“A estas alturas, no me siento obligado a complacer a nadie”
EntrevistasThurston Moore

“A estas alturas, no me siento obligado a complacer a nadie”

José Carlos Peña — 20-04-2017
Fotografía — Archivo

Thurston Moore, legendario fundador de Sonic Youth, publica nuevo disco con su banda, tres años después de “The Best Day” su anterior entrega. “Rock n Roll Consciousness” (Music As Usual, 17) es una sinfonía rockera con resonancias espirituales en la que se desata la química de músicos superlativos que funden vanguardia y clasicismo rockero. Le acompañan de nuevo el incombustible Steve Shelley a la batería, Debbie Googe (My Bloody Valentine) al bajo y James Sedwards a la guitarra.

La imponente silueta del músico norteamericano asoma en la cafetería del hotel madrileño donde se aloja. El día anterior cumplió a rajatabla con una extenuante jornada promocional, pero se acerca sonriente con su café y envidiable aspecto juvenil, que empieza por esa mirada vivaz de los que no pierden la curiosidad. Las gafas le dan un aspecto de heterodoxo profesor universitario (de hecho enseña Poesía), y responde a las preguntas con entusiasta locuacidad, retorciendo sin descanso su envergadura en el sillón. Y riendo mucho, lo cual siempre es buena señal.
De vuelta hace mucho tiempo de los espejismos del éxito masivo que estuvo cerca de alcanzar en los 90 y digerido el final (o parón indefinido) de Sonic Youth, divorcio incluido, Thurston Moore, que sigue residiendo en Londres, habla más de su héroe Allen Ginsberg, del budismo y la inquietante situación política de su país, que de guitarras. Algo natural, en su caso: Asegura preferir las tiendas de libros de segunda mano a las de instrumentos. La creatividad, afirma, es el centro de su vida. Aunque eso suponga renunciar al dinero.

Otro disco estupendo. Y van unos cuantos…Pero encuentro una luz especial en éste, como una celebración de la vida y la música. Ya era así en el anterior, con la imagen de tu madre en portada, pero aquí parece más patente. ¿Lo ves así?
Sí, creo que es importante celebrar la vida y lo positivo de vivir. Siempre estoy en esa zona. No tienes por qué hacerlo, de todas formas: Me gustan los discos de gente que está muy deprimida y que celebra la negatividad (risas). Soy muy fan del Black metal, y ahí están constantemente hablando de la completa erradicación de la vida, pero en lo que se refiere a mí, me gusta expresar vitalidad. Dicho esto, también investigo la oscuridad, o al menos lo que merece la pena de ella.

“Con el arte tienes que amar lo que haces y estar dispuesto a morirte de hambre”

Lo primero que llama la atención es el título, “Rock n roll Consciousness”. ¿Por qué te decidiste por él?
Porque en su momento estaba leyendo un montón de textos de estudios budistas. He estado enseñando en una escuela, la Naropa University, y tienen un taller de verano de escritura bajo el nombre de Jack Kerouac School of Disembodied Poetics, que fundaron Allen Ginsberg y Anne Waldman (también poetisa) en 1974. Me honraron con la posibilidad de poder enseñar allí hace seis años. Y la escuela se basa en ideas budistas de enseñar y aprender. Nunca me he alineado con ninguna ideología y aún menos religión, ya sea budismo, catolicismo, judaísmo o Islam, pero no tengo sino respeto por aquellos que tienen fe en algo. A mí me educaron en el catolicismo, y quizá por ello no me gustan demasiado las reglas y las regulaciones. Las conozco (risas). Pero aún así, empecé a ver mucho el término “conciencia” en la filosofía budista, en el sentido del despertar del espíritu. Como la conciencia del karma y esas cosas. Y me pregunté a mí mismo: ¿Qué ha sido aquello de lo que siempre he estado enamorado? Pues de esa creatividad en el mundo del rock and roll. Así que llegué a este nombre, como si el rock fuera una forma de arte muy espiritual. Y creo que lo es. Viniendo de gente como Muddy Waters, el rock trata de la expresión del espíritu. Además, es un título sencillo (risas).

En cualquier caso, el budismo es una filosofía (o como lo quieras llamar) muy atractiva, que ha despertado la atención de bastantes grandes músicos. Y del propio Ginsberg.
Así es...

El disco cuenta con cinco grandes canciones, es como la estructura de una sinfonía orquestada. ¿Por alguna razón?
Siempre me ha gustado escribir piezas largas, un poco sinfónicas. Pero me gustan también las canciones cortas, me encanta la economía del punk-rock. Mi grupo favorito en los 80 era The Minutemen. Yo mismo he escrito algunas canciones de este tipo, pero disfruto mucho trabajando en ideas más expansivas con la guitarra. En realidad, no es una decisión consciente, simplemente me sale así. A estas alturas no siento la obligación de complacer a nadie, radios o televisiones. No tengo esa ambición. Y creo que la gente que escucha mi música, ya sea Sonic Youth o mis proyectos en solitario, lo entienden. Les gusta lo que hago y no están buscando cancioncillas pop. Las puedo hacer, pero no creo que sea eso lo que la gente quiere escuchar de mí. No tengo mucha necesidad de hacerlas ahora mismo. Pienso en ello, pero no tengo tiempo…todavía (risas).

Es tu segundo disco con la misma banda (Deb, James y Steve). Os vi hace un par de años en un Primavera de Oporto y me asombró la química que había entre vosotros. ¿Has encontrado tu nueva banda, después de varios discos en solitario y aquel efímero Chelsea Light Moving?
Sí, en el primer disco, simplemente nos juntamos. “The Best Day” es sólo parcialmente un disco de grupo. La otra parte es básicamente un álbum en solitario. “Rock n Roll Consciousness” es el primer álbum totalmente hecho como una banda. Suena como suena, en gran parte, porque llevamos tocando juntos, girando, y conociéndonos mejor, tres o cuatro años.

De hecho, hay muchas más guitarras de James (Sedwards, ex Nought y prestigioso músico inglés), lo cual puede sorprender a primera vista.
Sin duda está mucho más liberado. Es algo que yo quería que pasara: Que todo el mundo se expresara, porque sé qué tipo de músicos son. Por ejemplo, Steve vino con una idea de batería para “Cusp” (una de las canciones), y James le siguió…Me aseguré de que James tocara la guitarra principal en varias canciones, porque toca de la leche (risas).

¿Cómo de difícil es para ti, a estas alturas, encontrar músicos con los que congeniar?
No es algo que busque, en realidad. Antes de empezar con esta banda, mi idea era ir juntando diferentes formaciones, en función de cada proyecto. Pero empecé a tocar con James porque vivía en mi barrio y parecía un muy buen guitarrista con el que trabajar. Fue idea suya llamar a Deb Googe, porque sabía que estaba libre de sus obligaciones con My Bloody Valentine. Y Steve Shelley está dispuesto a tocar conmigo en cualquier momento, así que acabamos juntos de manera bastante accidental. Me di cuenta de que era la mejor manera de que sucediera.

No hubo premeditación, entonces: Fue natural, un accidente.
Sí, fue natural. Y diferente, porque todos habíamos estado tocando en bandas durante más de 20 años. No es que quisiéramos atraer la atención sobre nosotros como nuevo grupo, o tratando de competir en el mercado. No nos importaba que gustáramos o no, ya habíamos pasado por eso con Sonic Youth o My Bloody Valentine. Y si no le gustábamos a la gente, bueno, todavía teníamos nuestros legados (risas). Sólo queríamos hacer un buen grupo y grabar buenos discos. Esto no significa que no quiera hacer las cosas lo mejor que puedo. No hago discos sólo porque tenga el privilegio de hacerlos o porque estuve en Sonic Youth. Nunca hago un disco porque sí. De hecho, desde que Sonic Youth paró, pasé mucho tiempo no haciéndolos. Tocaba con grupos de improvisación y noise, y todavía lo hago. Lo que pasa es que en este momento este grupo se está haciendo muy real. Lo cual es muy emocionante. Donde quiera que vayamos este año, tendremos este disco de verdad. Nadie estaba muy seguro del primero…

Pues a mí me gustó mucho, sinceramente.
Estaba bien, sí, te lo agradezco, pero creo que la gente no tuvo la sensación de que era de un grupo, sino que era más de Thurston. A mí mismo me dio la impresión de que era un poco pastiche. Mientras que ahora se trata del disco de un grupo sólido, con todo en su sitio y un directo a la yugular.

Tus discos siempre suenan increíbles. ¿Qué importancia tiene para ti todo el proceso técnico de la grabación, desde el estudio que eliges a las mezclas y el máster? Se ve que haces el proceso con mucho cuidado.
No tengo una cabeza técnica típica. No sé muy bien cómo funcionan muchas cosas en el estudio. A veces no sé ni cómo encender la luz. No soy ese tipo de persona, me interesa más la parte creativa. Pero he hecho suficientes discos para saber cómo se hacen las cosas. Sé cuándo una sala suena bien. Y sé reconocer cuándo alguien tiene mucho talento para grabar, mezclar o producir sonidos. Con este disco estaba abierto a cualquier sugerencia, y al final tuve la idea de grabar con Paul Epworth en su estudio The Church (Londres). La razón fue que me lo recomendó Mark Stewart, de The Pop Group. Ellos habían trabajado con él. La idea sonaba un poco marciana, porque Paul es un gran productor de pop, Adele y cosas así. Pero bueno, me encanta Adele (risas), así que, ¿cuál era el problema?
El caso es que hablé con él y conocía Sonic Youth y estaba muy familiarizado con el noise (risas). Un tipo muy aventurero. Así que nos metimos a grabar en su maravilloso estudio. Viéndolo retrospectivamente, para mí tiene mucho sentido que este disco, que trata en gran medida de la espiritualidad, se grabara en una iglesia. Preciosa, por cierto. Es algo que suma. Pero cuando acabamos de grabarlo, no teníamos ni idea de dónde mezclarlo, hasta que me crucé con Randall Dunn, al que conocía de su trabajo con Sunn O))) y Earth y otros discos de metal doom…y pensé que sería muy adecuado llevarle el material de este súper estudio de pop. ¡Y lo fue! Le llevamos las cintas a Seattle y pasamos cinco días mezclando. Llevamos nueve canciones, pero dejamos fuera cuatro porque el disco era demasiado largo. Además, las canciones que quedaron fuera no estaban acabadas del todo.

¿Lo grabasteis fundamentalmente en directo?
Sí, en la sala grande. Los amplificadores estaban aislados, pero la idea era tocar juntos y grabar muy pocas cosas a posteriori.

¿Prefieres trabajar de esta manera?
Sí, así toda la banda puede oírse en tiempo real. En lugar de ir añadiendo partes una encima de otra. Eso puede estar bien, pero normalmente no lo hago así.

Las letras de estas nuevas canciones están llenas de una simbología muy especial, griega, mítica. Es casi lo que hizo la poesía modernista en su momento, hace más de un siglo.
Sí, un montón de esa simbología la escribió mi novia (Eva Prinz), que es una estudiosa del feminismo y la Historia de las mujeres y la mitología: El legado de las Sibilas en Italia, Francia y España y la América hispánica. Escribe bajo el pseudónimo de Radieux Radio. Y sí, escribió letras para tres de las canciones del disco. “Cusp”, “Exalted” y “Aphrodite” son suyas. Tienen una energía muy femenina. Y, bueno, es que trabajamos juntos. No le pedí algo específico. Estaba con muchas cosas a la vez, escribiendo la música, enseñándosela a la banda, y realmente no estaba listo para las letras, así que ella lo hizo inmediatamente. En la iglesia. En “The Best Day” también usé algunas letras suyas, de hecho.

¿Eso quiere decir que te cuesta, cuando llega el momento, ponerte a escribir letras?
Escribo constantemente poesía. Lo que enseño en Naropa es Poesía, y tengo una biblioteca entera de cosas que he escrito. Normalmente, lo que hago cuando llega el momento es ir a las poesías y convertirlas en letras. Eso suele funcionar, aunque a veces escribo algo fresco, lo que me evoque la música. Y de vez en cuando me inspiro en algo que me haya pasado en la vida en ese momento concreto. Por ejemplo, puse en mi web “Cease Fire” para que la gente la descargara gratis.

La descargué, sí. Una canción sobre la violencia.
Es un poco tópica, pero es que estaba muy molesto por el hecho de que en Estados Unidos se ofrezcan armas a los críos como si fueran chucherías (risas indignadas). En la canción digo que ya es hora de que paremos esto. Si la mayor parte de la gente en Estados Unidos quiere acabar con esto, lo tenemos que hacer. Tenemos que parar esta fuerza agresiva y asesina. Porque ahora mismo tenemos una enorme guerra civil en Estados Unidos. Es ideológica y cada vez más horrenda. Se está presionando a una parte de la gente contra otra mediante una agenda del odio.

Desde aquí, desde luego, parece algo muy extraño todo lo que está sucediendo.
Es muy raro también para los que viven allí. Hay algo ideológico muy fuerte. Es un país trastornado, en este momento.

Lo más raro de todo es el contraste que hay con el anterior Presidente. Tienes a Obama y de repente pasas al extremo opuesto.
Así es. Un tío educado, con un discurso articulado, un estudioso de la Ley, un visionario político…Y, de repente, tenemos un payaso. Un tipo con una agenda realmente racista, con ideas de limpieza étnica. Sin duda, es como Adolf Hitler. De hecho es peor, porque tiene acceso a las armas nucleares. Es más peligroso. Así que se tiene que ir. No tiene ni idea de lo que es la condición humana. Necesitamos conectar y ayudarnos los unos a los otros en todo el mundo, no tratarnos como criminales sospechosos.
Estoy totalmente involucrado en esto. Volé a Washington sólo para participar en la “Marcha de las Mujeres” (se le pudo ver junto a Ian MacKaye, de Fugazi y The Evens, y otros músicos ilustres). Se ha llamado así, pero en realidad fue la “Marcha de la Gente”, porque se aceptaba a gente de todo tipo, y todo el mundo se involucró. Y esto no va a parar. Creo que esa idea de que los liberales izquierdistas se van a cansar en algún momento de luchar contra este putsch es errónea. La protesta se va a intensificar. No sé, va a ser un año interesante.

Volviendo a la música, me interesa saber cómo has evolucionado como guitarrista, o si la relación con tu instrumento ha cambiado de alguna manera en todos estos años.
Bueno, no soy el tipo de guitarrista que toca o practica todos los días. Uso la guitarra como un medio para ser creativo, pero sí que es verdad que pienso mucho sobre ello. Me gusta reflexionar sobre lo que quiero hacer con la guitarra cuando escribo una canción o simplemente cuando toco con otros músicos de improvisación o noise. Todo se pone en su sitio cuando saco la guitarra del estuche y empiezo a tocar. Me refiero a que llevo tocando el tiempo suficiente como para tener confianza en lo que hago. Es verdad que siento que cuanto más toco me hago mejor, pero es que, quizá, no me interesa tocar mejor. No me interesa para nada ser un héroe de la guitarra o un intérprete con mucha técnica. Me gusta la guitarra, bien, pero…

No querrás ser un héroe de la guitarra, pero para bastante gente lo eres.
Bueno, lo puedo entender porque experimento con ella, pero no me considero un flipado de la guitarra. Para que te hagas una idea, detesto ir a tiendas. Cuando vamos de gira, toda la gente del autobús se mete en ellas mientras yo pregunto dónde puedo encontrar una librería de segunda mano. Es lo que me gusta, es así. Pero bueno, aprecio las obsesiones y fetichismos de todo el mundo (risas). Lo que pasa es que me vuelve loco entrar en una tienda y ver una preciosa Fender Jazzmaster del 57. Te puedes recrear en lo bonita que es, pero son carísimas. ¿Cómo vas a comprar algo así?

No te hace falta: Tienes tu propia Fender Jazzmaster signature…
Lleva un par de años descatalogada y sin fabricarse, pero sí. Lee (Ranaldo) y yo las hicimos. Tengo una, de hecho. Y una Ron Asheton Flying V. Cuando salga el bajo de Mike Watt, me haré con uno…

Como músico y guitarrista de una banda seminal que, de hecho, expandió el sonido del rock and roll, ¿cómo ves el panorama a tu alrededor? ¿Crees que los chavales siguen interesados en el rock como lenguaje o expresión, o están más metidos en el hip-hop y todos sus derivados?
Creo que les interesa todo. Desde luego, no creo que el rock esté muerto. De donde vengo salen bandas constantemente. Lo que pasa es que lo que llega a los medios y a la radio es fundamentalmente música electrónica, RnB, hip-hop, esas cosas. Eso es mucho más visible, pero el rock and roll sigue siendo muy popular y no va a desaparecer ni nada por el estilo.

¿Eres optimista, entonces?
Para mí es…(se lo piensa). No creo que haya que plantearlo en términos de una competición entre géneros. En especial, con la música de vanguardia o el punk, el objetivo nunca fue ser famoso ni nada parecido. Era estar en los márgenes, en el underground. La idea de ser una celebridad, o ganar dinero y ser famoso era, de hecho, embarazosa. Esa idea del éxito vino después. Lo de tener una casita en Malibú, California, aspirar a esas cosas, es una distorsión de la realidad. Porque no pasa casi nunca. O muy raramente. Le puede suceder en un momento dado a los Chili Peppers o a Foo Fighters, lo cual está bien, porque es buena gente y se lo merecen todo, pero muy, muy poca gente en el mundo del rock and roll ha llegado a eso. Casi nadie llega a ser una estrella del rock, es una especie de mito. Tienes que amar lo que haces, dedicarte a ello, estar dispuesto a morirte de hambre y a pelear, a estar currando todo el día. O buscarte otro trabajo con el que puedas vivir para sostener lo que haces. Ésa es la verdadera realidad de la música. O del cine y de otras artes.

¿Quieres decir que el arte siempre hay que hacerlo como un fin en sí mismo?
Claro. La mayoría de los actores no trabajan. A la mayoría de los escritores no les publican nada. Es algo que hay que hacer, ante todo, por devoción, por amor. Tienes que llegar a entender el honor de la pobreza. ¡Hablo de verdad! Jack Kerouac, que es hoy uno de los escritores más famosos, estaba constantemente aferrado a la gracia de la pobreza. Otros escritores como Burroughs o Ginsberg nunca tuvieron dinero, vivían a salto de mata, en la misma calle. La gente cree que amaban lo que hacían porque eran ricos, pero nada más lejos de la realidad. Ginsberg ganó algo de dinero cuando tenía sesenta y tantos años, y montó una fundación para donarlo porque no lo quería. Decía: “Me basta con tener para pagar el alquiler, no necesito más”. Para mí, es el modelo de artista verdadero.

Pero esa ética tan espartana es totalmente contraria a la que hoy tiene la mayoría de la gente, porque, entre otras cosas, vivimos en una sociedad basada en el consumo.
Eso es porque hay un deseo de ganar dinero basado en la noción de que mejora las cosas, cuando no es así: Lo que hace el dinero es malversar y romper equilibrios. Así es el capitalismo. Y ojo, yo soy pro-capitalismo, pero al final, lo que puede pasar es que te quedes a merced de un Donald Trump.

Una última curiosidad: ¿Qué es lo que escuchas últimamente?
Escucho bastante jazz de ahora o tradicional -Thelonious Monk, John Coltrane- y me gusta el reggae, fundamentalmente el dub de los 70 y los 80. En cuanto a música contemporánea, me interesan mucho algunos jóvenes que hacen música experimental y unas cuantas bandas de rock. Pero he llegado a un punto en el que no compro nuevos discos, porque el mercado es diferente y en el mundo digital puedes buscar y encontrar cualquier cosa. Incluso si busco algo de Rnb, tipo Solange, no voy y compro el doble vinilo. Sí que compré el CD…pero, sí, escucho de todo.

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