Ya que “La Luz en tus entrañas” fue el primer disco del grupo, comencemos rememorando los orígenes más primigenios de Surfin’ Bichos.
La cosa podría comenzar en 1984 o 1985, que es cuando yo empecé a componer muchas de las canciones que terminarían en el repertorio de Surfin’ Bichos. Otras, incluso las he sacado recientemente con Chucho: hay canciones que han atravesado décadas. En los anales de nuestros orígenes está una famosa libreta negra de anillas que todavía está por ahí, en la que escribía las letras que luego pasaba en la máquina de escribir de mi padre. Esas hojas de la libreta son los facsímiles que han aparecido en la presente reedición del disco. Entre el 84 y el 87 esa libreta fue engordando. El primer intento de grupo se llamó Mal Rayos, en torno al 87, aunque no llegamos a grabar nada. En el 88 ya vino el intento definitivo, con mi primo José Mari, Joaquín, Carlos... y la libreta. Joaquín y Carlos, que en su grupo Los Dedos estaban acostumbrados a otra cosa, flipaban con las letras de la libreta (Risas). En ese primer momento nos llamamos Los Bichos, sin saber que en Pamplona había otro grupo que se llamaba igual. Ya bajo el nombre de Surfin’ Bichos (que era un nombre tan feo que molaba) nos presentamos a un concurso en Albacete y no nos seleccionaron... luego nos presentamos con las mismas canciones al Villa de Madrid y quedamos terceros.
¿Podríamos referirnos a “La luz en tus entrañas” como una transición entre el sonido genérico de La Movida y las especificidades de lo que poco después sería la escena indie patria? ¿Dirías que en ese disco todavía quedan reminiscencias de La Movida?
Para mí esos términos son más periodísticos que reales. Pero estoy de acuerdo en que hay grupos como El último de la Fila, Parálisis Permanente, Gabinete Caligari, etc que están ahí. Hay una serie de artistas de esa época que influyeron y que a mí siguen gustándome. Pero no diría de La Movida. O no de esa movida madrileña en la que se centró el foco, como ola cultural y del negocio musical y que por entonces ya estaba decayendo en el ámbito creativo. Ya había síntomas de agotamiento. Cuando en el 87 o el 88 escuchaba la radio pensaba que todavía se hacía alguna cosa guay, pero, sinceramente, lo que sentía es que nosotros podíamos hacerlo mejor. O, como mínimo, que yo tenía algo diferente que decir: algo que nadie estaba diciendo y que valía la pena soltar. Poner toda la carne en el asador, a modo de impulso. Tenía la sensación de que, si no decía yo mi propia historia, nadie la iba a decir. Así que era imprescindible hacerlo. Yo a La Movida la llamo el primer indie. Y el segundo indie sería el de los noventa. Pero el término indie ya había aparecido en los primeros ochenta con el punk.
“Tenía la sensación de que si no contaba yo mi propia historia nadie iba a hacerlo: fue un impulso”
¿Cambiarías algo en el disco 35 años después? ¿Qué te parece, por ejemplo, tu formar de cantar en “La luz en tus entrañas”? Quizá no fue aquella definitiva que terminaste por adoptar.
A veces nos pasa, a los cantantes sin una forma canónica de cantar que nos guiamos más por la expresión, que tendemos a no reconocernos a nosotros mismos en las primeras grabaciones. En este caso sería lógico: han pasado 35 años y no podía cantar entonces igual que canto ahora, pero curiosamente me reconozco en él. De hecho, me identifico más con mi forma de cantar en este disco que en dos o tres discos de después. La forma de cantar (igual que la de tocar la guitarra) va evolucionando con el paso del tiempo. Todas las grabaciones son hijas y producto del momento justo en el que se están haciendo: influye el momento personal que estás pasando, las drogas que estás tomando... todo eso influye un huevo, incluso en la tímbrica de la voz.
Creo que en este disco hay algo de angustia juvenil (por ejemplo, en “Crisis”), pero también hay romanticismo o esperanza, como en la propia “La luz en tus entrañas”.
Sí, sí. Totalmente. Además, yo eso lo veo en todos mis discos. Sin eso, la vida no sería “vivible” (Risas). Yo creo que todos los discos que he compuesto y grabado son muy fieles reflejos de mi propio momento y de mi ser. Y la vida también tiene esperanza, que es lo que te hace levantarte por la mañana y no tirarte de los puentes (Risas). Los delirios están dentro de nuestra cabeza, pero la esperanza y el amor también están en nuestras vidas y en nuestras sensaciones.
¿Por qué elegisteis “La Luz en las Entrañas” como tema que daría título al elepé?
Me gustaba la idea, y ahí está en los cuatro primeros discos de Surfin’ Bichos (y es algo que se hace mucho en el rock de autor, y hablo de álbumes y no de colecciones de singles), de utilizar el título de una de las canciones del disco para nombrar todo el álbum. Y no necesariamente la canción más representativa o la más famosa, sino aquella que definiera mejor el concepto del disco. Y este es el caso. ‘Abre la libreta negra de los cojones y empieza a soltarlo todo ¡Qué vea la gente de lo que estamos hechos!’. Esa era la filosofía. También tenía una idea muy bestia para la portada: una foto de un accidente mortal muy grave con la luz del sol iluminándolo, pero la de José Mari que al final usamos también me gusta mucho.
¿Cuál dirías que es la canción más áspera o descarnada del álbum?
No sé, quizá diría “Malaventuranzas”, con ese Jesucristo que va a venir para abrirnos el culo a todos. Ese es el second coming (Risas). La segunda venida de nuestro salvador Jesucristo para asesinarnos, negociar, regocijarnos y comer tortillas de clavos. Además, es un tema muy religioso, en teoría.
En tu opinión ¿Hablaríamos de un disco seminal y tremendamente influyente? ¿Qué tal sienta eso?
Sí, pero un poco porque estamos todos en un río, en un continuo. Sucede entonces que, igual que a mí me influenciaron otras bandas antes, lo tuyo, si tiene personalidad, termina influyendo también en otra gente que comparte tu sensibilidad. Eso lo que me pasó a mí antes con otros, así que encantado si sucedió con este disco. Lo que pasa es que uno mismo es el que menos nota su impronta en otros. Es como lo de los hermanos: yo nos veo muy diferentes unos de otros, pero la gente dice que nos parecemos mucho. Uno no nota esa herencia, así que yo qué sé. Bienvenido sea si se nota esa impronta en otros grupos y, de algún modo, sirvió para inspirar a alguien para que sacara su propia historia.
¿Quiénes fueron esos “otros” que escuchabas entonces y que te influenciaron para crear y grabar “La Luz en tus Entrañas”?
Además de los que hemos comentado antes (Parálisis Permanente, Gabinete Caligari, El último de la Fila), estaría Paco Ibañez, Serrat... y de fuera hay mucho punk- rock, casi garage, que era lo que escuchabas en los bares cuando salías. Además de Leonard Cohen, The Velvet Underground (esto se da por sentado, sería el más influyente), o grupos concretos de la época como Violent Femmes o Hüsker Dü. Pixies también, sobre todo en las guitarras de discos posteriores, porque fueron bastante coetáneos: su segundo disco coincidió con el primero nuestro.
¿Cuál fue la principal diferencia entre este disco y el resto de los que vinieron después?
El grado de madurez de las canciones creo que ha sido sostenido durante toda la andadura del grupo, incluyendo el último disco, que ese sí que es maduro. Pero, en “Fotógrafo del cielo” (91) ya éramos un grupo más asentado y ensamblado; éramos más autoconscientes como grupo, tanto de nuestro sonido como de nuestro lugar dentro del panorama musical. En este primer disco era todo más como un exabrupto, más punky y más inconsciente. La producción en los siguientes discos ya sería más propia del grupo. Yo, en este disco, tenía un poco la idea de hacer una perversión sixties: darle una vuelta a la contracultura y hacerla todavía más contra. Dentro de esa idea, yo quería meter metales en algunas de esas canciones que eran punk en sentido conceptual. Mario Gil, como productor, recogió esa idea y la amplificó. Y eso no lo volvimos a hacer de esa forma en otros discos.
Hablando concretamente de la reedición ¿Cómo ha sido la remasterización del sonido? ¿Qué novedades van a encontrar los fans con respecto al original? Creo que hay material gráfico inédito.
Hay memorabilia reproducida de la época. Dibujos de esos que haces en clase (previos a Surfin’ Bichos) y pajas mentales varias, alguna literal... (Risas). Hay material que yo jamás hubiera querido que se publicará, pero que ahora ya me da igual ¡De perdidos al río! (Risas). Te prometo que yo no lo habría sacado en ningún momento de mi vida, pero ahora... es que me da igual ya. En cuanto al mastering, que eso es lo importante: es un nuevo mastering que estuve muy en contacto con el ingeniero de sonido que lo ha hecho, Bernardo. Tanto en 2006 para la reedición de Subterfuge como en 2017 para las de Sony hicimos reediciones para todos los discos y hubo cosas que dejas pasar porque… en fin. Pero en este disco me parecía que había mucho grave, mucho agudo... y estaba guay, pero sonaba como un poco comercial, un poco exagerado. No tenía ese sabor un poco vintage que tenía la grabación original. Y este mastering suena muy bien, mucho mejor que el vinilo de época, pero al mismo tiempo mantiene el sonido de la grabación original. Cuando grabamos en su día el disco y nos mandaron las mezclas en una casete, me gustó cómo sonaba, pero el vinilo me defraudó mucho, porque sonaba bastante peor que lo que yo había oído en la casete. Luego me enteré que el prensaje no se había hecho muy bien. Ahora suena mucho mejor, porque lo luchamos y lo hicimos codo con codo para que fuera fiel a la tímbrica de la mezcla original y, al mismo tiempo, no es tan efectista como lo que había en las plataformas.
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