Charlamos con Anna Sardà y Gemma Polo, dos de sus integrantes, sobre el nuevo camino que han tomado.
¿Por qué decidís hacer un cambio estilístico? ¿Lo buscasteis o surgió?
(Gemma) En un proyecto de diez años los cambios son tan orgánicos como necesarios. Yo creo que sí lo hicimos conscientemente.
(Anna) Sí, creo que del primero al segundo disco ya hubo un cambio. Cuando llevas un año haciendo la gira de un disco te planteas cosas de cara al siguiente, entonces esto te acaba llevando por distintos lugares y dices “Ostras, molaría investigar hacia aquí”. Creo que ha sido muy orgánico, necesitamos buscar nuevas sonoridades, porque al final no queríamos hacer un disco que fuera igual que el otro. Quisimos investigar un poco hacia esta parte más electrónica que también estaba presente en la música que nosotras estábamos escuchando y adaptarnos también a un panorama en el que la parte de electrónica está presente y que creemos que también a nivel de público es guay. Y de aquí también el EP, que queríamos que fuera el puente hacia una producción más larga como ha sido el disco.
Decís que sois las #novaRobaEstesa. ¿Queda algo de las Roba Estesa de antes, entonces?
(Anna) Sí, claro, quedan muchísimas cosas.
(Gemma) Realmente lo de #novaRobaEstesa era porque la gente continuaba preguntándonos por el folk “calentó” y eso ya estaba obsoletísimo, así que quisimos buscar un hashtag nuevo, pero no le dimos muchas vueltas al asunto. ¿Qué queda de antes? Muchas cosas: quedan los instrumentos, queda la curiosidad… creo que lo nuevo es la nueva curiosidad, no es que lo de antes fuera antiguo y lo de ahora nuevo, aunque es evidente que ha habido un cambio.
La intención reivindicativa también sigue estando muy presente todavía en el proyecto. ¿Tiene sentido la música sin lucha?
(Gemma) Hay algo de normalizar que no lo sea. Aquí en Catalunya, sí que había un rock catalán que era muy político, pero luego aparecieron varias bandas que dijeron que no hacían música política y entonces eso lo hemos normalizado. Pero está totalmente fuera de lugar porque sabemos que todo es político, todo genera precedente y referente. En un circuito como el nuestro, que es muy adolescente donde la gente está generando su identidad, es bastante naíf decir que la música no es política. Quizás nosotras lo metemos un poco más en nuestras letras, pero eso no es necesario. Quiero decir, político también puede ser hablar del café que te tomas a las siete de la mañana estando más sola que la una porque no tienes amiguis o porque tus amiguis están currando todo el puto día.
"La gente continuaba preguntándonos por el folk “calentó” y eso ya estaba obsoletísimo"
¿El hecho de ser una banda integrada sólo por mujeres os ha afectado de algún modo?
(Anna) Evidentemente lo hemos notado porque la manera en la que vivimos nuestra presencia en el mundo de la música es desde nuestros cuerpos y al final son los que son. Vivimos dentro de la industria de la música como un grupo de tías, ahora mismo, y eso hace que obviamente en algunos sitios se nos programe porque hacemos subir la cuota y que en otros lugares nos digan “hostia, para ser tías, lo hacéis bastante bien”. Hemos oído esos discursos y siguen presentes en la música y en todos los aspectos de nuestra vida. Creo que no ha habido un cambio en los últimos años, sí que se ha generado un poco de inquietud, no sé si real o no, de decir “bueno, va, tenéis razón, os haremos caso y programaremos de otra forma”, pero creo que es muy pequeño y minoritario.
(Gemma) Es superficial, no hay una reflexión profunda por parte de las programaciones ni por parte de las instituciones para que esto cambie. Muchas veces se responsabiliza a las bandas de lo que está pasando, y las bandas tenemos mucha responsabilidad, pero no decidimos nosotras los carteles, no decidimos dónde queremos estar o no, y aún menos desde nuestra posición. Hay grupos que sí que deciden porque tienen el privilegio de poderlo hacer, porque tienen todas las oportunidades del planeta, y estas bandas son bandas de señoros. A nosotras nos dicen que tenemos que estar agradecidas de lo que tengamos y ojo con rechazar según qué propuestas porque no sé qué puede pasar.
Vais a estar girando por España en 2022, lo que demuestra una vez más que cantar en catalán no es ninguna barrera para poder llegar fuera de Catalunya.
(Anna) Creo que hay un discurso un poco fantasioso, pero no en el buen sentido de la palabra, de que si cantas en catalán tu música difícilmente puede ir fuera de un territorio que no sea catalanohablante, pero no lo vivimos de una manera problemática porque recibimos comentarios de peña de Madrid que escucha Roba Estesa y que se divierte y lo entiende igual.
(Gemma) Creo que esta barrera fantasiosa tiene más que ver con los conceptos de nación y otros que llevan muchos años penetrándonos a nivel de territorio hispanohablante, pero que se rompen en un santiamén y que no se aguantan por ningún lado. Si te interesan las letras te las pones en Google Translate, que es lo que hacemos nosotras cuando escuchamos música de fuera. Supongo que también tener la lengua catalana como vehicular hace que relativices mucho el entendimiento de las cosas, vivimos desde el multilingüismo que llevamos incorporado y entonces tenemos una relación diferente con las otras lenguas. Molaría que hubiera más circuitos tanto en el territorio hispanohablante como incluso a nivel global donde facilitaran que las lenguas minoritarias tuvieran su visibilidad y desde un lugar más normal y cotidiano. Habría que normalizar un poco más esto y no vivirlo desde la batalla nacionalista sino desde la protección de las lenguas minoritarias. Creo que nuestra generación está concienciada con esto, pero se necesitan muchos recursos y muchos dispositivos para que esto pase, y tampoco hay que hacerlo desde un punto de vista exclusivista o elitista.
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