Nos atiende al otro lado del teléfono Pete Wiggs (teclista y ocasional productor), uno de los fundadores de la banda que puso en órbita su elegante indie de trazas electrónicas e influencias de los sesenta, con notable éxito. El trío ha cumplido el cuarto de siglo con buena salud, beneficiándose de una amistad sólida y también de tomarse las cosas con calma para no arruinar la magia. Desde hace tiempo publican discos y giran sólo cuando se lo pide el cuerpo, entre proyectos personales (como la reciente y estupenda recopilación de ácida psicodelia olvidada de los 70 “English Weather”) y obligaciones familiares. Todo afabilidad -“no estoy mal”, dice para empezar-, Wiggs se ríe mucho y no pierde ese encanto suave que caracteriza su música.
En primer lugar, me gustaría que me explicaras qué es eso de los Home Counties. He leído que son los suburbios más o menos acomodados del Este y Sudeste de Londres, pero tampoco lo tengo claro.
Sí, son unos condados que hay alrededor de Londres, aunque la definición ha cambiado un poco. Es donde Bob (Stanley), Sarah (Cracknell) y yo crecimos. Tienen una especie de mala fama, de ser un sitio, en primer lugar, aburrido. Un territorio en el que la gente tiende a no pensar en nada bueno (risas). Nuestra relación con ellos es bastante de amor-odio. Recuerdo con agrado mi niñez, pero siempre quise ir más allá, porque no dejaban de ser unos barrios residenciales de Londres. Tengo sentimientos mezclados al pensar en ellos. Los asocio también mucho a los años ochenta, a estar rodeado de gente con ideas mezquinas y muy de derechas. Pero, insisto, también tenemos muy buenos recuerdos de aquellos tiempos. Creo que al llamar así el disco, de alguna manera queríamos admitir de dónde venimos, aunque nos dé un poco de vergüenza (risas).
Siempre habéis dado mucha importancia a la huella que tiene la geografía sobre la educación sentimental. ¿Qué impacto tuvo en vuestra educación musical crecer en ese ambiente?
Sin duda, hay pocas cosas que hacer, pero eso puede ser bueno porque es más fácil que gravites hacia gente con tus mismos intereses. Simplemente porque hay menos personas. En Londres hay muchísima gente creativa, pero en lugares más pequeños es más fácil conocer a personas con similares intereses para hacer cosas.
¿Os ponéis a hacer los discos con una idea en mente o va surgiendo sobre la marcha?
Es una combinación. A menudo empezamos con un tema o un marco general que nos ayuda. Normalmente sale de un par de canciones. En este disco en concreto, Sarah había escrito “Dive” y “Take It All In” y las letras nos llevaban a un ambiente particular que a su vez nos condujo al tema. Tener algunas letras delante, en lugar de quedarte mirando una página en blanco, ayuda bastante a pensar en el título y el tema.
“Tenemos una relación de amor-odio con los Home Counties”
No es una novedad en vuestro caso pero se trata de un álbum largo y con una enorme variedad de estilos y arreglos, algo que habéis cultivado desde el principio. ¿Fue especialmente difícil de grabar? ¿Cómo elegís el estilo de cada canción?
Como vivimos en sitios diferentes -yo estoy aquí abajo en Brighton, Bob sigue en Londres y Sarah en Oxford-, tendemos a escribir las canciones por separado, y ésa es probablemente la razón de que haya sonidos tan diversos por ahí (risas). Sarah había hecho la maqueta de “Dive” con Shawn Lee (músico y productor norteamericano afincado en Londres). Le conocíamos desde hace tiempo pero nunca habíamos trabajado con él. Ella nos comentó que Shawn tiene un estudio estupendo con un montón de instrumentos y que además es un tío muy rápido -teníamos poco tiempo para hacer el disco, tres meses, cuando antes nos podíamos tirar una eternidad-. Algunos de los arreglos venían ya en las maquetas, y otros las probamos en el mismo estudio, en plan “vamos a meter ese juguete de plástico a ver qué tal”. Shawn ha tocado algunas cosas también. Al final, creo que aunque haya arreglos y estilos tan diversos, el hecho de que le eligiéramos como productor hace que el conjunto tenga coherencia.
Puede que sea mi impresión, pero el disco comienza muy luminoso y animado y acaba bastante más sombrío, con una canción como “Sweet Arcadia”. ¿Fue vuestra intención?
Creo que lo buscamos así, sí. Teníamos un montón de canciones que juntar y en un momento dado pensamos en términos de vinilo: que estaría bien que cada cara tuviera su propio carácter. Eso definió el ritmo, realmente. Me encantan los discos así, una cara de canciones felices y en la otra las oscuras. Discos en los que cambia el estado de ánimo.
¿Consideras “Home Counties” un compendio de todo lo que habéis hecho musicalmente?
No lo habíamos pensado, pero nos lo han dicho ya varias veces, y la verdad es que tiene un poco de todo lo que hemos hecho. Puede ser que sea porque el año pasado hicimos la reedición de “Foxbase Alpha” (Heavenly, 91) e hicimos una gira, porque en realidad nunca escuchamos nuestro material antiguo. Sí que es cierto que tiene ese toque aventurero o casi naíf de alguno de nuestros discos. “Foxbase Alpha” también es un disco con canciones muy diferentes. Puede que hayamos vuelto a escribir canciones del modo en que lo hacíamos entonces.
“El disco tiene un poco de todo lo que hemos hecho”
El año pasado se cumplían veinticinco años de aquel disco, y lo cierto es que hay pocos grupos con esta longevidad que no hayan sufrido ningún cambio. ¿Cuál es vuestro secreto?
Es una mezcla de cosas, pero lo más importante es que seguimos siendo muy buenos amigos. Nos caemos bien cuando salimos de gira (risas). No lo hacemos demasiado, y por eso lo seguimos disfrutando mucho. Creo que pasa lo mismo con los discos: dejamos pasar el tiempo suficiente entre ellos. Han pasado casi seis años desde el anterior. Grabamos sólo cuando llega el momento adecuado y tenemos buenas ideas. Nunca forzamos nada y creo que eso es parte del secreto. Además, cada uno hacemos música y otras cosas por separado. Bob (también periodista musical) escribe libros, yo hago orquestaciones y bandas sonoras. Estamos siempre ocupados. No es que estemos parados en una habitación delante de una ventana esperando el momento de volver a grabar con el grupo.
En todo caso, éste es vuestro noveno disco, que no está nada mal. Con la experiencia, ¿es más fácil escribir buenas canciones, o es más difícil porque no quieres repetirte?
Cuando trabajas con melodías y acordes es inevitable preguntarte a menudo si lo que estás haciendo se parece demasiado a cosas que ya has hecho o si es suficientemente bueno. Pero tienes que dejarte ir un poco, porque a veces lo que piensas que no merece la pena acaba estando bien. Es verdad que en ocasiones sientes cierto peso encima. Sucedió especialmente con el disco anterior (“Words And Music”), porque tuvo muy buenas críticas. En momentos así, piensas que quizá podría ser buen momento para parar (risas).
Sois una banda muy de los noventa, un momento dorado para la industria. ¿En qué ha cambiado el modo en que la gente se relaciona con la música?
Es curioso porque la música sigue siendo muy importante, y se hace mucha de todo tipo. Pero es verdad que esa relación ha cambiado. Tengo críos y lo veo. Mi hijo tiene catorce años y escucha cosas constantemente, pero no tiene en cuenta la música la misma manera que la veíamos nosotros. Es sólo algo más que está ahí, o que tiene cuando hace otras cosas. Por ejemplo, ni se le ocurre pensar en comprar discos, se limita a conectarse a Spotify. Quizá no siente esa obsesión que teníamos nosotros. Pero, bueno, en cierta manera está bien, aunque implique que sea más difícil ganarse la vida con ello (risas). Es verdad que ha cambiado y nos tenemos que acostumbrar. Si lo piensas, la actitud de nuestros padres hacia la música era también muy diferente.
“La UE no es perfecta, pero la alternativa que nos ofrecen da miedo”
En breve tocáis en el Primavera Sound. ¿Qué recuerdos tenéis de vuestros conciertos en España?
Es uno de los países donde más gusta lo que hacemos. Creo que la mezcla de música indie y electrónica que hacemos tiene algo que engancha a un determinado tipo de público español, es así (risas).
No sé si como melómano confeso disfrutas más de la música del pasado o de lo que se hace hoy. Lo digo porque seguís publicando recopilaciones estupendas, como “English Weather” (Ace, 17). ¿Cuánto disfrutas esta faceta?
Es muy divertido. Con ésta, en particular, estábamos un poco preocupados por si nadie pillaba el concepto (psicodelia progresiva británica de los primeros 70), pero al final ha salido muy bien. Estamos haciendo una de música francesa con el mismo planteamiento. Hago un programa de radio en Internet, supuestamente semanal -aunque no sale cada semana-, lo cual me hace seguir escuchando constantemente nueva música y también material antiguo.
No puedo terminar sin preguntarte por el Brexit y las implicaciones que tendrá para vosotros como ciudadanos británicos y músicos. ¿Cómo lo veis?
Pues los tres estábamos totalmente en contra, hasta que salió. Es curioso porque me parece que la Unión Europea no es perfecta, pero la alternativa que nos están proponiendo por aquí da miedo: es simplemente aislacionismo demente y un nacionalismo que odio. Ese tipo de cosas. En realidad nadie tiene ni idea de lo que va a pasar. Se ha fomentado un clima cuasi fascista de división entre la gente. No sé, es complicado.
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