"Todavía nos queda mucho por hacer"
EntrevistasThe Blaze

"Todavía nos queda mucho por hacer"

Joan S. Luna — 20-09-2018
Fotografía — Paul Rosteau

Iba siendo hora de que los franceses Guillaume Alric y Jonathan Alric, primos y partes complementarias que encajan a la perfección en The Blaze publicasen su primer larga duración tras contagiarnos de la magia de sus singles/clips y de Territory, su epé de 2017. Ahora publican "Dancehall" (Because, 18), sin duda uno de los grandes discos de electrónica de la temporada y una obra que crece y crece con las escuchas.

The Blaze son uno de los mejores dúos electrónicos de la actualidad. Sus canciones son fantásticas y supuran clase en cada movimiento. Sus componentes son los parisinos Guillaume y Jonathan Alric. Guillaume es el más experimentado musicalmente hablando de los dos, con una larga trayectoria como productor y Dj de dub bajo el nombre de Mayd Hubb. Jonathan aporta una parte musical, pero sobre todo la visual. Nacido en Costa de Marfil, Jonathan estudió cine en Bruselas, algo que ha cimentado sus capacidades para dotar a The Blaze de un imaginario visual muy potente y que se aleja de los estereotipos habituales en la música electrónica. Desde que, hace un par de años, publicaran el clip y la canción Virile todo ha ido hacia adelante con seguridad y manteniendo todo aquello que nos atrapó de su house melódico desde el primer momento. Por el camino han remezclado a gente como M83 o, sobre todo, lanzaron las piezas que acabaron dando forma al epé Territory, una excelente carta de presentación. Ahora publicarán finalmente su primer larga duración, "Dancehall", de la mano de Because, uno de los sellos más potentes de Francia y el que más capacidades tiene para exportar a sus artistas.

"No nos encerraremos nunca en un estilo concreto, por mucho que nuestra principal inspiración sea la música electro”.

"Dancehall" mantiene una línea parecida al material que Guillaume y Jonathan han publicado hasta ahora (ambos tocan, ambos cantan), aunque la evolución es evidente conforme se suceden las canciones. El espíritu de los The Blaze que nos conquistaron sigue ahí, y eso cuando una banda empieza es fundamental. “Estamos encantados con el disco. Empieza con el The Blaze de antes hasta llegar al The Blaze actual. Este álbum nos ha forjado un poco más, pero todavía nos queda mucho por hacer, aunque por dentro seguimos siendo los mismos”. Los mismos, pero ya con un larga duración en la calle. Un paso indispensable en la carrera de cualquier artista y, en ocasiones, un quiebro para plantearse el futuro de un modo distinto. “A partir de ahora no va a cambiar nada. Vamos a seguir ofreciendo el máximo de emociones posibles. Sin embargo, musicalmente hablando, no nos encerraremos nunca en un estilo concreto, por mucho que nuestra principal inspiración sea la música electro”.

Por tanto, la primera gran meta del camino que algún día emprendieron The Blaze era dar forma a un álbum. Quizás el público haya cambiado y los singles sean los que realmente regulen y muevan el mercado, pero los álbumes continúan siendo a día de hoy una suerte de cima creativa periódica con la que los artistas consiguen un plus de respeto frente a crítica, público, promotores e incluso competidores. "Dancehall" es una versión más grande y más amplia de lo que conocíamos hasta ahora de The Blaze. "Dancehall" suena tan melódico y emocional como imaginábamos en nuestros mejores sueños. Desde que "Opening" arranca con piano y percusiones hasta la última nota de piano al aire con la que se cierran Mount y el disco respectivamente, todo guarda una mágica coherencia que nos mantiene a medio camino entre la pista de baile y un estado de duermevela constante que sienta de maravilla. "Dancehall" relaja y apasiona a partes iguales. Es un disco de amaneceres y de anocheceres, un disco capaz de evocar mil sensaciones y paz, mucha paz. The Blaze serían algo así como la cara poética de la electrónica actual, tanto por sus clips como –sobre todo- por sus fabulosas composiciones. Nos lo dejaron claro ya canciones como Virile, Juvenile o Territory, pero ahora sabemos que nada de aquello fue una casualidad y que Guillaume Alric y su primo Jonathan Alric tienen talento, un talento que fluye lentamente, esparciéndose segundo a segundo por el ambiente hasta crear atmósferas capaces de hacernos soñar con los ojos y el corazón bien abiertos.

Las canciones (y los vídeos, no nos olvidemos, con millones de visionados) de The Blaze transmiten estados de ánimo (nostalgia, calidez, tristeza, bondad, consuelo, empatía, esperanza...) con una precisión arrolladora. “Has dado en el clavo. Generalmente empezamos a crear musicalmente un estado anímico. Solemos buscar ese sentimiento que cuesta definir, pero que se parece a una dulce nostalgia que te transporta. A menudo tratamos de meternos en situaciones que favorecen la inspiración, como aislarnos en el campo, irnos a casa del abuelo a componer y cosas así”. Ahora bien, todo ello lo consiguen con unas letras que sugieren ideas más que historias concretas. “Exacto. Has vuelto a dar en el clavo. Y eso ocurre porque preferimos darle a la gente los ingredientes necesarios para que ellos puedan contarse sus propias historias. A menudo decir demasiado es encerrar las emociones. La libre interpretación es más fuerte”. Y como decía eso es algo que se entrelaza el valor de sus clips, mucho más que simples herramientas para dar a conocer sus canciones. De hecho, el trabajo de Jonathan resulta fundamental para entender las intenciones y el universo de The Blaze en toda su extensión. La música suele crear imágenes en nuestro cerebro, y uno diría que las que estos dos franceses usan para acompañar a su música encajan perfectamente en lo que podamos llegar a imaginar por nosotros mismos. “Esa es la intención. Cuando creamos música, tenemos a menudo el reflejo de pensar en imágenes y viceversa”. Ahora bien, ellos saben huir de los tópicos. De hecho, en cierto sentido se mueven contracorriente. En estos tiempos revueltos describen en sus canciones y en sus clips elementos como la amistad, el amor, el preocuparse por los demás, pequeños detalles que cada día parecen tener menos valor en un mundo de bandos, enfrentamientos y desprecio. “Puede ser que sea así, pero esa no es nuestra primera intención. Solamente puedo decirte que nosotros tenemos mucho amor que dar [...] Para nosotros, en nuestro arte, la poesía puede ser tanto oscura como luminosa. A pesar de todo, como seres humanos que somos, tenemos fe en la humanidad, es decir, pensamos que hay una parte buena en cada uno de nosotros. Como te decíamos antes, lo más importante es despertar una emoción”. Otro aspecto que destaca –y mucho- en sus clips, son los protagonistas elegidos. Sus personajes son árabes o africanos, algunos con estética de banlieue, otros gente que vuelve a su tierra natal, etcétera. Chicos corrientes y algo rudos para transmitir sentimientos puros. “Ese tipo de personas no suele aparecer demasiado en los vídeos. Nuestra voluntad es rodar con ellos para hacerlos resaltar y para crear cierta poesía”. No es de extrañar que sus clips hayan sido reverenciados por profesionales del universo cinematográfico como Barry Jenkins (director de la oscarizada "Moonlight") o Romain Gavras (responsable de clips para M.I.A., Justice o Jamie XX, además de director de "Notre jour viendra"). De ahí que hablemos puntualmente de influencias cinematográficas. Jonathan evita el tema de su posible salto al mundo de los largometrajes tras trabajar como asistente de director en un par de películas, pero sí me descubre qué directores han sido una influencia para su trabajo. “Dentro del cine, todos los directores que me hayan influido son aquellos que se interesan por los temas sociales, por el ser humano y por retratar a hombres y mujeres. Te podría decir desde Abdellatif Kechiche ("La vida de Adèle") a Terrence Malick ("Malas tierras", "El árbol de la vida"), pasando por Andrea Arnold ("Red Road", "American Honey") o Alejandro G. Iñárritu ("Amores perros, 21 gramos").

Hace tres meses pudimos verles en concierto formando parte del cartel del barcelonés Primavera Sound, en el que desplegaron su potencial melódico y visual. “Para los conciertos en directo hemos dejado que otros artistas nos organizaran los visuales para poder concentrarnos exclusivamente en la parte musical. Nuestro reto era transcribir las emociones de nuestros temas, reinterpretándolos en directo y a través de los visuales que los acompañan”. Ahora únicamente cabe esperar que vuelvan a nuestro territorio para presentar en las mejores condiciones las canciones de "Dancehall", sin duda uno de los mejores discos de electrónica de la temporada.

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