Ya estábamos acostumbrados a tus novelas y a tus relatos, pero la relación de la poesía con las letras de canciones siempre ha sido más que evidente. ¿En tu cabeza existe una conexión real entre letras de canciones y poesías?
Es innegable que los vasos comunicantes entre ambas disciplinas están muy activos en mis últimos años. De todas maneras creo que “Canción de Bruma” ha sido uno de los pasos más lógicos que he hecho jamás. La consecuencia de escribir muchas horas, sobre todo tras “El poeta Halley” que ejerció como disparador de un mundo interno el cual muchas veces he intentado eludir.
Lo que no faltan son tus habituales juegos de palabras, cosas como “Bathman”, que siempre te han caracterizado. ¿De dónde surgen tantas asociaciones de palabras?
Debe ser que considero el lenguaje como algo maleable, susceptible de ser variado. De repente cambias una sílaba y se crea un mundo de posibilidades. Entronca con ese sentido lúdico que tengo a la hora de enfrentarme a un proceso creativo.
También van apareciendo con cuentagotas tus filias y fobias... desde “Time Bandits” hasta Magritte, “The Young Pope”, David Bowie... ¿Eres lo que ves y lo que lees o ves y lees las cosas que conectan con lo que eres?
Hay mucho encuentro casual que al final acaba siendo determinante. Conocí el mundo de Terry Gilliam con once años en el cine, pantalla grande, con “The Meaning Of Life” y el cortometraje que precede a la película me pareció lo más alucinante que había visto jamás. Claro está, era un niño y no tenía demasiados inputs, pero me parece justo reivindicar todo tipo de influencias en un libro, aunque sea aparentemente poético. ¿Debería hablar de Rubén Darío o ser sincero conmigo mismo y soltar unos cuantos referentes de otras disciplinas mucho más pop? Lo tenía muy claro. Soy lo que soy por lo que he ingerido culturalmente, y eso pasa por aceptar que vivimos en un mundo donde la literatura bebe del cine, y al revés, así como tantas disciplinas.
¿Son las posibles influencias que puedas tener las mismas como escritor de canciones? Me refiero a si te influyen letristas pop y poetas por igual...
Es que muchos grandes poetas de hoy en día, sobre todo a partir de la década de los sesenta, decidieron volcar su poemario en formato canción. Jim Morrison, por ponerte un ejemplo, hubiera sido escritor en el siglo XIX, pero la revolución habida en los sesenta lo llevó irremisiblemente a la vorágine del rock. David Lynch hubiera sido pintor, probablemente, en otro siglo. Y así podríamos enumerar muchos ejemplos de resituación. Hay poesía en Sorrentino, y no escribe libros de poemas, por ejemplo.
En el fondo, lo que transmiten los textos de “Canción de Bruma” es que tienes un universo propio muy especial y muy personal. ¿A qué crees que se debe? ¿Vienes de una educación extraña, de una familia que potenció otra forma de ver las cosas, o sencillamente es algo innato?
En mi casa se escuchaba música y se leía, sí. Claro está que si no hubiese tenido al alcance instrumentos musicales o esos libros mi educación y configuración psíquica hubiesen sido completamente distintos, pero eso es una pata de la mesa. Deben existir factores autobiográficos para que decidas dedicarte a la creación, situaciones irresueltas convenientemente, algo de talento, que no es más que pasión por lo que haces, constancia y suerte. El imaginario es algo que uno va desarrollando a través del propio acto creativo, el cual acaba ensanchando tus propios límites de percepción e interpretación de la vida.
Músico, escritor, poeta... ¿Dónde están las fronteras entre una cosa y la otra, si es que existen?
No existen porque, al menos para mí, bastardear con esas herramientas me permite ser más original que un intelectual al uso.
De hecho, sois varios los cantantes que acabáis publicando libros y poesía, gente como Rayden o David Ruiz de La M.O.D.A.... Incluso gente como Robe Iniesta o Kutxi Romero de Marea han publicado libros... ¿Qué os hace querer jugar tanto con las palabras?
La necesidad, el afán, el dolor, el deseo. Y el placer. Por encima de todo, el placer.
Los temas de tus textos son muy diversos, pero sorprende que haya algunos como “España, dulce ratonera”, uno de los más largos, que se centre tanto en cuestiones políticas. ¿De qué depende sobre lo que vas a escribir?
Obedece al instinto. A tomarte la temperatura cada día y dejarte llevar por lo que se ha colocado en el centro de tu diana emotiva a cada momento. Y disparar.
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