Green Gartside, cuerpo y alma de Scritti Politti, vive unos momentos extrañamente pletóricos a los cuales no se acaba de acostumbrar. Hace tan sólo unas semanas que se ha casado con su novia y acaba de sacar un nuevo disco que lo ha hecho subir a un escenario por primera vez desde hace ¡26 años! “Ahora tengo una nueva banda con músicos muy jóvenes. Aunque nuestro sonido aún está muy lejos de la perfección, creo que puedo afirmar por primera vez en mi vida…que me lo paso bien…actuando” . Su comedimiento a la hora de confesar su comodidad en el escenario no es casual: el pánico escénico de Green Gartside es de dominio público, y a lo largo de su trayectoria le ha acarreado más de un contratiempo, como el infarto que sufrió en 1979 cuando apenas había saboreado el éxito underground que le supuso su primer single, “Skank Bloc Bologna”, o su temprano retiro a su Gales natal en 1980 que conllevaría su firme decisión de no actuar en directo nunca más y de conceder entrevistas con cuentagotas. Ha tenido que cumplir los cincuenta para darse cuenta de que todo este miedo no lo llevaba a ningún sitio: “Ahora estoy mucho mejor. Supongo que el pánico escénico tenía que ver con mi inseguridad a la hora de valorar mi trabajo. A día de hoy siento que no tengo que demostrar nada y me resulta mucho más fácil componer nuevas canciones”.
Para recuperar el espíritu de sus primeros pasos musicales, Gartside ha vuelto a picar a la puerta de Geoff Travis, patriarca de Rough Trade, que le ha recibido con los brazos abiertos pese a que abandonó la discográfica en 1983 porque no tenía suficiente presupuesto para producir el disco que tenía en la cabeza (que acabaría siendo su obra maestra, “Cupid And Psyche”, y que le costó cerca de medio millón de dólares a Virgin). “’White Bread, Black Beer’ quiere sonar simple y claro, al contrario que mis anteriores trabajos, en los que pasaba horas y horas en el estudio buscando el sonido perfecto”. Para conseguir su propósito, Gartside ha grabado la totalidad del disco en el estudio que tiene en su casa durante seis meses de trabajo no arduo pero sí continuado. “De las treinta canciones que trabajé, Geoff seleccionó las catorce más introspectivas y cercanas a la música pop. La mayor parte de material que se ha quedado fuera seguía la línea más hip hop de “Anomie And Bonhomie” (Virgin, 1999)”.Precisamente el título del disco sale de una de esas canciones perdidas. Detrás de “White Bread, Black Beer” se esconde la peculiar forma de trabajar de Gartside: “Antes de encerrarme en el estudio me acercaba a una panadería turca para comprar uno de esos panes redondos que me encantan. Era una forma saludable de empezar el día para compensar lo que hacía cuando acababa de trabajar: bajar al pub a tomarme unas Guiness negras con mis amigos”. A lo mejor fue a causa de estas rutinas consolidadas que la adicción se convirtió en uno de los temas esenciales del disco. “Por primera vez me he atrevido a hablar de mí mismo. No habría podido escribir ‘Throw’, ‘Mrs. Hugues’ o ‘Window Wide Open’ hace veinte años”.
Aún así, el último disco de Scritti Politti está muy lejos de la confesión desgarradora: antes que nada, nos encontramos ante una colección de temas que vuelven a bucear en las sonoridades más poperas de su repertorio con algunos toques experimentales. Catorce dosis suaves –a ratos no muy inspiradas– donde prima la voz melodiosa de Gartside y que parecen haber sido rescatadas de unas sesiones perdidas de la década de los ochenta. “Últimamente he estado escuchando los grupos que me gustaban antes que apareciese el fenómeno punk. Las dos influencias más presentes en el disco son The Beach Boys y The Beatles, dos grupos muy importantes no solamente por su carácter fundacional sino porque prepararon a la gente para comportarse de forma diferente a como les habían enseñado sus padres”. Finalmente ha aparecido el toque rebelde que da sentido al nombre de Scritti Politti, sentido homenaje al marxista Antonio Gramsci. Gartside reconoce haber cambiado los postulados del comunismo por la defensa del medio ambiente durante estos últimos años: “Tenemos la percepción de que nada puede cambiar y eso no es así: dentro de un tiempo, los intelectuales recuperarán el poder que les pertenece. En Inglaterra la gente joven empieza a moverse”. Quizá no estaría de más escuchar las sabias palabras de este cincuentón que asegura firmemente haber vuelto empezar de cero.
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