“Aunque se llame Sara Zozaya, el proyecto lo veo de todos”
EntrevistasSara Zozaya

“Aunque se llame Sara Zozaya, el proyecto lo veo de todos”

Reuben Weedianaut — 02-11-2023
Fotografía — Arrigurri

La donostiarra Sara Zozaya comenzó en la música tocando el acordeón para pasar a crear sus propias canciones con doce años y la ayuda de su guitarra y unos teclados que todavía la acompañan hoy en día.

Con lazos (y colaboraciones) en la escena hardcore de Donostialdea, y tras fajarse en grupos como The Roof o Nerabe, inicia su propio camino en diciembre de 2018 con su primer EP en solitario; un formato que, junto a un puñado de singles, versiones, y remixes, parecía ser el de cabecera en la carrera de una de las artistas más interesantes y con mayor personalidad del panorama estatal.

“Nara” (2023, Airaka) llega casi cinco años después para romper con la norma y certificarse como el primer LP bajo su nombre y apellido, pero lejos de aquella cantautora en la soledad de su atalaya. Durante este tiempo, Sara Zozaya ha pasado de ser un proyecto personal que nace en una buhardilla, a convertirse en un colectivo de personalidades que, uniendo sus trazos y pinceladas, visten las fotografías que se toman tras esa ventana para que vean la luz del día como postales en forma de canciones. En medio de una intensiva semana de promoción del disco y ensayos de cara a los conciertos de presentación que se sucederán en Kafe Antzokia y Dabadaba, contactamos con la artista en su retiro de Bermeo para que nos desgrane remitentes y destinatarios de estas diez piezas musicales que llevan del singular al plural de la primera persona.

Para quien no la conozca, se presenta con un escueto “soy Sara, nací en Donosti en 1995 y llevo haciendo música toda mi vida”, pero una vez entramos en materia y nos adentramos entre los surcos de “Nara”, deja la timidez atrás y nos permite echar un vistazo detrás de las cortinas de su debut en largo.

Es un disco que lo hemos llevado preparando desde 2020, que es cuando saqué mi segundo EP. En total, he sacado un EP que tenía cinco temas y este segundo “I” que salió en pandemia, y después de eso dije: vale, quiero hacer mi primer disco. Y empecé a trabajar en ello con Zabala como productor, con un concepto al que llego después de reunir todos los temas.

Al final, yo siempre estoy haciendo canciones, todo el rato voy componiendo, y en un momento he decidido coger diez y meterlas en un concepto y trabajarlo como tal. De ahí surge “Nara” y es verdad que fue muy guay hacerlo con Zabala porque, cada tema podía ir por un lado u otro, estilísticamente había que decidir hacia dónde tirar, y yo trabajo varios géneros a la vez, entonces era complicado reunir eso en un disco. La verdad que con Zabala fue muy fácil, porque yo le tocaba todo lo que tenía en mi cabeza, y luego él le daba la forma y claramente ya veíamos hacia dónde iba a tirar.

Entonces se divide un poco en dos estilos: uno que sería más orgánico, digamos, que se acerca también al post-rock en momentos, y luego otro estilo que es más electrónico puro, donde quizás la idea del tema estaba menos hecha y menos tocada en el local, y entonces la producción que se hace es mucho más de ordenador y se traduce en un tema más electrónico. Hay esas dos versiones.

La gira de presentación pasará próximamente por Bilbao (2 de noviembre, Kafe Antzokia), Donostia (4 de noviembre, Dabadaba), Madrid (23 de noviembre, Mazo), Barcelona (30 de noviembre, Vol), Lazkao (1 de diciembre, Areria) y Vitoria-Gasteiz (14 de diciembre, Jimmy Jazz).

Háblanos sobre las distintas colaboraciones, porque, a pesar de que publicas con tu nombre propio, Sara Zozaya es un proyecto muy coral.
Es verdad que cuando estaba haciendo los temas, no pensaba en hacer colaboraciones como tal, pero luego, cuando ya tuve el concepto y tuve los temas, dije: vale, estaría guay escuchar las canciones y ver los huecos que quedan para que alguien con talento haga magia, digamos. Entonces sí que fue muy claro para mi entender en qué canciones necesitaban meter a alguien, y sí que me di cuenta de que las colaboraciones son algo que para mí es importante que tengan un trasfondo humano también. Es decir, no quería trabajar con alguien que no conociese, no a nivel personal sólo, sino que no conociese su curro musical, porque hay gente que admiro mogollón y que siento que la conozco, pero porque me empapo mucho de lo que hacen musicalmente. Y en este caso creo que todas las colaboraciones han sido muy de relaciones humanas, además de admirarlas mucho como artistas, y entonces fue muy fácil todo, fluyó mucho desde que les mandaba los temas hasta que se implicaban, y ha sido todo súper súper fácil.

Igual la colaboración más extraña fue la de Liam, porque yo tampoco había estado mucho con él, pero en este caso el idioma de la canción “The Sun” fue clave para elegirlo, porque tenía el estribillo en inglés. Yo en sí había decidido que no quería hacer nada más en inglés, pero suelo crear utilizando el inglés para hacer melodías, porque se me hace fácil y me suele encajar bastante bien. Y en este caso luego intenté traducirlo, meterle un concepto en castellano, y es que no me salía. Entonces dije: bueno, pues acepta lo que hay, acepta lo que es, y lo dejas así. Y de ahí aparece la idea de hacerlo con Liam, porque su aita es irlandés y tiene un acentazo irish que me encanta, aparte de que tiene un rollazo cantando. Eso es verdad que lo descubrí un poco más tarde, porque yo lo que había escuchado de Full Cab era una cosa, pero luego en el estudio flipé con la capacidad vocal que tiene.

Valdivia sí que era una artista con la que había empezado a contactar hace mucho tiempo a través de Cándido de Viva Belgrado, tocamos en Madrid juntas hace bien de años, desde ahí empezamos a seguirnos mutuamente, y era mi… no sé, mi colaboración más deseada igual desde siempre. Porque conectamos muy muy bien en la esencia de la música que hacemos, o tenemos la misma esencia un poco, la misma dirección desde donde lo hacemos, y fluyo súper bien,

Y luego con Bengo, sí que le conocía de los inicios, de La Raíz, que también me parece importante entender de dónde venimos, y es bonito luego ver cada uno cómo ha ido creciendo y desarrollando su propio camino. Entonces es un poco como ese reencuentro, aceptando de dónde venimos y, bueno… al final ha sido “Maitia” el tema que mejor ha funcionado, yo creo que el que más ha llegado a la gente.

Y por último, Amorante. Lo conocí en una sesión que hicimos con Belako para Bidegurutzean, un programa de ETB donde hacíamos covers un artista del otro, como una creación conjunta, y aluciné muchísimo con lo que hacía Iban, con su talento y creatividad. Tiene además un espectro súper grande, súper amplio, a nivel de estilos y de gustos también, y para mi fue clave meterlo en “Parece”. La verdad fue muy guay. Sí que creo que ha quedado un disco, para mí, bastante redondo, porque creo que ha habido un team bastante unido e implicado.

A lo largo de estos cinco años de trayectoria, además de estas y otras colaboraciones puntuales (como el tema junto a los post-metaleros ṘO), has venido sumando músicos a tu propuesta en solitario hasta formar una banda y completar ese equipo que mencionas tanto encima como debajo del escenario.
Así es, Asier Renteria y Antton Goikoetxea han estado en todo el proceso haciendo arreglos, decidiendo muchas cositas pequeñas, que luego al final se traducen en toda la producción de los temas. Y se nota mucho que han metido mano, las guitarras son Marca Ayastuy, se notaba muchísimo que ha estado él, con mil pedales, trabajando mucho el sonido, muy fino; y luego Asier, él ha sido también quien nos ha acotado un poco, el no sobrepasarnos en ciertos momentos que Antton y yo nos vamos por ahí a sitios que luego en un disco no se pueden recoger tan bien. La mezcla ha sido increíble.

¿El disco gira en torno a algún concepto? El título suena como una contracción entre “naiz” (soy) y “gara” (somos).
Después de ver que cada canción representaba un momento muy concreto de mi vida, que en su día quizás había pasado mal, pero luego ha sido un aprendizaje bastante tocho para mi crecimiento, pues lo llamé “Nara”; primero, porque la palabra resuena mucho conmigo, es una ciudad de Japón y tengo bastante conexión con la cultura japonesa, y creo que esa fue una razón de peso para titularlo, pero principalmente porque “Nara” es el resultado de “Sara” más todo lo que he vivido.

Es como esa escalera que aparece en la portada. Es un poco el tiempo que pasa, y la escalera cada vez es más grande, más alta, y cada flor es aprendizaje pero a la vez son espinas. También hay sufrimiento. Es lo que avanzamos, pero a la vez eso mismo nos hace a veces alejarnos de lo que éramos, porque lo bonito de un niño es que es esencia pura, es transferencia, no hay contaminación. Estamos creciendo, estamos viviendo cosas, pero vamos a tener a esa niña viva y muy presente. Porque al final es importante.

¿Qué podemos esperar de los conciertos de presentación en Bilbo y Donostia?
Ahora mismo hemos estado en Bermeo, de intensivo preparando los bolos, y de tres hemos pasado a ser cuatro, porque ha entrado Paule (Arima, NdR) y tenemos bajista por fin. Es algo que creo que le va a dar un punch muy grande al directo, se va a notar mucho. Además que han estado Urtzi y Txufo (OTOI y Empty Files, NdR) ayudándonos mucho con… bueno, con toda la programación para directo, y haciendo un poco de aitatxus también a veces.

Arrancamos en una semana, en el Kafe Antzoki, y van a venir colaboradores bastante, bastante guays, que no voy a desvelar porque me parece interesante que la gente que apuesta por ir al concierto luego se lleve la sorpresa. Y lo mismo en el Dabadaba, que va a ser dos días después y de ahí arrancamos de gira, no solo por aquí, también iremos a Madrid y Barcelona, en Durangoko Azoka también estaremos tocando,y bueno, ya arranca un poco todo.

¿Qué ha cambiado para Sara en todo este tiempo?
Sí que sacar el primer disco ha sido un punto de inflexión bastante grande, o así lo siento. Porque era un objetivo que tenía en la cabeza desde hace bastante tiempo, tener un vinilo en físico creo que representa un primer paso importante y que te da un poco de solidez como artista. Lo estoy viviendo así. Ha salido y siento que ahora empieza mi nuevo ciclo, una nueva etapa como artista, y sobre todo, estoy bastante emocionada con los directos. Para mí el directo es el sentido de hacer música. Aunque los discos están bien, me gusta lo que se genera en esa transmisión artista/público. Creo que además, de pronto, se crean cosas que no te esperas ni tú como artista, cambia mucho dependiendo del público… Es algo que está muy vivo y me gusta eso. Que la música tome su propia vida y que sea algo vivo.

Y el equipo, que cada vez es más grande. Es increíble, porque te das cuenta de que, si hago algo bien, que para mí es crear música y cantar, hay gente que lo hace mucho mejor que yo, y entonces me dejo en sus manos para trabajar en algo que sea superior a lo que yo podría hacer. Creo que es la clave en todo, el rodearte con gente que sea mucho mejor que tú. Para mí es un privilegio, porque al final también exige que el otro se involucre en algo que, bueno, que también es una pequeña apuesta. Al final, me doy cuenta de que toda la gente con la que trabajo ha estado desde el inicio, todos, y quien entra, se queda. Cada vez con más consistencia y solidez. Aunque se llame Sara Zozaya, el proyecto lo siento de todos, y está claro que cada vez es algo mucho más colectivo.

¿Qué aporta Sara Zozaya que no estén aportando artistas como Olatz Salvador o Verde Prato?
Siempre digo que esto es una reflexión propia, no sé si tiene sentido, pero cuando dicen música buena o música mala, yo sí que creo que hay música buena y música mala. Y no entiende de estilos, no entiende de composición, si no que entiende de esencia. Es decir, cada artista es artista para mí cuando lo que transmite es su alma, y creo que yo dejo ver mi alma en la música. A veces, puede ser un poco… Me preguntan: “haces letras muy directas, ¿no te da vergüenza?” Si lo pensase, seguramente sí, pero creo que es la única manera de hacerlo de verdad. Y eso lo noto mucho. En cuanto escucho un artista, noto si es de verdad o si es una performance de algo que quiere llega a ser o algo que trata de imitar. Se dividen ahí, en esas dos vertientes, o así lo veo yo, y por eso creo que Verde Prato u Olatz son artistas porque hacen lo que son ellas. Y eso se transmite, y es algo muy verdadero. Entonces, no sé, yo creo que aporto mi alma, y a quien le guste guay, y a quien no, también está genial, porque tiene que ser así.

¿Cuáles son tus influencias? ¿Qué escuchas o en qué te inspiras?
Estoy muy muy viciada con Art School Girlfriend, además me gusta mucho su discurso. Y a Haru Nemuri, que es una tía que ha tocado en el AMFest y que me enseñó mi primo hace mucho tiempo y me flipó. También estoy escuchando mucho a Yeule, que te sorprende porque tiene un estilo muy marcado, pero a la vez hace cosas muy diferentes. Te puede meter un tema de screamo con, de pronto, un acústico de piano, y a la vez es súper hyperpop. Me gusta mucho su universo, me quedo como atrapada con eso, con universos muy locos. Me gusta eso.

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