Joan Pons puede presumir de tener uno de los discursos propios más consolidados del panorama catalán. “Vol i dol”
(2010), obra conceptual sobre la vida y la muerte, redonda de pies a cabeza, ratificó este hecho de una forma que no admite duda posible. Si bien el largo fue su consolidación, las paredes que alzó para hacer del disco algo contenido, concreto y denso, acabaron por ser su prisión… “Me lo imagino como una nube negra. Me agotó. Éste es, en cambio, como un grupo de nubecillas pequeñas y repartidas”, explica “El Petit” entre sonrisas, reposado.
Por “éste” se refiere a “La figura del buit” y es imposible entender el ejercicio liberador que supone sin su predecesor… bien, y sin Mau Boada (Esperit!, Les Aus, Zeidun), “un ben parit” y pedazo de músico. “Medio disco es suyo. Cuando graba busca la magia en todo momento, la esencia… simplemente sabe dónde colocarse”. El de Guissona se deshace en elogios. No es para menos, él le ha ayudado a mirar por encima del muro: Motown, noventas, ‘groove’, arreglos para menearse, etcétera. “Sería imposible entender este disco sin la caja y el bajo. Es más, si los quitaras, te quedaría ‘Sargantanes al sol’”.
La verdad es que les ha quedado un cedé largo y accesible, con todo bien atado, eso sí. Presten atención sino a la historia tras la tipografía de portada. “Queríamos trabajar la simbología, como la que se pone en las naves espaciales por si una forma inteligente de otro planeta las encuentra; aunque la nuestra es de un libro de quesos que se utilizaba en el siglo XII. ¿Para qué? Bueno, si los extraterrestres encontraran nuestro disco entenderían que… somos buena gente”.
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