Voy a comenzar con una pregunta quizá no demasiado original, pero diría que necesaria ¿Por qué este era el momento idóneo para la resurrección en estudio de Surfin’ Bichos? ¿Por qué ha acontecido justo ahora y no antes?
Es una pregunta muy pertinente. Me alegro de que me hagas esa pregunta (Risas). A pesar de que cada uno tuviéramos nuestras actividades en nuestros proyectos personales, o en mi caso como Chucho también (con quienes grabé los dos últimos discos), yo en realidad tiendo a ver toda mi trayectoria como un continuo. Siempre funcioné así: las canciones que tenía en cada momento eran las canciones que grababa en ese disco en concreto y, después y dependiendo de muchas circunstancias, pues lo grababa bajo mi propio nombre (aunque nunca fuese realmente en solitario porque siempre contaba también con otros músicos y más gente), o bien con Chucho o bien, como es el caso, con Surfin’ Bichos. Así que, para mí esto es un hito más dentro de esa correlación de discos que he ido haciendo. Pero, obviamente, cuando grabas con un grupo determinado o con una gente determinada, esa circunstancia también le da un carácter muy especial y particular al disco en cuestión. No sonarían igual las mismas canciones en un disco grabado con Chucho que grabado con Surfin’ Bichos o en solitario. Supongo que esto es obvio, pero me gusta recalcarlo porque luego, en el momento en el que entra en funcionamiento la interacción con el resto del grupo, todo crece hacia uno u otro sitio y la cosa cambia. Y está muy bien que sea así. ¿Por qué con Surfin’ Bichos en este momento? Como te decía antes, suele ser una decisión circunstancial. Me han preguntado mucho si cuando compongo una canción ya decido orientarla o asignarla a uno u otro proyecto. Y no es así. No es así por la propia forma que yo tengo de trabajar, y también la que tuvimos en su momento en Surfin’ Bichos y la que tenemos en Chucho. Todos los discos, de todos esos proyectos, contienen canciones de gran variedad estilística, de tempos variados, de instrumentación diferente… hay de todo. Quiero decir, que no hay unas canciones que sean más propicias para un grupo que para otro o para ser lanzadas en solitario. Luego es la circunstancia de haber grabado en uno u otro formato la que determina el sonido final. Es así. Pero bueno, retomando el hilo de la circunstancia… la circunstancia fue que en aquel momento estábamos en pandemia, y yo me había vuelto a vivir a Albacete por cuestiones personales justo antes de la pandemia. Siempre habíamos mantenido el contacto porque todos los miembros de Surfin’ Bichos somos amigos, pero en este caso ese contacto fue a mucho más. Fue un contacto más continuo y cercano porque todos vivimos en esta ciudad. Eso fue importante para que nos apeteciera trabajar en material nuevo. Nosotros, como sabes, veníamos haciendo giras en los últimos años y hemos mantenido viva la llama con bastante continuidad, pero claro, grabar material nuevo es otra cosa. Y al retomar la relación más cercana… También me di cuenta, tocando estas canciones cuando ya las tenía, que podían funcionar muy bien porque tenían un punto, un algo, que era muy Surfin’ Bichos. No sabría explicarlo, porque en realidad son canciones diferentes a las de la época, pero había algo que me pedía grabarlo con este grupo.
“Había algo en estos temas que me pedía grabarlos con Surfin’ Bichos”
A pesar de significar el retorno de unos veteranos como sois Surfin’ Bichos, lo cierto es que “Más allá” desprende cierta frescura y, sobre todo, un ímpetu y una poderosa energía, diríamos que casi juvenil ¿Qué tipo de álbum queríais hacer? ¿Qué aspecto buscabais para este regreso?
Yo creo que también las propias canciones marcaban un poco el camino. Si que hay canciones, por ejemplo entre los medios tiempos, que podrían haber admitido un tratamiento menos punk-rock para entendernos, y haber funcionado igualmente. Pero hay una serie de canciones en el disco que marcan el camino hacia esa genética del grupo que siempre fue el punk-rock, por decirlo de forma un poco genérica. La decisión, además, fue no darle demasiadas vueltas a la producción y retomar nuestra raíz acerca de cómo comenzamos a juntarnos cuatro personas y hacer rock juntos. Y si bien en el disco hay arreglos, metales, acordeón, coros y hasta bandurrias (y todo eso enriquece una grabación y está muy bien porque llevan las canciones hasta un fin) hay en general un empeño nuestro por mantener una frescura absoluta. En ese sentido, por ejemplo, hicimos muy pocos ensayos antes de grabar el disco. No me acuerdo ahora de cuántos, pero fueron muy pocos. Lo cogimos en un momento muy inicial. Yo grabé las canciones con guitarra acústica para que ellos las escucharan (que me las grabó, además, Joaquín Pascual en su casa); después cada uno las escuchó en casa; y ya nos juntamos directamente en el estudio, en donde estuvimos haciendo unos ensayos, muy pocos, una semana como mucho, y ya grabamos. Todo con la intención de mantener esa frescura. Y luego tampoco le dimos demasiadas vueltas en el proceso de grabación, fue un proceso bastante natural. Un poco retomando lo que nosotros siempre habíamos sido en nuestra etapa anterior en cuanto a las grabaciones. Creo que, además y de alguna manera, estas canciones en concreto agradecían ese punto.
¿Podríamos estar hablando entonces de la esencia innegociable de Surfin’ Bichos? Esa que latía en torno a vuestros cuatro discos originales publicados entre 1989 y 1993 y que ahora sigue de algún modo presente en “Más allá”...
Sí, sí. Lo que no queríamos era ser autorreferenciales, al menos de forma consciente. No queríamos tener nuestras canciones clásicas y aquellos discos como referencia para orientarnos en el sonido de lo que íbamos a hacer. Y en la composición tampoco, porque no es mi forma de trabajar. No me suelo fijar ni en mí ni en nadie. Pero como grupo tenemos ese mismo carácter de antes y siempre lo tuvimos, de ausencia de referencias, ni externas ni internas. No hemos tenido en cuenta el sonido de antes para hacer estas canciones, aunque luego sí que nos hemos dado cuenta de que pasa con tal o cual canción. Por ejemplo, “Lotus Europa” tiene un carácter muy del disco “Fotógrafo del cielo” (RCA, 91), es una canción que podría estar en ese disco. Y eso pasa con otras. Uno mismo se da cuenta a posteriori de que hay puntos de contacto con canciones que tienen más de treinta años. Pero cuando lo estábamos haciendo, nosotros no éramos conscientes. Lo que pasa es que somos las mismas cuatro personas haciendo música juntos. Y eso también es lo que yo buscaba y lo que todos pretendíamos: sonar a Surfin’ Bichos. Aunque las canciones tienen otro contenido diferente (repito, han pasado treinta y cinco años) y eso le da un punto de frescura. Creo que es también porque nosotros tampoco éramos mucho producto de nuestra época. Estábamos al margen de todo. Y eso hace que haya más cercanía entre lo que hacíamos y lo que hacemos ahora, de forma natural.
“No queríamos tener nuestros discos clásicos como referencia para orientarnos”
Siempre has sido un escritor poco velado y bastante sincero, en ocasiones directamente abierto en canal ¿Cuánto de autobiográfico hay en este disco?
Hay mucho de autobiográfico y también hay bastante de ficción, por supuesto y como siempre. Yo creo que le pasará a todo el mundo: no puedes ser siempre y en todo momento totalmente transparente. Pero hay mucho, muchísimo de autobiográfico, es verdad. Es un disco creado en un momento muy concreto. Podríamos ir canción por canción y te podría explicar de qué circunstancia parte cada una de ellas o qué anécdota está contando, porque es un suceso de la vida real. La frase de “no te gustan mis canciones” de “Máquina que no para” es cierto que ocurrió así. Y también lo de “El baile del más allá”, que habla de fronteras y tengo que recordar que en el confinamiento había fronteras municipales, porque tendemos a intentar olvidarlo, pero aquello pasó hace nada, solo dos años. Todo este disco está compuesto en esa época y es muy hijo de ese momento, que yo creo que era un momento crítico... pero también en el buen sentido. Uno de esos momentos que te ponen realmente frente al espejo. La canción “Mortal” trata de cómo el gobierno no te permitía ver a la persona amada ni abrazarla mientras los días iba pasando. “El caballo del mar” también cuenta básicamente algo de la vida real: estar un balcón asomándote, de alguna forma, al fin del mundo. Hay mucho de verdad en el disco, pero luego también hay creación y literatura.
Me gustaría incidir un poco el proceso creativo de este disco ¿Cómo lo habéis trabajado?
Yo he trabajado como siempre. Toda la vida he trabajado así. Yo compongo solo. En este disco hay una canción de Joaquín que es “Conversación ultrafónica a las 4 AM”, y me lo dijo el día que grabamos las canciones en su casa (ese día yo grabé once o doce canciones). Me dijo que tenía una canción que entraba muy bien en el concepto de este disco y eso terminó de redondear el disco. Pero él también compone en solitario en su casa y luego lo trae al grupo. Y yo hago lo mismo. Luego, para llegar a la forma definitiva, obviamente cada uno toca su instrumento y ahí ya, como ya nos conocemos mucho, suelo saber más o menos qué puedo esperar de cada uno de ellos. Aunque siempre me acaban sorprendiendo y eso es así. Pero sé qué líneas de bajo puedo esperar de José Manuel (Mora), qué rítmica de Carlos (Cuevas), los arreglos de guitarra o de piano de Joaquín (Pascual)… Aunque al final siempre te acabas sorprendiendo. Y está muy guay que eso sea así. Quiero decir que no teorizamos demasiado sobre el asunto. Por eso hicimos pocos ensayos y nos pusimos a grabar. Luego ya los arreglos de metal, el acordeón y todo esto ya lo tenía yo escrito como parte de la composición de la canción. Pero la parte de la instrumentación es lo guay de un grupo, lo que hace crecer las canciones. Por eso estas canciones no suenan igual que si las hubiera grabado con Chucho, sino que suenan de manera muy diferente.
“Entonces éramos más jóvenes y más salvajes en directo, pero ahora sonamos mucho mejor”
Lo cierto es que, escuchando el disco, parece que nunca os hayáis ido. Supongo que en parte gracias a lo que antes mencionabas: vuestras respectivas carreras en solitario o (en tu caso) también con Chucho ¿Cómo o en dónde crees que enlazan los discos de Surfin’ Bichos con esos otros proyectos que has tenido (y tienes)?
Es un poco lo que te decía al principio de la entrevista. Yo la sensación que tengo, y de hecho estoy seguro, es que todos los discos que he ido grabando forman una cronología en la que se van sucediendo uno a otro. Y todos son hijos de su momento y del momento mío personal. Porque resulta que en todos esos proyectos la mayoría de las canciones las componía yo, para bien o para mal. Entonces, claro que hay una relación entre ellos. Totalmente. De hecho, en las letras también hay relaciones entre los distintos proyectos, porque como te decía antes, yo no compongo con la idea de que una canción concreta sea para un proyecto concreto. Hago las canciones que tengo que hacer y digo lo que necesito decir. Y luego las grabo con las circunstancias (en el buen sentido también) que me permiten. Es un continuo y tienen mucha relación. De hecho, en las letras, si uno indaga, siempre he sido muy aficionado a hacer referencias de unas letras a otras. Hay personajes que reaparecen en letras de a lo mejor veinte años después. O frases o situaciones concretas. De hecho, una editorial me encargó que escribiera una novela y me sugirieron que aparecieran personajes de mis canciones y lo estoy haciendo, pero a la vez se alterna un capítulo de narración de la novela y un capítulo de las letras de mis canciones. Son los personajes de las canciones de todos estos años, pero a esos capítulos de letras les estoy poniendo personajes como referencias y números, y esas referencias están entre canciones de Surfin’ y de Chucho, o de Chucho y de Fernando Alfaro indistintamente. Porque, como te digo, para mí no son compartimentos diferentes. Para mí es un continuo y es así.
Ya hiciste algo parecido con el libro “Pere y María” (Muzikalia, 20) que publicó en su momento Muzikalia…
Sí, pero esto es un proyecto previo que ya estaba apalabrado de antes. Tiene un punto común con ese, en cuanto a que cada capítulo está relacionado de alguna manera. En aquel caso con una canción del último disco de Chucho, y en este caso se trata de algún tipo de relación -a veces muy indirecta u oblicua- con un disco de una época determinada. Un ejercicio parecido e igual de complicado, porque tienes una estructura a la que tienes que ceñir. Pero ahí estoy. Todo este rollo te lo he metido para decirte que en la novela hay referencias cruzadas de un proyecto a otro. De hecho, yo mismo olvido, a veces y en el momento de estar escribiendo, si tal canción era de un proyecto u otro.
Como decías antes, os habíais juntado previamente para algún retorno a los escenarios. Yo recuerdo aquel concierto en el festival Metro Rock de Madrid en 2006, que si no me equivoco fue la primera resurrección de todas ¿Cómo fueron esas reuniones y cómo han cambiado los conciertos de Surfin’ Bichos desde vuestra época inicial a los que podéis llegar a ofertar ahora?
Como no me acuerdo, supongo que el que dices era de la gira de 2006 (Risas). Me suena, me suena lo de Metro Rock, pero tengo un recuerdo muy vago. Nosotros empezamos a sonar de forma muy potente. Al principio éramos un grupo muy salvaje y a la gente le resultaba excitante, pero no teníamos mucho empaque. Cuando cogimos empaque como grupo y empezamos a sonar más sólidos como grupo fue al final. Y entonces nos disolvimos, cuando todo empezaba a ir bien (Risas). Cuando retomamos en 2006, retomamos sí mismo ese empaque último que teníamos. Pero yo creo que incluso en la gira de 2017 sonamos mejor todavía, cuando además el reto era brutal. Era la celebración del veinticinco el aniversario de “Hermanos carnales” (RCA, 92), así que tocábamos el disco íntegro cuando en el disco había canciones más lentas y menos propicias para el directo que no las habíamos tocado nunca, ni en su momento. Porque, además, entonces ya tenías que tocar canciones anteriores también, al ser nuestro tercer disco. Entonces, canciones que jamás habíamos tocado en esa época, sí que las tocamos en 2017 en la gira esta de aniversario. Y lo hicimos dando un tratamiento diferente a temas como “Mis huesos son para ti”, “En otoño”, “Harto de tu amor”… de forma diferente y con más instrumentos, de forma más grande, sonando más a rock siniestro. Eso también fue un hecho de creación porque era algo nuevo y tiene mucho que ver con lo que hemos hecho ahora. Por eso para mí ha sido tan natural también. Porque no solo hemos estado tocando en directo juntos, sino que encima hemos recreado algunas canciones. Y en directo, aunque queda mal que yo lo diga con casi sesenta años, creo que ahora sonamos mejor que entonces. Entonces éramos más jóvenes y más salvajes y teníamos otro punto probablemente mucho mejor, pero también es verdad que ahora sonamos mucho mejor (Risas). Y, aunque con Chucho también me pasa, en este grupo en particular se crea una energía extra cuando tocamos en directo (e incluso en los ensayos), que no sé de dónde sale, pero que no parece que tengamos casi sesenta años (Risas). Y nos pasa mucho en directo y me sigue sorprendiendo, que subes ahí a tocar casi con el garrote y luego te pones a tocar y casi pareces los Clash del 76; y acaba el concierto y vuelves a bajar del escenario también con el garrote y ya te pones las zapatillas de cuadros. Mi hija Natalia, de nombre artístico Lea Leone y que sacará próximamente su primer álbum en Subterfuge, estará con nosotros en el concierto presentación en La Paqui, para cantar los coros de algunas canciones.
“Antes de escuchar a Sonic Youth había leído mogollón sobre ellos, así que tenía a unos Sonic Youth imaginaros en mi cabeza”
Lo cierto es que fuisteis el germen de toda aquella explosión indie de los noventa que tomó el relevo definitivo de “La Movida” de los ochenta ¿Os veis como el origen de todo lo que vino después o como una especie de precursores? ¿Cómo era la escena con la que vosotros os encontrasteis cuando decidisteis montar Surfin’ Bichos?
Estábamos fuera del tiempo y del espacio (Risas). Del tiempo porque nuestros referentes, aparte de grupos internacionales, fueron Parálisis Permanente, la primera época de Gabinete Caligari, Décima Víctima o Los Coyotes. Todo eso también podría ser precedente del indie, perfectamente. Nosotros formamos parte de una tradición cultural, y eso nos pasa a todos. Lo que sucede es que, justamente en el momento en el que aparecimos, todos aquellos grupos de los primeros de los ochenta, los que se dieron en llamar de “La Movida”, estaban ya un poco de capa caída, diría que porque era un poco el momento de la burbuja de la música en directo. Estaba todo creado políticamente: acuérdate de que eran macro eventos con cachés altísimos, gratis para el público... máquinas de generar votos y la cultura del pelotazo aplicado a la música pop. Y nosotros salimos justo en ese momento. Pienso que una gran mayoría de aquellos grupos todavía tenían mucho que decir a nivel creativo, cosas muy interesantes, pero la circunstancia y todo los que les rodeaba estaba muy condicionado por esa burbuja. Entonces, de repente, parecía que a nivel creativo no había nada. Esa es la sensación. Y probablemente fue un efecto indeseado de aquello. En medio de todo eso surgimos nosotros, como si nos tirasen en paracaídas y de repente estuviéramos en el espacio. Había grupos también muy interesantes coetáneos a nosotros: Las Aventuras de Kirlian, Cancer Moon, Los Bichos... ¿Se nos puede considerar el precedente de lo que vino después? Sí, porque estábamos antes, pero lo cierto es que cuando escuchábamos a grupos como Los Planetas, El Inquilino Comunista o Penélope Trip... notábamos una cierta cercanía con ellos, pero tampoco nos considerábamos parte de esa escena. Sentíamos al mismo tiempo que era algo diferente. Pero comprendo y reconozco el acierto de considerarnos precedentes de alguna forma. O incluso referentes.
Cuando empezasteis, obviamente no existía Internet y no era tan sencillo (y más en una ciudad pequeña) llegar a ciertas bandas alejadas del circuito más comercial, del tipo de las que parecieron marcar vuestro sonido (Pixies, Hüsker Dü, Dinosaur Jr, los primeros Nirvana…) ¿Cuáles fueron vuestros principales referentes en esos inicios y como llegasteis a ellas? ¿Cómo y dónde conseguíais el material del que os nutríais como oyentes?
Básicamente era la radio, para todo el mundo. Al igual que ocurría en Estados Unidos, solo que en España era mucho más precario el asunto. Teníamos Radio 3 básicamente, alguna radio diseminada en Madrid, Valencia o Barcelona, pero sobre todo Radio 3. Luego prensa musical, que era el Ruta 66, Rock Espezial (que luego fue Rockdeluxe), Star… pero lo que ocurría es que ahí leías sobre la música, y como no tenías acceso directo a ello tal y como sucede hoy en día, elucubrabas y te imaginabas cómo podía ser esa música ¡Eso era un hecho creativo total! Yo antes de escuchar a Sonic Youth había leído mogollón sobre ellos, así que tenía unos Sonic Youth imaginaros en mi cabeza. Luego me gustaron mucho también, pero los que yo tenía en mi cabeza eran iguales o mejores. Es solo un ejemplo. Así era con todo. O conseguías discos… o te grababan casetes amigos que iban a Londres... o el que vivía en san Sebastián te grababa cosas porque él se compraba los discos en Francia. Así era. Juan Carlos (Rodríguez), por ejemplo, el guitarrista de Cucho, tenía un grupo mod y él como buen mod pues estaba muy conectado con la red de mods españoles y extranjeros que tenían sus fanzines e intercambiaban música y tal. Esa era la manera. Terminabas teniendo acceso a todos grupos que te interesaban de alguna manera, pero mucho te lo imaginabas. Y eso creo que era muy guay, la verdad. No nos parecía tan complicado, pero eso sí, como los discos eran caros (y siguen siéndolo), te tenías que pensar muy bien qué discos te comprabas y te lo escuchabas entero y lo machacabas (Risas). Eran momentos duros, pero también tenía su encanto.
Para terminar y cerrar el círculo, tiro de otra pregunta algo tópica que no me resisto a hacerte ¿Cuál es, para ti, el disco más representativo de Surfin’ Bichos?
Ufff… hummm… Aunque la gente siempre celebra más “Hermanos carnales” (RCA, 92), te voy a decir que a mí (y quizás también para el resto del grupo), el disco que más identifica el sonido real que tenía el grupo fue “Fotógrafo del cielo” (RCA, 91). Aunque hay canciones en todos los discos, obviamente, pero, como disco completo, por el sonido que tiene y por el momento que refleja del grupo, quizá diría “Fotógrafo del cielo” (RCA, 91).
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