A diferencia de Silvia Pérez Cruz o Rosalía, la artista onubense Rocío Márquez ha convivido con el flamenco desde que era una niña, y aunque ella también quiere abrir las alas como ellas, está sujeta a que la valoren de manera distinta por su procedencia. Reivindica el valor de su propia libertad luchando día tras día. Defiende con actitud que hay que equilibrar la balanza en cuestiones de género, pero también que las barreras están para romperse. Si con “El niño” se salía de los parámetros de la ortodoxia, con invitados como Niño de Elche, ahora desafía a todo el que dude de su atrevimiento con “Firmamento”, un disco flamenco en el que no hay guitarra.
Con Proyecto Lorca, la formación que la respalda en este disco, logra que saxo, piano o marimba se integren en el flamenco de manera natural. Pero también está Refree produciéndola de nuevo o María Salgado, Isabel Escudero y Christina Rosenvinge escribiendo letras. El resultado es un álbum rompedor sin precedentes, prodigioso en fondo y forma, que aupa todavía más a esta artista sin límites.
Para empezar, antes de entrar al trapo con tu disco, te quiero preguntar por la renovación que está sufriendo el flamenco en los últimos años. Con chicas como Silvia Pérez Cruz, Rosalía o Soleá Morente, que no hacen flamenco puro, sino que lo mezclan con otros estilos en una propuesta más abierta. ¿Te identificas con ellas?¿Cómo te ves tú dentro de esa escena?
Fíjate, en el flamenco la convivencia de lo tradicional con una línea más abierta siempre ha generado polémica desde los inicios. En guitarra y en baile ha sido mucho menos penalizado. Ha costado al principio, pero después se ha instalado. Ahora mismo tú ves en la misma programación a Israel Galván y a Farruquito, pero en el cante está más complicado. Te estoy hablando de festivales tradiciones y bueno, con el logo flamenco. Pero para mí no cabe discusión, porque creo que si somos aficionados y queremos enriquecer al género, al flamenco, tenemos que entender lo importante de la convivencia en ambas direcciones. Lo único que pone las cosas en su sitio es el tiempo. El tiempo puede decir esto sí, esto no.
¿Por qué crees que siempre ha habido ese debate sobre lo que es puro y lo que no en el flamenco?
Es que en el flamenco estas conversaciones sobre purismo han estado desde el principio de los tiempos. Del principio estamos hablando desde Demófilo (ndr. revista de cultura tradicional andaluza fundada en 1987). Un ejemplo fue cuando Silverio sacó al flamenco de los cuartos y se lo llevó a los cafés-teatro, y decían que ahi, al profesionalizarlo, se acababa la pureza. Y fíjate que esa pureza que se daba por acabada es la que ahora tenemos como referencia, La Niña de los Peines o quién sea. Y ya no es que lo diga yo, lo digas tú o lo diga alguien, es la historia la que ha dicho que ha ocurrido con eso. En un momento dado, lo que se puede dar como una revolución y puede chocar después es necesario y son puntos de inflexión para continuar el camino. Y tampoco se va a perder lo puro, porque es una línea clásica maravillosa y que admiro. Lo que me da miedo en esto es que, de repente, me he encontrado un par de veces en un contexto en el que lo tradicional era negativo, mientras que yo en ningún momento lo veo así. Además, es el punto de partida. Lo que yo defiendo es la coherencia del discurso. El que tenga la necesidad de hacer otra búsqueda a otro nivel no puede dejarse limitar por el peso de la tradición, lo mismo que quien quiere mantenerse dentro de la tradición debe hacerlo si lo siente así y esa es su necesidad. Me parece igual de válido.
En esos círculos, ¿les da miedo que los jóvenes que suben se aparten de esa deriva clásica eligiendo otros pasos? ¿O simplemente son casos concretos de artistas como tú, que tan pronto actúas en festivales flamencos como en el Primavera Sound sin que nada chirríe.
Yo sólo te digo que a mí, a La Unión, no se me ocurriría ir con este disco. ¡Y me han dado un premio ahí! No es problema de no encajar, es saber lo que se da y lo que no. Yo no voy a chocar contra una pared, porque mi carácter no cuadra con eso. De hecho, no me gusta la confrontación, pero he entendido que una vez te posicionas tienes que aceptar la respuesta del público y no pasa nada. Pero también es verdad que cuando sabes que, en ciertos ambientes... voy con un recital clásico, con guitarra y palmas, y hago un concierto tradicional y punto, o me arriesgo y si me dan palos hasta en el cielo, pues me aguanto. A veces lo he hecho, pero ahora estoy en un momento de mi vida muy tranquilo en el que no me apetece que me den ese tipo de palos. Así que voy a espacios donde creo que puede tener cabida lo que estamos haciendo. Y entonces todo combina. Un día puedo estar en Praga haciendo la presentación de este disco y al siguiente en una peña en Córdoba con la compañía de una guitarra. A mí personalmente eso me enriquece mucho.
En este caso, es saber qué público va a estar más receptivo a una propuesta o a otra, conocer el circuito. Además, con este disco has ido mucho más allá, si ya en “El niño” planteabas un discurso que abarcaba más géneros, en “Firmamento” te has dejado ir del todo. Es muy interesante, estoy a favor de esa clase de fusión, todo suma.
No sólo como oyente, también como intérprete. Yo hubo un momento en que le perdí el sentido a cantar, salía al escenario y ya no estaba motivada, y me dije, si a mí me pasa esto dentro de tres meses dejo de cantar. Como que me parece poco honrado, ¿sabes? Me parece algo tan bonito que si lo vas a hacerlo con los cinco sentidos, mejor estarte quieta. Te buscas otra manera de ganarte la vida y ya está. Porque es algo que te tiene que salir de dentro y si no es así, pues no pasa nada, pero quítate de en medio. Pensando en eso, vi la necesidad personal de abordar otras líneas, con otros instrumentos, otros matices y otros caminos. Y así fue como recobré el sentido de lo que estaba haciendo con guitarra y voz. Por eso, insisto en la importancia de la convivencia a este nivel.
Lo que me gusta de “Firmamento” es que es un disco con una base sólida de flamenco, pero que va por tantos caminos, que es difícil de definir. Y eso es algo que valoro mucho de los nuevos artistas flamencos, la naturalidad con la que incorporáis otros elementos. Al final, no deja ser música universal. Un ejemplo es el tema “Gritos sordos”, con ese saxo y tu voz recitando. Entonces, ¿cómo acudiste a un instrumento como el saxo que tiene tanta energía y que a la vez es tan cálido?
De alguna manera, porque es uno de los pocos que existen como referencia en el histórico del flamenco, con el Negro Aquilino por ejemplo. Encontré que compacta muy bien, pese a lo que podamos pensar en primera instancia, por las cualidades que tiene el instrumento en si. Me parecía que era como otra voz y, como me encanta la polifonía, me permitía dialogar con otra voz.
¿Tenías cultura de haber escuchado jazz? Porque en el fondo, tiene un toque jazzístico.
Al jazz me empecé a aficionar hace un par de años gracias a Alex Sánchez que trabaja el producto en Universal Music. Me va pasando cosas y me dice “escucha esto a ver qué te parece”. Realmente me he ido aficionando a pesar de mi desconocimiento. De todos modos tengo que decir que el grupo instrumental Proyecto Lorca ya estaba formado antes de que yo apareciera, los había escuchado en bastantes ocasiones con otros artistas ya como grupo, y esa formación a mí me llamaba. Me parecía que tenían infinidad de recursos y posibilidades.
¿Y te viste es en ese contexto?
Para serte sincera me pareció interesante, y dije “vamos a probar”. Por eso en el Teatro Real no hicimos todo el repertorio, sino sólo tres temas.
¿La duda que tenías era por respeto, por miedo…?
Por todo a la vez, todo lo desconocido da apuro. Yo con una guitarra me tengo muy calada. Sé más o menos por dónde voy a seguir, por dónde no, y esto también es cuestión de experiencia. Cuando llevas mucho tiempo haciendo algo, conoces esos aspectos. Con estos instrumentos no me había visto, y hasta que no lo probase no podía saber de verdad lo que iban a darme. Tú lo puedes probar en casa, lo puedes ensayar como quieras, pero hasta que no lo ves en el escenario no sabes la verdad.
Esa para ti es la clave, ¿no? Ahí es dónde se despejan dudas.
Aquí lo importante es el proceso Si tengo que elegir algo de este disco es eso precisamente, el proceso de elaboración. Con todas las idas y venidas que hemos tenido, no te imaginas para cerrar un tema la de vueltas que hemos dado. Y eso me encanta.
¿Ha sido más complejo que en otras ocasiones? Por lo que cuentas y a tenor de lo escuchado, imagino que sí. ¿Te hace sentir eso más realizada? También los músicos, cuando se meten en proyectos de esta índole mucho más ambiciosos, se acaban volviendo un poco locos.
En cierta manera sí (risas). Pero a mí lo que me gusta es que las cosas fluyan de manera natural, y trabajando con Refree eso pasa mucho. A nosotros nos hace mucha gracia, porque prácticamente, podemos arreglar tema por día. Es súper rápido, y nunca nos lo planteamos de antemano. Yo me vengo aquí, ponte que estoy una semana, y le digo “vamos a ver qué hacemos, Raúl”. Y una vez lo tenemos, se lo enviamos al resto del equipo. Cada uno da su opinión y va aportando ideas, hacemos modificaciones, y cuantos más ojos están mirando algo, mejor para todos y para mí, siempre cuando haya una visión parecida, un idioma común. Es muy enriquecedor. Hay que darle tiempo a las cosas. Porque tú compones algo, lo arreglas, y probablemente cuando lo escuches dentro de una semana, tengas una percepción distinta. A mí me ayuda mucho escuchar las cosas cuando ya no me acuerdo de lo que he sentido al grabarlas. Si recuerdo la sensación que tuve al grabar una canción, ya no me vale la pena escucharla. Necesito tiempo para olvidar la ejecución, y creo que siempre hay que darle una vuelta a todo. Si no es así, me queda una sensación extraña. Y yo creo que en todos mis proyectos se nota que hemos madurado cada decisión.
Con “Firmamento”, ¿en algún momento has tenido la sensación de que le podías haber dado otra vuelta de tuerca?
Estoy muy contenta con el resultado del disco, pero lo que también está claro es que conforme lo vayamos haciendo en el directo va a coger otro color, va a ir desarrollándose de otra manera, pero a mí eso me parece que va a ser lo más bonito. Y no sólo con este disco, nos pasa a todos. Esa es la magia de la música. Que sea algo vivo y que no se quedé una vez finalizado como algo muerto. Que puedas ir evolucionando y andando, ¿no?
Me citabas antes a Refree, quien curiosamente está en muchos proyectos, junto a Silvia Pérez Cruz, a Rosalía... ¿Qué tiene para que acudáis a él tan frecuentemente? Ya colaboró en “El niño” y ahora repites. Supongo que os entendéis a la perfección.
Repito porque para mí ha sido muy enriquecedor, porque te abre hacía otros caminos. Es justo eso. En mi entorno más próximo y en los círculos en los que me muevo, lo que me sobran son opiniones tradicionales, y lo que me aporta muchísimo es un loco como Raúl que conoce muy bien lo que hace, pero que además no tiene ningún problema en sacar los pies del plato, y a la vez es alguien súper respetuoso.
Con Refree, a veces tengo la sensación de que se lleva al artista demasiado a su terreno, en cambio contigo no es tan acentuado.
Pues mira, te voy a ser sincera, yo también lo veo. Es algo en lo que había pensado, y por eso quise que la creación no estuviese solo en un lado, sino que tuviera varios focos de apoyo. Porque sino al final, la gente que tiene tanta personalidad es muy fácil que te coma la tuya. Y en este caso puede pasar. Todos los productores buenos tienen un sello propio muy fuerte y hay que tener mucho cuidado para que no te coman el terreno. De hecho, fíjate que cuando yo lo dije esto a Raúl hubo un momento en el que él se planteó que incluso yo le estaba imponiendo la formación instrumental, pero al final aceptó, y eso enriquece el proyecto por parte y parte. Valoro su opinión y su visión global, aunque era bueno dar cabida a otros y así nadie arrollaba a nadie.
En el caso de María Salgado, Isabel Escudero y sobre todo en el de Christina Rosenvinge, ¿por qué decides que sean ellas quienes te cedan letras en exclusiva para este disco? ¿Qué intención había?
Quería voces de mujeres, porque lógicamente me siento más cómoda cantando y poniendo mi boca a palabras de mujeres, porque tengo más cosas en común y porque son mujeres con las que comparto gran parte de su discurso a muchos niveles. Para mí era un placer poder contar con ellas, tanto María con lo del “Polo químico”, Christina con el feminismo e Isabel con ese punto más social. Para mí era una manera también de equilibrar la balanza. Hay muchos hombres en producción, también los músicos, y cada vez necesito más estar rodeada de mujeres con esa fuerza femenina y posicionarnos dentro de un mundo tan machista como es el del flamenco.
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.