El nuevo álbum de los australianos recoge toda una paleta de sentimientos inmensa que encaja a la perfección con cortes de rock, pop, latin jazz, ritmos de batucada y pop.
“Cada decisión atrevida a nivel creativo tiene el potencial de fallar”, asegura Felix Riebl desde el otro lado del mundo, a través de una videollamada. Dos minutos hemos tardado en tener un potencial titular, porque tanto Riebl como la banda australiana, son conocidos por su honestidad y por su entrega. “En veinte años de carrera, te diría que es mi disco preferido en cuanto a su grabación. No solo ha sido hecho en un momento muy particular del tiempo, sinó que es muy ambicioso porque teníamos a cuarenta músicos de todo el mundo y estilos: flamenco, cuerdas sinfónicas, batucada, metales cubanos… Queríamos que cada canción tuviera entidad propia. Así que llenamos el estudio con músicos en directo y aquello fluyó y fue una experiencia celebratoria y desbordante”, afirma Riebl.
La respuesta inicial responde a la pregunta de si esa amalgama sónica puede diluir una marca tan consolidada como la de The Cat Empire. “Podría haber sido, porque hemos cambiado la formación después de veinte años. Han entrado nuevas personalidades, nuevos músicos… ¿Sigue siendo el alma del grupo auténtica? Porque siempre ha sido un grupo difícil de definir. Así que lo importante era que cada uno fuera fiel a sí mismo”, puntualiza el australiano.
"Con muchos nervios presentamos nuevas caras, nuevas canciones… Y la respuesta fue abrumadora”
Hablaba al principio de un momento muy específico en el que se ha gestado “Where The Angels Fall”; un momento lleno de duelo personal no solo por la separación de quienes habían sido sus compañeros durante dos décadas, sino por la traumática muerte de su hermano menor debido a un tumor cerebral. “La adversidad brilla”, asegura el cantante y añade: “La complejidad de todas esas emociones que sentimos y poderlas escribir, reír, gritar, cantar… Eso lo inunda todo. La música es maravillosa porque puede con la complejidad de la humanidad, que es bella y cambiante. Y este álbum trata de esto”. Un disco que arranca con “Thunder Rumbles”, una tema de esos que hace que la sangre hierva medio grado más, con su percusión afrolatina y un despliegue de vientos y sabrosura que bien podría haber sido gestado en las calles del Malecón. Catorce canciones que incluyen potenciales temas para anuncios de cerveza estival, en la línea de Crystal Fighters o Portugal The Man, como “Boom Boom”; latin pop más “comercial” (“Deeper” o “Owl”) o medios tiempos como “Rock’n’Roll”. Hay lugar también para temas tan delicados como “Be With You Again”, dedicado a Max, hermano de Felix Riebl, donde incluso una letra tan dura e intensa, trae consigo aires de optimismo.
“Where The Angels Fall” es también un ejercicio de apertura, de honestidad brutal, que diría Calamaro. No hay trompetas ni congas suficientes tras las cuales esconderse. “Cuando miras letras como la de ‘Be With You Again’ son muy tristes y al añadirle música no se sentía bien, porque no eran celebratorias, así que añadimos percusión brasileña, luego acordes religiosos pero en clave mayor y ¡todo cambió!”, confiesa el músico. La sangre que bombea este colorido álbum nace de la aceptación de que incluso el dolor y la alegría son compatibles. “Y tenemos suerte porque la música es el vehículo perfecto para expresarlo”.
The Cat Empire llevan veinte años haciendo canciones y otros tantos haciéndonos bailar. ¿Cómo ha sido la acogida de este nuevo trabajo? “¡Fantástica! Y eso que todo era muy incierto porque al final, la gente está acostumbrada a ver la misma formación durante todo este tiempo. Así que con muchos nervios presentamos nuevas caras, nuevas canciones… Y la respuesta fue abrumadora”, asegura emocionado el australiano al otro lado de la cámara. Después de una breve gira y una visita a España, se encuentran presentando el disco en la tierra de Down Under, donde los temas ya se han convertido en “himnos, como los clásicos”. Clásicos como “Hello”, de su disco de debut, escrita cuando Riebl era apenas un adolescente. “Hello, hello, eh?”, se ríe al recordarlo y prosigue: “Esa canción tiene una vibración nostálgica; era otro momento. Pero es muy fuerte ver a la gente llorar con ese tema, pero luego darlo todo con otras canciones. No tiene que ser una cosa o la otra, sino lo que más me gusta es que lo puedes sentir todo y tantísimo y la banda acompaña al público en esas dinámicas. Y ser capaz de evocar todos esos sentimientos en una sola noche me hace sentir vivo”.
“Where The Angels Fall” ya tiene vida propia, así que la pregunta (in)evitable es: ¿Y ahora qué? “Me encanta el directo del disco y creo que puede ser una apuesta segura para los festivales de verano, así que esperamos poder volver a España en breve. Además, estamos escribiendo música como posesos; ¡antes de los shows, durante, en el autobús, en el camerino…! Y una de las cosas que más me gusta de todo este nuevo concepto es que hemos experimentado bastante con el flamenco y el latin Cuban vibe y no descarto que de ahí salga un nuevo disco, porque empezamos a tener una retahíla de canciones que nos flipan”.
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