La artista ha ido saltando de escenario en escenario para presentar su disco más personal, sencillo —a la vez que complejo— y sincero, cantando en cada ciudad al amor y a la ausencia desde el abrazo que solo alguien que entiende la música como ella puede dar.
Por eso, Rozalén atiende por primera vez a Mondo Sonoro desde la carretera, camino de Córdoba, pues es el único modo de hacerse con ella en medio de todo el furor de una gira como la suya. Un tour que empezó casi a la vez que salió “El Abrazo”, con lo que muchas canciones “no se las sabía nadie”. “Pero lo bonito es ver cómo va creciendo todo”, explica la cantante, pues nunca ha sido “una artista que se pega un pelotazo, sino que, poco a poco, al tiempo, va pasando algo cada vez más grande con las canciones”. Para Rozalén, este disco “es un caldito que se hace a fuego lento”. Y lo que se hace con delicadeza siempre sabe mejor.
En más de una declaración explicabas que tenías una crisis creativa y un síndrome de la impostora considerables, pero has recibido un premio de la SGAE, también actuaste en los Premios Ondas del Pódcast, estás de gira… ¿Ha mejorado la cosa ahora que llevas más rodaje?
A ver, yo creo que esto es una cosa que me ha pasado más o menos siempre y que espero que en algún momento sepa gestionarla. Pero a las mujeres nos pasa bastante. Yo tengo muchos compañeros que te dicen “Bua, acabo de hacer la mejor canción de mi vida”. Yo creo que nunca me escucharás diciendo esto porque siempre voy como pidiendo perdón; si algo me va bien, pienso que a lo mejor otra gente se lo merece más… Pero es como que me cuesta mucho autopiropearme y decir “Oye, pues tengo talento y soy supertrabajadora”. Y eso es por lo que nos han enseñado desde niñas. Con lo de la crisis de creatividad, también me he dado cuenta, cuando se lo he comentado a muchos compañeros, que es algo superhabitual. También, el año pasado fue el año y medio en el que paramos de verdad. No había sido consciente de todo lo que me estaba pasando, lo que me había pasado durante estos últimos diez años, que ha sido muy fuerte para mí. Y, como era una detrás de otra, no lo estaba digiriendo. Cuando bajas del escenario después de tanto tiempo porque estás sometida a unos niveles de dopamina que son droga pura… Yo sabía que me iba a dar un poco de depre. Pero sí, fue el abismo de la página en blanco. Era como “¿Y qué voy a contar yo ahora? Todo el mundo espera mucho de mí”. El componente social, por ejemplo, que en este disco no lo hay tanto, y yo creo que todo el mundo me lo etiqueta. Que también, hablando con una amiga, me decía “¿Habrá algo más revolucionario ahora mismo que reivindicar el cariño y el abrazo?”.
Ahora mismo, vas camino de Córdoba para tocar esta noche. ¿Cómo llevas tanto trajín? Porque llevabas diez años sin parar y ahora estás otra vez que no paras.
Sí, pero lo echaba muchísimo de menos. La verdad es que es adictivo y, al final, cada uno está aquí para algo, al menos de momento. Al menos este último año y pico, me dolía muchísimo la garganta y, de repente, me subo al escenario y a mí se me han ido hasta dolores físicos; pero es una tralla. No me puedo poner mala del trajín que llevamos, pero bueno, también es verdad que lo echaba mucho de menos y que, cuando me subo al escenario, es de los lugares donde más plena me siento. Ahora mismo, me lo estoy gozando.
"Vamos a aceptar que la vida tiene esas cosas y que la tristeza y la injusticia están ahí, pero nos la vamos a beber y nos la vamos a bailar"
Antes decías estar en una etapa en la que regresas a lo sencillo, a lo esencial… Pero, realmente, el disco abarca muchísimo en cuanto a conceptos y emociones. ¿Qué es para ti esto esencial, esto simple?
Bueno, es que lo simple es lo más complejo. Pero no sé si es que me estoy haciendo mayor, si me estoy cuestionando muchísimo qué es realmente la vida o a qué le quiero dedicar mi tiempo… Porque antes, para mí, la vida era no perderme una, no estar nunca en casa, vivírtelo todo, no dormir, conocer muchísima gente… Y ahora estoy deseando estar en casa: vivo en el campo, estoy obsesionada con mi huerta. Cuando tengo a mis animales cerca es como “Ostras, qué bien se está”. Me soporto en soledad, me gusta el silencio… También porque mi trabajo es muy barroco de por sí. Pero sí, estoy como que me fijo cada vez más en la vida que tenía mi abuela: hago mermeladas, conserva de tomate… Que sí, que me estoy haciendo mayor. Entonces, en el sistema en el que estamos, que todo es tan rápido, tener una conversación en una terraza con tus amigas y partirte de risa te parece una barbaridad. Yo nunca había valorado eso. Creo que están cambiando mis prioridades.
En todas las canciones abarcas el amor en todas sus formas, pero también abrazas con amor las ausencias y las despedidas. ¿Cómo consigues enfocarlo de esta forma?
Creo que son las formas universales, en general, el amor y la muerte. Y está tan relacionado… Cuando tú tienes un duelo es porque quieres mucho a alguien que ya no está. A la vez, cuando empiezas a entender que la muerte y la enfermedad sin victimismo forman parte de la vida, amas más el presente y a quienes te rodean. Yo estoy hasta más cariñosa. Piensas que ahora lo que tienes que hacer es honrar tu vida por los que ya no están, que tanto amaban ellos la suya. Puede ser el concepto que parece más simple de todos los discos, pero es el más complejo.
Por eso te lo preguntaba. Normalmente, las despedidas, el adiós, la parte del desamor o de la ausencia se enfrenta desde un punto de vista superderrotista y, escuchando el disco, no pasa.
Claro, aquí no. Es verdad que creo que la nostalgia y la alegría fusionan muy bien en este disco. Hay mucha gente que me dice “Bua, es superalegre” y otros que me dicen “No puedo dejar de llorar”. Yo lo resumo como que hay muchas de estas canciones que canto con una sonrisa en la cara, aunque se me caiga una lágrima.
Y todas estas canciones de las que hablamos son sencillas, pero son gigantes, son universales y muy complejas, en realidad. ¿Cómo conecta la música con algo tan grande?
Uf… Bueno, te habrás dado cuenta de que son loquísimos los estilos musicales de este disco. Solo viendo las colaboraciones es como “¿Qué me voy a esperar?”. Si, de repente, está un ballenato con Carlos Rivera, una canción tropical en la que se mete una jota castellana; luego hay un rap con R De Rumba y con Kase.O; termina con la sinfónica de Euskadi, con Fernando Velázquez y con más de 80 músicos tocando a la muerte de un padre… A mí me encanta vestir de manera superdiferente las canciones e incluso a veces me divierte que si, por ejemplo, la temática es dura, sea una canción superalegre. “Sácame la pena” puede ser la canción resumen del disco: “Sácame la pena, llévame a bailar”. Claro, vamos a aceptar que la vida tiene esas cosas y que la tristeza y la injusticia están ahí, pero nos la vamos a beber y nos la vamos a bailar.
Y, en este sentido, el disco es muy ecléctico, hasta dentro de las mismas canciones. ¿Escoges cada género dependiendo de lo que quieras contar o es algo espontáneo?
Bueno, hay de todo… Mis playlist son así: te aparece Soziedad Alkohólica, luego Lola Flores, luego una de reguetón, luego Violeta Parra… Y a mí, a la hora de componer, me divierte el subir, bajar, sorprender. Voy jugando. Y, si veo que llevo unas cuantas más de cortarse las venas, pues yo misma necesito algo que me haga más bailar y quitarme un poquito la intensidad de encima.
Hablemos un poco también de las letras. En el disco, las canciones tienen una carga simbólica bastante grande, incluso mística. ¿De dónde sacas la inspiración para escribir así?
Eso sí que creo que es algo que me puede definir desde el principio. Las letras creo que son lo que cada vez intento mimar más y más. Aunque sean canciones divertidas o bailables, siempre me fijo mucho en lo que digo y en cómo lo digo. Es que claro, por ejemplo, en la canción de “Ceniza”, en la que narro cómo murió mi abuela, quería, a través de un cuento de fantasía, explicar cómo en una planta de paliativos entra la muerte en forma de mujer y está conviviendo con mi madre, con mi abuela y conmigo y me va explicando las cosas. No sé, yo fantaseo mucho. Y todas las metáforas las voy haciendo con cosas del firmamento, entonces me rompo la cabeza muchísimo con las letras, y cada una es de su padre y de su madre.
También se nota mucho la influencia de lo latino, de la cultura latina en tu música. ¿Qué queda de esta en tus canciones?
Este disco tiene, además, mucho guiño a Colombia por un viaje muy especial que hice con la ONG Entreculturas; “El árbol y el bosque”, sin quererlo, también tenía guiños a México… Claro, cuando vamos para allá, como es tanto lo que nos une, son superinspiradores los ritmos y hay cosas que son supernuevas y que me gustan un montón. La de “Lo Tengo Claro” está como inspirada en una champeta, que es un ritmo colombiano, pero que viene de África. En cada disco siempre hay guiños a ritmos latinos porque toda la banda somos muy melómanos y nos encanta. Entonces, queremos evolucionar. Siempre contamos con músicos de los lugares a los que vamos a tocar para no ser intrusivos y para aprender. Con el disco de folklore yo aluciné, porque en nuestro país tenemos proyectos que son de una riqueza máxima y los tenemos ahí que ni siquiera a veces se valoran. Eso es esperanzador, porque te das cuenta de que es infinito lo que tenemos por delante.
Ahora que mencionas la ONG, es sabido que eres una persona muy comprometida con la sociedad, con ayudar a la gente… En este sentido, ¿qué hace la música por los demás, por la sociedad?
Para mí, que cuando estudié musicoterapia entendí muchas de las cosas que nos provoca la música, siempre he pensado y siempre he dicho que el arte y la cultura son el medio más amable para lanzar un mensaje. Y también es verdad que yo, desde niña, he escuchado muchos artistas que tenían ese grado de compromiso. Creo que yo soy lo que soy por la música que escuché. Creo que pienso como pienso no solo por la educación que he recibido, sino por los versos que he leído, por las películas, por los libros y por las canciones. Para mí es como algo que va superunido. Entiendo que muchas veces un artista no se comprometa y menos ahora por la que te cae, pero es que para mí es algo que es imposible separar. Es que yo canto mi vida y canto lo que observo. Entonces, si te preocupa dónde vives, ¿cómo no vas a escribir sobre ciertas cosas?
"Tienes siempre el miedo de que se olviden de ti, de cansar, yo qué sé"
He visto también que subiste un vídeo hablando de la accesibilidad en el festival Leturalma. Algo que me llama la atención es que estás muy implicada en este tema y estoy seguro que te lo han preguntado un millón de veces: sobre llevar a Bea [su intérprete], sobre la accesibilidad… Pero yo quiero darle un poco la vuelta y preguntar: ¿por qué crees que el resto de la industria no lo tiene tan en cuenta? Aunque algunas veces sí se haga, como ocurrió con Aitana y Tailor Swift.
Precisamente te iba a decir eso, que sí que vemos que están cambiando bastante las cosas. Hay ya varios festivales que se preocupan por eso, el Music For All, se están haciendo ya foros; el Cooltural Fest de Almería, que hay un montón de accesibilidad y se cuenta con artistas sordos; nosotros en Leturalma, evidentemente, este año damos más pasos; el Sonorama también ha dado pasos en varios años; varios artistas lo hacen al menos una vez, en eventos muy especiales; la M.O.D.A., en el Wizink, en el último concierto que hizo, llevó a una de las amigas de Bea… Entonces, sí que veo que es una cosa que, si queremos un concierto completo y bien hecho, ya se tiene en cuenta. Y encima, claro, agradecemos un montón que casi siempre se nos recuerda a nosotras. No fuimos las primeras, en absoluto. Lo innovador de nuestro proyecto es que Bea es protagonista. Eso sí que es raro, que ella está conmigo en el centro, que es marca de la casa ya. Y claro, la comunidad sorda, cuando viene, dice que en un simple campo de visión nos tiene a las dos. Pero aplaudimos que la gente se vaya animando. Y a nosotras también nos queda mucho, ¿sabes? Cuando entras en el mundo de la inclusión, te das cuenta de todo lo que te falta.
Me he dado cuenta ahora, hablando contigo, de que, cuando hablas del proyecto Rozalén como artista, no hablas en singular, sino que hablas en plural. ¿Qué importancia tiene para ti la banda, la gente que trabaja contigo?
La banda es mi banda de toda la vida. Con el batería, que es de Albacete también, llevamos desde mis 16 años y tengo 38. Cuando yo me fui a Murcia a estudiar entraron otros dos. Por eso yo siempre hablo en primero del plural. Es verdad que son mis canciones, que es mi nombre, que es mi cara… Pero el equipo es el de siempre. Incluso desde hace muchos años la empresa de sonido que llevamos es Arenas Audio, que es de Albacete, y el lucero es de mi barrio de toda la vida, hemos crecido juntos. El productor de todos mis discos es el mismo…
Para acabar, hablemos ahora de los conciertos. Estás haciendo una gira extensísima que ya ha pasado por un montón de sitios y hoy vas a Córdoba. ¿Cómo te está recibiendo la gente en cada ciudad?
Pues mira, una cosa que dice mucho la suerte que tengo es que el disco salió en abril y las entradas se pusieron a la venta en noviembre del año pasado. Se vendieron muchísimos lugares sin que saliera el disco. Yo no sé cómo dar las gracias. Tienes siempre el miedo de que se olviden de ti, de cansar, yo qué sé. Y eso lo que te dice es que la gente tiene fe ciega, como que “Lo que vayas a contarme me va a parecer bien porque eres tú”. Entonces, la gente con nosotros tiene mucha sensibilidad, es un público superamplio: vienen desde niños de siete años a señoras de noventa, hay también como mucho rockero… Y hay como un rollo muy bonito. Hay, evidentemente, un momento en esta gira que hemos hecho muy emotivo, que yo le llamo el momento sofocón y que intento que se pase rápido, pero también es hermoso. Como nos educan a huir de lo que nos duele, a no exteriorizar las cosas… Pues imagínate cuando abro los ojos y hay miles de personas llorando, cada una llorándole a lo suyo. Y está genial, porque el concierto es un fiestón después.
Y con Equal habéis invitado a diez compañeras para que canten contigo en diez lugares distintos. ¿Cómo nace esta iniciativa?
Bueno, esto fue gracias al proyecto de Equal, de Spotify, que yo tuve el honor de empezarlo, entonces también era simbólico hacerlo con nuestra gira. Me lo propusieron desde Spotify y nosotras ya, de manera natural, lo hemos hecho un montón de veces, pero así estoy conociendo a gente. Hay algunas compañeras que conocía, pero a otras no. Es compartir el escenario y demostrar que el talento femenino del país es grandioso y cada vez lo es más. Es poner el foco porque, por desgracia, el porcentaje sigue siendo muy diferente. Es un proyecto súper bonito y yo súper agradecida de que hayan contado con nosotros.
Y oye, ya te has llevado a unas cuantas. ¿Cómo está yendo?
El de Castellón con Alba Morena se suspendió por la lluvia, así que habrá que ver para que vuelva a algún concierto. Y con Las Migas en Sevilla, pues claro, eso no es un teloneo, porque son gigantes y ya hemos cantado juntas. Entonces, es compartir escenario. En Málaga también vino Yarea…
Para acabar, ¿alguna sorpresa, algún proyecto nuevo? Nuevos temas me imagino que no, porque acabas de sacar el disco.
Sí, necesito respirar ahora y disfrutar de cantar esto nuevo. A ver, lo más gordo, aparte de la gira, es que me viene un proyecto muy fuerte de teatro. Tengo que encarnar a Chavela Vargas con Luisa Gavasa… O sea, vamos a ser varias Chavelas y son como sus últimos días. Yo empiezo a ensayar en octubre o noviembre y los primeros meses del año que viene me veréis con eso tan bestia, que supongo que viene a enseñarme algo fuerte.
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