Tengo entendido que la primera versión en gestarse de las incluidas en este disco fue la de “Marta”, relectura del “Martha” de Tom Waits. ¿Cómo surge y cómo fue la elección de las voces invitadas?
Al principio no quería ni hacer el disco. Quedé con Vicente Martínez (responsable de la editora Songsforever) y le dije que quería mantener bajo el perfil de Senior i el Cor Brutal en los próximos tiempos, porque la gente estaba hasta las narices de nosotros. Hemos ido a disco por año en los últimos tiempos, y yo también necesitaba un descanso. Yo quería estar tres años sin editar nada, también porque quería hacer cambios en el sonido, en la estética, en la intención musical... pero los cambios se hacen con evoluciones, no de la noche a la mañana. Vicente me dijo que estaba loco, qué cómo iba a estar tres años sin publicar nada, que eso no podía ser. Y me dijo que molaría hacer un disco de versiones, que al fin y al cabo es algo -las versiones- que hemos hecho mucho siempre. Para recopilatorios, en directos... sobre las cincuenta. Al cumplir diez años como banda, me propuso que fueran diez versiones. Yo lo amplié a doce, porque todos mis discos tienen doce canciones. Hice una selección y elegí doce que habíamos tocado con la banda bastante, y que nos era más fácil grabar. Luego le pregunté a Luis Martínez (productor) cómo lo íbamos a enfocar, porque yo quería que tuviera más teclados, que fuera menos Neil Young y más Tom Verlaine. Un poco más moderno. Nos hemos fijado mucho en Death Cab For Cutie y en grupos como The New Pornographers. El sesenta por ciento del “Brill Buisers” (14) de estos últimos lo registraron con un Ipad, por ejemplo. Estamos oyendo mucha música electrónica ahora mismo, y pensamos en hacer este álbum de una manera distinta. Luego, en casa, repasando las canciones, me di cuenta de que “Martha” no podía cantarla bien. No podía llegar, ni por asomo, al meollo de la canción. Así que fue tan fácil como llamar a David Carabén (Mishima), y me dijo “grabo”. Yo no tenía dinero para pagarles las colaboraciones, pero les ofrecía a todos venirse aquí a Valencia una noche y con todo pagado. Si a un músico le dices eso, se envalentona, se viene arriba (risas). Y eso es lo que hizo. Luego me encontré con la de The Jesus And Mary Chain, “Happy When It Rains”, que la canta Jaume Plá (Mazoni) con Judit Casado (Euro-Trash Girl), como “Feliç quan plou”, y fue igual de fácil. Y entonces lo vi claro. Porque se da la casualidad de que todos ellos, todos los músicos que colaboran, llevan años haciendo música estilísticamente anglosajona pero en su idioma. Mishima Mazoni, Love Of Lesbian, Standstill, Aina... todos llevan haciendo desde (aproximadamente) 1995 lo mismo que nosotros nos pusimos a hacer en 2005. Ya tenía mucho camino andado, y era consciente también del lado comercial del asunto. Pero sobre todo es una celebración, una prueba de que si una canción es buena, ya puedes darle vueltas que funcionará. Algunos músicos me dijeron que no, por una cuestión de permisos, claro.
Según la hoja de prensa, la maniobra pretende sonar menos a Neil Young y más a Paddy McAloon...
Sí, Prefab Sprout también me han gustado siempre.
Supongo que también por la gran variedad de tratamiento sonoro de cada canción. ¿Crees que es vuestro disco más heterogéneo, más diverso?
Yo creo que “Gran” (Malatesta/La Casa Calba, 11) era más variado. Me gusta pensar que hemos conseguido una especie de homogeneidad en el sonido. El tracklist final no estaba pensado así, en un principio iba a ser todo alt country. Meter a Courtney Barnett o a The New Pornogaphers le da un rollo distinto a lo que habíamos hecho antes.
Creo que la versión de Rodrigo Amarante, “El vell y el jove”, es la única que se había publicado discográficamente hasta ahora, aunque fuera a medias con La Muñeca de Sal en el disco “La Muñeca de Sal y Los Profetas” (Sinedín, 13), publicado junto con el número de mayo de aquel año de la revista Rockdelux. ¿Es una canción fetiche para ti, por su propia letra y lo que puede significar como declaración de intenciones?
Sí, solo con el nombre ya... es de la época de Los Hermanos, primeros noventa, y a mi me impactó mucho. Cuando he tenido ocasión de hablar con Rodrigo me decía que es autobiográfica. ¡Es autobiográfica para todos! Somos una generación que estamos así, con el peterpanismo este asqueroso, aunque en verdad la canción también explica un poco ese patetismo personal de no querer tomar decisiones. Me pegó muy fuerte la canción, lo explica muy bien todo, y eso que es en un idioma que no domino, como el portugués.
El único que canta una canción propia es Manu Ferrón, y además lo hace en catalán, en “Reina d'Anglaterra”. ¿Fue fácil? Me refiero a lo de cantarlo y hacerlo en catalán, a ambas cosas...
En el momento cero me dijo que sí. Manu es una joya. Es como un nene pequeñito, tiene esa ausencia de miedo y la curiosidad de los niños. Dice que le costó mucho, pero si oyes la pista en la que solo se le oye a él, está bien. Cambiamos algunas partes de la letra y algunos compases de la primera estrofa, para poder encajarla. Pero él ha sido súpergeneroso.
La elección del “Maggie” de Cracker, que aquí es “Cari”, con la voz de Maria Arnal, es una de las elecciones menos obvias, ya que no es precisamente uno de los temas emblemáticos ni más sobresalientes de la carrera de David Lowery y cia...
Cuenta una historia muy chula y tiene una melodía perfecta. También me gustaba “Sick of Goodbyes”, pero no la podía trocear en valenciano. Y cuando estuve sacando la letra, vi que a Maria le iba nuy bien. Al final son todas canciones de amor.
Bueno, pero “El poder de voler” (Malatesta, 14) también era un disco de canciones de amor, aunque visto desde otro prisma...
Sí, pero nunca he dicho tantas veces la palabra amor en un puñetero disco. Me ha costado mucho tiempo ver que otra gente lo hace y hacerlo en mi idioma me permite ponerme en su lugar, como si no lo hiciera yo. Como hacer un impersonator. Porque yo, cuando estoy en casa haciendo las canciones, me creo que son mías. Cuando hago una versión igual estoy dos semanas en las que no oigo más que esa canción. Y entras como en un estado de vivir dentro de la canción, estás ahí totalmente absorbido y ves toda tu vida a través de los ojos de esa canción.
Fue emocionante la interpretación de Maria Arnal, ¿no? En la hoja reconoces que te hizo llorar.
Fue impresionante. Un lujo. Todo ha sido un lujo. Yo luego he doblado muchas voces, Me he puesto en la piel de Clara Andrés, de Lluís Gavaldà (Els Pets)... he cantado en todas menos en la de The Jesus And Mary Chain, que no podía. Me ha gustado mucho meterme en la piel de todos ellos, que son cantantes muy solventes. Pero el caso de Maria es un poco especial porque ahora está más pegando el pelotazo, aunque tenemos amigos comunes de antes.
¿Hasta qué punto la contribución de Luis Martínez, quien lleva tiempo siendo vuestro productor de cabecera, ha sido importante en la orientación de las canciones?
Luis es una de las tres patas, junto a la letras que yo he hecho y a la parte instrumental que es el Cor Brutal. Yo tenía clara la dirección del disco, pero Luis la ha concretado y el Cor Brutal ha terminado por rematarla, con especial mención al curro que se ha pegado Endika Martín con los arreglos de guitarras y teclados. El enfoque, el sonido y la producción le corresponden a él, a Luis. Yo hace mucho tiempo que ya no busco productores. Ni discográficas. Solo busco público a partir de estos factores.
¿Eres de quienes piensan que no vale la pena hacer una versión si al final prácticamente vas a calcar el original?
En líneas generales, así es.
Por ejemplo, la que hicieron los Pixies de “Head On” (The Jesus And Mary Chain). ¿Qué opinas de esa versión? Precisamente esa creo que no es ni un alejamiento total ni es una copia, está en el punto intermedio justo, porque supone un cambio pero preservando a la vez la personalidad del versionado y la del versionador...
Pues yo creo que hemos intentado hacer eso, más o menos. Creo que no vale la pena hacer una que se parezca mucho al original. Tienes que darle tu punto, pero conservando el espíritu con que fue creada. Puedes hacerla clavada al original o puedes hacer como Gigatrón, que es perfectamente válido. Y entre medio hay un punto tan subjetivo que es lo que hace que... yo parto de que hay que creerse la canción. Y creo que en este disco todos los cantantes se las han creído. Todos tenemos algún recuerdo de algún amor platónico de nuestra juventud al que podamos asociar con la “Martha” de Tom Waits, como le ocurrió a David Carabén.
¿Por qué afirmas que alguien que tenga solo 20 años difícilmente puede abordar una canción como “Nascut en un so” (“Born With A Sound”, original de The New Pornographers), el tema interpretado junto a Núria Graham?
Porque explicita que el amor es el camino, que parece un mensaje cristiano. O de anuncio de El Corte Inglés. Y en cambio, Dan Béjar lo mete ahí de una forma que yo me lo tragué doblado. También era curioso ver cómo Núria Graham, que por edad podría ser mi hija, cantaba esas estrofas tan cursis.
Dices también en tus comentarios acerca de cada una de las canciones, en la hoja promo, que “Soledat Il.lustrada” (versión de “An Illustration of Loneliness”, de Courtney Barnett), con la voz de Joan Pons (El Petit de Cal Eril), puede avanzar cuáles será los siguientes pasos de Senior i el Cor Brutal. Su sonido no tiene nada que ver con el de “El poder de voler” (Malatesta, 14), desde luego.
“El poder de voler” fue también un ejercicio de estilo. Como si quisiéramos poner a Superchunk y a Guided By Voices a todo trapo. Ese tratamiento, el de esta canción, fue iniciativa de Luis (Martínez). A mí me recuerda un poco a Devo al principio, ese sonido tan quebrado de ellos, que no tenían curvas, eran todo esquinas. Me recuerda a eso. Es una canción complicada de versionar, porque Courtney Barnett frasea y nadie lo hace como ella, con tal naturalidad, al milímetro, y Joan Pons ha hecho un gran trabajo ahí. Creo que al final las guitarras no son tan importantes.
Me llama mucho la atención la forma en la que, en la última pista del disco, enlazas dos canciones de Devendra Banhart que son de dos ábumes suyos distintos: “Body Breaks” que es de “Rejoicing In The Hands” (04) y “Heard Somebody Say”, que es de “Cripple Crow” (05). Ambas encajan en esa secuencia, y parece que las tuvieras perfectamente pensadas para cerrar el disco, con la voz de Mireia Vilar y luego también la de Pau Vallvé.
Es la misma progresión de acordes. Y estaba claro que sería la última. Acabar un disco de amor con la frase “no queremos morir” repetida, representa ese aferrarse a la vida, ese entender la vida como producto del amor. Esa idea conceptual me parecía muy buena.
También recuperas una canción de las que interpretabas con Eef Barzelay en aquel proyecto escénico llamado “Cutting Out The Atlantic”, en 2015, en el que cada uno tocaba canciones de otro sobre el escenario. ¿Por qué aquello nunca se concretó en un disco?
Hicimos una Little Canyon Session (en los estudios Little Canyon de Luis Martínez), que está ahí guardada y no sé cuándo verá la luz, pero no. Mi idea era grabar un disco, pero cayó en una coyuntura en la que para Eef era todo lo contrario. Antes de meternos en ello, yo sabía que él no estaba muy bien de dinero, no encontraba buenos bolos, había vendido su casa de Nashville y decidió sacar algo de dinero vendiendo un par de canciones para un anuncio de yogures, cuya marca llevaba un magnate. Cuando vino aquí, estaba un poco en lo alto,y vino porque había quedado conmigo, pero al final no fue lo que habíamos pensado en un principio.
Comentabas en una entrevista, al hilo de esos guetos en los que a veces pueden estar inmersos todavía algunos agentes culturales valencianos (y que ocasionó cierto revuelo), que el hecho de no vivir de la música te permite decir algunas cosas que otros quizá se callen. Pero si tenemos en cuenta el hecho de que, en este país y a cierto nivel, prácticamente nadie puede vivir de esto, llama la atención que seas de los pocos en decir abiertamente lo que piensan sobre aquel y sobre otros asuntos. En cualquier caso, no sé si alguna vez te arrepientes de decir algunas cosas en público, en vista de las reacciones de algunos.
No me arrepiento demasiado. Y puede que parezca que a veces digo las cosas sin pensar, pero sí que las pienso previamente.
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