Nacer en Las Vegas no implica vivir del espectáculo. Aunque, sí invita a soñar con formar parte algún día de este. Shamir creció en un entorno humilde, en los alrededores de la gran ciudad, al margen de todo vicio. Pero, nunca fue un ser conformista e intentó marcar la diferencia desde sus orígenes. “Era bastante duro, aburrido y se hacía cuesta arriba para un chico que quería dar más”.
Shamir entró en la industria de la música con “Northtown”, un EP que recibió una gran acogida y que marcaba los principios de un artista con ganas de revolucionar el sistema. Ahora, abre las puertas por completo para resolver nuestras dudas y lanzar “Rachet” (XL Recordings/Everlasting,15), su LP debut. Un disco preparado para quemar la pista de baile, que combina el minimal, con el hip hop y el pop de la forma más adictiva posible. Pero, a su vez, no abandona sus raíces. “Mi familia es la base de todo. Ellos me inspiraron para crear música”.
Su estética es de todo menos simple y consigue que no puedas apartar la mirada cada vez que aparece en escena. Ha conseguido reflejar su personalidad a través de un estilo andrógeno que reta a los más modernos del lugar. “Nos es algo que planifique, es algo que está en mí. Para mí el es estilo es muy importante. Me visto como me siento, es una forma de expresar todo lo que tengo en mi interior”. Aún así, reivindica que en sus planes no esta el de convertirse en una diva, o algo por el estilo. Si hay algo que le una a este concepto sería simplemente su capacidad para destacar sobre el resto de productos con los que compite actualmente en el mercado. “Me da miedo la fama. Es verdad que hay gente que se lo ha ganado y es buena. Pero, muchas veces se crean artistas demasiado rápido, sin tener en cuenta su personalidad”.
Alex G, Krill, Billie Holiday, Always, Nina Simone y algo de punk. Las influencias de Shamir a la hora de construir su propio universo son muchas. Un eclecticismo que remarca su interés como una nueva figura a la que seguir y que nos puede dar muchas alegrías en el futuro. Aunque, por su parte, prefiere vivir el presente y no pensar hacia dónde irá su trayectoria. “No espero nada del futuro, que venga lo que tenga que venir”. Solo 21 años, sangre fresca, un espíritu gamberro y una gran facilidad para que sus temas sean tan pegajosos como cañeros. El título de rey de la pista le estaba esperando.
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