“Quiero que los padres que descubran que sus hijos escuchan este disco se preocupen. La vida es así. No siempre se puede empezar otra vez, no siempre al llegar al fondo del pozo es posible coger impulso e intentarlo de nuevo. A veces te quedas ahí para siempre. Es algo que hay que saber”. Con esta rotundidad, Pall Jenkins resume cuál ha sido la aproximación poética que ha sobrevolado la creación de “Six”, sexto álbum de su banda principal (al margen de Three Mile Pilot), los magnéticos e inquietantes The Black Heart Procession. Lo hace de repente, al final de la entrevista, y las palabras van surgiendo de su boca como subrayadas. Todos los músicos piensan en algo, un mensaje, que desean decir sí o sí cuando van a atender una entrevista, y parece ser que lo que acaba de soltar Jenkins era lo que había planeado decir a toda costa mientras la grabadora estuviera encendida. Hasta entonces, la charla ha ido por derroteros más livianos. Los dos nos hemos despertado hace poco. The Black Heart Procession actuó anoche en la segunda jornada madrileña del Primavera Club, en el Círculo de Bellas Artes, y dentro de unas horas volverá a hacerlo, esta vez en la Joy Eslava. “No vamos a hacer prueba de sonido, nos la han puesto a las 11.00. ¿Qué hora es ahora?”. Son las 14.00. Nos encontramos en el hall del hotel Ateneo, en plena calle Montera. Más en tono de broma que otra cosa, Jenkins lo llama “el hotel del rock and roll”, porque está situado en el centro de la ciudad, en una calle que por la noche se llena de prostitución y personajes extraños. Dice que ha visto a varios huéspedes portando guitarras. Su novia acaba de subir a la habitación a descansar. “En realidad, es bastante turbador el ambiente nocturno aquí, sobre todo si andas solo”, comenta, dejando traslucir en su cara unos rasgos de bonachón que únicamente cambiarán en la confesión final mencionada anteriormente. “La palabra sería desesperanza, es el concepto con el que más asocio este disco”. Le he confesado que el rock oscuro y limpio de “Six” (¿limpiamente oscuro?) está lejos de darme bajón, que en este disco la narración progresiva te lleva pista por pista por una serie de estados opresivos (ruptura, aceptación, descreimiento y vuelta al subsuelo), pero que, al hacerlo sin paños calientes, apela a la valentía, a la autoexploración y a la responsabilidad individual. Estamos solos, aceptémoslo. Sin mierdas ni historias de Disney. A partir de ahí, se puede encender una luz. Eso es lo que me dice a mí este disco. Pero Jenkins no está dispuesto a querer aceptar mi visión falazmente optimista. “No en ‘Six’. Aunque al final se diga que es posible hacer otra apuesta, ello no significa que vaya a salir bien”. Grabado con simultaneidad al nuevo trabajo de Three Mile Pilot, “Six” ha sido un disco muy esperado por los seguidores, cada vez más numerosos, del grupo de San Diego (su anterior álbum, “The Spell”, data de 2006). El reconocimiento al que paulatinamente está llegando la banda es algo que no deja de sorprender y agradar a Jenkins. “Para mí hacer un disco siempre ha sido como hacer una película. No es una idea, ni una canción, son muchas historias y pensamientos hilvanados en un todo que no se presenta a cucharadas, cómodamente. Si quieres disfrutar de nuestra música, tienes que prestar atención. No es una canción que te bajas del iTunes y a otra cosa. Obtener este reconocimiento, teniendo en cuenta por dónde van los tiros ahora, es muy gratificante”, se congratula Jenkins, que gusta de mirar su música con una perspectiva que abarque toda la discografía (“Estoy orgulloso. Este disco es una buena continuación de todo lo anterior”) y recalca en varias ocasiones el siguiente aviso: “No busques hits en nuestra música. Lo importante para The Black Heart Procession es el viaje”.
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