“¡Ay! Quería explicarte un chiste por móvil, pero…”, se sonríe Silvia Pérez Cruz. Sin tiempo para acabar la frase, Raül Fernández Miró, le suelta: “¡Pero te has comido todo el 3G!”. Los dos ríen y anticipan un medio abrazo mientras Silvia añade: “Puedo no decir nada, y sabe a lo que me refiero…”. Pausa. ¿Qué dulzón para empezar, no, Yeray? Pensaréis. ¿Y nos vas a colar que esto es metáfora de la relación que tienen? ¿De cómo componen por una cuestión química, metafísica…?
Bromas aparte. Después de hora larga de conversación y, sea dicho, varias horas –largas también- de transcripción, me doy cuenta que, cómo ellos aseguran, no verbalizan más que en las entrevistas. Juntos se limitan a “tocar y tocar, grabar y grabar”. Y me lo creo. Lo creo de veras tras “Granada”: un disco más vivido que hablado. Un largo que ‘pensado’ moriría de pretencioso pero que ‘sólo’ trabajado inspira trascendencia (escuchen “Pequeño vals vienés”). Un proyecto culminación de ocho años –desde "Immigrasons"- de dudas por no parir algo ‘menor’. “Temía hacer un disco de versiones, quería algo de verdad, con peso: grueso. Y tardé en entender el camino, el propio disco me lo enseñó a mí: con Silvia habíamos trabajado mucho produciendo, construyendo, pero el resultado era una energía diferente, había distancia, no estabas dentro del todo”, añade Raül. Los dos se miran cómplices al hablar del objetivo (“transmitir lo que sienten al tocar”) y respiran tranquilos, sobre todo Silvia por haber hecho las paces con la eléctrica –con la que creía no poder ni “convivir”-. “Hemos buscado las distancias, las dinámicas en voz y guitarra, haciendo un trabajo de micros que me ha hecho muy feliz”. Y su voz luce, joder si luce. Destapada, dinámica y en primer plano, aunque no tanto como otro de los aciertos incontestables, los silencios y espacios. “Los agradecemos mucho, en la música y en la vida”, comenta Raül. Mientras, Silvia lo mira… y arranca: “Ya cuando estudiaba interpretación quise hacer el trabajo sobre la aposiopesis, dentro de la retórica musical, el recurso del silencio…”. Respira, y risueña, brilla. “Son una sensación muy bonita de interpretar: el aguante, todo lo que llega desde la barriga”.
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