A primera oída, su forma de cantar –histriónica como la de Jello Biafra, delirante como la de Mike Patton, exótica como su ancestralidad armenia le ordena– le despegó por completo de los vocalistas de las bandas contemporáneas a la suya.
System Of A Down aparecían decididos a romper las reglas del por entonces reinante nu metal, que, como todo género exitoso en MTV, comenzaba ya en 1998 a generar clones de Korn y Deftones de dudosísima calidad. Los de Tankian subían el nivel con una gran carga de compromiso político, canciones tan disruptivas como contagiosas y un sonido totalmente abrasivo. Y lo más curioso fue que aún siendo unos bichos raros, lograron un éxito descomunal y que muchos chicos del mundo supieran qué era Armenia, entre otros méritos. Más tarde esos mismos chavales sabrían qué fue el Genocidio Armenio y a muchos otros se les abrieron los ojos luego de leer “Understaing Oil”, la carta que Tankian escribió sólo dos días después de los fatídicos atentados del 11-S en Estados Unidos, intentando explicar razones para semejante acto y al mismo tiempo haciendo una serie de preguntas incómodas (léase antipatrióticas, para muchos).
Para muchos la banda sonora de ese “antes y después de” fue el clásico “Toxicity”. System Of A Down amueblaban cabezas y las desnucaban al mismo tiempo. Es que, claro, Tankian se define (y es) tan artista como activista. Veinte años después el hombre viene teniendo un año intenso en su producción artística, ya que aparte del EP “Elasticity”, también ha puesto en circulación su documental autobiográfico “Truth To Power”. Este tipo de ejercicios en los que alguien decide mostrar su historia pueden despertar distintas sensaciones al comienzo: “¿quién es este para contarme de qué va con todos los dramas por los que pasé yo en mi vida?”, podríamos pensar y sería válido. Pero, creedme, ese razonamiento no aplica en este caso. “Truth To Power” detalla un periplo fascinante en el que Tankian abre las puertas de su casa (literalmente), pero más importante, abre su cabeza y corazón contando la historia desde un espacio de humildad.
"Siempre digo que las redes sociales son como un destornillador. Puedes usarlo para construir algo hermoso, un edificio o lo que fuera, o puedes clavárselo a alguien en el puto ojo".
Desde sus comienzos musicales (con imágenes maravillosas de archivo) a ser parte de la campaña por el reconocimiento del Genocidio Armenio de 1915 por parte de Estados Unidos y también a actuar en la Revolución de Terciopelo en Armenia en 2018, en la que participó activamente ganándose el cariño y respeto de buena parte del pueblo de sus abuelos. Todo este material, incluyendo imágenes del primer concierto de System Of A Down en la plaza principal de Yerevan, corporiza las piezas de un puzzle de una vida realmente interesante. Y eso sin mencionar todavía su carrera solista en la que conviven discos de metal y rock, óperas, tratamientos sinfónicos, colaboraciones de renombre, soundtracks, etcétera.
De todo esto (y más) intentamos hablar en una sesión de Zoom de la que cada segundo ha merecido la pena. Serj se conecta a la reunión en el momento exacto y con una sonrisa sincera pronuncia mi nombre. Está en el estudio de su casa, se ve su equipamiento rodeándolo. Vamos al grano de inmediato porque el tiempo en Zoom es tirano.
Al margen de que la música de “Elasticity” se pensó originalmente para System Of A Down, ¿por qué decidiste lanzar un disco de rock? Quiero decir, ¿cómo eliges la dirección musical que un proyecto tendrá en el momento en que comienzas a trabajar en él?
Las canciones me salieron hace cinco o seis años. Originalmente no estaban pensadas para System, simplemente se me aparecieron. Algunas de ellas tienen definitivamente un carácter punk rock, como “Electric Yerevan”, “Elasticity” y “Your Mom”, eso me hizo sentir que podían ser potenciales canciones de System. Hablamos con los chicos de la banda sobre hacer un disco y comenzamos a familiarizarnos con las canciones, ellos con las mías y yo con las de ellos. Ellos en Los Ángeles, yo en Nueva Zelanda. En cualquier caso, surgió que no estábamos congeniando creativamente hablando. Sabes, los cuatro miembros debemos estar de acuerdo en cuanto a la dirección de la banda; yo tengo mis ideas de lo que la banda debería ser, del futuro, etcétera. Así que simplemente seguí trabajando las canciones por mi cuenta y las edité en este EP.
Cualquiera que se pasee por tu discografía podrá ver que editaste música con muchos enfoques distintos. ¿Por qué siempre los publicas bajo tu nombre más allá de que suenen muy distintos entre sí?
Es cierto. Por ejemplo con mi sinfonía. Bueno, eso lo hice con mi disco de jazz, con el grupo Jazz Iz Christ, que fue un esfuerzo de colaboración con algunos músicos increíbles. Pero respecto a tu pregunta, realmente soy yo en todos ellos, no son colaboraciones, son discos que yo escribí en su totalidad ¿Por qué no pondría mi nombre en una sinfonía pero sí en un disco de rock? ¿Es menos valiosa que un disco de rock? No. Así que no me importa si la gente se confunde, ese es su problema, no el mío [risas].
Es muy bonito que hayas escrito una canción como “Rumi” para tu hijo. ¿Fue difícil para ti publicar algo tan sentimental e íntimo?
No, la verdad es que no. Siempre cuento la historia de que mi piano está en el salón de mi casa. Entonces cuando toco, Rumi está siempre por allí. Está canción tiene unos cinco años, así que en aquel momento él era muy jovencito. Siempre andaba por allí jugando con sus cartas, Legos o lo que fuera. Yo tocaba algo y él hacía sonidos. Yo mencionaba su nombre y él reaccionaba a eso, así es como orgánicamente surgió el demo de una canción sobre él porque yo hacía cosas para tener su atención y hacerle reír. Luego pensé que sería interesante unir esto con la razón por la que le llamamos Rumi, que fue por el poeta sufí Yalal ad-Din Muhammad Rumi, quien con su mensaje de amor dió al mundo valores hermosos y universales, lo mismo que hace un padre con su niño a una edad temprana.
¿Cómo te sientes hoy en día respecto a tu carta “Understanding Oil”? ¿Qué sentiste en el momento de dar click para publicarla aquel 13 de septiembre de 2001?
Cuando sucedió el 11-S me pilló con la guardia baja, como a la mayoría de los estadounidenses. Me hizo sentir muy inseguro, no supe bien qué pensar, así que la mejor manera para mí de lidiar con aquello, sobre todo a nivel psicológico, fue escribiendo mi sentir. Pero no fue sólo expresar mis sentimientos sino intentar entender cómo algo así pudo pasar. Ir a la raíz de la causa, ¿sabes? Y finalmente por hacer esto, terminé indirectamente criticando la política exterior de Estados Unidos durante los cincuenta años anteriores al 11-S. Hablando de la promoción de dictadores en el Medio Oriente, cuando se supone que lo que Estados Unidos hizo siempre fue exportar democracia, pero claramente no lo estuvieron haciendo, sino que hicieron lo contrario. Nunca les importó si las naciones eran democracias o dictaduras, sólo querían sus recursos. La política exterior es brutal, así que intentaba mostrar eso y al mismo tiempo aclararme cuestiones a mí mismo. También estaba la idea de, mediante un frente multilateral, buscar a los responsables de esto y llevarles a la justicia, mientras que el enfoque de George W. Bush fue invadir países que nada tenían que ver con esto, como Irak. Yo quería que eso se evitase. Leyendo el ensayo ahora, me resulta un texto sobrio. Se ha usado en muchas universidades como objeto de estudio, pero en el momento tuvo reacciones muy fuertes. ¿Qué siento al respecto? ¡Nada! ¡Yo hago esto todos los días! Escribo sobre lo que pasa alrededor del mundo, sobre Brasil y Bolsonaro, sobre Venezuela, España y Cataluña, ¡Bielorrusia, Armenia, Israel, Rusia! ¡No es sólo Estados Unidos! Soy un activista por la justicia y siempre estoy en busca de la verdad y la realidad sin filtro. Busco la justicia a través de la verdad. Así que no sentí nada en especial en ese momento.
"Es horrible ver como dos dictaduras se cargan una revolución hermosa como la que vivimos en 2018".
Personalmente esa carta me abrió mucho los ojos. La última frase me marcó: “No puedes detener a alguien que está dispuesto a morir”.
Es un placer que me digas esto. Gracias.
Tras ver tu documental, llama mucho la atención lo bestialmente popular que eres en Armenia. ¿Vives este hecho como algo natural o sorprendente?
Creo que la razón por la que, no sólo yo, sino mi banda System Of A Down somos tan populares en Armenia es por nuestra campaña para que el Genocidio Armenio sea reconocido. Es una búsqueda muy personal porque nuestros abuelos fueron supervivientes de eso, así que para nosotros no es ni político: es personal. Por eso la gente del país nos respeta, incluso las señoras mayores, que jamás escucharían a System Of A Down o mi música. Y lo hacen porque saben que hicimos algo bueno por Armenia aunque nunca hayamos vivido allí. Luego todo se volvió más intenso porque yo he criticado al gobierno armenio, porque soy un activista. Esto fue antes de la Revolución de Terciopelo de 2018, que fue una revolución pacífica. Antes de esto el país era muy corrupto. Así que critiqué al presidente cuando fue reelegido, lo hice mediante cartas abiertas, etcétera. La gente apreció aquello. Y luego cuando la revolución sucedió, fui a Armenia y fue un gran placer notar que la banda y su música eran de algún modo una pequeña parte de ese acontecimiento, de ese cambio progresivo. Hoy, desafortunadamente, dos años y medio después, aquel punto alto ha bajado mucho por los ataques turcos y azerbaiyanos en Artsakh. Hay una guerra con una catástrofe humanitaria. Y la codicia con la que nuestra nación está lidiando hoy día y el cuestionamiento que está sufriendo el actual gobierno revolucionario hacen que sea un momento muy duro, muy complicado en Armenia ahora mismo. Es horrible ver como dos dictaduras se cargan una revolución hermosa como la que vivimos en 2018.
El hecho de que las redes sociales hayan sido tan importantes en la revolución armenia de 2018, ¿crees arroja luz sobre su uso? Porque parecen más una herramienta creada para manipular a la gente.
Siempre digo que las redes sociales son como un destornillador. Puedes usarlo para construir algo hermoso, un edificio o lo que fuera, o puedes clavárselo a alguien en el puto ojo. Las redes sociales son una herramienta hecha por los humanos para ser usada, y se usa con propósitos muy negativos: bullying, desinformación, información falsa, “guerreros del teclado”, robos y todo eso. Pero también hay aspectos positivos: puedes ver a los hijos de tus amigos en Instagram, verles cómo crecen, etcétera. Yo no obtengo noticias desde las redes sociales. El problema es que las personas no deberían obtener su información desde allí: por algo se llaman redes “sociales”. Consigo mis noticias desde medios especializados, verificables, y aún así, los investigo, busco saber quién está detrás, qué gobiernos pueden estar involucrados y ese tipo de cosas. Pero al menos son fuentes de noticias verificables.
Facebook Live fue usado como una herramienta por Nikol Pashinyan (quien es ahora el Primer Ministro de Armenia) y sus seguidores en la Revolución de Terciopelo. Se pusieron de acuerdo en qué hacer mediante esa herramienta. Así fue como bloquearon las intersecciones de las calles con buses en todo el país. Se convirtió en algo divertido, una revolución cultural. Ese uso de las redes fue muy efectivo y fue casi por accidente. Tenemos una película llamada “I’m Not Alone”, es un film premiado, un documental sobre esta revolución, se lanzará este año, y muestra cómo se llevó a cabo, cómo se logró esta tarea increíble. Creo que muchos movimientos alrededor del mundo pueden aprender de esto. No hace falta usar la violencia, terminar arrestado o muerto. Puedes ir por todo tu país ejercitando tu habilidad para abstenerte a seguir sus reglas. Y hacerlo de una manera no-letal. Es una buena forma de abrumar a las autoridades: ¡siempre hay más gente que policía, líderes políticos, gobernantes o militares! Entonces si la suficiente cantidad de gente realmente se activa, no hay forma de pararles. La cantidad de gente que hizo esto en Armenia es equivalente a treinta y cinco millones de personas manifestándose contra Trump en Washington DC. Eso lograría que Trump dimitiera en cualquier situación.
Respecto a System Of A Down y tomando nota de todos los problemas que la banda tiene para hacer nueva música, y por otro lado viendo el enorme éxito que tuvisteis haciendo música no comercial, ¿cuáles son tus sentimientos instantáneos cuando piensas en la banda?
Amo todo lo que logramos. Creo que es mágico. Hay un hilo musical que une a los cuatro. Es muy único y creo que no puedes cambiar esta fórmula en ningún sentido, creativamente no sería jamás lo mismo. Estoy súper orgulloso de que nos hayamos juntado para las dos canciones que lanzamos el año pasado, “Genocidal Humanoidz” y “Protect The Land”, durante la guerra de Artsakh, en la que no sólo se atacó con armas, sino también con desinformación y bots de redes sociales. System fuimos capaces de intervenir allí y obtener información de la gente. Ahí dijimos: “Hey. Estos jóvenes armenios están siendo asesinados mientras protegen a sus familias que están unos kilómetros detrás de ellos, en tierras en las que vivieron durante dos mil quinientos putos años”. Y esto no se publica en la prensa porque hay intereses de Shell y otras empresas británicas y alemanas en Azerbaiyán, hay entramados con naciones europeas. Peleamos contra eso y también generamos fondos para las ayudas humanitarias.
Esta es estrictamente musical. Colaboraste con un par de músicos con quienes hubo muy buena química: Larry LaLonde, guitarrista de Primus, y Mike Patton. ¿Qué recuerdas de esos momentos?
¡Oh, sí! Los dos son tipos muy divertidos. Larry es alucinante. Un guitarrista fenomenal y una persona increíble, muy gracioso. Giramos juntos por un tiempo con “Elect The Dead”, mi primer disco en solitario. Fue realmente genial contar con él en el camino. Es una persona muy liviana, no se toma las cosas en serio, para nada ¡Creativamente es impresionante! Los sonidos que hacía en el escenario era como “¿¡Qué coño estás haciendo!? ¿¡Es eso una guitarra?!”. En cuanto a Patton, es un tipo genial y una gran influencia para mí como cantante. Él me enseñó, de una manera muy Frank Zappa, que la voz puede ser un instrumento, que no tiene que ser siempre “el cantante”, sino funcionar como un instrumento más. Amé a Faith No More toda mi vida y también su música en solitario. Nos hicimos amigos, fuimos de gira juntos e hicimos aquella canción para la banda sonora de una película de Ridley Scott.
Última: ¿Recuerdas algo de aquel accidentado concierto de System Of A Down en el Festimad de 2005?
¡No algo, recuerdo todo! Nos quedamos sin agua ni comida en el backstage, uno de los escenarios colapsó. La gente estaba loca, había coches incendiados y no nos podíamos ir ¡Qué coño está pasando aquí! [risas]. Se suponía que nuestro show era a las once de la noche o algo así y terminamos saliendo a tocar a las tres o cuatro de la mañana. Lo que más recuerdo, que es algo que me duele hoy día porque Keith ya no está entre nosotros, fue que cuando terminamos, The Prodigy tocaban después de nosotros, y recuerdo ver venir a Keith después de nuestro set, lo cual fue posiblemente a las cinco y media o seis de la mañana, se le veía exhausto, aún antes de comenzar a tocar, y yo le dije mientras chocábamos los cinco: “Tío, suerte con esto”. Fue muy fuerte, nunca me olvidaré de ese concierto.
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.