Estamos ante un acercamiento directo y a tiempo real, sin edulcorantes ni paliativos, que nos ha permitido conectar con el proceso de sanación más personal del cantante, haciéndonos partícipes a lo largo de sus canciones de la crudeza y de los traumas que han asolado los diferentes estadios de su vida.
Comprendiendo, más que nunca, que The Drums es mucho más que un puñado de canciones soleadas de corte surf-pop, su líder y miembro único se embarca ahora en un disco destinado a rizar el rizo de la emoción y conjugar desde el autocuidado la clase de mensajes que le habría gustado escuchar en ese pasado tan poco amable que protagonizan sus memorias. Con motivo de la publicación de “Jonny”, el propio Pierce atiende nuestra llamada y nos entrega una conmovedora charla donde podemos leer a través de sus costuras, el humanismo y la honestidad que irradia su discurso.
Primer álbum de The Drums desde que tuvo lugar la pandemia. Ya sé que suena manido preguntar por esto pero, ¿crees que hay un antes y un después en tu trabajo a raíz de aquella experiencia?
No puedo quejarme por cómo pasé el confinamiento, la verdad. Poseo una cabaña en las afueras de Nueva York, y fui a pasar allí un par de semanas que terminaron extendiéndose en un año. Pude pasar la mayor parte del tiempo solo y valoré enormemente la paz y la quietud de la que disfruté. Creo que, de hecho, fue la primera vez en mi vida en la que realmente sentí que podía bajar mis defensas. Durante muchos años he estado viviendo con el modo “superviviente” activado, desde los días más duros de mi niñez, hasta los días gloriosos de The Drums como banda. El hecho de no parar de trabajar, girar, hacer álbumes o no permitirme ni el lujo de detenerme por un momento era el único estilo de vida que conocía, así que definitivamente la pandemia me permitió escucharme a mí mismo como nunca, desconectar del exterior y reconectar con mi propio yo, con la naturaleza, con mi alma. Ni siquiera me dediqué a hacer demasiada música durante aquellos días, creo que en todo ese año hice un par de canciones a lo sumo. Básicamente sentía que mi cuerpo se estaba alimentando por primera vez de algo que echaba de menos, y simplemente quería más de ello.
"Jamás escucharía a un artista que fuera simple postura y detrás de su música no existiera ni un poco de humanidad y realismo"
¿Dirías que estos aprendizajes han marcado el tono de “Jonny”?
Absolutamente. Traté de mantener viva esa paz de la que te hablaba y trasladarla de algún modo al proceso creativo de este disco. Cuando volvimos poco a poco a la normalidad y me sumergí en la composición de “Jonny” tenía claro que no quería volver a caer en ciertos errores del pasado, donde recuerdo grabar discos bajo muchísima presión y sin apenas tiempo para recapacitar sobre aquello que escribía. Con este disco eso ha cambiado. He podido tomarme mi tiempo y disfrutar del proceso. Había días en los que únicamente me dedicaba a grabar una simple línea de bajo o la percusión para una canción, y después me tomaba un descanso de hasta dos semanas para retomarlo después. No me importaba tomarme las cosas con esa ligereza, pues estaba del todo convencido de que esa actitud jugaba a favor del disco y era el reflejo de todo lo que traté de aprender durante mis días de confinamiento.
No deja de ser irónico que, después de más de una década como formación, sea ahora en 2023 cuando tenemos el placer de escuchar el disco más íntimo y personal de The Drums.
Sin duda, la razón es que ahora soy más viejo [risas]. El tiempo me ha permitido conocerme mejor y he descubierto que me interesa mucho saber qué clase de cosas me hacen sentir de una determinada manera. Pero también sucede que me he dado cuenta de que la música es una de las partes más importantes de mi vida, si no la que más. Mi máximo deseo, por tanto, es que mi música sea significativa y para ello la única herramienta de la que puedo valerme es mi honestidad y mi vulnerabilidad. Mira, precisamente hace unas semanas estuve haciendo una entrevista para un podcast, y hablando sobre este tema recuerdo referirme a mí mismo en algún determinado momento como “una persona dramática” a la que le gusta demasiado hablar de temas muy personales en su música. Al acabar me dije a mí mismo “¿sabes? No soy una persona dramática; en realidad soy una persona de lo más sana”, porque soy alguien que conoce bien sus demonios, los ha trabajado, y además disfruta abriendo su corazón al mundo. No es que yo sea dramático, es que el mundo es demasiado frío. Personalmente, quiero vivir en un mundo donde no esté mal visto compartir aquello que sientes y piensas, por muy incómodo que pueda ser o haga sentir a determinadas personas. Quiero vivir en un mundo donde todos podamos quitarnos las corazas y podamos vernos mutuamente las heridas.
Como oyente, también creo que eso se agradece.
Claro, eso es. El hecho de que mi música nazca desde tan adentro me ha permitido conectar de manera mucho más significativa con mis seguidores, quienes se han acercado a mí para contarme sus experiencias con la depresión, con la ansiedad, con sus traumas o con ciertas vivencias próximas al suicidio, haciéndome saber cómo mis letras y mis canciones han contribuido a lograr que su carga sea menos pesada. La vulnerabilidad y el mostrarte tal y como eres, sin trampa ni cartón, favorece al hecho de poder establecer relaciones reales. Así lo siento también con los artistas que a mí me gustan. Jamás escucharía a un artista que fuera simple postura y detrás de su música no existiera ni un poco de humanidad y realismo.
¿De dónde crees que te viene ese anhelo por lo real?
Tiene mucho que ver con mi infancia. Crecí en un ambiente profundamente católico, con la Biblia como nuestro libro de cabecera y prácticamente como un único libro de texto para mí. Recuerdo vivir rodeado de todas esas historias, ya sabes, David contra Goliat, Adán y Eva, el Arca de Noé, concebidas y contadas a los niños como si fueran ciertas, y por tanto me es inevitable creer que realmente crecí rodeado de mentiras. De ahí mi eterna y desesperada búsqueda por aquello que sea puramente honesto y real.
Por suerte estamos en el camino de integrar en nuestra sociedad cosas que antes eran vistas como tabúes.
Definitivamente. Cuando era niño no recuerdo que se hablara sobre salud mental o este tipo de cosas. Ahora, en cambio, todo el mundo va a terapia, hasta los propios psicólogos. Por determinadas experiencias mejorables, recuerdo tener una relación de tiras y aflojas con la psicología durante muchos años, pero es innegable que la cosa ha mejorado notoriamente en la actualidad y ha habido un cambio para mejor. Se ha normalizado algo que nunca debió de haber sido entendido como anormal o extraño.
"Hacer un disco como “Jonny” supone un desgaste emocional y mental muy grande, incluso estar hablando de él ahora mismo contigo me resulta intenso"
En tu caso, es curioso como normalizas relatos realmente duros a través de canciones pegadizas y brillantes, como es el caso de “Isolette”, por ejemplo.
Bueno, ya sabes lo que dice el dicho, “a spoonful of sugar helps the medicine go down” [risas]. En el pasado solía llevarme bastante mal con la tristeza, pero con el tiempo me he dado cuenta de que estoy condenado a entenderme con ella. Ahora tengo la simple sensación de que la tristeza es un lugar familiar y cómodo para mí. Se ha convertido en una amiga y me puedo permitir el lujo de vestirla como a mí me plazca. Además, debo decir que hasta de los momentos más tristes soy capaz de sacar una lectura válida. Por ejemplo, estar triste es sinónimo de estar reconociendo mis propias emociones, de que las estoy exteriorizando y de que soy humano. Son cosas que también conviene recordarse y disfrutar.
Hablemos por un momento de la portada del disco y de la portada de los singles, porque obviamente no pasan desapercibidas.
Es la primera vez que hablo sobre esto en voz alta, y más en una entrevista, así que permíteme que me tome unos segundos para formular bien qué quiero decir. Son fotografías que me tomé a mí mismo hace cosa de diez años. Me marché al norte, donde me crié, con una cámara analógica que me regalaron y un carrete en blanco y negro. Esperé hasta que mis padres biológicos, con quienes ya no mantengo ningún tipo de relación, se marcharan a misa de domingo, ya sabes, el servicio dominical. Aprovechando la ocasión, entré al interior del domicilio y me tomé esos autorretratos que ves en las portadas, completamente desnudo y en las distintas partes de la casa donde mis padres me habían traumatizado años atrás. En aquel momento no sabía por qué lo estaba haciendo. Simplemente necesitaba hacerlo. Me imagino que fue una especie de intento por recuperar el poder de esos espacios o un acto audaz que fuera en contra de todas las enseñanzas. Pero en el fondo me gusta creer que hay algo de profético en todo esto y que de alguna manera mi yo de hace 10 años sabía que en el futuro necesitaría tener fotos mías muy personales para la portada de un disco muy personal.
¿Has pensado cómo verás “Jonny” en el futuro?
Es curioso porque con cada álbum siempre tengo la sensación de estar publicando mi trabajo más personal. Es como, “vale, ahora sí estoy compartiendo mi corazón de verdad”, y de repente me doy cuenta de que no, de que realmente seguía atascado en ciertos aspectos de mi vida y escondiendo muchos otros. Es por ello que trato de mantener bastante abiertas mis miras con respecto al futuro, porque nunca sabes cómo vas a terminar concibiendo o entendiendo un álbum de aquí a un tiempo. Hacer un disco como “Jonny” supone un desgaste emocional y mental muy grande, incluso estar hablando de él ahora mismo contigo me resulta intenso y me traslada a un plano que me exige mucha energía. Así que, por una parte, muchas veces trato de pensar que esas heridas ya están cerradas y que mi próximo disco debería ser más bailable, alegre o pegadizo. Pero por suerte o por desgracia me conozco lo suficientemente bien como para saber que eso no ocurrirá [risas].
Bueno, por lo pronto hay ciertos tramos del disco que se sienten un poco experimentales. ¿Te has permitido el lujo de salirte un poco de la fórmula?
Este disco se llama “Jonny” porque refleja y abarca todo lo que soy. Es un trabajo que comprende todas y cada una de las partes de mi ser y escuchar sus canciones es como un túnel a través del tiempo que me permite reconectar con todas ellas, especialmente con las versiones más jóvenes de mí. Cuando era adolescente, mi música favorita era la electrónica. De hecho, pasé gran parte de mi adolescencia coleccionando sintetizadores y cajas de ritmo y haciendo pequeñas composiciones de techno y synth-pop. Son estilos que forman parte de mí, y sí, están aquí para quedarse. Pero realmente nunca se fueron, siempre he mostrado mucho interés por este tipo de géneros y de hecho, en mi estudio encontrarás tan solo una guitarra y cientos de sintetizadores, así que fíjate el peso que la electrónica tiene en la música de The Drums.
¿Qué le dirías a ese Jonny adolescente ahora si pudieras?
Simple y sencillamente, sé amable y pórtate bien contigo mismo.
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