Christian Senra era todavía un adolescente cuando lideró Christ Divides, banda a la que luego sucedió Demonhigh, con un pelotazo de garage rock como "Corazón ardiente" (15) que parecía ponerles en la senda de Novedades Carminha. A la vez, trabajaba ya en solitario, convertido en una suerte de Mac DeMarco gallego con "Permanent Vacation" (15) y "The Art Of Self-Pressure" (17), donde ya aparecía algún apunte (especialmente "Pretty Empty", con Royce Rolo de Agorazein) que presagiaba el cambio que rubrica este "Sensaciones", largamente esperado desde que hace un año y medio lanzara su primer adelanto, Nos dará alas. Un recorrido, despachado en unas líneas, que el vigués rememora con la sonrisa de quien, pese a su juventud, ya ha vivido mucho. “Me acuerdo de dejar el instituto con catorce años para hacer un disco. Imagínate mis padres… Grabar todos los instrumentos y también tocar mucho. Recuerdo perfectamente venir a Madrid en autobús para hacer un concierto y dormir en la calle. Al final eso es cierta experiencia. Hay mucho trabajo ya en lo que hice entonces, y de hecho estoy muy orgulloso de esas canciones, pero aún así de alguna forma tengo la sensación de que este es mi primer disco”.
"Por mucho que juegues con lo digital, no me mola que suene todo perfectamente cuadrado, que sea demasiado frío".
Un luminoso álbum de pop urbano en el que Sen Senra, afincado en Madrid desde hace un tiempo, trastea de forma personalísima con el soul, el R&B y la electrónica. “Este es un momento muy bueno para mí como artista, porque considero que estoy ubicado; no es que antes no lo estuviera, pero ahora creo que conseguí algo que era muy difícil: un sonido propio en el que siento que puedo jugar todo lo que quiera”.
Las referencias están ahí (Frank Ocean, Miguel, Stevie Wonder, las producciones de Quincy Jones…), pero sobre todo la determinación de no autolimitarse. “Si de repente quiero meter un sintetizador muy cabrón, lo hago, eso es lo que me gusta, no cortarme. A la hora de hacer música no pienso en nada más; cojo, subo a la nave y a volar”. La historia de "Sensaciones" –álbum terminado hace meses, aunque por diversas circunstancias no se ha publicado hasta ahora– arranca hace casi dos años, trabajando mano a mano con Anxo Ferreira (Novedades Carminha). “Ha sido una experimentación en muchos aspectos, no sólo en la música. Noto que crecí no solo como compositor o intérprete, sino también como productor. Vengo de la música en directo, de tocar la guitarra con la banda, y eso no lo quería perder. Quería coquetear con lo digital, cositas electrónicas, las 808 y todo eso, pero no perder la pureza y el groove del directo. Por mucho que juegues con lo digital, no me mola que suene todo perfectamente cuadrado, que sea demasiado frío. En 'Un puñao de sensaciones', por ejemplo, quería que la gente tuviera la sensación de un chaval en su casa con la guitarra y cantando, que no sonara gigante, sino chiquitito, que es como nació”.
Esa sencillez solo aparente también está en temas como 'Ya no te hago falta', priorizando la melodía de voz, con un papel absolutamente protagonista. “Es casi un cable a tierra de lo que soy, aunque luego puedo experimentar, porque me flipa hacerlo y lo haré todavía más, y probar todo tipo de cosas, como en Tal vez no sea suerte, con guitarras rockeras encima de un ritmo que es más común escucharlo en el hip hop. Fue un trabajo muy intenso de hacer las mezclas, quitar, poner… y el resultado creo que es el que tenía que ser”. La intensidad se reproduce en el apartado emocional, entregándose a un amor millennial que se escribe vía whatsapp, como ocurre en 86400 (“Si es que moría por verte / quiero besarte y morderte”), adornado de melancolía y puñales en el pecho: “Es casi un homenaje a las sensaciones en sí, a lo sentido y a lo que falta por sentir; el mensaje es que hay que abrirse y vivirlas, porque al final es una de las posesiones más fuertes que tenemos”.
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.