"El amor verdadero es para siempre, pase lo que pase, eso queda ahí"
EntrevistasSoleá Morente

"El amor verdadero es para siempre, pase lo que pase, eso queda ahí"

David Pérez — 20-12-2021
Fotografía — Archivo

Si ya terminó de reconquistar su libertad artística a base de rumba incendiaria y fresco electro-pop en el sobresaliente "Lo que te falta" (20), Soleá Morente vuelve a ganar la partida dando rienda suelta a su ADN camaleónico en "Aurora y Enrique".

Estamos ante el cuarto álbum de la artista, donde nos envuelve en una mágica atmósfera onírica en la que resuenan referentes como Beach House, The War on Drugs o Sufjan Stevens, tejiendo con recuerdos un emocionante homenaje a la historia de amor eterno de sus padres.

Para completar esta extensa e interesante entrevista, puedes escuchar este podcast en el que repasamos en profundidad "Aurora y Enrique" de la mano de la propia artista:  https://open.spotify.com/episode/5za2aD2tTV88AYO2dBd2fy?si=0c70ed6a21da48ca

¿Cómo nace este proyecto y por qué decides que es el mejor momento para homenajear a tus padres?
El disco surge en el confinamiento. Tenía ahí la guitarra y bueno, ocurrió algo importante: por primera vez recibo un encargo para componer para otra persona, de Arcángel, el cantaor flamenco. Arcángel me pide una canción y nace “Ayer”. Entonces yo escribo esta canción, la compongo para este encargo, pero me doy cuenta de que está muy ligada a mí, tan ligada que de ahí empiezan a nacer las otras canciones. Arcángel la ha cantado, la hace a su manera y ahora son como dos canciones diferentes… Y bueno, misteriosamente suceden estas cosas. Nace ayer y de ahí me doy cuenta de que estoy escribiendo la historia de amor de mis padres, sobre todo poniéndome en la perspectiva de mi madre, de cuando uno se va y la otra se queda en la Tierra… Canto a muchas cosas, a la historia de amor de mis padres, canto al respeto, canto a la pasión, y canto también, dentro de la melancolía, a la alegría.

Adentrémonos en el disco. Lo inicias a corazón abierto, con la minimalista y emocionante “Aurora”, con una cadencia de nana que fundes con “Ayer”, más atmosférica y resplandeciente, donde reluce fuerte el nuevo sonido que has conquistado en este trabajo y en el que nos sumergimos poco a poco… Háblame de ese inicio donde tu madre Aurora toma las riendas de esta historia de amor verdadero, con ese lazo irrompible que, pase lo que pase, jamás nos separará de nuestros seres queridos.
Pues mira, como te he comentado, la primera canción que nace es “Ayer” y la última, “Aurora”. El inicio del disco y fue la última composición que me salió. Y fíjate, otra cosa misteriosa… Me faltaba una pieza para redondear, para cerrar el disco, y lo que me faltaba era el comienzo. No tenía el comienzo, no tenía la primera frase de la novela, como dicen los escritores… Y bueno, de repente nace “Aurora”. Son tres acordes y esa letra, otra vez en el papel, en el personaje de mi madre… “Las estrellas y los luceros solo se rinden al día, yo me rindo ante ti, Enrique del alma mía”. Como un canto de amor, de lo más importante eres tú para mí.

"Para mí, la literatura es tan importante como la música, ocupa el mismo porcentaje de trascendencia, de importancia en mi vida, en mi trabajo"

Cómo un lazo irrompible…
Exactamente, es como un vínculo tan potente, una fuerza tan profunda contra la que no se puede luchar… Entonces lo mejor es echarla fuera y cantarla y reivindicarla… “Echar las penas al aire”, que lo digo también en “Ayer”. Y bueno, ya hicimos “Aurora” y, curiosamente, estaba en el mismo tono que “Ayer” y encajaba todo. Entonces decidimos que “Aurora” fuese como el preludio y luego “Ayer”, y de ahí ir dando ese paseo emocional.

Además, estos dos primeras temas los elegiste como avance y los presentaste con el vídeo/cortometraje dirigido por Jonás Trueba, en el que se muestra el momento en que le cuentas a tu madre, Aurora Carbonell, cuál va a ser el nombre del disco, y le enseñas estas dos primeras canciones, “Aurora” y “Ayer”. ¿Cómo se fragua esa idea y colaboración con Jonás?
Sí, le pasé a Jonás Trueba el disco. Yo le encargué hacer algo para la canción “Ayer”, porque consideraba que Jonás era la persona idónea para reflejarlo cinematográficamente, es una persona con una sensibilidad exquisita y muy especial. Y le gustó tanto “Aurora”, que me pidió unirla, y ahí nace el vídeo que ha hecho.

Me gustó mucho el vídeo de “Aurora y Ayer”, y también el de “Iba a decírtelo”, tema que comentaremos luego, pero ahora, siguiendo ese halo de magia y misterio que envuelve el álbum, te voy a decir lo que me pasó cuando terminé de verlo: Ya sabes que si no eliges vídeo en YouTube, te salta el siguiente al azar, pues, tras ver “Aurora y Ayer” y luego “Iba a decírtelo”, fue otro vídeo dirigido por Jonás el que sonó, uno que había grabado a raíz de su película La Reconquista, de 2016, no sé si la has visto….
Sí, sí, la he visto.

Pues el vídeo era de la canción titular de La Reconquista, que se titula “Arcadia en flor”, de Rafael Berrio, ¿lo conoces, verdad?
Sí, claro, por supuesto, uno de mis ídolos, super fan de Berrio…

¡Qué bien! Pues la cosa fue esa, tras tú “Iba a decírtelo”, salto al azar “Arcadia en flor” de Rafa Berrio y dije: “una versión de Soleá de este tema de Berrio sonaría brutal”, ¡y tenía que decírtelo!
Mira, que buena idea, pues no lo descarto. Soy muy fan de Rafa Berrio, le tengo un respeto profundo… Y lo mismo era una señal, ¿no? (risas). Oye, pues sí, si estabas escuchando “Iba a decírtelo” y luego saltó ese tema, pues sí, igual “lo que había que decir” era esto, reivindicar a Rafael Berrio.

Tras esta conversación entre dos fans de Berrio, volvamos al disco, "Aurora y Enrique". Tu madre, además de ser una artista de primera, como bailaora y también como artista plástica, fue un pilar importantísimo en la carrera de tu padre, ¿verdad? Háblame un poco de eso, del peso y apoyo artístico de tu madre en la obra de tu padre y viceversa, de esa conexión, casi mágica, que había y sigue habiendo, como tú bien de muestras en este disco.
Sí, es una conexión muy fuerte, desde siempre. Bueno, yo de chiquitita, en ese momento no lo sabía, no me daba cuenta de que me estaba influyendo tanto, pero luego de mayor te pasan cosas en la vida y recuerdas la relación de tus padres, que muchas veces las idealizamos, ¿no? Y claro… Pero sí, ellos como pareja eran como una especie Bonnie and Clyde flamencos o algo así, un equipo muy guay… Y como padres, también sublimes… Respirábamos con ellos siempre un ambiente de libertad, de amor, de respeto, que nos lo han inculcado… De amor al arte también, que creo que ha sido muy importante en la educación de los tres hermanos. Recuerdos tengo muchos, claro, como tú de tus padres o cualquier otra persona, pero, a ver... alguno que refleje así el vínculo o la relación tan potente de mis padres, por ejemplo: Cuando éramos pequeños, Estrella, Kiki y yo, que al día siguiente había que ir al cole, cuando ya nos subíamos a la habitación a dormir, pues escuchábamos a mis padres cantar, tocar la guitarra, mi madre haciéndole el compás, mi padre probando o leyendo algún poema... Creando "Omega" entre los dos... Los acordes de mi padre, los coros de mi madre… Y ahora de mayor, desde la distancia digo: Cómo molan mis padres, qué equipo más bonito hacían, qué relación más sana, qué intercambio... Me impactó tanto que quería reflejarlo en algunas canciones.

Y siguiendo esto, conviviendo con tanto arte ¿cómo ha sido esa búsqueda artística, hasta encontrarte a ti misma? Creo que los primeros coros que hiciste y grabaste fueron en "Misa Flamenca" (91), serías muy pequeña…
Sí, era muy pequeña, no recuerdo exactamente, pero sí recuerdo la sensación... Ese momento en el estudio, en Cine Arte, donde estaba mi padre grabando. Llamó a mi madre y le dijo: “Tráete a las niñas para acá”. Y fuimos para allá. Recuerdo que salimos del cole, íbamos comiéndonos un bocadillo y estaba lloviendo, yo llevaba puestas mis botas de agua que tenían un arcoíris (risas). Son recuerdos que de repente, no sé por qué, me acuerdo de esto... Y mi padre dijo: “Venga, niñas, meteros y cantar esta canción conmigo”. Entonces, recuerdo cantar el texto de Juan de la Encina, de “Vida mía…”. Yo hacía lo que hacía mi hermana mayor, me copiaba de lo que hacía ella, pero recuerdo la primera sensación de ponerte los cascos y escuchar tu voz por un micro, en los cascos y, bueno, ese es como el primer recuerdo así que tengo de cantar… Y claro, de pequeña ni idea, es el trabajo que tienen tus padres y tú no sabes a lo que te vas a dedicar ni nada. Va pasando el tiempo, voy creciendo, voy siguiendo la carrera de mi padre muy de cerca, muy integrada, tanto mis hermanos como yo. Luego viene la carrera super impactante de Estrella, que debutó muy joven. Mi hermano siempre a su lado, aprendiendo de ella, después entro yo en la universidad y me licencio en Filología Hispánica...

Sí, y antes estuviste también encaminada al baile, ¿verdad?
Sí, es cierto, es verdad. Esta parte es importante también, porque desde muy pequeña, era muy aficionada a la danza clásica, y estuve tomando clases en el Conservatorio de Víctor Ullate. Luego en Granada, con Mariquilla, y también cursos, con Eva La Yerbabuena… Sí, he sido muy aficionada al baile y lo soy, pero luego es verdad que ya, con el colegio y los estudios, apretaban tanto que no podía ya dedicarle mucho tiempo… Y bueno, lo que te contaba, pues siempre he estado alternando los estudios con acompañar a Estrella, haciendo coros, y acompañando a mi padre… Luego me hice asistente de él, secretaria de mi padre, en los últimos años. Y después pasa lo que pasa, desafortunadamente… Se marcha mi padre, y surge la oportunidad de conocer a Los Evangelistas… Ha sido un círculo mágico de situaciones...

Antes incluso de conocer a Los Evangelistas, creo que hay una canción que fue un primer reto, quizás, iniciático, en busca de esa voz tuya junto a tu padre, “Palabras para Julia”, ¿no?
Es cierto, antes de Los evangelistas, cuando ya terminaba la universidad, ya era como bueno, ¿qué hago? Tiro para la música, me pongo a hacer oposiciones... Y sí que tuve una conversación con mi padre... Siempre tenía conversaciones con mi padre, claro, hasta para hacer la carrera que hice. Y bueno, me tiraba mucho el arte y la música, filología también es arte, claro, arte puro… Entonces me dijo mi padre: “Ya has terminado esta etapa en la Facultad, no te quedes con las ganas, si te apetece, vamos a bajarnos al estudio y elige unas cuantas canciones que te gusten y las maquetamos”. Entonces una de las primeras canciones fue “Palabras para Julia”. Paco Ibáñez y mi padre eran bastante amigos, y Paco tiene joyas de canciones que, desde chiquitita me encantan. Cogimos unas cuantas canciones de Paco Ibáñez, alguna de Caetano Veloso y bueno, es un proyecto que aún está ahí… Luego empecé con la psicodelia, con el rock y todo esto… Pero sí, podríamos decir que “Palabras para Julia” me inició, en parte, en la música.

"A veces no hace falta decirlo todo y se puede sobreentender lo que puedes llegar a querer a alguien, aunque no se lo digas"

Creo incluso que hay una versión grabada en Spotify, en directo...
Está en el documental que hizo de mi padre Emilio Barrachina. Y sí, está en Spotify… Y la suelo cantar mucho en los conciertos, ahora quizás un poco menos, porque ya hay mucho repertorio, pero, cuando tengo momentos de mucha emoción, acudo a ella, porque para mí “Palabras para Julia” es uno de los textos más bellos que se han escrito, una de las canciones más bonitas que se han compuesto, por parte de Goytisolo y Paco Ibáñez, y encima, me une directamente a ese momento tan importante en mi vida.

Esa psicodelia rock te llegó luego, como has comentado, con aquellos discípulos rockeros de tu padre, miembros y amigos de Lagartija Nick y Los Planetas que siguieron el Evangelio flamenco morentiano. ¿Cómo recuerdas aquel primer gran salto con Los Evangelistas? Creo que la primera vez que te vi en directo, fue precisamente con ellos, teloneando a Bob Dylan en Granada…
Sí, es verdad, qué fuerte eso. Fue una experiencia religiosa (risas). Recuerdo el día que me llamaron y me dijeron que íbamos a telonear a Bob Dylan… Pensé que era una broma, claro (risas). La verdad es que fue una suerte increíble, luego recuerdo el bolazo de Bob Dylan, fue impresionante. Y bueno, fue una anécdota y experiencia muy importante en mi carrera.

Demostrando ese amor por la literatura y la poesía en concreto, ese que procesó tu padre y que lo proclamó, entre muchas otras cosas, como “el cantaor de los poetas”, siguiendo esa estela, has cultivado ese cariño por las letras desde tu debut en solitario, donde ya hiciste equipo con otros “letristas ilustres” y familiares como Machado, Lorca o Leonard Cohen. Háblame de ese lazo que te une con los poetas y la literatura, además no olvidemos que eres Filóloga y que, poco después, esta pasión por las palabras, te lleva a ir creando tus propias canciones y ahora, en este "Aurora y Enrique", eres la autora total de todas las canciones, con una carga poética muy sobresaliente…
¡Muchísimas gracias, David! Me hace mucha ilusión. La verdad es que es una responsabilidad muy grande. Para mí, la literatura es tan importante como la música, ocupa el mismo porcentaje de trascendencia, de importancia en mi vida, en mi trabajo. Soy una lectora bastante comprometida con la literatura y bueno, por supuesto, me lo inculcó mi padre. Él me descubrió el mundo de la literatura, tiene una biblioteca muy interesante y desde chiquitita he tenido libros muy cerca, y luego, como hemos comentado, estudie Filología Hispánica, dónde terminé de profundizar y estudiar las obras primordiales, podríamos decir, de la literatura universal. Y todo esto, luego, me he dado cuenta de lo importante que es a la hora de escribir una canción... A mí me llena una canción por el mensaje y por la música a la vez, son dos hermanas que tienen que estar completamente de acuerdo, la música y la literatura, las letras… Estas canciones que he escrito en este último disco, las creé sola, las escribí en el confinamiento. Normalmente, tengo tantísimo respeto que siempre, desde el comienzo, he escrito en compañía de alguien, o apoyándome en alguien. Con responsabilidad compartida podríamos decir, por lo que pudiera pasar (risas). Pero, claro, en el confinamiento estábamos aislados y necesitaba expresarme, entonces, con bastante respeto y con un poco de “miedillo”, bueno, pues había que lanzarse, por algún lado había que empezar. La literatura, leer, es un tesoro, se lo recomiendo a todo el mundo, claro. Y cuando lo hemos pasado tan mal, sin salir de casa y tal, nos ha salvado la vida a muchos.

Otro rasgo característico de tu ADN artístico, podríamos decir que es ese aspecto camaleónico que tenía tu padre, adelantado siempre a su tiempo, el de mutar y buscar nuevas músicas y absorber y compartir saberes y experiencias con las demás artes… Cuéntame esa esencia heredada tuya de reconvertirse y la búsqueda de nuevos sonidos que has desarrollado en este "Aurora y Enrique", donde, como hemos comentado antes, sin perder tu pellizco, te mueves como pez en el agua en estas nuevas atmósferas melancólicas y brillantes de dreampop…
Sí. Es algo que va unido a mi forma de ser, la verdad, voy viendo que es una característica de mi personalidad. Soy bastante inquieta, curiosa y, no es que me guste, es que necesito experimentar, investigar. Y bueno, debido a esto, han salido trabajos muy diferentes unos de otros, a veces extremadamente opuestos (risas). Me gusta y necesito tener presente esa idea de infinidad, de mundos posibles, que haya varias soluciones, no solo una, que haya varias propuestas en mi vida, me entusiasma. Eso me inspira mucho, la posibilidad de diferentes mundos.

¿Y cómo ha surgido el sonido de este nuevo álbum? ¿Lo has buscado un poco o ha sido natural?
No, ha ido naciendo de manera natural. Tenía la canción de “Ayer” y después “Iba a decírtelo”, canciones que había escrito, como te contaba antes, en soledad, en momentos muy delicados que estábamos viviendo todos, y sí que fui imaginando una atmósfera especial… Las mismas canciones me fueron pidiendo el tratamiento de la producción. Era algo muy íntimo y emocional al mismo tiempo. Recuerdo que estaba escuchando mucho el disco que Sufjan Steven le dedicó a su padre… También escuchaba mucho a The Cure, a Beach House… Son varias circunstancias que coincidieron y me llevaron luego a decidirme por Manuel Cabezalí a la producción.

Eso te iba a preguntar, por la mano de Manuel Cabezalí y su influencia en el sonido tan atmosférico de"Aurora y Enrique"...
Sí, yo pensé que quería una atmósfera así, recrear esos paisajes sonoros para estas canciones… Y claro, Manuel conoce como nadie toda esa cultura musical, de la psicodelia a esa onda que va de The Cure, a Beah House o Cocteau Twins… Bueno, Manuel es muy versátil, pero sí que tiene un universo sonoro en sus guitarras, en su manera de producir, que sabía que iba a entender lo que le estaba pidiendo. Y efectivamente, nos entendimos muy bien. Están desde esas guitarras muy desnudas, hasta la emoción que va creciendo poquito a poco… Desde la sencillez de la composición, porque bueno, son composiciones muy sencillas por mi parte, pero desde esa sencillez del menos es más, pues llegar a poder transmitir algo tan importante para mí y tan emocionante… No era fácil, pero Manuel lo supo entender a la primera.

Y antes de seguir recorriendo los surcos de "Aurora y Enrique", ahora que podríamos decir que has encontrado y pisas fuerte tu camino hasta la próxima encrucijada, quería preguntarte por el peso del apellido Morente. Ya has dejado claro que es un tesoro inabarcable, pero, ¿Cómo has vivido esa presión? Sobre todo desde los ámbitos más flamencos, más ortodoxos…
Al principio me impactaba mucho y sentía una presión que me influía, me impresionaba… Pero luego, uno va haciendo su propia personalidad y lo voy entendiendo. Viviendo en una sociedad como en la que vivimos, es normal que mucha gente piense así…. Cuando era más joven no lo entendía, me afectaba mucho… Yo decía, “esta es mi expresión y tengo derecho a expresarme igual que los demás"… Por suerte, cada vez me afecta menos lo exterior… No te voy a decir que no me afecte ya, pero es algo que yo acepto y sé que va a ir conmigo hasta el final. Cada vez voy entendiendo mejor a la gente y lo voy llevando mejor. Ha sido un proceso muy importante a nivel psicológico… Es necesario saber cómo funciona la mente, y es que vivimos en una sociedad con muchos prejuicios limitantes, con muchas creencias que nos han inculcado... De hecho, las propuestas artísticas nacen de esa necesidad de mostrarles a los demás que nada es para siempre, del salir del anquilosamiento y la zona de confort, expresión que tanto se lleva ahora... No hay que dar vueltas todo el rato a lo mismo… A ver, si quieres lo puedes hacer, pero es mucho más divertido abrir la mente, experimentar, aprender los diferentes idiomas y respetar a los demás… De ahí nacen también mis propuestas, de una manera natural, ver las condiciones vitales de mi propio contexto, a lo que me he tenido que enfrentar y vivir.

Habíamos comentado ese inicio emocionante y luminoso que va de “Aurora” a “Ayer”, con esos preciosistas arreglos y Beach House y Mazzy Star bajo las alas, y ahora pasamos a “Yo y la que fui”, que empieza con un sonido más oscuro y se va tornando amanecer desde el espacio exterior… Una de las piezas más redondas del disco, donde pareces reflejar las inseguridades y miedos vencidos en un diálogo contigo misma…
Sí, “Yo y la que fui” es ese encuentro con uno mismo que a veces nos da miedo, nos cuesta enfrentarnos a ese momento con nosotros mismos… Hay un verso que dice: “Nos sentamos a hablar yo y la que fui, anoche antes de dormir”. Es como abrir mi corazoncito, mi intimidad, y bueno que no pasa nada por enfrentarte a esos monstruos interiores, a esa voz interior que muchas veces queremos evitar y no escucharla. Hay que entenderse con uno mismo y llorar es importante también… El estribillo dice: “A la orillita del río yo me voy sola, y aumento la corriente con lo que mi corazón llora”. Es necesaria esta terapia de echar fuera la presión que uno puede llegar a tener, a sentir. Es una canción que quiero mucho. Me influyó bastante la literatura de Alejandra Pizarnik en este tema. Ese mundo interior de ella tan potente, esos encontronazos en sus diarios… Me impresionó muchísimo y me inspiró para hacer esta canción.

Y luego esa importancia en las composiciones, tan flamenca en parte, de ir de lo culto a lo popular, de Pizarnik a ese estribillito de “A la orillita del río…” que has comentado…
Totalmente, de hecho, los tres últimos versos forman parte de letras que he escuchado en el flamenco muchísimo. Sí, es muy flamenco. Desde la influencia de Alejandra Pizarnik a la cultura popular. Es una construcción, un paso que hago mucho, de manera natural, me gusta mucho.

“El pañuelo de Estrella” es otra historia de amor, con un soniquete muy flamenco y festivo, rebosante de duende y compás, donde encontramos a la primera invitada del disco, a tu hermana Estrella. En una historia de amor en la que la protagonista real podría ser tu madre Aurora y tu padre Enrique o incluso Estrella y su marido… Pero que refleja la universalidad del amor y de como se quedan grabados en la memoria sentimental aquellos primeros gestos que encienden la llama...
Exactamente. Está inspirada en la historia de amor de mis padres, pero podría ser la historia de amor de tus padres, la de Estrella y su marido o yo qué sé, la mía o la tuya… Es un canto ligero, aparentemente, que refleja ese momento de ilusión de cuando encuentras a una persona especial, ese instante que parece que la vida es ficción, porque, cuando ocurren esos momentos tan bonitos, parecen de película (risas). Quería retratar eso, el encuentro con alguien que te gusta mucho y bueno, ahí, en lo musical, está entonces también la unión de dos polos opuestos: Yo canto desde un registro bastante pop, y luego sale Estrella con esa voz tan deslumbrante y tan flamenca… Necesitaba la misma historia contada por dos hermanas y, de manera muy diferente, estamos diciendo lo mismo y encaja perfectamente.

La Cara A cierra con uno de los temas más ambiciosos del disco, los siete minutos y medio de “Fe Ciega”. Con una letra muy evocadora y espiritual, donde ese amor del ser querido nunca se va del todo y sigue presente en nuestro día a día, hasta en el aire que respiramos. Además, en lo musical, es un tema también bellísimo…
En este tema, después de las dos estrofas y el estribillo, nació una parte instrumental que ocupa un gran espacio en la canción, que nos pareció que era necesario. Le damos mucha importancia a la parte instrumental, ahí Manuel crea una atmósfera de guitarras muy bonita...

Sí, me encanta, repleto de delay de guitarras que parecen tejer paisajes luminosos que atardecen una y otra vez, con cierto regusto a The War On Drugs y a Lou Reed.
Sí, me gustó muchísimo cuando lo escuché. Teníamos dos opciones: O hacer una canción con una estructura más convencional y una duración más estándar, o dejar esta creación, ese momento de volar que Manuel creó y me parece de una belleza increíble… Explica muy bien la emoción del disco y de esa canción en concreto, esa “Fe ciega” que uno puede llegar a tener.

Es muy emocionante, se siente como ese ser querido nunca se va del todo, nos acompaña y permanece entre nosotros.
Nunca se va del todo, exactamente. Esa voz… Yo, por ejemplo, hablo muchas veces con mi padre, lo tengo muy presente. Entonces, por una parte está eso, y cuándo crees que todo va mal y suceden milagros, sucede la magia, sucede el misterio… Es un canto a creer un poco en el más allá, en la inspiración, en la intuición.

Con homenaje incluido al gran Manzanita, rescatando esa preciosa estrofa de “Ni contigo ni sintigui” de "Espíritu sin nombre" (80), esa que dice: “Los cristales de mi casa / los empaño con mi aliento, en ellos yo pongo tu nombre / y después los borro a besos”.
¡Sí! ¡Me parece tan bonito! Y soy tan fan de él, desde pequeña... Reivindicar a Manzanita en este contexto, no sé, me apetecía mucho y me salió solo, de manera muy natural, y me gusta mucho cómo quedó, es una letra preciosa. Tenía una gran sensibilidad, es uno de los artistas que más me influyen, escribía unas cosas maravillosas. Era también otro de los artistas flamencos gitanos que, como hablábamos antes, te metía de repente una letra popular o suya, y unos versos de Bécquer. Manzanita es una figura muy entrañable, le queremos muchísimo en casa.

Además, Manzanita realizó con tu padre ese viaje iniciático en el que pasaron una temporada en México y se atrevieron con nuevos sones, al principio de los 70…
Sí, Manzanita comenzó como guitarrista de mi padre, y él contaba que le decía siempre que tenía que cantar también, le animaba a que iniciase su carrera como cantautor. Le teníamos mucho cariño y admiración absoluta. Yo recuerdo a mi padre que siempre se emocionaba cuando hablaba de él, y luego yo me he hecho fan total, me encanta.

"En la vida es muy importante el sentido del humor, nos ayuda a relativizar. Esta canción de “Marcelo Criminal” es bastante divertida y cuenta un momento mágico"

Seguimos recorriendo el disco y, si ya te disfrutamos junto a Triángulo de Amor Bizarro cuando reinterpretasteis su “Todo lo que te quiero”, ahora es Isa Cea la que recoge el guante y se une a ti en “Domingos”, abriendo la Cara B del álbum a base post-punk y electrónica turbulenta. Quizás una de las pistas más rompedoras…
Sí, puede ser… El discurso del disco es muy romántico y de repente, bueno, no todo va a ser así, hay momentos en los que uno se tiene que revelar… Esta canción tiene varias lecturas, por una parte estamos hablando de la historia de amor de mis padres y quiero explicar que, cuando comenzaron lo tuvieron muy difícil por las creencias limitantes, los prejuicios... Mi padre no era gitano, mi madre sí, y entonces no le permitían estar juntos las familias, lo tenían muy complicado. Entonces ellos, desde el principio, fueron muy revolucionarios, una de las primeras parejas de payo y gitana. Y como no les dejaban estar juntos, se escaparon. Hicieron la revolución en cierta manera, hicieron un equipo muy potente… Mi madre tuvo que ver mucho, bueno, ya mi padre había comenzado la revolución, pero claro, con esa compañera, todavía más fuerte. Entonces, está ese momento del estribillo que dice: “Otra vez estamos como todos los domingos, estoy pensando en escaparme, y yo en escaparme contigo”. Finalmente, es como: Pasamos de los prejuicios y de la parte de la sociedad que me limita y abogamos por el amor y la libertad, y se escaparon. La canción, por una parte tiene esa lectura, y por otra, pues me expreso sobre lo que pienso de la sociedad en la que vivo, y es que a veces siento mucha impotencia, porque es muy injusto el sistema en el que estamos viviendo y cómo funciona el mundo… Tiene ese momento más reivindicativo, político y social, pero luego siempre aparece el amor, porque también es una canción romántica. Entonces pensé en Isa, porque justo acabamos de hacer la canción de “Todo lo que te quiero”, la versión de ellos que canté y, bueno, Triángulo son los máximos representantes de ese discurso de ruptura y de protesta, a través del amor también, de sus canciones de amor. Ese grito de Triángulo me parecía apropiado para acompañarme en el viaje de esta canción.

En “Iba A Decírtelo” recuperamos el pulso de armonías evanescentes y volvemos a flotar en giros poéticos y atmósferas oníricas. Un “Iba a decírtelo” que posponemos y posponemos y, de repente, es ya demasiado tarde y “un suspiro te atraviesa el alma”. Creo que este tema nació del confinamiento, cuando los interrogantes brotaban y nos sentíamos más indefensos, pero va más allá…
Sí, yo recuerdo que esa canción me salió en el super confinamiento, dónde ¡cuántas cosas se nos pasaban por la cabeza! No sabíamos que iba a ocurrir, había gente que estaba muriendo, no podíamos ver a los familiares, tantas cosas… En esos momentos, pensaba mucho eso de “tenía que haberle dicho tal cosa a esa persona o aquella otra"… Esos momentos de autocuestionamiento que tuvimos todos, y entonces me salió esta canción. A veces no hace falta decirlo todo y se puede sobreentender lo que puedes llegar a querer a alguien, aunque no se lo digas, pero esta canción, sí que siembra ahí como el misterio y la incertidumbre, y bueno, puede servir para cualquier momento… Como no dije al final lo que le iba a decir a esa persona, pues entonces me parecía guay plantear una cuestión al principio, de hecho fue la primera canción que publicamos. Se plantea la cuestión y luego, pues se van dando respuestas.

Recta final y llegamos al principio de los principios en “El Chinitas”, con ese inicio coral, rebosante de resplandecientes armonías, percusiones y una omnipresente y luminosa guitarra. El Café Chinitas, donde tu padre se enamoró de tu madre, donde sintió ese flechazo y empezó esta historia de amor de Aurora y Enrique.
Exactamente, dónde sintió ese flechazo. En muchas otras canciones, cómo “Marcelo Criminal” o “El pañuelo de Estrella”, hablo del concierto, de la noche que viniste… Y sí, en esos momentos, mi madre estaba como bailaora y cantaora en el Café de Chinitas, muy jovencita, y mi padre fue una noche allí a ver la actuación. “Se vieron, se miraron”, mi madre siempre me lo cuenta así, y ya, desde ese momento, para siempre. Me parece super bonito. En “El Chinitas” recreo otra vez ese momento.

Palmas, guitarras y mucha química en “Marcelo Criminal”, el tema quizás más desenfadado del disco, necesario para rebajar la intensidad y coger aire. Porque la vida sigue y hay que acumular nuevas vivencias y cantarlas con alegría, ¿no?
Muy bien visto, David, así es. En la vida es muy importante el sentido del humor, nos ayuda a relativizar. Esta canción de “Marcelo Criminal” es bastante divertida y cuenta un momento mágico. Es verdad que fui a ver a Marcelo Criminal a la sala Siroco, justo hace un par de años, y había un mini festival de artistas como Marcelo Criminal, Axolotes Mexicanos, Cabiria, Rebeca, gente muy joven haciendo canciones super bonitas, y encima iban disfrazados de cosas muy divertidas. Fue como entrar en un mundo muy guay y sentir mucha esperanza, porque ver a una generación más joven con ese talentazo y haciendo propuestas tan interesantes… Me inspiró tanto, que luego fui a casa e hice parte de la canción.

“El amor que me dabas, que como era de ‘Polvo y arena’, el aire se lo llevaba”. Recuperas ese estribillo popular que tanto le gustaba cantar a tu padre y compones una hermosa despedida, pero aunque el “Polvo y la arena” se las lleve el aire, los recuerdos y el amor verdadero siempre perduran, ¿no? Quizás ese sea el eje central del disco y de la vida en general...
Pues sí, el amor verdadero es para siempre, pase lo que pase, eso queda ahí. Bueno, ya sea porque rompes con alguien o porque pasan cosas en la vida, como cuando una persona marcha... Pero, cuando el amor es de verdad, pues siempre quedará ahí y de vez en cuando te visita y te viene a la mente. Eso es algo que nos ha pasado a todos. Y esta canción pues sí, a pesar de haberlo pasado mal en algún momento, bueno, puede seguir ahí el recuerdo. Y la última parte de la canción que dice: “Y sigo sin poder dormir”, es como enlazar ahí con “No puedo dormir”, que es una de las canciones de Lo que te falta y fue también una de las primeras canciones que compuse del disco anterior... Esa canción me enternece muchísimo. Y luego tiene ese estribillo con la letra que es muy emocional, que me parecía apropiado añadirlo, refleja mucho el momento ese, el “y si ya no te veo, y si ya no...”, esos momentos en los que estábamos, cuando no sabíamos que iba a ocurrir y, bueno, a uno se le pasan muchas cosas por la cabeza.

“Yo me creía que había sido un sueño y tú no te habías marchado”. Empezamos con “Aurora” y finalizamos con “Enrique”, cierre jondo y sentido, que termina con un delicado piano y siguiéndolo, a modo de nana, un tarareo muy evocador…
Esa canción sí que tiene ya un momento de final, de aceptación de la ausencia, siguiendo otra vez el discurso de la relación de mis padres y tal. El aceptar que las cosas pasan y la gente que quieres se marcha de tu vida. Es super importante la aceptación para hacernos fuertes y para seguir en el camino y en la Tierra. Entonces, es como un momento de cerrar un ciclo con la aceptación y, claro que siempre voy a querer a mi padre, hasta que me muera, es la persona que más quiero en mi vida, pero hay que aceptar la marcha, los palos que te da la vida, para poder ser valiente y seguir adelante. Después de contar todo ese proceso y toda esa historia de amor, con eso es con lo que nos tenemos que quedar: con la parte positiva, con el amor, con lo bonito, con la magia, con el misterio, con lo que nos motiva, con lo que nos inspira.

Para completar esta extensa e interesante entrevista, puedes escuchar este podcast en el que repasamos en profundidad "Aurora y Enrique" de la mano de la propia artista: https://open.spotify.com/episode/5za2aD2tTV88AYO2dBd2fy?si=0c70ed6a21da48ca

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