“Mis últimos conciertos con banda estuvieron cargados de agresividad y tensión. Ahora me lo tomo todo con más calma” |
Su aparente desnudez formal repercute en el resultado del álbum: pulcro y accesible. Cabe olvidarse de la crispación de su antecesor, insisto. “Sí, es más clásico en todos los sentidos. Tanto el proceso de grabación como las canciones en sí mismas parten de una idea más directa, más acorde con mis primeros discos, donde quizás todo estaba mucho más sujeto al momento que no al concepto. Supongo que, como te decía, se trata de una consecuencia directa de ´Remué´, y ello ha implicado que casi sin pensármelo haya optado por rescatar de alguna forma la manera de trabajar las canciones del pasado”. Da la impresión que “Auguri”, disco centrado en una cobertura musical simple (la guitarra tiene todo el peso protagonista), necesitaba de la coyuntura reciente para cobrar vida. Incluso algunos de los seguidores acérrimos de Dominique A quedaron saciados y asustados ante el chorro casi industrial presente en “Remué”. “Sí, es curioso porque yo mismo me sentía cansado al final de la gira de presentación del disco de tocar canciones tan complejas, y el público realmente sólo se emocionaba de verdad cuando tocaba canciones antiguas. Supongo que mucha gente esperaba algo menos pesado y denso. He hecho algunos conciertos en solitario para desmarcarme un poco de mis últimos conciertos con banda, ya que éstos estuvieron cargados de agresividad y tensión. Ahora me lo tomo todo con más calma”. En ese proceso de despojamiento expresivo, Dominique A ha empezado por aparcar el rol creativo del sampler, herramienta clave en la construcción de su anterior grabación, y que ahora surge de forma tímida y casi imperceptible. “Me aburrí. De alguna manera, acabé aburriéndome del sampler. Creo que en “Remué” llené demasiado el sonido, lo recargué en exceso. Mi interés primordial de cara a “Auguri” pasaba por el hecho de liberarme de esa presencia y simplificarlo todo muchísimo más. No es que de repente haya dejado de interesarme por el sampler como complemento de trabajo, sino que ha decaído mi interés en el hecho de tomarlo como una herramienta obligada o necesaria de cara a darle vida al sonido”. En cierto modo, partir del sampler como modus operandi del proceso laborioso de un disco conlleva un cálculo más preciso en cada aspecto. Menos libertad, en pocas palabras. “Sí, es cierto. “Auguri” es un álbum más libre, más pendiente del momento, como te decía antes. Con “Remué” pequé en exceso de metódico y calculador, ya que quería tenerlo todo controlado desde el inicio hasta el final”. Y en esa coyuntura, uno no sabe o no acierta a comprender el papel de John Parish en las tareas de producción. Muchos de los que han trabajado con él le han acusado de ser un tozudo impenitente. “Bueno, supongo que los dos los somos a nuestro modo. Le elegí porque me encanta todo lo que ha hecho, y porque sentía que su aportación al disco sería muy interesante. Estoy satisfecho en ese aspecto. ¿Dictador? No, lo que ocurre es que es un tipo muy metódico y disciplinado dentro del estudio, y eso a veces puede chocarte y causarte sorpresa”. El resultado, “Auguri”, una de las figuras maestras del 2001.
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