de definir, la verdad…
E: Yo diría que hay palabras claves, como esta búsqueda compartida del trance con el público, es un concierto en el que hay que ir entrando, poco a poco, no es de hits de dos minutos, sino todo lo contrario, son canciones largas en las que vas entrando… Es difícil de definir, hay que estar allí, intentamos salirnos de las normas de ciertos conciertos, salir hasta del escenario.
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