Su mayor mérito, aparte del factor sorpresa, reside en la manipulación de una estética vibrante en claroscuro que a tantas reflexiones e imponderables sentimientos nos han empujado desde siempre las circunstancias y nombres como Joy Division, The Cure o Nick Cave. Podríamos perdernos en darle un parámetro temporal a “Turn On The Bright Lights”, el disco de debut del cuarteto neoyorquino y daríamos palos de ciego, sobre todo porque lo que hay, está delante de nuestras narices y no colgado de cualquier etiqueta del pasado. Paul Banks (guitarra) está con el resto de la banda (Sam Fogarino, Daniel Kessler y Carlos Dengler) en Munich y, aunque no le tengo delante, nos entendemos más de lo que yo hubiera esperado (en su castellano ilustrado en Aravaca) sobre todo porque yo quiero saber y él es una fuente impagable.
“No pienso que seamos como Joy Division… tenemos más en común con cosas como Nick Cave” |
Primero empezamos derogando ciertas previsiones que, una actual obsesión por mi parte por grupos del llamado post-punk británico de los primeros ochenta, me habían llevando sin pestañear a emparentarles con Psychedelic Furs, Echo And The Bunnymen o Joy Division. “También percibo una conexión con la época post-punk británica, pero no es una época que a mí especialmente me interese en relación a los otros periodos de la música rock. De esos grupos con los que estamos siendo comparados ni me gustan ni conozco a la mayoría, sólo un poco a Joy Division, pero no es mi favorito. Sólo a Carlos le interesan de esa época cosas como Gang Of Four o Wire, pero él no escribe las canciones. Al resto del grupo no es una etapa que nos interese demasiado. Hay similitudes en términos de emoción y ambiente, sobre todo basadas en la melancolía, era un tono emocional que no existió por ejemplo en los años noventa. Personalmente pienso que tenemos más en común con cosas como Nick Cave And The Bad Seeds, Roxy Music o The Moody Blues que con el post-punk. No pienso que seamos como Joy Division y si la gente se interesa realmente por nuestra música va a notar que no hay tantos parecidos como algunos dicen, creo que eso lo dicen los que no les gusta lo que hacemos, para ellos, si no les llega y no son capaces de responder a nuestra música, es lo más fácil que pueden decir”. Salvando que a mí sí me gusta su música, los registros vocales de Daniel y ciertos arrebatos punk (sobre todo “PDA” y “Roland”) no pueden evitar que miremos hacia ese lado, sin olvidarnos de que cualquier canción de este disco contiene también muchas otras capas cuidadosamente superpuestas. Banks nos ayuda a esbozar un pequeño croquis. “A Carlos le gustan cosas como Depeche Mode o Duran Duran.
“Ese ambiente tenso y oscuro es el que a mí personalmente me interesaba conseguir” |
A Daniel le gustan Fugazi y él entiende que el contenido punk -eso del Do It Yourself-, la actitud y el control del grupo sobre sí mismo nos acercan a ellos. Sam siempre habla de My Bloody Valentine y le gusta mucho Bob Mould, como a mí, creo que ´Copper Blue´ de Sugar fue muy importante en mi vida y es uno de mis discos favoritos, aunque también me interesan los Chili Peppers y lo que hacen John Frusciante o Nick Cave. En Sonic Youth coincidimos todos”. Lo más importante, independientemente de todo, es que nos encontramos ante una colección de canciones arrebatadoras dotadas de una fuerza especial, de rincones acolchados, de heridas abiertas por una ráfaga romántica de principio a fin y de una especial virtud que hace de la densidad y de la oscuridad un lugar común, atormentado pero agradable. Un lugar común que mantiene una relación muy concreta con los métodos y los contenidos compositivos de la banda. “Para cada uno de nosotros el hecho de componer surge de una forma determinada. Para mí, lo más importante es hacer música independientemente de todo lo que me ocurra. En Interpol no hay cosas específicas que nos inspiren, por ejemplo Daniel puede escribir viendo una película, baja el volumen y medio distraído es como escribe la mayoría del tiempo. Cuando estamos todos juntos es cuando realmente surgen las canciones, es ese espacio de emoción en el que estamos de acuerdo en términos estéticos y en cómo nos interesa que suenen las canciones. Porque, aunque todos somos diferentes y cada uno viene con preferencias musicales distintas, por lo menos conseguimos estar de acuerdo cuando estamos haciendo jaming en el local”. Se supone que ahí es cuando las ideas fluyen de una forma más espontánea, delimitando los caminos hacia los que pretenden dirigirse de un modo casi subconsciente. “En ese momento la música que surge es la que nos interesa a todos, es el momento en el que la emoción y la pasión hacen que todos nuestros sentimientos se concentren en las canciones. Es el momento en el que cada uno tenemos claro lo que queremos, cuando la tristeza y la melancolía tienen su mayor valor. Ese ambiente tenso y oscuro es el que a mí personalmente me interesaba conseguir, esa es la música que sale de nosotros. Nunca hemos decidido como deben ser las canciones, nadie le dice a nadie como le gustarían que fueran las canciones, el sonido sale sin intención”. Asumen, sin embargo, llevar desde 1998 preparándose para darse a conocer sin pretender cambiar nada, con honestidad y elegancia. Ya está hecho. El futuro es suyo y este magnífico disco que nos corresponde un poco a todos, es la mejor prueba de que aún podemos seguir soñando con el sonido perfecto, el que se esconde en la memoria, el que muestra parte de su rostro cuando menos lo esperas. Interpol ya no esperan.
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