A su aire
EntrevistasScout Niblett

A su aire

Redacción — 18-02-2008
Fotografía — Archivo

Se enamoró de una puta en Chicago. Se enamoró de ella lo suficiente como para pagarle mil dólares para que se fuera con él a patinar sobre hielo. Hasta le compró unos guantes de lana rojos y el cuarto disco de Scout Niblett, “This Fool Can Die Now” (Too Pure/Popstock! 07). Él querría ser Will Oldham y cantar con ella “Comfort you” de Van Morrison. Y se deslizarse lentamente.

Sería interesante una historia real así. Un tipo que quiere ser Mr. Oldham y encontrar a su Emma Louise (nombre real de Niblett) para hacer un dúo perfecto. O, por qué no, que durante un tiempo, quizás una semana entera, cada uno de estos personajes inclasificables de la música actual desempañara esos papeles. Qué amor tan adecuado. Ella, inglesa. Él, americano. Impredecibles y salvajes. Campestres y retorcidos.

"Escribo canciones porque eso me ayuda a saber quién soy"

Afortunadamente, y para que nadie acuse a nadie de hablar de sardinas corriendo por lejanos montes, lo de la versión de Van Morrison sí que es algo verídico. Y tanto. La decimotercera canción de “This Fool Can Die Now” es eso: las voces de Bonnie ‘Prince’ Billy y Scout Niblett diciéndose “I wanna comfort you/Just let your tears run wild/Like when you were a child”. “Lo de hacer cuatro duetos con Oldham fue idea mía. Y que todo el mundo me diga que esas canciones no suenan a mí sino a los discos de él me parece bien. Escribí esas canciones para cantarlas con él, para su voz. Así que, si la gente dice eso, es que he hecho un buen trabajo”. Escuchar “Kiss”, el segundo tema, es como adentrarse en una versión menos etérea de lo que fue en el 2006 “The Lettin Go”, último disco de Bonnie ‘Prince’ Billy. Escuchar esa canción te hace pensar que este disco, hecho a brochazos, como la extraña personalidad de Niblett, ya merece la pena estar publicado. Y mientras, ella, sentada en algún rincón de Londres, explica con naturalidad algo sorprendente (¿asombro post-envidia?) que más de uno tiene ahora en la cabeza: cómo una inglesita despeinada se codea con Oldham y Steve Albini. “Soy muy fan del trabajo de ambos y hacer cosas con ellos es muy divertido. Grabar con Albini (productor habitual de sus canciones) es sencillo: él se centra en reproducir cómo sonamos cuando hacemos música en una habitación”. De esta forma, difumina los rumores que afirman que ella es lo que es porque sabe juntarse a los soles luminosos. Y hablando de soles y sombras, ¿con quién publicó su primer single y luego grabó una canción? Adivina, adivinanza. “Conocí a Jason Molina en Amsterdam, cuando le hice llegar la demo de “Miss My Lion”. Ese tema fue luego mi primer single en 2001, además grabamos un split juntos (publicado por Secretly Canadian)”. Somos cotillas: ¿sabrá ella qué tal se llevan ahora Molina y Oldham? “Creo que estoy en lo cierto si digo que fue Will quien sacó el primer single de Jason Molina”. Ya, pero dicen que ahora ni se miran a la cara. En fin. El caso es que Scout Niblett (nombre sacado del libro “Matar a un ruiseñor” de Harper Lee) con sus 34 años sigue empeñada en hacer canciones a su antojo. Y puede presumir de vivir de ello. Ahora cruda y chillona, luego sensible y folkie. Cat Power, PJ Harvey o, incluso, Shannon Wright. Sus discos son irregulares, cierto, pero en todos está ella. Ella todo el tiempo en cada verso y en cada melodía. “Todas las historias que escribo son mías, yo estoy en ellas. En éste disco estaba enamorada y, pocos días antes de grabar, murió una persona cercana. Amor y muerte han sido los impulsores de esta grabación. Escribo canciones porque eso me ayuda a saber quién soy. Es algo catártico para mí, así que veo hacer música como una especie de terapia que es mucho mejor que tener destreza en componer”. Sus conciertos, a medio camino entre el espectáculo y la improvisación, son como sus discos: montañas rusas, el tren de la bruja, túneles, sustos, una mano que te tranquiliza en la oscuridad. “Yo expreso todo el rato cómo me siento. A veces vulnerable, otras cabreada… Se trata de ser honesta con mis sentimientos como ser humano. Somos complejos. Nunca me planteo cómo deben sonar las canciones, solo toco lo que quiero escuchar. La música es un campo de juego en muchos sentidos y mantener vivo mi lado juguetón es importante para mí, aunque mis discos me los tome en serio, ¿eh?”. Después de todo, y tras haber tocado todos los palos, solo nos queda que se tome la media hora del recreo para hacer hip hop. “Pues sí, ya he hecho una canción de hip hop”. Teniendo en cuenta su facilidad para hacer amigos, ¿la grabará con 50Cent?

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