Sidonie vs Eskorzo. Las entrevistas cruzadas del Inverfest
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Sidonie vs Eskorzo. Las entrevistas cruzadas del Inverfest

Redacción — 25-01-2021
Fotografía — Archivo

Seguimos con nuestra serie de entrevistas cruzadas de artistas que forman parte del cartel del madrileño Inverfest. Tras presentaros la charla entre dos solistas de flamenco como María José Llergo y María Peláe, hoy le toca el turno a los andaluces Eskorzo y a los catalanes Sidonie.

Podrás ver a Sidonie los días 28 y 29 de enero (Teatro Coliseum, Madrid), presentando su disco “El regreso de Abba”, basado y conectado con la novela del mismo título de Marc Ros.

Podrás ver a Eskorzo el 30 de enero (Teatro Circo Price, Madrid), presentando su espectáculo “A fuego suave: 25 años de Eskorzo”.

Eskorzo entrevistan a Sidonie

Compartimos escenario por primera vez hace más de veinte años, cuando como nosotros estabais empezando y cantabais en inglés. ¿Qué hacéis para mantener esos tipitos y conservaros tan bien? ¿La dieta Dukan? ¿Transfusiones de sangre rollo The Rolling Stones? ¿Algún pacto con el diablo? Contadnos vuestro secreto.
Tu cuerpo es una expresión de tu ocupación en la vida. Vamos a ver los siguientes ejemplos: los nadadores tienen las espaldas anchas, los jinetes y los pilotos de motociclismo son bajitos, los sepultureros tienen el rostro cetrino, los queseros son regordetes y rubicundos y los bartenders son guapos (especialmente si te preparan el Dry Martini correctamente). Los músicos del indie pop somos flacos, pero ahí viene la duda Hornbyana ¿Nos dedicamos al indie pop porque éramos flacos? O ¿el indie pop nos convirtió en unos escuchimizados? Con unos kilos de más hubiéramos hecho post-rock. Fijaros que estos músicos casi siempre lucen una bonita tripa de cerveza artesana. Con unos kilos de menos nos dejarían tocar con Hidrogenesse, pero para entrar en Sidonie hay que pesar menos que un Omnichord. Conclusión: el cuerpo que tienes te encamina hacia un trabajo u otro o hacia un estilo musical u otro y ese mismo estilo te acaba de moldear.

"Cuando veas a alguien por la calle luciendo unos hermosos glúteos es porque ha ido a un concierto de Sidonie en pandemia".

No sabemos si os ha pasado alguna vez, a nosotros más veces de lo que nos gustaría. Acabáis de tocar y volvéis a vuestro camerino, de repente hay una invasión y el camerino se llena de gente de la que no conocéis ni a la mitad, con toda la cara del mundo arrasan con vuestro catering y cuando queréis echar cuenta no queda ni una triste cerveza para vosotros… ¿Que hacéis en esos casos?
Un clásico. Nos ha pasado infinidad de veces. Creemos que son las mismas personas que entraron en el Capitolio. En realidad no hubo nada reivindicativo en aquel asunto, lo que ocurrió es que se corrió la voz de que tocaba Kid Rock y pensaban que habría neveras industriales llenas de latas de Bud. Estas personas, cuando vienen aquí, y con el objetivo de pasar inadvertidos en los backstages, cambian de estilismo; dejan el look vikingo y van a robar ropa al Urban Outfitters el día antes del bolo para colarse en el camerino de Belako, por ejemplo, o en El Corte Inglés si quieren entrar en el de Sidonie. Nunca ven el concierto del grupo cuyo camerino invaden. Lo que hacen durante el show nadie lo sabe. Cuando ven que el grupo está a punto de terminar, vacían las cervezas que no han pagado lanzándolas a las cabezas del público, roban unos cuantos bolsos dejados imprudentemente en el suelo y se cuelan en el backstage. Una vez dentro, celebran un aquelarre en un Poly Clean con drogas raras y después ya se sienten preparados para entrar en vuestro camerino. Un consejo: nunca les preguntéis qué les ha parecido el concierto porque una vez lo hicimos y empezaron a echar espuma por la boca y a hablar al revés. Es peligroso. No os preocupéis por las cervezas; podéis ir al camerino de Iván Ferreiro porque siempre sobran (no es que no beban, es que prefieren los tragos más fuertes) y recordad hacerlo con educación, pidiendo permiso e informando a los músicos de que os ha gustado mucho el concierto lo cual, en el caso concreto del vigués y sus músicos, será cierto.

En 2018 tocasteis en Granada en la sala Plantabaja que gestionamos los Eskorzo desde hace más de quince años. Yo soy Tony, el cantante de la banda… ¿Me podéis decir que hacíais los tres semidesnudos en el camerino del Planta abrazando a Rebeca la encargada de la sala y también mi señora esposa? Tengo fotos y quiero una explicación.
“No era lo que parecía”. Tony, tienes que saber que esto es una tradición de Sidonie. Siempre nos abrazamos semidesnudos con la pareja del promotor, gestor o propietario de la sala, ya sea hombre o mujer. Lo hacemos para que sientan aquel aguijonazo de celos que les haga estar alerta y despiertos para hacer todavía mejor su trabajo. Recordamos que ese concierto en el Plantabaja salió a las mil maravillas. Y que la producción fue excelente. ¡Viva Granada!

Hemos visto que tocáis en Madrid en el Inverfest justo un día antes que nosotros. Desde que estalló la pandemia ¿Cómo lleváis el mono de escenario? ¿Cómo os afecta a nivel de sensaciones y emociones el tema del público sentado y con mascarilla? ¿Os corta mucho el rollo o cerráis los ojos y os imagináis a la gente sudando, fa, fa, fa, fa, fascinados, apretados unos con otros y dándolo todo?
La gente que ha ido a vernos tiene los culos más firmes y más sanos. Cuando veas a alguien por la calle luciendo unos hermosos glúteos es porque ha ido a un concierto de Sidonie en pandemia. Los primeros conciertos, lo reconocemos, eran un poco extraños. Nos dimos cuenta de la falsedad que hay en la frase “los ojos son el espejo del alma” y cuantas toneladas de poesía barata se ha escrito sobre los ojos y la mirada. Con la mascarilla puesta no vemos la expresión de la cara y sobre el escenario es imposible saber si el concierto está gustando o no. Ahí es donde entran los glúteos; si se mueven es que lo estamos haciendo bien, si no se mueven es que la cosa no funciona.

Imaginaos un futuro distópico en el que la pandemia no remite nunca y la música y el mundo de la cultura desaparecen para no regresar jamás. Ni podéis montar una tienda de discos, ni una agencia de management, ni  un bar, ni tener un programa de radio, ni editar libros porque Abba no regresa… Todo lo relacionado con lo que hacéis ahora se va al garete… ¿A que os dedicaríais entonces? ¿Montaríais una ferretería como soñaba Joe Strummer?, ¿Al transporte de mercancías en un camión como el que hace feliz a Loquillo; al narcotráfico de ColaCao; a recoger aceitunas...?
Este futuro que mencionas es casi ya presente. Nos estamos preparando. Igual que los personajes de “Fahrenheit 451” de Ray Bradbury, estamos memorizando todos los discos, todas las novelas, todas las películas, los ingredientes de los cocktails clásicos, la fórmula del ColaCao y todo lo que nos gusta para que no se pierda ni se olvide. Esto que planteas nos recuerda a una broma que siempre hacemos en el estudio de grabación: nos imaginamos a uno de nosotros dándole al botón equivocado y borrando no solo lo que llevamos de disco sino toda la historia de la música grabada, lo cual nos obliga a grabarla de nuevo nosotros mismos. La década de los cincuenta, Sun Records y todo eso lo podríamos hacer con cierta dignidad, pero imaginad llegados los setenta con el rock progresivo; ahí la cosa se complica. Lo que está claro es que cuando nos tocara regrabar la discografía de Eskorzo ¡sería uno de los momentos más divertidos y molones de esta tarea descomunal!

Sidonie entrevistan a Eskorzo

Imaginad que la vacuna del Covid os provoque unos extraños efectos secundarios que os impida tocar vuestra deliciosa mezcla de estilos. Musicalmente la vacuna solo es compatible con los siguientes (tenéis que elegir uno y desarrollarlo): a) country pop b) Luis Cobos c) black metal nórdico D) neo folk electro-industrial
La opción D, sin duda. Siempre nos gustó innovar y lo de neo folk electro-industrial suena mejor que el soporífero de Luis Cobos y que el country pop. Si el black metal nórdico no fuera socialcomunista no nos importaría, pero es que el rollo nazi no va con nosotros por muchos “chis” que nos metan en las vacunas que nos inoculen.

"Nosotros, como buenos granaínos, somos más de batidos Puleva de chocolate fresquitos".

Supongamos que se ha acabado la pandemia y estáis en un festival de música masivo. Os toca salir antes de un grupo muy famoso que hace un estilo musical muy diferente al vuestro. Empezáis a tocar y en las primeras diez filas veis que hay personas que llevan camisetas del otro grupo, totalmente clavadas al suelo para no perder la posición, bostezando, con un hilillo de saliva cayendo por la comisura de sus bocas. Algunos incluso están de espaldas al escenario o mirando al móvil ¿Esa imagen os corta el rollo? o al contrario ¿os estimula hasta el punto de pensar “lo vamos a dar todo hasta que se hagan fans de Eskorzo”?
¡Dios, qué pesadilla! Esa imagen es de lo peor, se os ocurren unas situaciones horribles. Claro que corta el rollo que estén pasando de ti. Se nos pasan por la cabeza mil maneras para hacer que despierten y salgan de ese sopor, como bajar del escenario y partirles la Les Paul del 68 en la cabeza. Por otro lado piensas: “joderos, que os vamos a hacer sufrir durante hora y media con nuestra música que no os gusta”. Afortunadamente, el truco es fijarse en la gente que de verdad está disfrutando con lo que haces, tocar para ti y esas personas e ignorar al resto, pero se pasa un mal rato, la verdad.

Seguís en el mismo festival, habéis acabado el concierto y os estáis relajando en el camerino. Una vez agotada la glorificación entre vosotros, salís a ver qué hay en el escenario. Veis a un tipo vestido de chándal y gorra tecleando un Mac y petándolo mucho. El individuo habrá destinado no más de diez minutos para hacer la prueba de sonido (en el caso de que la haya hecho), no ha cargado ni un amplificador, no se ha peleado con la compañía aérea para poder subir a cabina una Les Paul del 68 y sin embargo ahí lo tenéis; desatando el delirio y la elevación de miles de personas. Ante esta imagen, alguna vez os habéis preguntado ¿nos hemos equivocado de estilo?
Lo que nos pasa en esos casos es que nos da mucha pena por el pobre tipo con gorra y chándal. Nos imaginamos lo solo que se debe sentir viajando por el mundo sin más compañía que su ordenador portátil y su chándal. Lo solo que se debe estar por la noche en la suite individual del hotel de cinco estrellas contando la montaña de dinero que gana sin poder repartirla entre los demás miembros de su individual banda y sin poder sentir la indescriptible experiencia de dos buenas horas de prueba de sonido eterna. Pobre.

Queremos que critiquéis a los críticos musicales de este país ¿Qué virtudes y defectos veis en ellos? ¿Qué es lo más hermoso y lo más horrible que os han dicho los plumillas?
Hay muchos críticos muy bien preparados y documentados, que saben de lo que hablan y se han currado la entrevista o la crítica que te hacen. Luego hay algunos que no tienen ni la más remota idea de música, escriben en la sección de cultura porque la de deportes o la de los toros ya está ocupada, de los que te preguntan “Para quién no conozca a tu grupo, ¿cómo os describiríais? ¿Qué nos vamos a encontrar en este disco?” y les tienes que responder… “No sé… ¿canciones?”. Y hay una tercera categoría que son “Los pedantes”: son de los que menos te encuentras, afortunadamente, que van de entendiditos y les gusta joder, que se creen que por ser crueles en una crítica van a demostrar tener más criterio y estilo. A esos, con una cabeza de caballo cortada y sangrienta en su cama para cuando despierten antes del desayuno se les bajan los humos rapidito.

ColaCao o Nesquik? Si queréis añadir otro tipo de polvos es cosa vuestra.
Nosotros, como buenos granaínos, somos más de batidos Puleva de chocolate fresquitos. Pero entre ColaCao y Nesquik, Colacao sin duda.

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