Las contrariedades, ya sean personales o colectivas, además de inevitables, suelen presentarse en el plano creativo como un aliciente para reformularse la propia identidad. No es que, pandemia y sustitución de su guitarrista -puesto ocupado ahora por Iñigo Granado “Nikotto”- mediante, The Riff Truckers hayan mudado sustancialmente en su habitual adscripción al fornido sonido americano, pero en esta media docena de nuevas composiciones, en las que desfila un buen listado de invitados a las seis cuerdas, se avistan nuevos matices en su propuesta. Al margen de retomar su presencia más vigorosa, que les conduce llevar hasta el extremo la potencia del hard-rock, los ritmos funk imponen un paso más flexible en sus ya conocidas cualidades. Sobre todo ello, y unas cuantas cosas más, hablamos con sus autores...
Creo que “Mustang” es vuestro disco más rock and roll, en el sentido de variado y dinámico, donde hay sorpresas como la cadencia funk de “Walk” o “Kay”. ¿Había ganas de agilizar vuestro sonido?
Pues ha sido un proceso muy natural, al final ninguno de nosotros se limita a un estilo único, en la furgoneta hay tiempo para oír de todo. Más que perseguir un propósito ha sido la consecuencia de escuchar muchas cosas diferentes, y al final eso es algo que tarde o temprano se plasma en tu música.
¿El aprendizaje que se obtiene con el paso del tiempo posibilita “atreverse” con nuevos sonidos?
Al final los años nos han hecho ser capaces de sentirnos cómodos en diferentes registros, todos hemos evolucionado de forma natural, sin ninguna premeditación. Igual también se trata de que no tenemos complejos a la hora de tirar por estilos que no se nos “suponen”.
Por otro lado hay momentos donde el hard-rock prácticamente se alía con el metal o el stoner en canciones como “Born in the Sand”...
Ese precisamente es un tema que tiene casi diez años. Se compuso en el local de ensayo entre unos cuantos integrantes de Iparragirre Rock Elkartea. Durante la pandemia la rescatamos para el disco, precisamente por eso en ella colabora Edorta Apariz, de Tooth, que es uno de los creadores de la canción, y eso es algo que se ha notado en la grabación.
Esa es una de las muchas colaboraciones que hay en el álbum ¿cómo surgió esa idea de que cada canción, salvo una, contara con la presencia de un invitado?
Después de la pandemia nos quedamos sin guitarrista, y con el disco a medias teníamos dos opciones: grabar las bases y esperar a encontrar uno o darle una vuelta de tuerca e invitar a unos cuantos amigos cosechados en todos estos años en los escenarios. Al final ellos accedieron encantados a echarnos una mano y el resultado fue espectacular.
¿Dicha participación consideras que ha sido decisiva en el concepto del disco?
Creo que la participación de todos, aportando su inspiración personal, le ha dado un plus a “Mustang”, De hecho elegimos el tema que más se podía adaptar al estilo de cada uno. Para nosotros ha sido increíble poder grabar temas con colegas y grandes músicos. Hemos disfrutado todos en familia.
Para esta ocasión habéis recurrido a los estudios Garate y a Martxel Arkarazo para la grabación, ¿cómo de importante en el sonido de este disco ha sido su presencia?
Imprescindible. Conocíamos a Martxel de compartir escenario cuando era técnico de Sexty Sexers Decidimos grabar en Garate por que es un estudio mítico en Euskal Herria y allí se han grabado discos históricos. Con él desde el primer momento fluyó la conexión y se metió de lleno en el concepto de “Mustang”, por lo que tanto en el aspecto técnico como en la producción de los temas ha sido clave. Hemos aprendido mucho con él, y dicha conexión creemos que está perfectamente reflejada en el disco.
Parece existir un hilo común en todas las canciones a la hora de transmitir ese intento por conquistar cierta libertad, ¿ha sido determinante en ese aspecto la época de pandemia?
Por supuesto que ha influido, a quién no le pitan los oídos ahora cuando recuerda cosas como “confinamiento” o “toque de queda”. Después de estos últimos años que hemos vivido todos valoramos más la libertad. Las cosas pueden estar jodidas pero siempre buscamos esos momentos y lugares que nos llenan y nos hacen sentir libres, como el local de ensayo, de ahí siempre salimos un poquito más optimistas.
Si en “Ride or Die” parece que es el skate, y en “Walk” la música, ambos elementos son presentados como “soluciones” para intentar no formar parte de ese ejército de zombies con selfies y pantallas de los que habláis...
El Skate, la música, la pintura, todos esos motores son válidos para transitar por esta jungla de asfalto. Cada uno que elija el suyo.
“No tenemos complejos a la hora de tirar por estilos que no se nos suponen”
Vuestros discos suelen contener un número relativamente corto de canciones, ¿se trata de una forma de trabajar en la que os sentís cómodos?
Por un lado nos gusta currar mucho los temas, en ese sentido anteponemos siempre la calidad a la cantidad. Eso además a la hora de sumar temas al repertorio simplifica bastante las cosas. Por otro lado es cierto que también el aspecto económico influye.
A lo largo de más de quince años de carrera habéis publicado cuatro discos, ¿dirías que soy una banda que prioriza el directo al estudio de grabación?
Es cierto que el directo es siempre nuestro principal objetivo, pero eso no impide que en el estudio también grabemos todos a la vez buscando transmitir esa misma sensación. En vivo es como más disfrutamos, y quien nos ha podido ver lo ha notado.
El disco cuenta con una edición en vinilo con un “artwork” muy trabajado, ¿recuperar el valor del disco físico era importante para vosotros?
Dado que la grabación del disco se hizo en formato analógico, entendimos que por ello el vinilo era obligatorio. El artwork como siempre lo pusimos en manos de Markel Urrutia, de Smokesignals, que también nos acompañó en las sesiones de grabación buscando la inspiración en los temas. Markelillo siempre se mete hasta las trancas en nuestros proyectos.
Habéis tocado en directo el disco cuando todavía no había sido editado, ¿cómo ha sido la experiencia de presentar unos temas desconocidos para el público?
Hicimos una campaña de Crowdfunding y antes de mostrar el disco al público en general queríamos ofrecer esa primicia a los mecenas. Dimos un par de bolos para echar a rodar con el nuevo guitarrista de la banda, Iñigo Granado “Nikotto”. La sensación era un poco extraña pero el feedback del público en todo momento ha sido positivo.
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