Soñador despierto
EntrevistasGuillamino

Soñador despierto

Myriam G. — 13-06-2005
Fotografía — Archivo

Después de lanzar el apreciable “1 Día”, Guillamino vuelve a arriesgarse con un disco caracterizado por la miscelánea y la mezcla de géneros filtrados por colador electrónico. “Sommis de llop” (Bankrobber) recoge catorce nuevos temas que se mueven entre ritmos computarizados, flamenco, hip hop o reggae de una manera cómoda, sin artificios y con suma naturalidad.

Difícil tarea la de superar las expectativas creadas con su primer Lp, sobre todo después de haber sido elogiado incluso por la BBC, pero Guillamino ha sabido afrontar el reto de la mejor manera. “El segundo disco siempre es el segundo disco, el típico pressing de ´¿ahora que?´. Tenía esta presión y la de la buena recepción de ´1 Día´, mi disco de debut, pero en cambio a la hora de hacerlo me solté y me concentré en lo que quería decir, y la verdad es que lo pasé la mar de bien”. El resultado ha sido un amplio abanico de registros bien mezclados conjugando estilos musicales tan dispares como la copla, el flamenco, el latin jazz o el hip hop. ¿Pura experimentación o muestra de bagaje personal? “Forma parte de mi bagaje musical. Tengo veintiocho años y me gustan muchos estilos de música, supongo que como a mucha más gente, así que a la hora de crear no puedo limitarme a un único estilo o influencia. También hay voluntad de experimentación y de innovación, porque creo que es necesario que los músicos de aquí vayamos un poco más lejos en la praxis de la música electrónica e independiente. Hay que reivindicar lo nuestro y la electrónica, el hip hop y el pop no serán lo mismo si le añadimos nuestros colores”.

"La electrónica es mi terreno más cómodo en cuanto a producción y arreglos"

Al escuchar el disco se notan dos partes muy diferenciadas entre sí. Las primeras siete canciones respiran un aire más pop que recuerda, en ocasiones, al Prince más prolífico, mientras que los últimos temas se mueven mayormente en terrenos electrónicos muy ibicencos, dándole al trabajo un giro de ciento ochenta grados. “La luz cambia de la primera a la segunda parte. Los primeros siete temas son temas de puesta de sol, de crepúsculo bañado de melancolía complaciente. A partir del octavo tema aparecen los fantasmas, las obsesiones y las sombras se alargan y la luz se reduce a la mínima expresión, amarilla y fantasmal como la de los faros de los coches y las farolas de la ciudad”. Al igual que un pintor cuando realiza un cuadro, Guillamino esgrime bocetos a los que va añadiendo pinceladas de distintos estilos hasta que ve finalizada su obra. “La electrónica es mi terreno más cómodo en cuanto a producción y arreglos. En el estudio es donde soy más atrevido a la hora de asociar conceptos distintos y estilos que quizás aún no se han hecho amigos. Las programaciones dan mil vueltas antes de concretarse y en el camino van apareciendo nuevas relaciones musicales. En cambio, en directo prefiero concentrarme en cantar y tocar, sin esconder las programaciones que se limitan a acompañarme”. Desde luego, no teme que los más ortodoxos y conservadores muestren su irascencia ante tal atrevimiento. “No creo que la ortodoxia del latin jazz, de la sardana o del flamenco se moleste por lo que hago, que se molesten por personajes como David Bisbal y sus muñecos”. Toda esta transmutación que realiza en el estudio para lograr la concreción entre las relaciones musicales se inicia, sin embargo, de una manera muy sencilla. En las letras aparece la cotidianidad de unos personajes o de unas historias que dotan a las melodías de un espíritu verdadero, unas composiciones que reflejan todo un interior enriquecido. “Compongo casi siempre con guitarra y voz. Las letras van apareciendo según las ideas o según la fonética de la melodía. Es precioso cuando tienes una frase nueva, un arreglo o una programación recién hechos. Te puedes pasar una tarde entera tocándolos. Leed las letras del libreto en el disco y veréis mi imaginería propia y mis coletillas, mis personajes o los habitantes de las canciones. Salen grillos en más de una canción, la luna aparece y se esconde más de una vez y los gatos duermen tranquilos detrás de la puerta”.

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