“Soy Dj, busco peligro, salgo en las noches, no quiero reproches y de vez en cuando visto de cuero...”. Así se autoproclama este super vato (”super tío” según traducción). Si algo no le falta es porte, chulería y cierto aire canalla sudado a mares en sus producciones; un trabajo de imagen personal que tiene una parte importante que ver en el éxito de su campaña. “Hablar de la actitud me cuesta trabajo, ya que el riesgo de sonar insoportablemente egocéntrico es muy alto… pero, definitivamente, los resultados de mi trabajo son resultados de mi actitud (sea cual ésta sea)”. Este peligroso individuo iba para diseñador industrial, pero se torció por el camino. Un hobby, la música, le llevó a los platos del club La Santanera en Playa del Carmen. “Ahí acabé de comprobar que lo mío eran las pistas de baile”. El empuje para empezar a producir lo encontró en la necesidad de crear sonidos para la pista que no escuchaba en las grabaciones. “Fue en el momento en el que dejé de encontrar la música necesaria para crear los momentos que me imaginaba y quería crear cuando comencé a hacer tools y edits para complementar mis sets... Al final, sigo siendo diseñador”. Bueno, razón no le falta al hombre. “Guerrero” fue su hit de estreno, al que siguió “Pitaya Frenesí”. “Ambos me ayudaron a ‘entrar en el mapa’”. Gracias a aquellos primeros experimentos, Colonia se ha convertido en su segunda casa. “Pasear en bicicleta y visitar las oficinas de Kompakt para ver mis asuntos pendientes son cosas de todos los días”. Mientras tanto, en su tierra natal, México, aprovecha las horas gestionando un club propio, el TOPAZdeluxe en Monterrey. “Pasamos una temporada muy difícil cuando la violencia en la ciudad apagó en gran proporción la vida nocturna, mismo problema al que se vio enfrentado otro de los mejores clubes del país, el Hard Pop en Ciudad Juárez, que otra vez está en funcionamiento con una gran propuesta y calidad en su cartelera. Definitivamente la situación en ambos casos ha mejorado y está repuntando”. Ya ubicado en el panorama de la electrónica internacional, Rebolledo se puso manos a la obra con “Super Vato”, un larga duración que refleja su gusto por la electrónica ruda y potente al tiempo que desprende un fino sentido del humor. Un álbum vacilón, cachondo y grasiento. ¿Qué se puede esperar de un hombre cuya cabeza bate perversiones tan variadas como las marchas militares, el krautrock, la música western, el disco o la música conceptual? “La idea del álbum comenzó en enero de 2010 durante un viaje a Chile. Soy muy malo para las computadoras, así que principalmente uso el software para ensamblar los temas y hacer los arreglos. Utilicé máquinas de ritmos antiguas que tengo como una Hammond de los sesenta y una Roland ochentera muy básica, algunos sintetizadores y muchas grabaciones con micrófono de distintas percusiones y otros instrumentos, incluida mi voz”. La mezcla final fue cosa de Ismael Pinkler en Buenos Aires, y el mastering corrió a cargo de Jörg Burguer en Colonia. En “Super Vato” se mezclan beats sucios, un aire a electrónica cacharrera, percusión a tope, ritmos gordos, bam bam y voces metidas a pelo, “pensadas para complementar la música y utilizadas como un instrumento más. Me gusta mucho la intención que le puedo dar a un tema gracias a la voz, sin que la letra sea algo relevante”. Amigos, no busquen mensaje: simplemente capten la energía y dejen que el pensamiento entre en modo frenesí. Casi hipnóticos, envolventes, los cortes de “Super Vato” se desenvuelven en medio del oscurantismo y la densidad. “No creo mucho en los géneros y ponerle etiqueta a mi propia música siempre me ha costado trabajo, pero me gusta pensar en ‘Super Vato’ como el soundtrack de una historia. La pista de baile es donde más lo he usado con muy buenos resultados, pero también me ha funcionado en el auto en autopistas abiertas (en una ciudad con mucho tráfico no me resulta tan bueno), en vuelos de distancia media, en la piscina y hasta en mar abierto”. Entre los colaboradores que planean junto a Rebolledo en el álbum merecen mención Matías Aguayo, padre del sello Cómeme (primera casa de Rebolledo) y Superpitcher, un pro de lujo con el que el mexicano anda formando hermandad. “Llevo colaborando con él ya varios años, desde que me pidió hacer vocales para un tema suyo. En paralelo nació nuestro proyecto en conjunto que se llama ‘Pachanga Boys’, con el que hemos editado en Kompakt en algunos de sus compilados, y recientemente iniciamos nuestro propio sello ‘Hippie Dance’, en el cual hemos editado dos Ep’s hasta el momento”. Al tiempo que prepara su presentación en directo, sus pasos inmediatos pasan por impulsar estos dos proyectos, combo y sello, junto a Superpitcher. Definitivamente Rebolledo ha encontrado su sitio en la liga de los grandes.
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