Hay un momento en que la conversación, ya avanzada, deriva en un análisis sobre el actual estado de la música pop y las listas de ventas. Y el tono de voz de Stephin Merritt se vuelve un poco más amargo de lo habitual. “Al menos en lo que respecta a Estados Unidos, lo único que entra dentro del Top 40 es R&B y hip hop, dos tipos de música que particularmente no me interesan lo más mínimo. Bueno, eso y canciones punk y rock de chiste, como Green Day y cosas así…”.
"Me propuse calcar un sonido, una producción ya preexistente, y lo más sencillo era fusilar ‘Psychocandy’" |
Es mentar a Merritt y poner en bandeja la retahíla de tópicos. A saber, que es el mejor letrista de nuestro tiempo, compulsivo compositor de canciones, homosexual y fan de Abba (aunque no deberíamos pensar que lo uno esté irremediablemente ligado a lo otro) o que tiene graves problemas de audición y un chihuahua al que ha bautizado en honor a Irving Berlin y del que asegura que en el duro invierno neoyorquino le pone: “una chaqueta de lamé color de plata que es muy caliente, pero al mismo tiempo le hace parecer como un héroe del futuro”. Más o menos en esas cinco líneas está contenido el retrato de este héroe de los años dorados del indie, retrato que más o menos se repite en cada uno de los textos que han ido apareciendo puntualmente a propósito de The Magnetic Fields, Future Bible Heroes, The 6ths, Gothic Archies o los proyectos publicados bajo su propio nombre. Sin embargo, tiene algo de absurdo volver a los mismos caminos trillados cuando es obvio que las cosas a su alrededor han cambiado radicalmente desde los tiempos de “Get Lost”. A día de hoy The Magnetic Fields resulta una banda tan generacional como Pavement, y la publicación de “Distortion”, con sus referencias explícitas al sonido de los primeros The Jesus And Mary Chain, parece tanto un guiño a sus fans de siempre como una capitulación en toda regla: el genio del pop tiene claro que a estas alturas ni va a hacerse rico, ni su nombre se va a colar en ninguna emisora comercial. “Las canciones de este disco no tienen estribillos, porque en ellas hay mucho más arte que en cualquier hit de los que suenan por ahí”. En algún sitio he leído que “Distortion” envuelve de feedback sus trece temas para esconder unas composiciones menos trabajadas que de costumbre, y no puedo estar más en desacuerdo. Su primer disco en cuatro años, nuevamente de la mano de Sam Davol, Claudia Gonson y John Woo, y con la reincorporación de Shirley Simms -quien puso voz a buena parte de las canciones de “69 Love Songs”- recupera el romántico amateurismo de los trabajos previos a aquel, con un Merritt más centrado en componer grandes canciones pop que en jugar al ejercicio de estilo que había definido sus dos últimos álbumes. “Yo creo que en cierto sentido es mi disco más comercial, comercial en el sentido en que puede ser un disco de rock. No tienes que devanarte los sesos sobre cuál es la intención del grupo, porque está muy clara desde el principio. En realidad lo que yo quería era hacer algo muy rápido y por eso me propuse calcar un sonido, una producción ya preexistente, y lo más sencillo era fusilar ‘Psychocandy’. En lo que no había caído era en que iba a necesitar mezclar diez veces con el doble de instrumentos de lo normal, así que lo que usualmente sería una grabación de un año se convirtió en año y medio”. Ya se ha comentado largo y tendido, aquí y en otros medios, lo de la apropiación del sonido “Psychocandy” -“para mí es el último disco de rock realmente importante que se ha publicado. No puedo pensar en ningún otro que encaje dentro del calificativo rock desde entonces”-, pero no tanto sobre las referencias a MC5 que se hacen en la nota de prensa. “Le dije al chico que hizo el texto que cuando el disco estuvo terminado pensé: ‘acabo de hacer algo único’. Pero justo en ese momento cogí mi copia de ‘Kick Out The Jams’ la puse en mi reproductor y pensé ‘oh, pero si suena como ‘Distortion’. Aunque si hubiera escuchado a MC5 antes o durante la grabación seguro que el disco estaría lleno de palmas y habría sido mucho más accesible. De hecho, si pudiera rehacerlo lo llenaría de palmaditas por todas partes. De hecho están grabadas, y sólo necesito añadirlas a la mezcla…”.
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