“Amanecer en puerta oscura” es el título del segundo larga duración de Orthodox, y a la vez el de un filme de 1957 de José María Forqué con Paco Rabal haciendo las veces de bandolero indultado en la sierra de Málaga. “El toque de la película es muy de aquí, pero no es la típica película cutre de esos años. Inspira directamente al disco ya que reivindica el folclore andaluz de manera diferente. Hay un enlace común entre ambos. A nosotros nos influye en el sentido de que intentamos sacar partido de lo que somos. Nos gusta el folclore del sur”. Vestidos de penitentes, figuras negras rígidas y sin mediar palabra, así han exhibido su intenso concepto musical los integrantes de Orthodox de un tiempo a esta parte. Una comunión única con un fenómeno metafísico que en la ciudad de Sevilla adquiere tintes de conservadurismo de cosméticos y mantilla. Para otros, es arte y sentimiento. “Lo hacemos nuestro. A lo mejor para mucha gente incluso es más ofensivo así incluso. Si disfrutamos la Semana Santa no lo hacemos de la misma manera que el capillita de aquí. Yo veo el Gran Poder y me parece igual de épico que lo que hemos tragado de Manowar o Bathory. El cristianismo tiene un lado oscuro y épico que conecta directamente con la estética heavy que hemos consumido desde chavales. El otro día leí en una entrevista que Matt Pike decía que todos sus riffs venían de Jesucristo. Cada uno lo puede interpretar a su manera”. Coinciden en asegurar que no han tenido problemas de momento ya que esos capillitas que son horda en Sevilla no pueden concebir el pensamiento de una música planteada como la de Orthodox. Que les desorientaría profundamente, vaya. “Andalucía ha sido un pueblo de trabajadores maltratados, y también un cruce de culturas. Somos los bichos raros de aquí, pero también estamos bien siéndolo. Nos asustaría que nos hicieran más caso del que nos hacen porque algo estaríamos haciendo mal (risas)”.
El trío es consciente de que aplica un enorme filtro a su música, un proselitismo necesario cuando se buscan las raíces. “Superficialmente la diferencia entre el jazz y el rock es muy grande pero si profundizas en la esencia no, y eso es lo que pasa también con la música cofrade. Por ejemplo se da por hecho que a los rockeros les guste la música de los westerns de Ennio Morricone, sin embargo hay un tanto por ciento elevado de esa música que está copiada de las marchas cofrades de aquí. Hay marchas que nos transmiten tanto como un tema heavy. Nos llama la atención lo que se ha profundizado en las raíces de otras músicas del mundo y lo desconocidas que son las del flamenco, incluso para gran parte de los propios seguidores del género. Aquí el flamenco no ha sabido evolucionar, lo ha hecho sólo hacia el aspecto más superficial y comercial, cuando, en realidad, Manuel Torres puede tener más en común con Charlie Patton que con Paco De Lucía. La música ha tirado por el lado del entretenimiento en detrimento de la esencia, de lo que ese artista canta o toca cuando está solo, como en los casos de los primeros flamencos o bluesmen”. Riesgo, improvisación y desarrollo, coherencia… son algunos de los términos subrayados en negrita en el manual de los andaluces. Unos parámetros que les llevan a moverse en unos terrenos ancestralmente vanguardistas, valga la paradoja. “La vida misma es lenta. Tiene sus pausas, tienes que respirar. Si coges a Dostoievski tienes que hacer un esfuerzo, pero te ves recompensado en mayor medida que si coges un best-seller”.
Promocionados internacionalmente por Julian Cope y su magnífica reseña de su debut “Gran Poder”, la música de Orthodox mantiene ese difícil equilibrio entre lo propio y lo ajeno, trazando contínuos puntos de unión entre ambos. Su última apuesta, la del espectáculo “Apocalipsis”, tocando en una parte del mismo al lado del bailaor Israel Galván. “Artísticamente lo que más nos gusta en Sevilla últimamente es Israel Galván. Él dice que somos un grupo bastante flamenco, cuando sólo tenemos las nociones básicas. El sector duro del flamenco sí ha demonizado un poco nuestra parte: tres penitentes tocando rock con un bailaor”.
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