Excitantes y adictivas son “New Beat”, “Still Sound” o “Elise”, sólo tres ejemplos con los que uno ya se da cuenta del enorme talento y del derroche de inspiración que está experimentando últimamente este jovencito de Carolina del Sur. Y no será porque le sobre ni un segundo de su tiempo. “A veces me siento creativo y otras veces, que doy asco o que estoy estancado, pero creo que es el sentimiento que tiene la mayoría de gente creativa. A veces es difícil y a veces sencillo. Recuerdo haber tenido momentos en los que me sentaba y perdía el tiempo”. En pocas palabras, lo que tiene claro y sí sabe es que lo vale y que está en un momento brillante, repartiéndose los minutos con su otro alter ego de disco efectista y pegadizo que es Les Sins y con el que también se divierte como un enano. A finales de año infectó las pistas de baile con un doce pulgadas, “Lina” (Carpark, 2010), en que insiste en esos beats que ya apuntó en “Causers of This” (Carpark, 2010) pero aquí acelerando más el pitch para que sea más bailongo y hedonista, desmelenándose y petardeando a ritmo de un disco refrescante y noventero al estilo francés y con una producción no tan casera sino pensando en highlights de purpurina y bola de espejos. Sin embargo, entre cabinas, remixes y shows ha tenido tiempo de desenfundar el sonido analógico más negroide de la vieja escuela. Si su debut como Toro Y Moi se ocupó de una electrónica escapista y de tonos turquesa, estirando el pop de Panda Bear, para “Underneath The Pine” ha rebuscado en el catálogo space disco y en las cubetas del funk y el soul más sideral, sin tampoco dejar de guiñar el ojo al pop soleado de arquetipos como Brian Wilson en, por ejemplo, “Got Blinded” y “How I Know”. “Cuando las hice pensé mucho en el pop psicodélico de los setenta y también en la música de bandas sonoras”; en esos surcos de bandas sonoras de la tradición de las Exploitation de los setenta de Piero Umiliani o del jazz del cineasta François de Roubaix, por citar dos. Incluso de posteriores pero igualmente inspiradas en aquellos años como “Las Vírgenes Suicidas” de Air de quien Bundick coge algunas texturas como también de los sintetizadores coloristas y en blanco y negro de Stereolab o Broadcast. Aunque cuando se le pregunta por lo que está escuchando en estos últimos meses aporta nuevos tintes. “Me gustan mucho los Teen Inc., hacen una música realmente muy buena, y últimamente también estoy muy interesado en Jim O’Rourke”. Lo mejor, sin embargo, es que a todo ese sonido retro ha sabido darle un color contemporáneo, lo ha humanizado, haciéndolo más físico y orgánico, con instrumentos analógicos como órganos, pianos, bajos, guitarras y percusiones, consiguiendo, lúcidamente, marcarse un tanto a lo posiblemente esperado como continuación de su debut: esa electrónica chicle hecha de samplers. Ha logrado un trabajo infeccioso, fresco, sensual y sexual, con mucho groove, y con el que uno sueña, flota, se evapora...gracias a esos sintes acuosos y flotantes. “Estoy muy contento de como fluye todo. Es el disco que siempre había querido hacer. Lo que me llevó a esas influencias fue la idea de crear canciones parecidas a lo que había estado sampleando en “Causers of This”. Creo que el peso dominante del funk y soul en este álbum seria el giro perfecto de estilo y pienso que los que disfrutaron de los elementos del primer trabajo van a saber apreciar también este álbum”. O al revés: los que amamos este nuevo trabajo tendremos que darle una relectura a su debut, más estático y estéril, y otorgarle escuchas con otros oídos ahora que se ha convertido en el paso previo a esta brillante producción en la que, aunque suene retro, ha desaparecido ese sonido a lo cinta usada. “Sí, nunca quise que mis grabaciones sonaran tan lo-fi; de hecho, tengo el mismo equipo que he usado des de que empecé a grabar. Simplemente he aprendido a usar mejor el equipo y la técnica. Pero también quería que este nuevo trabajo tuviera más solidez en cuanto al sonido ya que “Causers of This” sonaba bastante bien y creo que tampoco tan lo-fi”. Comparen y compren. “Underneath The Pine”, donde él dice que le gustaría reposar una vez finito, es un sueño pelicular de final de verano-principio de otoño dónde los días, por mucho que se tapen, irradian una luz sepia que va mutando por destellos de colorido, tal cual como si lo viésemos a través de un caleidoscopio.
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