Muchos le reclamábamos a Tarque que fuera más allá de los escarceos que con grupos como The Rollers o más reciente Gran Cañón (en el que se integraba Prisco y Chapo de M-Clan, Leiva, Ovidi de Los Zigarros y Julián Maeso) había mostrado al público. Y el cantante ha decidido darnos el gusto, marcándose un disco que es, ni más ni menos, el que queríamos. Con una portada en la que mediante rayos X vemos como una cuchilla de afeitar aparece en la supuesta de garganta del cantante. Icónica captura para un disco en el que se agolpan influencias como Led Zeppelin, Jimi Hendrix, Free y Bad Company.
Titulas el disco de manera muy rotunda, con tu apellido.
Claro. Lo que quiere decir es que lo que hay dentro soy yo. ¿Qué hay más Tarque que llamarse Tarque? Además, ese juego con la radiografía y la cuchilla de afeitar lo hacía algo como muy potente, muy impactante.
Tú siempre has sido muy rockero, pero este disco parece ir más allá. Esa influencia por ejemplo de los setenta es más evidente que nunca.
Esa era la idea. No se trataba de hacer un ejercicio de estilo pero sí de buscar un sonido. En este disco me apetecía ser yo a través de ese tipo de bandas que siempre me han gustado.
Pero en la nota de prensa, y estoy de acuerdo con lo que dice, se citan también bandas actuales como Kyuss o The Black Keys.
Sí, hay riffs más pesados. Yo soy muy fan de esos sonidos. El stoner es algo que me encanta, o Black Sabbath. Es un poco la base de todo esto que estamos hablando. El disco busca en esos riffs de Tommy Iommi o de Led Zeppelin. Además Raya lo hace muy bien, porque no intenta la copia de esos estilos sino que lo trae todo a algo más actual. Es una pequeña vuelta de tuerca a lo clásico.
¿Hasta qué punto ha sido vital el impacto de Carlos Raya?
Enormemente. Yo hablé con él y le dije “quiero un disco así”, pero él ha participado incluso en la composición de algunos temas con riffs, etcétera. El disco se llama Tarque, pero a nivel de composición podría llamarse Raya & Tarque.
Has grabado con una formación clásica. Cuarteto de rock.
Es que, como te decía, el objetivo era sonar crudo. No quería complicarme, creo que eso da frescura y sensación de banda. Yo quería hacerlo como esas bandas de power trio, con una pureza extrema. Sin muchos recordings, casi enchufarse y darle al botón de grabar. Incluso con esos vacíos que quedan cuando acaba un solo y no hay una guitarra debajo haciendo de colchón. Para eso es necesario que los músicos sean muy buenos, y lo son.
Es curioso, porque es tu voz la que suena, pero solo hay un tema que me da la sensación de que no hubiera desencajado mucho en un disco de M-Clan. Se trata de "Janis, Amy, Billie". ¿Estás de acuerdo?
Rotundamente. De hecho dudamos bastante si incluirlo porque era quizá menos denso que el resto, más dinámico igual. A mí me parece que le da ligereza a la densidad del disco. Es el tema más acústico y pensamos mucho en Creedence Clearwater Revival, ese rock americano de "Proud Mary"…Y luego la letra nos gustó y le daba al disco una especie de toque especial que lo sacaba de todas esas guitarras tan afiladas.
También quería hablarte del tema del final, "Cactus en el corazón". Ahí sí que hay cierto poso claro de stoner, esas atmósferas…
Me gustaba ese tipo de reflexión en la letra para cerrar el disco y además, después de eso, ¿qué metes? Cuando tuvimos claro que era la canción de cierre ya hicimos un desarrollo algo más largo. Me gusta porque habla de los refugiados, de las pateras, pero no de una manera panfletaria sino emocional. Esa aridez que tiene eso me sugería esa imagen de un cactus en el corazón.
Y para el directo repites con la banda que ha grabado el disco...
Lo hemos tenido claro desde el principio. Viejos amigos. Es importante que así sea porque cuando te vas a meter en la carretera con unos tíos hay momentos para todos. La relación en la carretera es casi como si fuera de sangre y es esencial que se comparta con amigos.
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