Jay Watson es el tipo que toca la batería en Tame Impala, pero cuando se pone a la faena con Pond, ejerce también de guitarrista y hasta de bajista. “Man It Feels Like Space Again” es el sexto álbum de los australianos, y en él han condensado, con más pericia y concreción que nunca, todas las trazas que han ido diseminando desde que debutaran hace seis años. A saber, psicodelia tal y como la reformularon Dave Fridmann y The Flaming Lips, dance pop al estilo de Of Montreal, pop hipnagógico… un crisol de influencias que arroja un resultado más apetecible que nunca. Watson siempre ha definido la música de Pond como un pastiche de diferentes géneros, así que toca consultarle si esa mayor concisión que ahora exhiben invalida de súbito esa calificación o la refrenda. Para él, está más o menos claro. “Sí, un poco: aún somos como un pastiche de diferentes tipos de música. Y en este álbum aún podemos pasar de un tema que parece más country a otro más pop, la verdad”.
En todo caso, el tiempo para su gestación, mucho mayor de lo que nos tenían acostumbrados, sí que parece ser una de las claves para que su saldo arroje unos contornos más perfilados que nunca. “Sí, estoy de acuerdo en que este disco es más elaborado y más centrado, pero aunque es verdad que habíamos escrito parte de este material hace tiempo, no lo empezamos a concretar hasta hace un año. No fue hasta hace cinco o seis meses cuando lo empezamos a grabar y mezclar”, comenta. No vayan por ello a pensar que sus canciones se desmarcan en exceso del recargado barroquismo que a veces puebla su propuesta, dispuesto como un cegador caleidoscopio sonoro, propenso a la sinestesia. “Creo que tiende más hacia los estribillos y los ganchos melódicos que los anteriores discos, eso es cierto. Aunque siempre que creemos que nos está saliendo algo muy poppy o pegadizo, acabamos retorciéndolo: algo así como los discos de Prince o Michael Jackson nunca sonarán”. Un paso más, en todo caso, en la evolución de un grupo en perpetuo aprendizaje. “Desde el principio hemos tratado siempre de que cada álbum fuera muy diferente del siguiente. Y creo que ese es uno de nuestros puntos fuertes, además de la dificultad para etiquetarnos”.
Pond ya frecuentan con asiduidad los escenarios españoles (estuvieron en la última edición del Primavera Sound, sin ir más lejos), y no es de extrañar que su legión de fans en nuestro país se incremente al rebufo de la excepcional acogida que Tame Impala van recabando por aquí. Al respecto de la a veces sobre ponderada intervención de su líder, Kevin Parker (así como la de Lukas Glickman), como cerebro en la sombra en los discos de Pond, Jay Watson tercia: “Él solo estuvo como parte de la banda en un álbum nuestro, a la mitad de nuestra carrera: Kevin luego los mezcla, como parte final del proceso. Y aunque no es exactamente nuestro productor (nosotros lo somos), él hace que suene más grande y más profesional. Es muy bueno en lo suyo”. Ahora sólo falta que nos lo desgranen por aquí. “Siempre te sorprende cuando tocas ante grandes audiencias”, dice nuestro hombre, quien además compagina su actividad en ambas bandas con Gum, su proyecto personal. ¿De dónde saca el tiempo? “La verdad es que no tengo tiempo para todo, tengo que compaginar todos los proyectos a la vez y ojalá tuviera más. Pero creo que parte de la naturaleza de Gum es que son discos muy precipitados, ese es el sonido. El que no tengas tiempo para repensarlos es también parte de su encanto”.
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