Últimamente han tocado con figuras como Roy Looney o Cheetah Chrome. Sin prisa pero sin pausa, han publicado algún single, aunque no se metieron en harina hasta dar con “la mejor formación” de su historia: a Fumai (bajo) se le sumaron Fosy (batería) y Jorge Colldan (guitarra), en cuyo estudio Quadraphonic de León han grabado "No cambies siempre" (Folc Records, 2015). No han buscado fórmulas diferentes porque “el sonido lo ponen las propias canciones”. “Suena a Señor No con unas cuantas canas más”, proclama Xabi en un guiño al color de su hirsuta melena.
En su quinto trabajo de estudio, “sin duda el más currado” del grupo nacido en 1993, sigue mandando el punk rock pero sin la urgencia de antaño: la base rítmica no es tan acelerada, hay más espacio para los matices y los temas ya no duran dos o tres minutos de media –alguno incluso se acerca a los seis-. “Supongo que con el tiempo no hay tanta prisa, ni siquiera para terminar las canciones”, dice el vocalista, a quien no le preocupa que este hecho socave la energía de su música: “Al contrario, la intensidad y la prisa no se llevan nada bien”.
A la tríada de guitarras-bajo-batería, los donostiarras han añadido vientos, sitar, piano y chelo en un jugoso disco que arranca a bocajarro con ‘Inherente’, ‘Como una pompa de jabón’ y ‘Flores’, un mantra alucinante. Antes de la intensa ‘A veces no’, llega ‘P.U.M.C.A.’, acrónimo de Por fin Una Maldita Canción de Amor, pero también hay un instrumental explosivo (‘Whisky, putas y humo’) y versiones festivas de Big Sandy & His Fly-Rite Boys (‘The Great State of Misery’) y de Dogo y los Mercenarios (‘Qué bien me lo paso’). La despedida llega “al galope” con ‘No cambies siempre’, glorioso y épico broche de un álbum para bailar, vociferar y corear hasta que las greñas se nos vuelvan blancas.
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