Aires renovados
EntrevistasSilverchair

Aires renovados

Redacción — 22-08-2002
Fotografía — Archivo

Muchos escuchan o leen el nombre de Silverchair y no pueden evitar que les entren todos los males del mundo. Normal, puesto que durante años se les ha relacionado con los peores rasgos del grunge. Sólo que han pasado unos cuantos años y estamos ante otra banda. Los Silverchair actuales tienen personalidad, arrojo y un buen puñado de canciones interesantes. “Diorama” (Atlantic/Dro, 02) es la prueba más reciente.

Los miembros de Silverchair han dejado atrás la veintena de años. Como ellos mismos dicen, ya no se nutren creativamente de lo que escuchan, sino de la creatividad que fluye de sus mentes. Ya no estamos en el 94 y la voz de Eddie Vedder no embota las cabezas de estos australianos, ni las guitarras de Kurt Cobain les ciegan. Su presente, tras varios álbumes, es distinto hasta el punto que quizás deberían haberse planteado utilizar un nuevo nombre. Para ellos, “Frogstomp” fue un disco entusiasta, mientras que en “Freakshow” se reflejaba la confusión y la angustia que vivían en aquellos momentos, mientras que “Neon Ballroom” fue una suerte de terapia experimental. En todo caso, “Diorama” es el primer disco del que se siente realmente satisfechos.

“En esta ocasión, nuestras influencias han venido de la luna, del océano, del cine, pero también de los musicales del Hollywood de los cincuenta”

“En esta ocasión, nuestras influencias han venido de la luna, del océano, del cine, pero también de los musicales del Hollywood de los cincuenta. ´Diorama´ nació para situarnos en el camino correcto. En la escena musical actual no hay inspiración, por eso pretendemos ofrecerle a la gente una música que les haga pensar, que les cambie de una forma u otra y que se salga del estándar de canción rock de cuatro minutos que puedes escuchar en cualquier momento en la radio”. Lo que más llama la atención de este disco es la orquestación, la sección de cuerdas que arropa a algunas de las composiciones y el cuidado con que esa instrumentación se adapta a las canciones de Daniel Johns, vocalista y guitarra, algo que no sorprende si tenemos en cuenta que, para la ocasión, han contado con un maestro de los arreglos, el propio Van Dyke Parks, quien, en su día, prestó su ayuda a los Beach Boys. “Eran ideas distintas y necesitaban una instrumentación distinta. Muchas de las canciones del disco se escribieron con el piano y la progresión natural era añadirles una orquesta. Puedes crear con sólo una guitarra, una batería y un bajo, pero si utilizas una orquesta puedes ampliar tus horizontes sonoros. Desde un principio trabajé en la producción de nuestros discos, estaba co-produciendo nuestras canciones, así que fue un honor trabajar con un referente como Van Dyke Parks. Podía entender perfectamente hacia dónde queríamos ir como grupo y sabía como hacer realidad nuestras ilusiones a nivel de sonido. El trabajo de David Bottrill, el productor, también fue básico para conseguir el resultado que la gente puede escuchar en el disco. Los tres somos muy perfeccionistas y hemos quedado muy satisfechos con el resultado. Además, teniendo en cuenta los avances tecnológicos que existen en la actualidad, era muy importante encontrar a un productor que pueda pulir los defectos de un grupo. También ocurre que cuando las grandes discográficas fichan a un grupo sin demasiado talento, necesitan un productor de renombre para darles un sonido excelente, así que no descubres realmente lo que son esos grupos hasta que no les ves en un escenario”. Como ven, la etapa grunge de Silverchair queda muy atrás. Su música es ahora preciosista, de melodías trabajadas y capaz de bascular entre Beach Boys y los Stone Temple Pilots de “Sangri-La Dee Da”, aunque no siempre fue así. “El problema de Silverchair es que nos hicimos populares en una etapa de desarrollo en el que nos guiábamos demasiado por nuestras influencias. No estábamos capacitados para crear nuestra propia música. El grunge nos tocó de lleno, pero eso ha pasado. Ahora escucho a grupos como Creed o Nickelback y no me identifico con ellos. Casi todas las bandas que se hacen pasar por nu-metal están influidas por el grunge. Ha sido la progresión que han sufrido muchos de ellos, incitados por los medios y arrastrados por las modas que ellos mismos crean”.

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