Sin embargo, ni la veteranía ni el reconocimiento mediático logran aplacar la mirada inquieta del dúo, quienes a pesar del tiempo, continúan creciendo y explorando sus caminos de libertad creativa y de espiritualismo revelador.
Su nuevo trabajo, “In Between Thoughts… A New World” (ATO, 23) es una buena demostración de cómo esta dupla ganadora de un premio GRAMMY sigue siendo capaz de hallar nuevas técnicas de expresión y continuar portando con orgullo una autenticidad que no decrece. Desde su estudio en Ixtapa, México este encantador dúo nos concede unos minutos para charlar sobre su último álbum de estudio y el sentimiento no-dualista que se esconde detrás de su narrativa.
“In Between Thoughts… A New World” es vuestro primer trabajo en cuatro años, y vaya si en ese tiempo hemos presenciado el renacer de un nuevo mundo. ¿Creéis que este álbum es hijo de su tiempo, o los temas que abordáis son cuestiones que siempre os han interesado?
Gabriela: Yo tengo la teoría de que los seres humanos nos creemos que somos muy únicos y pensamos que nos estamos enfrentando al apocalipsis constantemente, pero en realidad creo que no somos tan especiales, sino que más bien somos criaturas muy cíclicas. Diría que siempre nos han abatido las mismas cosas y siempre hemos sufrido por los mismos demonios, solo que ahora esos demonios se han modernizado y universalizado a través de apps y pantallas. Bajo nuestra óptica, el álbum se siente como un punto de señalamiento, como se suele decir en el mundo espiritual del no-dualismo, porque nuestros mensajes no se pueden concretizar en un momento exacto de la historia. Creemos que todo se mueve, todo es fímero, nada permanece, nada queda, ni siquiera las sabidurías más poderosas de un maestro.
"Estamos trabajando ya en la secuela de este álbum y de hecho estrenaremos canciones nuevas en nuestros próximos shows"
También este trabajo es vuestro primer largo desde que en 2019 ganarais el GRAMMY a Mejor Álbum Instrumental Contemporanéo por “Mettavolution”. ¿Cómo se continúa adelante después de algo así? ¿Se siente como una motivación o más bien como una presión?
Rodrigo: Aquella época la recordamos de forma bastante sui generis, francamente. Poco después de recoger el GRAMMY estábamos a punto de comenzar una gran gira, y todo se fue al garete por las razones que todos conocemos. Nunca vamos a saber cómo hubiera sido el resto de nuestra carrera ni cómo habría salido este disco si hubiéramos salido a girar y si no hubiera habido COVID. No me malinterpretes, nos hizo muy felices recoger este premio, como no puede ser de otro modo. Pero fue precisamente en ese interpás entre nuestro anterior álbum y éste donde Gabi y yo descubrimos todo este mundo del no-dualismo, y creo que esto es mucho más significativo para nosotros y para nuestro trabajo actual que cualquier otro reconocimiento mediático. Siempre habíamos sido muy espirituales, pero adentrarnos en este tema nos cambió la perspectiva de nuestra vida personal y profesional de una forma alucinante. De repente, sentimos que esa libertad que habíamos buscado siempre se encontraba ya dentro de nosotros mismos. En nuestro caso nunca se trató de un proceso inmediato ni de una iluminación automática, sino un más bien de una transformación progresiva.
¿Y cómo afectó esto al resultado final del disco?
Rodrigo: Este disco se hizo sin ningún temor y creo que ese es el rasgo principal del mismo. Tenemos nuestro GRAMMY justo aquí con nosotros, en el estudio, pero fíjate que ni siquiera lo vemos cuando estamos trabajando porque está detrás de las pantallas y demás. En lo referente a la libertad y componer sin temores, te diré que, dada la situación en la que nos encontrábamos todos, nos dedicamos simplemente a hacer música durante la pandemia sin demasiadas pretensiones y sin saber ni tan siquiera si terminaría siendo publicada. Es por ello que no tuvimos miedo a experimentar, añadir arreglos nuevos, ponerle toques de electrónica y terminar armando con ello el soundtrack para la historia que queríamos contar.
De hecho, se dice que el vídeo que Olallo Rubio preparó para “Descending To Nowhere” es el primer capítulo de una historia escrita por vosotros sobre un personaje que tiene un viaje espiritual hacia el “no-dualismo”.
Gabriela: A Rodrigo y a mí nos encanta imaginar historias todo el tiempo. Nos sale de forma muy natural desarrollarlas cuando escuchamos y creamos nuestra música. En el caso de este álbum, elaboramos una historia basada en un personaje que se llama Advaita. No es ni hombre ni mujer, sino un representante per sé de la humanidad, y su aspecto es como el de una pantalla viviente. Por eso viste todo de blanco, porque se siente como un lienzo sobre el que se refleja todo lo que sucede a su alrededor, adaptándose a los diferentes escenarios y proyectando sus anhelos y deseos, que también son cambiantes. En “Descending To Nowhere” el personaje comienza a tener un viaje interno de lo más personal, a partir del cual cada pieza del disco se interrelaciona entre sí, porque el personaje empieza a cambiar de aspecto y de desafíos personales.
Incluso diría que ya le vimos en “Stages”, vuestro anterior trabajo, si no recuerdo mal.
Rodrigo: Efectivamente, en su momento pensamos en “Stages” como una introducción para este trabajo. Nuestra intención es también trabajar en una serie de visuales para la gira que le den un contexto determinado a nuestras canciones y a la narrativa de este disco. Como te decía, para nosotros se siente como un todo, como una gran historia, y nos encantaría llevarla a los escenarios de la mejor de las maneras.
Me consta que los dos sois también artistas visuales. ¿Os veis elaborando algún proyecto audiovisual, paralelo a la banda o relacionado con ésta?
Rodrigo: A mí me encantaría, la verdad. Tanto Gabi como yo tenemos esa vena de artistas visuales muy desarrollada, cada cual en nuestro estilo, sí, pero nos apasiona dar rienda suelta a nuestra visión a través de este soporte también. Es algo que nos encanta porque nos permite desconectar de todo, pero claro, cuando nos toca dedicarle tiempo a “RodyGab”, ya no podemos involucrarnos demasiado a fondo en otros proyectos.
Gabriela: Pero lo importante es que, partiendo de una idea original, siempre se puede contactar con gente que puede hacerlas posible a nivel técnico. Como ha sido el caso de Andy Butler, el ilustrador británico que se ha encargado de algunos de los visuales propios de los que te hablábamos antes. Con el tiempo, nos hemos dado cuenta de que lo que nos gusta hacer es estar creando cosas todo el rato. A fin de cuentas, este tour va a terminar en algún momento, y hay que seguir estando ocupados.
Hablemos ahora un poco de la parte técnica del disco. Decíais antes que la historia nace de las melodías pero, ¿las melodías nacen de un proceso premeditado o hay espacio para la espontaneidad?
Rodrigo: Pues diría que un poco de ambas, realmente. Desde “Mettavolution” hasta ahora, las melodías se han convertido en una parte fundamental en la forma que tengo de expresarme con la guitarra. Siempre han tenido importancia, pero digamos que antes había espacio para muchos más solos y cosas por el estilo. Ahora, si te fijas, tanto en “Mettavolution” como en este disco, las melodías han sido originalmente compuestas a partir de la voz para posteriormente ser pasadas a partitura de guitarra. Precisamente hoy nos pillas ensayando canciones nuevas, porque… Bueno, ¡spoiler! Estamos trabajando ya en la secuela de este álbum y de hecho estrenaremos canciones nuevas en nuestros próximos shows. Pero la cosa es que yo me encargo de la melodía y Gabs de la armonía…
Gabriela: Realmente, yo le lanzo como veinte mil acordes, y él empieza a decir “no, ese no, ese no, ese no, ese no” [risas].
Rodrigo: Sí, ahí está quizás la parte más improvisada, ese momento previo hasta dar con una melodía que nos guste por igual a ambos. Una vez la tenemos, solo es cuestión de depurarla y añadirle cuerpo, siendo esta parte ya una mucho más premeditada y con conciencia.
¿De qué salud creéis que goza actualmente la música instrumental?
Rodrigo: Dentro de la industria como tal, no es un tipo de música que goce de muy buena salud, eso es así. Pero esto no quiere decir que no haya propuestas novedosas ni sigan surgiendo proyectos interesantes. El matiz es importante. Tenemos la suerte de habernos dado cuenta de que ahora mismo hay muchísima más gente llevando a cabo proyectos instrumentales de la que había cuando nosotros comenzamos, por ejemplo. Precisamente porque lo han visto posible. Y además, elaborados por gente que no les importa lo más mínimo tener o no seguidores, lo cual demuestra una autenticidad bárbara por su parte. No, no sonarán en las radios, pero están ahí, solo hay que buscarlos.
Gabriela: Vivimos en una época en la que la música se siente de lo más formulada. La gente crea música sabiendo qué tanto por ciento de azúcar y de sal hay que añadirle a la receta para que su obra tenga éxito y ésta llegue al gran público. La buena noticia es que ahora, gracias a las nuevas tecnologías, también es mucho más fácil tener acceso a bandas que, en otras circunstancias, habría sido imposible dar con ellas. Ya sabes, ese tipo de proyectos que tienen pocos seguidores precisamente por ser tan únicos y por ser de los pocos que toman el riesgo de hacer algo diferente. A nosotros un día un músico nos dijo que lo más importante en esta profesión era permanecer fiel a uno mismo. Así que eso es lo que tratamos de hacer desde entonces, aprender a saber quiénes somos realmente y quedarnos ahí. Ahí afuera hay mucha gente con un talento increíble, pero musicalmente no saben quiénes son, y en un disco quieren sonar como tal y al siguiente como otro totalmente distinto, dependiendo de lo que en ese momento se esté moviendo más. A cierta edad ya tu paciencia con propuestas tan básicas se vuelve chiquita y no conectas con artistas que sean tan volátiles y poco fieles a sí mismos.
¿Os sorprende haber terminado siendo profetas fuera de vuestra tierra?
Rodrigo: Desde luego, nuestra carrera tomó caminos que no habíamos esperado nunca. De hecho, nuestra carrera no comenzó en México, sino en Irlanda. Y sorprendentemente, nuestra relación con Estados Unidos o Europa del norte es mucho más estrecha que la que tenemos con nuestro México natal, o con el resto de Latinoamérica, o incluso con España, donde no hemos tocado en demasiadas ocasiones. Y eso nos entristece un poco, porque nosotros tenemos muy buena relación con España. Los dos hemos vivido en Barcelona, siempre que tenemos chance vamos de vacaciones y tenemos grandes amigos allí. Por eso para nosotros, y echando mano de términos propios de la industria, sería maravilloso si pudiéramos abrir más el mercado y llegar a estos países.
Si algo destaca de vuestro estilo es la gran conexión que se percibe entre vosotros. ¿Cuál diríais que es la clave para que eso se siga percibiendo después de tantos años de carrera?
Rodrigo: Si existe la reencarnación, estoy seguro de que nos conocemos de otra vida. Ten en cuenta que Gabs y yo nos conocemos desde muy chiquitos. Teníamos como 14 años, o algo así, cuando empezamos a tocar.
Gabriela: Sí, recuerdo que Rod tenía una banda de metal con su hermano. Yo entré en ésta y desde entonces hicimos team. El resto eran más mayores y nosotros queríamos sonar como Metallica o Pantera, y forzábamos al resto a hacer cosas que no querían hacer [risas]. Recuerdo que discutíamos mucho. Ahora tenemos un método de trabajo más cerrado y unas formas más maduras de resolver nuestras diferencias. También respetamos más nuestros propios espacios. Yo, por ejemplo, tengo mi propio proyecto, Música Por Los Animales, donde hago lo que me da la gana y escribo sobre temas, como el veganismo o el activismo animal, que a Rod, por ejemplo, no le interesan tanto. Y eso estimo que es muy importante y muy sano para nuestra relación.
Rodrigo: Lo que más nos une es nuestra evolución espiritual. En ese ámbito sí que creo que compartimos muchas más cosas. Dejamos México siendo muy jóvenes y desde entonces vivimos muchas experiencias similares viajando por Europa y demás. Por encima de cualquier diferencia, está el hecho de haber tenido vidas relativamente parejas y eso es lo que nos hace estar tan conectados, después de más de treinta años.
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