“El largo mañana” es el octavo trabajo de la banda de Aranjuez y ha tardado tres años en fraguarse. Lejos de ser el cambio radical que Victor Cabezuelo había prometido en unas cuantas entrevistas, mantiene las coordenadas de sonido trazadas por la banda en discos como “Magnolia” (17) o “Loto” (18), pero si paras atención descubrirás detalles y texturas inéditcos gracias a la incorporación de nuevos integrantes al proyecto. Además el planteamiento ha querido se más homogéneo y sofisticado, cogiendo discos como el “What's Going On” de Marvin Gaye como referencia. Pero dejemos que sea el propio Víctor Cabezuelo el que nos explique de primera mano y con detalle, todo lo que esconde su nuevo trabajo y hagamos también balance de una carera que ha alcanzado los 15 años de actividad.
Este año habéis cumplido 15 años de carrera ¿cómo ves ahora aquellos primeros pasos como Rufus T. Firefly?
Víctor Cabezuelo: Directamente creo que éramos otra banda. De hecho, creo que hemos pasado por ser muchas bandas diferentes a lo largo de estos 15 años. Es verdad que tenemos una esencia común y algo que, de alguna manera, lo une todo. Pero podríamos habernos cambiado el nombre y tampoco hubiera pasado nada, porque realmente siento que hemos estado en sitios muy diferentes. Aunque eso también es una de las cosas más bonitas de esta banda, ¿no?, que sabemos cómo adaptarnos todo el rato a las nuevas situaciones y sabemos cómo crear nuevas historias casi desde cero. Eso me gusta mucho. Y si pienso en aquellos primero pasos, pues la verdad es que lo recuerdo con muchísimo cariño. Estábamos aprendiendo a tocar: éramos cuatro amigos que nos juntábamos y nos metíamos en un local de Aranjuez a “hacer ruido”, y todo empezó de una manera muy romántica, con muchos sueños en la cabeza, pero realmente sin saber muy bien qué había que hacer.
De hecho eso es algo que noto a faltar ahora. Ese espíritu de banda dentro de la música me parece que se está perdiendo. Veo a los chavales que empiezan ahora, y creo que hacen cosas de puta madre con sus proyectos personales pero, cuando tienen que trabajar con más gente, la cosa se complica un poco. En cambio yo en aquella época sentía que formaba parte de algo por primera vez en mi vida; y llevaba con orgullo lo de tocar en una banda. Además también notaba que la gente lo veía como algo guay, y ahora me parece que la cosa ha cambiado un poco. Pero, bueno, yo lo recuerdo todo con mucho cariño y con mucha ingenuidad.
También era una época en la que costaba mucho hacerse notar. Era la época del Myspace y había mucha comunicación entre las bandas, pero parecía que había muchas dificultades para un grupo de pueblo como nosotros. De hecho, hacíamos igual cuatro o cinco conciertos al año en aquella época, porque no podíamos hacer más. Pero bueno, poco a poco vas conociendo a gente… De repente, conocimos a Manuel Cabezalí (productor de la banda desde 2011 y líder del grupo Havalina) (NdR) y eso nos cambió absolutamente nuestra manera de ver la música y nos quitó muchos pájaros de la cabeza.
"El tener algo en lo que enfocar nuestra energía nos ha salvado claramente".
¿Recuerdas ese momento, cómo fue el encuentro con Manuel Cabezalí?
Me acuerdo que fui a un concierto de Havalina, en una sala muy pequeñita de Madrid y me flipó. Yo era súper fan y después del concierto le fui a saludar, le dije que le admiraba mogollón y él me trató un poco como al típico fan, en plan: “acabo de tocar, dame 5 minutillos…” (risas). Más adelante le escribí, le conté todo esto y le dije que nos gustaría mucho hacer un EP con él. Y a partir de ahí, empezamos a trabajar juntos.
Manu al principio es un tío muy profesional, pero es un poco frío; es como que tiene su manera muy completa de ver la música. Pero, poco a poco y quizás por eso, fuimos conectando mucho y nos hemos hecho súper amigos. De hecho, ahora estamos juntos en Murcia porque estamos produciendo el disco de Second; así que, bueno, está siendo una amistad duradera y lo cierto es que nos entendemos muy bien musicalmente. Creo que pensamos más o menos igual en prácticamente todo.
Has comentado que os podríais haber cambiado el nombre ¿En qué momento sucedió eso exactamente?
Creo que el punto de inflexión fue justo después de “Nueve” (14), que es el momento en el que Sara (Oliveira, bajista) y Alberto (Rey, Teclados) dejan la banda y es que también eran miembros fundadores de Rufus. Ahí creo que, de alguna manera, el proyecto inicial, tan ensoñador y tan romántico que teníamos, acabó ahí. Pero a la vez sentíamos que todavía queríamos decir cosas y nos sentíamos muy vivos musicalmente. Es verdad que el proyecto estaba roto pero, bueno, ahí estábamos Julia (Matín Maestro, batería), Charlie (Carlos Campos, guitarra) y yo, con muchas ganas de querer seguir haciendo cosas. Y, entonces, llamamos a amigos que nos echaran una mano para sacar ese disco adelante. Pero yo ya sentía que éramos otro grupo.
Creo que lo bonito de la música es que las personas que entran influyen muchísimo en todo lo que pasa. Para bien y para mal. Y en este último disco “El Largo Mañana” ha vuelto a pasar: ha habido otro punto de inflexión, en el que han entrado Juan Feo (miembro tanbién de Club del Río, percusión) y Marta (Brandariz, coros y teclados, miembro de The Low Flying Panic Attack), y han cambiado por completo el sonido de la banda. Y además les hemos obligado mucho a que lo cambiaran. Les hemos dado muchísima responsabilidad en ese sentido porque ellos querían ser muy respetuosos todo el rato. Pero al final ha sido: “tocas las congas, pues todas las canciones van a llevar congas. Marta, tienes una voz increíble, pues vas a cantar todo el rato conmigo” Y ha sido una forma muy guay de que ellos también se sintieran muy partícipes del este disco, que para mí era súper importante; que sintiéramos que estábamos haciendo un disco entre las seis personas. Y lo hemos hecho.
He visto que vuestro primer disco, el que grabasteis en inglés, no está en Spotify ¿es porque lo veis poco representativo y renegáis de él?
La verdad es que hace como diez años que no escucho ese disco. Y no es que reniegue de él, es que en aquella época estábamos aprendiendo y, aunque fue muy bonito hacerlo, ahora lo veo como algo muy íntimo. Me parecería muy raro poner ese disco ahí porque es como, no sé, como subir fotos de cuando eres bebé…
Debe ser material de coleccionista casi ¿no?
Creo que ni siquiera yo lo tengo (risas).
"Al final, todos somos como pequeños seres perdidos dentro de un mundo lleno de seres perdidos".
Cuando os llegó el éxito con “Magnolia”, recuerdo que los primeros en sorprenderse fuisteis vosotros. No sé si ahora, con la perspectiva de los años, puedes entender por qué se generó esa repercusión o si sigues sin entenderlo.
Es que cada vez que sucede no lo entiendo. No sé porqué algunos discos transcienden y otros no. No lo sé. Además , es muy curioso porque “Magnolia” es un disco muy luminoso, pero en aquella época había un ambiente súper derrotista dentro del grupo. Recuerdo que estábamos como un poco de vuelta del todo. Llevábamos diez años y nuestro sueño común se había roto y de repente teníamos unas canciones que queríamos sacar. De hecho, creo que por eso seguimos con el nombre, porque lo veíamos como una despedida. Ya estábamos pensando en qué hacer con nuestras vidas y “Magnolia” era como el regalo bonito de despedida que queríamos dejar… Y entonces todo se disparó y se nos fue de las manos. La gente nos empezó a llamar para tocar y los conciertos se llenaban… Todo lo que no nos había pasado antes, nos pasó de golpe con este disco y, de repente, podíamos vivir de hacer música, que era algo que nunca nos había pasado. Y eso también nos empujó a tomárnoslo mucho más en serio. Siempre nos lo habíamos tomado muy en serio, pero es verdad que, a partir de ese momento, todas las carencias que teníamos como músicos, quisimos trabajarlas muchísimo más. Y creo que todas esas cosas que nos pasaron con “Magnolia”, han dado como resultado el disco que hemos hecho ahora. Pero tiene mucho que ver con esto: con trabajar carencias que teníamos para intentar ser mejores.
Y con la pandemia ¿ha peligrado en algún momento vuestro proyecto?
No, qué va. De hecho, el proyecto y el grupo han sido una salvación absoluta, a nivel personal y a nivel mental. El tener algo en lo que enfocar nuestra energía nos ha salvado claramente. De hecho al principio yo pasé por momentos personales súper chungos, problemas de ansiedad y de salud. Realmente creo que lo que me ha levantado es la posibilidad que teníamos de grabar este disco, y de intentar sacar algo bonito y luminoso de toda la mierda que hemos vivido todos. Además, dentro de los perjudicados, que yo creo que hemos sido absolutamente todos los artistas, creo que nosotros al menos habíamos terminado la gira y estábamos en un proceso de composición. Entonces, bueno, nos ha pillado en un punto en el que no teníamos una gira como muy extensa.
Por ejemplo, Julia y yo estábamos tocando con Anni B. Sweet y para ella sí que ha sido muy duro porque 2020 era el año en el que iba a tocar en todos los festivales, pero, en el caso de Rufus no nos ha afectado tanto como banda. De hecho nos ha unido más y no sé porqué, pero creo que nos hemos visto todos como tan mal, que ahora apreciamos muchísimo quedar para ensayar. Es un momento muy bonito, y estamos en un momento muy dulce como banda.
¿Y por qué si el disco se graba en octubre del año pasado, no sale hasta noviembre? ¿Por qué habéis tardado tanto?
Hemos tardado tanto por muchas cosas: primero porque hemos trabajado en las mezclas con Kennie Takahashi (Broken Bells, The Black Keys y un larguísimo etcétera), que es un tío muy guay pero muy ocupado. Y si normalmente un disco tardamos en mezclarlo un mes, con él hemos tardado cuatro o cinco meses... Digamos que con él llegamos a un pacto económico súper guay, pero con la condición de que no hubiera la presión del tiempo y de que él pudiera ir haciéndolo cuando tuviera un hueco. Pero para mí ha sido increíble porque he visto cómo las canciones han ido evolucionando y han ido creciendo, según nos iba pasando las mezclas. Luego ha habido otro problema muy grande porque, tras la pandemia, todo el mundo se ha puesto a fabricar discos y las fábricas de vinilos tenían una espera de seis meses. Y para nosotros era muy importante que lo primero que sacáramos fuera el formato físico. Era algo que teníamos súper claro desde el primer momento. Así que hemos tenido que esperar; hemos ido sacando singles y hemos hecho una cosa que siempre habíamos querido hacer: tocar un disco nuevo en directo antes de que nadie lo hubiera escuchado. Por eso hemos estado todo el verano tocando el disco nuevo entero.
Y después de la experiencia de haber estado tocando todo este año en directo el álbum, si ahora lo volvieras a grabar ¿cambiaría mucho?
No lo creo. Piensa que es un disco que desde el principio ya estaba muy pensado para hacerse en directo y por eso no cambiaría mucho. Igual hay alguna cosa que alargaríamos más, pero la esencia sería la misma.
Y el público ¿cómo lo ha acogido? Porque, claro, ir a a ver un directo sin haber escuchado previamente las canciones, siempre se hace un poco duro ¿no? No sabes muy bien qué te vas a encontrar ¿Cómo ha sido la experiencia?
Pues ha sido y está siendo súper bonita. Es verdad que, por ejemplo, ha sido duro en algún festival al que va gente que te sigue, pero también gente que no te sigue. Público menos fiel que solo ha escuchado las seis primeras canciones en Spotify y son justo las que quiere escuchar. Entonces, esa gente sí se ha enfadado (risas). En plan: “vengo de Vitoria a escuchar 'Río Wolf' y no la tocáis”... No, no la hemos tocado, pero sí hemos hecho otras diez canciones que son increíbles… (risas) Vaya que en general creo que el 99% de la gente ha entendido que esto nosotros lo vemos como un acto de amor a nuestros seguidores. Es como cuando un colega te dice: “vente que te voy a enseñar una canción nueva que he hecho” y te la pone en su casa y va mirando a ver cómo reaccionas a los cambios y a ver si le gusta o no. Pues eso es lo que hemos hecho. Lo que pasa es que lo hemos hecho de verdad; en plan, venid que os queremos enseñar una cosa que hemos hecho en la que llevamos trabajando los últimos tres años a ver si os gusta. Así se lo ha tomado la gente en general y nosotros veíamos las caras y eran de ilusión, de no saber muy bien qué estaba pasando ahí, pero de mucha ilusión.
"Digamos que dentro del disco hay muchísimas temáticas, pero el título del disco hace referencia a la aceptación".
He leído que por primera vez habéis notado cierta presión a la hora de hacer este disco, por la repercusión que tuvisteis tanto con “Magnolia” como con “Loto” ¿Es cierto?
Sí, a mí al principio me afectó mucho a la hora de componer... Después de “Magnolia” y “Loto” mucha gente se agarró a nosotros como a una especie de “medio” esperanza y eso generó mucha presión, sobre todo para mí. De hecho yo pasé por una etapa en la que quería hacer algo súper rompedor; hacer una locura que no tuviera absolutamente nada que ver con lo que habíamos hecho y empecé un poco por ese camino. Pero un día, quizás por el tema de la pandemia, algo me hizo cambiar de opinión. Fue un instante en que ese cambio radical lo veía como algo muy egoísta. No sé porqué me pareció que estaba haciendo un disco para mi satisfacción propia. Y, aunque me parece algo muy bonito, no creo que haya que publicar un disco hecho solo para mí. Ese me lo gozo, me lo guardo en mi habitación y me lo pongo todos los días porque es increíble, pero para mí. Fue un momento en que vi que la música no va de eso. Creo que la música va de comunicarse, de expresar sentimientos para que la gente los reciba y te los devuelva. Tocamos para las personas y no para nuestro ego. Por eso me pareció que nada de lo que había hecho tenía sentido, y no era lo que quería hacer en ese momento.
Había cosas chulas y, no sé, a lo mejor algún día más adelante las trabajo de otra manera y las saco. Pero, de repente, me di cuenta de que echaba mucho de menos a mis compañeros de grupo, porque por culpa de la pandemia no los podía ver, y lo que quería era hacer canciones con ellos. Echaba mucho de menos al público para el que tocábamos y quería hacer canciones para ellos. Por supuesto, todo sale desde un punto de vista muy personal, y todo sale de unos sentimientos y de unas sensaciones personales; pero están dirigidas hacia afuera, no hacia dentro. Y eso fue el punto de inflexión y en realidad fue un alivio darse cuenta que no tenía que cambiar la historia de la música, no pasa nada. Solo tenemos que hacer canciones con las que la gente pueda disfrutar, y nosotros también lo podamos hacer tocando. Esa fue la premisa de este disco: hacer canciones que pudieran acompañar a la gente. Esa me parecía que era ahora nuestra labor y mucho más con todo lo que estábamos pasando.
Es curioso porque yo era de los que encaraba la escucha de vuestro disco bajo la premisa de que iba a ser un cambio radical, y la primera impresión fue justamente: “pues no lo veo por ningún lado”. Es verdad que luego a base de escuchas empecé a apreciar ciertos matices.Y, claro, cuando leí en una entrevista que “What’s Going On” de Marvin Gaye había sido una especie de faro de referencia, entonces sí me encajaron todas las piezas. Ahí ya empecé a escuchar los trasteos funkies del bajo de “Polvo de diamantes” o de “El hombre de otro tiempo” y esos teclados de “Lafayette”… Ya vi dónde se había producido el cambio y que era un disco más sofisticado y elegante. No sé si crees que eso mismo le puede pasar a más gente: el no ver ese cambio de primeras y que necesita una explicación.
Pues mira es algo que hemos comentado con algunos amigos a los que les hemos puesto el disco. Ellos nos decían: “Es muy Rufus el disco”. Y nosotros: “Pero fíjate cómo estamos tocando, lo hacemos de una manera opuesta a cómo tocábamos”. Antes nosotros le dábamos mucho a la tralla, a la intensidad, a pisar muchos pedales, a que Julia le diera muy duro a la batería. Esa era nuestra manera de crecer. Y en este disco estamos tocando todo el rato súper flojito, basándonos un poco en aquellos discos de los setenta. Es una manera muy diferente de tocar. Por eso todos, hemos tenido que aprender a tocar de esa manera más suave. Yo también he tenido que aprender a cantar de una manera un poco más soft, y a tocar los teclados de otra manera; Julia está tocando de una manera como muchísimo más sensible, dentro de su groove, que creo que ha mejorado. Ahora en el local podemos ensayar sin quedarnos sordos (risas)... Es verdad que cuando escuchas el resultado final, sabes que somos Rufus claramente, pero a nivel interno es justo lo opuesto. De hecho, ahora estamos intentando tocar canciones de “Magnolia” de esta misma manera, y es como hacer una versión. Y, también, es lo que te comentaba antes de que todo en este disco está pensado para tocar en directo y, en cambio, en “Magnolia” había muchísimos trucos de producción. Es un disco que nos flipó hacerlo, pero también es verdad que sentíamos que estábamos encorsetados todo el rato. Sentíamos que estábamos siguiendo a una máquina, en lugar de que la máquina nos siguiera a nosotros.Por eso en este disco queríamos tener el control; que de nuestras manos saliera todo.
Te quería preguntar por la incorporación de Marta Brandariz porque, claro, ella justo este año acaba de sacar su disco de debut con su grupo The Low Flying Panic Attack ¿Se lo pensó mucho?
Ella ya venía de sustituta cuando Rodrigo (Cominero) no podía tocar con nosotros y ya era como medio de la familia. Por eso, en el momento en el que Rodrigo dejó la banda, la primera persona en la que pensamos fue en Marta. Y le apeteció.
Luego está también la incorporación de las congas de Juan Feo de Club del Río; y comentabas antes que le disteis bastante libertad a la hora de poner su granito de arena...
Sí, libertad absoluta. Pero además les apretábamos un poco para que no se relajaran y respondieron súper guay, son gente muy maja.
Pero a priori debe dar respeto, porque desde fuera se os ve como una asociación muy sólida.
Es verdad que desde fuera se puede ver lo nuestro como algo muy sólido y eso es algo que Juan nos dijo al principio, pero creo que cuando nos metemos a tocar en el local, todo es muchísimo más relajado. Al final, somos un grupo de colegas que estamos tocando, intentando hacerlo bonito y ya está. Cero presión. Y lo cierto es que Juan ha dado una nueva vida a la banda también porque es una persona muy entrañable; mola que te cagas estar con él. Recuerdo el primer día, que vino a meter las congas y que cuando empezó a tocar se me abrió un universo. Sentí algo que no había sentido nunca en la vida y en la música. De repente pensé: “cómo es posible que haya grupos que no lleven congas” (risas). Me parecía que todo fluía de forma increíble y que le daba un rollazo que te cagas que hacía moverte. No sé, era como algo que nos faltaba de lo que queríamos expresar.
¿El título del disco “El Largo Mañana” a qué hace referencia? ¿A la muerte? ¿A la pandemia?
Digamos que dentro del disco hay muchísimas temáticas, pero el título del disco hace referencia a la aceptación. Como te comentaba al principio de la entrevista, cuando empezamos a tocar y éramos más jóvenes, todos teníamos una visión de la vida muy idealizada de lo que seríamos cuando tuviéramos 35 años o cuando fuéramos creciendo. Y luego llegas a esa edad y te das cuenta de que nada ha sido cómo pensabas, de que estás muy lejos de ser lo que esperabas ser. Entonces, en ese momento, puedes hacer dos cosas: seguir persiguiendo sueños absurdos a los que nunca vas a llegar o puedes decir: “ostras, no soy John Lennon, pero soy Víctor Cabezuelo y tengo una gente increíble a mi lado con la que puedo hacer canciones, tengo una pareja a mi lado que me apoya en todo y con la que estoy súper feliz”. Y aquí empieza un nuevo camino en el que de repente soy yo; estoy aquí y no soy a nivel internacional tan grande como me hubiera encantado ser cuando tenía quince años, pero soy muy feliz con lo que tengo. Así que digamos que “El Largo Mañana” hace referencia a eso. A un nuevo comienzo en el que las cosas se ven de otra manera y, sobre todo, va de la aceptación de lo que eres para poder empezar a caminar.
"Hay una cosa que nos ha pasado con este disco, que nunca nos había pasado, y es que hemos querido hacer un disco muy homogéneo".
Pues vamos entonces al tema del contenido y de las letras disco. ¿Dirías que también ha habido un cambio en este largo mañana?
Para mí hay un cambio muy significativo. Veníamos de “Magnolia” y “Loto”, que son unos discos que tienen unas referencias muy claras hacia la naturaleza, y un poco hacia esa forma mística de ver la vida. Sin embargo, en este disco en realidad estoy hablando todo el rato de sentimientos humanos muy comunes. Hablo de la sensación de pérdida cuando se muere alguien querido; de encontrar a alguien con el que sentirte feliz; de hacer música con amigos o de aportar algo al mundo de manera colectiva. Hablo de, por ejemplo, porqué a mi edad no tengo un hijo o una hija y si me gustaría o no…
Pero no lo haces de una forma obvia, sino más bien de una forma difícil de interpretar.
Sí, digamos que es difícil de interpretar, pero pasa un poco lo mismo que con lo que decías antes de la música ¿no? Que, de repente, si te hablo concretamente de qe va cada canción, vas a decir ¡Ostras! Es verdad.
¡Claro! Porque cuando por ejemplo has dicho lo de “por qué no tengo a estas alturas un hijo” pues me has dejado descolocado. Supongo que ahora, si voy con esa intencionalidad a buscar dónde estás hablando de eso, lo encontraré ¿no?
Si escuchas “Torre de marfil” te vas a dar cuenta de eso y de muchas otras cosas.
Hablando de “Torre de marfil” me da la impresión de que ese tema es la canción puente o el eslabón entre “Magnolia”, “Loto” y este nuevo disco. ¿Es así o para nada?
Sí, también lo vemos así. Por eso la sacamos la primera, porque nos parecía que poco a poco iban entrando todos elementos que luego iban a estar en el resto del álbum. Era como una pequeña presentación. Un, mira, venimos de aquí y te vamos a enseñar muy poco a poco en lo que hemos estado trabajando”.
Luego hay un tema que a mí me tiene especialmente cautivado, que es “Selene”. Ese solo de guitarra es de los que te ponen los pelos de punta. Y, además, no sé muy bien de qué va el tema, pero hay una frase que creo que os define en cierta medida, que es: “tengo la extraña sensación de no pertenecer a nada”. No sé muy bien si estás de acuerdo conmigo…
No sé si nos define como banda, pero a mí claramente me define como persona (risas). Al final, todos somos como pequeños seres perdidos dentro de un mundo lleno de seres perdidos. Intentamos aferrarnos a cosas que nos hagan sentirnos menos solos todo el rato, pero la verdad es que estamos muy solos. Y, no sé, intentaba hablar un poco en esa canción de lo que te comentaba antes: de la aceptación y de lo que siento hacia el mundo, y, en este caso, hacia las noches en las que no puedo dormir y me quedo pensando en muchas cosas mirando a la luna.
Esa canción también habla mucho de ruptura. Ruptura con los sueños del pasado, con lo que pensaba que iba a pasar hoy. Pero hay una frase como hacia al final de la canción que dice algo así como que “el hogar no era el punto de partida; el hogar era el final”. Y cuando pensé esa frase, me parecía bonita porque es verdad... Yo cuando me voy de gira quiero volver a mi casa para estar con mi pareja todo el rato. Y quiero quedarme ahí con ella y con mi perrillo, y estar súper a gusto; y ese no fue el punto de partida en mi vida, es el punto en el que estoy ahora.
También habéis hecho un vídeo para “Lafayette” tocando todos en en directo y eso es toda una declaración de principios ¿verdad?
Sí, es justo lo que dices: una declaración de intenciones. Y es que para nosotros lo mejor es el directo. Es ahí cuando podemos expresarnos de verdad, libremente, y conectar con la gente. Entonces para nosotros era muy importante que se viera que en este disco todo está muy tocado, y también cómo lo hemos estamos tocando y qué está haciendo cada uno dentro del grupo. Era muy importante y por eso quisimos hacer ese vídeo en directo.
Y ¿va a haber en vuestros próximos directos un cambio tras la salida del disco? ¿Vais a variar el hecho de ofrecerlo entero y ya está? ¿Vais a hacer un setlist más combinado?
Vamos a añadir canciones al directo, pero seguiremos tocaremos “El Largo Mañana” entero.
Vale, haréis una primera parte tocando “El Largo Mañana” entero, y luego ya incorporaréis temas de discos anteriores...
Sí. ¿Sabes lo que estamos haciendo con las canciones antiguas? Estamos adaptándolas a esta manera de tocar. Entonces estamos introduciendo un poco este toque más soul y más funk a las canciones antiguas, también. Entonces, todavía no sé si haremos un primer bloque y luego tocaremos las antiguas, o si directamente las intercambiaremos dentro del directo; pero todo tendrá sentido ahí dentro.
Hay una cosa que nos ha pasado con este disco, que nunca nos había pasado, y es que hemos querido hacer un disco muy homogéneo. Es que lo que me pasa con los discos de Marvin Gaye y de los setenta, que te pones el álbum en cualquier momento del disco y no sabes en qué canción o en qué momento estás, porque todo tiene como algo muy en común. Es muy lineal, dentro de todo lo que pasa y de todos los matices, que son increíbles. Todo tiene como un sonido muy común... Y eso de querer sonar tan homogéneo lo vamos a mantener un poco en el directo.
Escuchando el disco hay un grupo, además de Marvin Gaye, que me ha venido a la cabeza y no sé si compartirás. He pensado en My Morning Jacket. Además Jim James también es muy fan de Marvin Gaye y de Radiohead, pero no sé si es una banda que también tienes como referente.
Absolutamente. De hecho, con My Morning Jacket me pasa que cada vez que los escucho pienso: ¡Joder! yo podría tocar en My Morning Jacket. Es como que estaría muy a gusto ahí y ellos estarían a gusto conmigo. O sea, hacen una música con la que conecto absolutamente. Todos los sonidos, la manera de hacerla y ejecutarla, la manera de desarrollarla. Me encanta My Morning Jacket y me parece una de las bandas más guays; que por cierto no he visto nunca en directo, cosa que me encantaría.
Y después, siempre que se habla de vosotros, también se cita otro referente de la psicodelia actual que son King Gizzard. Y los cito para preguntarte si se os va a pegar esa actividad discográfica que tienen los australianos, y así no vamos a tener que esperar tanto a que haya sucesor de este trabajo, y ya estéis pensando en el próximo. Porque la verdad es que os ha costado bastante (risas).
Sí, nos ha costado mucho. Hay una frase de Manu, (Cabezali) que me encanta y que me imagino diciéndosela a los King Gizzard. Imagínate que Manu produjera a los King Gizzard y ellos le dijeran que quieren hacer cinco discos este año. Manu les diría: “Chicos, yo tengo una vida” ¡Dejadme vivir! (risas). Me encanta que King Gizzard existan y que sean tan activos, pero yo lo veo muy fuera de mi capacidad. Necesito muchísimo tiempo para hacer canciones y me gusta que sea así. De alguna manera, me mola que no tenga que estar todo el rato sacando cosas para sentirme lleno, y me mola lo de no ofrecer contenido todo el rato para que parezca que seguimos vivos. Creo que me gusta tomármelo un poco de otra manera.
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