He aquí una impresión: hay grupos que quieren ser normales. Pocos días antes del concierto de Snow Patrol en Madrid, Arab Strap ofrecía en directo una lección de “normalización” pop, es decir, todo un ejemplo de cómo muchas veces la opción de despojar a las canciones de todo elemento accesorio e “ir al grano” es más efectivo que intentar probar variantes de un sonido que empieza a perder reflejos. Snow Patrol nació y creció en Escocia, muy cerca de Arab Strap y otras bandas a las que podemos considerar de inquietudes similares –el super grupo The Reindeer Section demuestra que allí debe de haber un virus– y tras escuchar “Eyes Open”, un disco de fácil digestión que entra tan bien que casi ni te enteras de que se ha terminado, uno no puede evitar establecer comparaciones. Es algo que suele sacar de sus casillas a los músicos. Gary Lightbody, vocalista de Snow Patrol, lleva toda la mañana de entrevistas y, sentado en un sillón, se le pone cara de chino mientras se masajea salvajemente las sienes. Rumia las sílabas en actitud reflexiva. “Sí, creo que vamos a algo más simple. Las letras son honestas y con la honestidad viene la simpleza. Es algo que viene desde el anterior disco, (“Final Straw”, el primero en salir bajo la protección de Universal), pero no es algo premeditado, no buscamos vender miles de discos”.
"La simpleza no es algo premeditado, no buscamos vender miles de discos" |
Segunda impresión: los títulos muchas veces no dicen nada. “Open Eyes” es un álbum raro, que suena a pop británico y rock americano a la vez, como un “My Iron Lung” (Radiohead) políticamente correcto. Su título, directo y el menos original en lo que va de año, parece invitar a hacer algo... “El título muchas veces no dice nada –arranca Lightbody–. El disco, por un lado, invita a lo positivo aunque no creo que eso esté enfrentado a la tristeza. La tristeza también aparece en las canciones. Yo no estoy siempre alegre. Nadie lo está”. El músico reconoce que no se metieron en el estudio con la idea de conseguir un sonido único sino algo “que quedara bien y que nos gustase”. Muestra de esa apertura es el contenido heterogéneo de “Open Eyes”, donde lo mismo caben piezas instantáneas, cercanas al power pop (“You’re All I Have” es el mejor comienzo imaginable para este disco), que himnos para corear (“Chasing Cars”, “Open Your Eyes”), pop sensiblón (“You Could Be Happy”) y hasta ramalazos AOR, casi grunge (“Hands Open”, “Make This Go On Forever” parece A Perfect Circle). Brillan aparte las inquietas “Set The Fire To The Third Bar”, un crescendo emocionante que se despereza lento, y “Shut Your Eyes”, construida sobre un esqueleto tortoisiano y loops efervescentes. Lightbody defiende que el salto a multinacional no ha hecho más que beneficiarles en lo musical. “Estar en Jeepster (sello de Belle And Sebastian, entre otros) fue muy bueno para nosotros pero la libertad que tenemos ahora no la tuvimos allí nunca. También sabemos que esto no es normal”. Tercera impresión: Snow Patrol es un grupo para todos los públicos. “A todos los papás y mamás del mundo: sean pacientes con sus hijos”, reza la página principal en Internet de la banda. ¿Es este el tipo de mensajes con los que suelen asociarse a los grupos de rock? “Hemos sido muy afortunados porque nuestros padres nos han ayudado en todo lo que hemos hecho. Creemos que ellos deben preocuparse de que sus hijos sean felices y no tanto si el día de mañana serán médicos o abogados”. Temo que Lightbody caiga rendido de sueño. Otros compromisos de Snow Patrol incluyen Amnistía Internacional, con la que han colaborado en su programa Make Some Noise, un proyecto que busca hacer “música con mensaje”. “Grabamos una canción de John Lennon para un disco junto a otros grupos. Trabajamos con ellos desde hace años y esta vez el resultado ha sido muy bueno”. Salto en el tiempo. El concierto que ofreció el grupo en la sala El Sol puede calificarse de éxito: apretado hasta lo humanamente soportable, el público demostró que se sabía de memoria el repertorio y acogió con aplausos “Hands Open” como el adelanto más inmediato de su último disco. Lightbody es un frontman al que, paradójicamente, le pierde, como dijo Fernando Martín en “El País” dos días después, la facilidad con la que alcanza el “paroxismo emocional”. La última impresión de la noche fue la de estar ante un grupo que de tanto pulir sus canciones, le han encogido. De haberlo visto en otro contexto, hubiésemos calificado el concierto de “rock de estadio”. Denles tiempo.
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