“Ahora escucho A propósito de Garfunkel como si no lo hubiera hecho yo”
EntrevistasThe New Raemon

“Ahora escucho A propósito de Garfunkel como si no lo hubiera hecho yo”

Carlos Pérez de Ziriza — 08-04-2023
Fotografía — Archivo

“A propósito de Garfunkel” (B-Core, 08), el debut de The New Raemon, fue no solo un punto de inflexión en la carrera de Ramón Rodríguez (Barcelona, 1976). También lo fue en la reciente historia del pop rock independiente español. Fue un disco de repercusión inesperada y tremendamente fértil.

“A propósito de Garfunkel” supuso la emancipación en solitario y en castellano de quien hasta entonces se distinguía por haber sido el vocalista, guitarrista y compositor de Madee. Pero también sentó las bases para un lirismo y un concepto de la canción de autor que, justo a las puertas del boom de los grandes festivales en nuestro país, creó escuela en parte de un circuito del que luego apenas participó. Y si lo hizo, fue desde un discreto segundo plano de popularidad.

El próximo 21 de abril en Barcelona (La [2] de Apolo) y el 23 de abril en Madrid (Teatro Eslava) volverá a ser llevado al escenario en dos fechas únicas, con la formación que completan Ricky Lavado a la batería y percusión, Pablo Garrido a la guitarra eléctrica y Marc Prats al teclado y voces. Solo faltará Ricky Falkner, uno de los principales impulsores de aquel disco, reeditado por su quince aniversario tras la publicación de “Los Archivos de Garfunkel, Vol. I” (Plan B/ Cielos Estrellados, 2022), la grabación en directo que la misma formación ofreció en 2010 en la Sala Apolo. Hablamos de todo ello con Ramón a través de la pantalla del PC.

¿Cómo afrontas este disco después de quince años? ¿Sientes que sus canciones han adquirido un significado distinto con el tiempo?
A mí ahora es un disco que me gusta, me he reconciliado con él. Ya hace tiempo. Incluso cuando me puse a compilar estas canciones del disco en directo, que publicamos en noviembre. Me generaba sensaciones encontradas, porque es un disco en el que no se me ocurrió otra cosa que hablar de asuntos muy personales, metido en una relación que es la misma de la que hablas en él. Había un cierto conflicto entre el inesperado éxito que tuvo y mis dudas a la hora de publicarlo. Me daba pudor, aunque ahora sus canciones me parezcan muy bonitas. Pienso que están escritas desde un lugar bastante respetuoso. Hablan de una relación con otra persona, pero sin un tono mezquino, sin machismo, no existe nada de eso ahí. Es una cosa más… vamos a llamarla romántica, de alguna forma. Un desencanto romántico. Visto ahora, entiendo por qué a la gente le gustó y le gusta tanto. Ahora lo escucho como muy lejos, como si ni siquiera lo hubiera hecho yo. Lo redescubres, aunque suene a tópico. Aunque sigo entendiendo las cosas de las que estoy hablando, porque es un disco muy concreto. Y el hecho de que fuera tan confesional también influyó en que después yo intentara huir de ese tono, y que al final acabara hablando desde fuera del yo, que es lo que hago en los últimos años. Que ya no va del “mí” sino del “nosotros”, y qué hacemos aquí.

"Es mejor conservar cierto misterio y que cada uno interprete las canciones según sus vivencias"

Fue tu primer disco en castellano, y también de tu proyecto en solitario. En aquella época creo que aún pesaba un poco, con excepciones notables como la de Nacho Vegas, este concepto del cantautor en castellano como algo rancio, muy de los setenta, del tipo que viene a sermonearme. ¿Tú lo percibías así?
Me daba cierto pudor, pero más que nada por el tema lírico. También estaba la parte de no haber cantado nunca en castellano. Lo había hecho en inglés o en catalán, pero no estaba acostumbrado a escucharme en castellano. Aún se me hace un poco raro escuchar este disco, porque yo me conozco como cantante, y me veía cantando como con la boca un poco pequeña. En “La dimensión desconocida” (09) ya me solté un poquito, y ya me veía mas seguro. Pero en este me notaba demasiado contenido. Ahora lo hubiera cantado mejor. Me faltaba ese punto de confianza, en este sentido, o de aprender a escucharme así. A mí el castellano es un idioma que me encanta, para hablarlo y leerlo, pero tiene una métrica complicada para cantarlo. No es tan musical como el francés o el italiano, así de entrada. Es un idioma muy marcado. Pero al final lo cuadras con tu manera de contarlo y de cantarlo.

Te sorprendió la repercusión del disco, ¿no? No albergabas pretensiones con él.
Es que yo no quería sacarlo.

Te animaron.
Me animaron, presionaron… Yo escribí este disco para recuperar a una persona. Y a esta persona nunca le gustaron estas canciones. Y entiendo perfectamente por qué. Porque estaban hablando de nosotros. Visto con la perspectiva, es algo que no está bien. Aunque esté hecho desde el respeto y no haya nada feo en sus textos. Pero es normal que puedan incomodar a alguien. Esta otra persona odiaba estas canciones, no podía ni venir a los conciertos. Está ese componente, y también que Jordi [Llansamá], de B-Core, Ricky Falkner y Ricky Lavado me insistían en que estas canciones tenían algo especial. Vistas ahora, lo tienen. Es cómo está hecho. Cómo está escrito. Cómo está contado y cómo está cantado. Hay canciones que son tristes pero su música es alegre. Y otras en las que la música es más siniestra pero el texto tiene un punto de humor para darle el contrapunto de no recrearse mucho en la tristeza. Tiene muchos contrastes. Estuvimos mucho tiempo ensayando las canciones antes de grabarlas. Pasaron ocho meses desde que empezamos a ensayarlas hasta que se grabó. Lo tocamos en La Riviera y en Razzmatazz, como teloneros de Crowded House, sin que ni siquiera se hubiera publicado ni nadie supiera quiénes éramos. Después de esos dos bolos, nos fuimos a grabarlo. Y antes lo habíamos grabado en plan maqueta, con Santi García en Ultramarinos. Se preparó todo muchísimo. Y creo que toda esta suma de cosas que te comento, hizo que surgiera una chispa especial. Nunca puedes planear que un disco funcione. Lo que le gusta a la gente es un misterio. Y este disco le gusta a mucha gente por el momento en que salió, y por cómo toda esa generación nuestra se enterneció un poco con él, por la forma en la que hablaba de relaciones de pareja, de malentendidos, de situaciones…

Y de más cosas. ¿Te dio la sensación de que era la primera vez que tenías necesidad de escribir algo en clave de recapitulación de tu vida hasta entonces? Ya sabes, esa edad, rebasados los treinta, en que por primera vez te das cuenta de que ya no eres tan joven, la vida no es eterna y empiezas a asumir que alguna vez envejecerás… Creo que tenías treinta y tres años entonces.
Tenía treinta y uno. En realidad, siempre ha habido un punto de autoexploración en todo lo que he hecho. Siempre. En los dos discos anteriores a este, que son los dos últimos de Madee en su primera etapa, “Orion’s Belt” (04) y “L’Antarctica” (07), también hablo de cosas así, y en algunos de ellos se dicen barbaridades, cosas muy bestias, porque son discos muy catárticos, pero como son en inglés, la mayoría de la gente no se entera. También eres más joven y no tienes tanto pudor de exponerte de esta manera. Volviendo a lo que hablábamos antes, cuando de repente te encuentras que hay mucha gente que empieza a cantar las canciones, empiezas a sentirte expuesto realmente. Y ahí aprendes que es mejor conservar cierto misterio y que cada uno interprete las canciones según sus vivencias. Al final, yo disfruto de una película, un libro o una obra de teatro sin que necesiten señalarme las cosas de una forma tan clara. Puede ser peligroso para ti, el hacerlo del otro modo.

Revisaba algunas entrevistas que te hizo Mondosonoro en el momento de la publicación del disco, y en una de ellas contestabas a un cuestionario sobre cuáles eran tus discos favoritos en aquel momento, y eran de Bob Dylan, Paul Simon, Bonnie Prince Billy, Serrat o Lluís Llach. Material de cantautor. Y muy poco rock, apenas The Replacements. Un par de años antes hubiera resultado sorprendente para cualquiera, ¿no?
Bueno, siempre me han gustado. Son cantautores que sonaban en mi casa. Es lo que escuchaba mi madre. A Paco Ibáñez, incluso. Mi padre era más francófono: Charles Aznavour, etcétera… Estaba esta música melodramática, que digo yo. No exactamente de cantautor. Sino este rollo melodramático, que yo también tengo en mi música, y que viene de ahí. Evidentemente, me gusta el rock, y me gusta todo. Con Madee hacemos una cosa muy concreta porque a todos nos gusta, y punto. Sabemos usar ese lenguaje. Pero una vez nos separamos, hay ciertas diferencias. Hay cosas que sé que a Adam [Vives] le dan igual. O al revés. A él le encantaban Guns N' Roses, y a mí no me han hecho nada, pero siempre me han dado igual. Nunca me he comprado un disco suyo. En cambio, sí me gustaban Iron Maiden, con quienes empatizaba más, no era el rollo ese tan machirulo.

Sí, pero no me negarás que hay una época en la vida, muy joven, en la que huyes de la colección de discos de tus padres. Necesitas distanciarte al máximo de ellos. Madee venían de otro lugar muy distinto al de las referencias que mencionabas en aquel listado.
Sí, es que a esos discos regresé un poco antes de sacar el primer álbum de The New Raemon. Un par de años antes regresé a esos discos, después de haber pasado de ellos por eso mismo que dices. Cuando tienes once o doce años y empiezas a escuchar tus cosas, estás muy lejos. Para mí fue una epifanía muy grande cuando descubrí a Sex Pistols, The Clash o Ramones. A mí ahí se me abre la cabeza. Y es cuando pienso “ostia, esto lo puedo hacer”. Otras cosas, que eran más sofisticadas, como Echo And The Bunnymen o The Cure, igual no. Aunque los primeros The Cure son más básicos. Pero bueno, luego haces todo este viaje, y cuando tienes treinta años vas un día a casa de tu madre, estás mirando los vinilos y te vas llevando algunos, cuando ellos ya no tienen ni plato, y ahí empiezas de nuevo a escucharlos. Y eso influyó en el disco. Mi madre era ultra fan de Simon & Garfunkel, y a mí me parecían maravillosos, increíbles. También es cierto que yo fui padre muy joven, con diecinueve años. No tenía la misma situación que otras personas de mi generación. Cuando escribí “A propósito de Garfunkel” tenía dos hijas de doce y nueve años. Ya es otro contexto. Y hay un punto de cierta experiencia, distinta a la de los demás.

Ricky Falkner te retó en una noche de copas a que sacaras el disco, en plan “¿A que no hay huevos de publicarlo?”, ¿no?
Fue así, literalmente. Y se lo voy a agradecer siempre, porque es lo que me ha permitido ganarme la vida. De una forma discreta, pero haciendo lo que sé hacer, que es escribir canciones. Mi única condición es que fuera en castellano. Ese era el reto. Él le pasó las maquetas a Ricky Lavado, sin permiso ni nada, y ahí es cuando él también se apunta al proyecto. Me mandó un SMS para decirme “que sepas que lo he escuchado, que el material es sólido y que el batería soy yo”. Todo eso me fue animando. “A lo mejor no está tan mal”, pensé.

Esto que dices me recuerda a lo que me comentó una vez Antonio Luque (Sr. Chinarro) sobre Jota (Los Planetas), que fue quien le convenció de que debía dedicarse profesionalmente a tiempo completo a la música. Me da la impresión de que quizá te faltaba ese pequeño empujón por parte de alguien. Como si no te lo terminaras de creer.
Bueno, es que sin personas no haríamos nada. Si lo haces todo tú solo, al final no te lo pasas bien.

"No me siento cómodo siendo el centro de atención. Para mí lo importante es lo que hago"

Ya, pero sabes que hay gente que va por la vida de otro modo, como si se fueran a comer el mundo. Llámalo seguridad extra, o arrogancia o prepotencia.
Bueno, entiendo lo que quieres decir. Yo estoy de acuerdo, ¿eh? Pero ha habido cierto pudor por mi parte, más que inseguridad. Porque es que yo no me siento cómodo siendo el centro de atención. Para mí lo importante es lo que hago. No soy yo. Si echas un vistazo a los diez últimos años de mi carrera, por ejemplo, ves que apenas aparezco en los videos, estoy fuera de plano. Lo único que me interesa es escribir la canción, sacar el disco, y si alguien puede emocionarse con eso, me parece precioso. Pero no ser yo el centro de todo eso. Recuerdo una conversación que tuve con el guitarrista de un grupo muy famoso, estando en el Wurlitzer, en Madrid, que me los encontré y en un momento en el que salí a fumar, él me dijo “Oye, ¿te puedo decir una cosa? Pero no te molestes, ¿eh?”. Y me suelta “tú eres muy mal frontman” [risas]. Nos echamos a reír. Es que yo no sé ser un frontman. No me considero eso. Me considero un tipo que escribe canciones. Un cantante. Pero no puedo salir a hacer lo que hace Bunbury, que me parece un flipe. O lo que hace Iván Ferreiro. Por ponerte ejemplos de gente que llena recintos. Yo soy incapaz de eso. Pero soy capaz de hacer una canción que, a lo mejor, te haga llorar. Una. Es lo que yo persigo. No lo otro. Que me parece muy guay, y soy fan de grupos con frontmen increíbles. Me flipa el magnetismo de Nick Cave, por ejemplo. Hay gente que tiene eso. Yo no. Yo tengo otra cosa. No es modestia, es saber el sitio en el que estás. No sé si lo he explicado bien.

Perfectamente, ¿Sientes que este disco influyó a otros músicos, que en cierto modo creó escuela?
Pues yo no lo sé. Hay personas que me han dicho que sí. Y me han puesto ejemplos. Bueno, mira, si les ha gustado, pues me parece cojonudo. Sí que es verdad que hay grupos que me han mandado cosas, versiones que han hecho, y siempre te hace ilusión. Aunque yo soy muy pudoroso con eso. Parece que soy imbécil, porque no sé qué decir cuando vienen a comentarme algo. Por lo que te he dicho: no sé ser frontman ni vender mi movida. Lo hago, y cuando ya lo he hecho, me olvido, y lo único que quiero es ir con mi hija a comprar el pan. Esa es mi visión. Pero sí que me sucedió una vez una cosa muy curiosa, que es que me llamó mi padre un día por teléfono, para decirme “¡Oye, me ha encantado tu canción nueva! ¡Me ha encantado!”. Y yo le dije “¿Qué canción nueva, papá, de qué me estás hablando?”, y me contesta “Sí, hombre, esa que dice no se qué, no sé cuántos y tal”. A mí no me sonada nada. Y al final, indagando, vi que era de otro grupo. Se lo dije y me contestó “oye, pues se están copiando de ti” [risas]. Es lo más cercano que he sentido en ese aspecto.

¿Qué grupo era, si se puede decir?
No, no quiero hablar mal de nadie. Te lo cuento por este diálogo tan absurdo con mi padre, emperrado en que era yo, y yo diciéndole “Pero papá, ¿cómo voy a ser yo si te estoy diciendo que yo no he escrito ni cantado eso?”. Si lo sabré yo…

"Recuerdo con muchísimo cariño esos tres o cuatro años que estuvimos en la carretera"

¿Cómo ves este disco dentro de tu carrera como The New Raemon? ¿Dónde lo ubicarías?
Pues a lo mejor fue la piedra Rosetta para poder hacer todo lo demás. Sin él, no habría hecho absolutamente nada de lo que vino después. Aunque me haya alejado del disco, de alguna forma también me he ido acercando a él algunas veces. De hecho, “Oh, rompehielos” (B-Core, 14) es un disco muy cercano en concepto, mucho más austero que los demás, que tuve que hacer con 2.000 euros, porque no tenía un duro. Fue la peor época que recuerdo en lo económico, estaba todo muy mal. Pero surgió en un año en el que grabé muchas cosas en casa y le dediqué una semana de estudio, porque lo había dejado todo ya niquelado en casa con ProTools y demás, con lo mínimo para grabar dignamente. Y es la misma estética, en realidad. Aunque hay más oscuridad en este. Pero está hecho desde el mismo lugar que “A propósito de Garfunkel” (B-Core, 08). A mí me gustaría que algún día nos volviéramos a juntar todos, que de hecho lo vamos a hacer para los bolos del Teatro Eslava y Razmatazz en abril, pero que lo hiciéramos para grabar un nuevo disco los mismos músicos. Jordi Mora, los dos Rickys, y hacerlo igual. Y a ver qué sale. Eso es algo que me gustaría hacer antes de morirme. Porque recuerdo con muchísimo cariño esos tres o cuatro años que estuvimos en la carretera. Nos reímos mucho, nos lo pasamos muy bien. Hay anécdotas para llorar de risa. De hecho, me hubiera gustado hacer un podcast de esa época, solo con ellos hablando.

Y ya que lo dices, ¿nunca has pensado en escribir un libro sobre tus vivencias?
Bueno, he escrito un par de tebeos, ya lo sabes. Y sí que me han ofrecido lo que dices. Lo que pasa es que, no sé, me encantan la literatura y los libros de memorias, como el de Mark Lanegan, que es una maravilla, pero no sé si quiero contar lo mío. Tiene que ser algo que te apetezca contar. Hacerlo por hacer, no. Sí tengo algún manuscrito, pero lo tengo ahí guardado, con mucho respeto, porque si lo hago, quiero hacerlo bien. Y en cualquier caso, como mucho, sería un libro. Y se ha acabado. No da para mucho más [risas].

La vida de Mark Lanegan da para dos libros, que ya los hay, y quizá para algunos más, ¿no? Como Brett Anderson, que también publicó dos entregas.
Mira, el primer volumen de Brett Anderson es buenísimo, y el segundo está guay, pero es muy precipitado. Con el primero, notas que a lo mejor ha estado cuatro o cinco años preparándolo, tranquilamente. Y la gracia que tiene es que termina cuando firman el contrato discográfico. Y luego el segundo, que es cuando triunfan, y es el que debería interesar al fan, está peor, como escrito rápido.

Totalmente de acuerdo. Y creo que lo mismo puede decirse de la autobiografía de Morrissey, que literariamente es mucho mejor en su primer tramo, cuando habla de su infancia y adolescencia, que cuando luego habla del grupo. Puede que ocurra con Lanegan y puede que ocurra también, habrá que esperar a verlo, con Brian Johnson (AC/DC), cuya primera parte también se ha publicado ahora y es notable. Cuanto más hablan de sus orígenes y sus dificultades iniciales, y menos de su éxito, más interesante y mejor escrito está.
Sí, porque además es cuando estas personas están en construcción, que yo creo que es lo interesante. Cómo se van construyendo hasta que llegan a la fama. Volviendo a Brett Anderson, lo veo claro. Entiendo que a lo mejor es difícil hablar de tus adicciones cuando tienes hijos, y no quieres que lean según qué cosas. El libro de Mark Lanegan, que era un tío totalmente honesto, te explica un montón de miserias, pero eso lo humaniza todavía más. A cualquier persona le puede ayudar leer sobre la adicción de un adicto que no te está escondiendo ni una sola de sus miserias. Se ha expuesto él y ha expuesto a los demás. Volviendo a lo que me preguntabas, sí es algo que me gustaría hacer, pero me gustaría hacerlo bien. Si lo hago.

 

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