SE NOS HA HECHO MAYOR
EntrevistasIggy Pop

SE NOS HA HECHO MAYOR

Redacción — 06-09-1999
Fotografía — Archivo

IGGY POP. Al frente de los Stooges creó el punk diez años antes de que éste naciera, llevó un estilo de vida salvaje hasta las últimas consecuencias y a sus cincuenta y dos años aún conserva la energía de sus veinte en los escenarios. Ahora ha tomado un respiro para reflexionar y le ha salido un disco introspectivo, «Avenue B», el mejor que ha firmado en muchos años. Está vivo de milagro, así que consideremos todo lo que venga de él como un regalo del cielo. Desde París, una confesión: Iggy Pop se nos ha hecho mayor.

París. Bonito escenario para encontrarse con Iggy Pop. A treinta grados de temperatura la arquitectura de la capital gala queda perfectamente recortada en el cielo azul, algo así como si los edificios fueran decorados de cartón piedra: París en dos dimensiones. Antaño hubiera sido pertinente entrevistar a la Iguana en el sucio Detroit o incluso en el Village neoyorkino, pero los tiempos de los Stooges ya quedan muy lejos: «Avenue B» es el encontronazo definitivo de la Iguana con la madurez artística. Tres spoken words en un solo disco no pueden ser fruto de la casualidad. Iggy se acerca al cantautor (Tom Waits, Nick Cave) y deja de lado al stooge que lleva dentro (¿para siempre?). Por ello, qué decir tiene que «Avenue B» es la mejor de sus últimas entregas (superior a «American Caesar», infinitamente mejor que el desafortunado «Naughty Little Doggy»). Es el reencuentro del artista consigo mismo o la toma de conciencia de que uno es artista, algo más que el mono anfetamínico que maltrata su cuerpo concierto tras concierto a riesgo de caer en la autoparodia. La ruptura con su esposa ha abierto un camino hacia la introspección, entre triste y esperanzadora. Torch songs que cantan -más bien hablan- a la desolación del hombre que ha sido abandonado («No Shit») y canciones de amor a su nueva novia («Miss Argentina»). En medio del trance sale con una chica nazi («Nazi Girlfriend»), canta en castellano («Español»), vuelve a ser el Iggy punk rockero de siempre («Corruption»), practica el minimalismo hip-jazz («Felt The Luxury») y aún le queda tiempo para versionear a The Who («Shakin’ All Over»). Apertura y cierre de un periplo emocional: existe un antes y un después en la vida/música de la iguana de Detroit. En su lujosa suite del Hotel Royal Monceau, me encuentro con un Iggy sereno, sobrio, aunque sin lugar a dudas, con el mismo Iggy chupado y envejecido de las fotos. Las arrugas de su cara contrastan con su cuerpo pequeño y fibrado. Nunca hubiera creído que sus ojos eran de un azul tan claro, su mirada franca y jovial me desarma. Hablemos del disco, ¿es realmente consecuencia de un estado emocional? «Absolutamente, cuando terminé mi anterior álbum («Naughty Little Doggy») me sentía incapaz de volver a cantar. No quería convertirme en la típica estrella de rock moderna que canta sobre lo que dicen los periódicos, sobre política o filosofía, eso era aburrido para mí. Me sentía muerto. Hubo una explosión en mi vida, me casé, luego me divorcié, hice películas, viajé mucho... Así que decidí hablar sobre lo que me pasaba». Entre todo este caos emocional Iggy dejó su hogar en Nueva York (de ahí «Avenue B», el título del disco) y se mudó a Miami. Ahí vive con su nueva novia argentina, cerca de la parte de habla hispana, según me contó su manager Art Collins minutos antes de la entrevista (que también contó algunas interioridades de Iggy como la pinta que hace con su Cadillac rojo del año de la catapún). No es extraño pues que el entrevistado continue su monólogo en español. «Me sentía como, ¿qué está pasando con mi vida? Tenía miedo, era doloroso, como si me estuviesen sacando una muela». Y se parte de risa. Me explica que realmente salió con la chica nazi de la canción, que no es ninguna broma y que ella era exactamente como dice la letra (tacones altos, cruces gamadas, elegante, francés perfecto...) «Tenía algo triste, pero había algo en sus ojos que me decía que ella podía hacer cosas que yo nunca haría». Sin embargo, se apresura a desmentir que el disco se base exclusivamente en su ruptura matrimonial (como Virgin hace constar en la hoja promocional). «Cuando cumplí los cincuenta empecé a ser más popular, más famoso, pero al mismo tiempo había demasiados cambios, demasiado negocio y no suficiente música, no suficiente diversión». Y se ha pasado al lado introspectivo de la vida. «Cuando oigo la música contemporánea a mi alrededor no oigo a gente. El house y el techno están bien, escucho Aphex Twin, Chemical Brothers... Me gustan muchas cosas, pero no oigo seres humanos, todo suena como una máquina aburrida». Por eso decidió hacer algo más cálido, más tranquilo. «Donde la gente pueda oir algo. ¡Algo! Por eso hablo de mí, no es que yo sea muy importante, pero es lo único que tengo». Y me pone como ejemplo a Frank Sinatra y empieza a cantar: «September Of My Years...». Pero la calidez y la suavidad de las nuevas canciones no hacen de «Avenue B» un trabajo más producido que el resto de álbumes de Iggy Pop. «No hay mucha producción, somos yo y mi banda, es como lo tocamos. Ensayábamos en un local destartalado y teníamos canciones ruidosas y canciones suaves, las suaves resultaron sonar mejor». Las cintas que grabó en esta vieja habitación sonaban bien, casi como suena el disco, pero Iggy desestimó grabar el disco él solo con poco dinero y decidió llamar a un pope de las mesas de mezclas como es Don Was. «Me dije, si quiero llegar a más gente tengo que conseguir un gran productor (descojonándose de risa) y llamé a Don Was que es carísimo. Cogió todo el dinero, luego escuchó las cintas y dijo: «creo que podrías hacer un disco muy tranquilo en una pequeña habitación». «Yo ya había pensado eso», le dije, «¡devuélveme mi jodido dinero!» Y volvimos a Nueva York a la pequeña habitación donde yo había grabado las cintas». Acto seguido se pone a imitar a Don Was, emulando la opulencia de todo un productor de los Rolling Stones en el momento de llamar a Virgin para venderles el álbum de Iggy Pop. «Si yo llamo a Virgin diciendo: ¡hey, soy Iggy Pop, tengo un álbum que habla de una novia nazi! me dirán que me joda.En cambio Don llama y dice: ¡Hey man, soy Don Was, el productor de los Rolling Stones...!». Iggy ya hace tiempo que no pinta, afición que le relacionaba con la supuesta madurez artística que le adjudicamos a raíz de sus nuevas canciones. «Lo último que pinté fue hace tres años, son imágenes de santos que en realidad son autorretratos. Soy yo, de santo, horrible, con la cara roja y los ojos cruzados, muy enfadado. También he pintado con mucho amor el culo de una de mis chicas». Lamentablemente la Iguana no quiere mostrar sus pinturas en público, le digo que, como a mucha gente, a mí me encantaría verlas, pero Iggy resiste a la tentación de exponer sus obras. «Si vinieras a mi casa te las enseñaría todas, pero no las mostraré en público. Es un tesoro que yo tengo, totalmente privado y aparte de mi música y que no tengo que vender». Un diez en integridad. Pasemos a otra arte plástica que sí ha practicado últimamente: el cine. «El Color Del Dinero», «Cry Baby», «Atolladero», «Dead Man», «El Cuervo II»... cualquiera diría que le encanta actuar. «¡No! Es una tortura, es jodidamente duro. Sin embargo es bueno para mí ya que me permite cambiar, no quiero ser como esos músicos que se pasan toda la vida haciendo lo mismo». Y para no aburrirse se dedica a hacer de malo, o de feo, pero en ningún caso de bueno. «Tengo que disfrutar los papeles de malo porque es todo lo que me ofrecen, espero que algún día me dejen hacer de galán (risas desmesuradas)». Pero el cine es una arma de doble filo y el personaje de Ewan McGreggor en «Velvet Goldmine» se ha inspirado descaradamente en la figura de Iggy Pop (además de insinuar una relación con David Bowie más allá de la simple amistad). «Tengo una vida muy interesante y sólo voy al cine si creo que voy a ver una buena película. «Velvet Goldmine» no me interesa, cuando salga en vídeo ya la veré. Me parece puro merchandising, cogen una vieja idea que saben que venderá, es una mierda. Aunque para mí es mejor ya que me hace más famoso (risas). Creo que dan una visión confundida de la realidad. Además ya sabía que la película no funcionaría porque era algo entre Todd Haynes y Michael Stipe y una película tiene que hacerse bajo el punto de vista de un director, no de un director y un productor». Merchandising que le convierte en leyenda viviente, en icono de la música pop, como Bowie, Lou Reed o Andy Warhol. Y lo más sorprendente es que Ig

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