Se cumplen diez años desde el desembarco de Élena en la escena musical barcelonesa y, desde entonces, la banda ha luchado con firmeza para no apagar la llama de su creatividad. Aunque como en todas las buenas historias, no todo ha sido un camino de color de rosas. En el momento en el que Raül Fernández (Refree) y Daniel Castro decidieron ir por libre, las dudas sobre su vigencia se pusieron sobre la mesa. Al menos, entre los tres supervivientes de la formación original: Helena Miquel (voz; también en Delafé y las Flores Azules), Raül Moya (guitarra que, a su vez, compagina su agenda al frente de Raül Moya y el Trío Miniña) y Víctor Francisco (batería y escudero, asimismo, en las percusiones del proyecto de Moya). Puestos a rememorar su pasado reciente, aún recuerdan el que, de buen seguro, debería considerarse su mayor punto de inflexión. “Cuando Raül y Dani se fueron nosotros tres no queríamos que el proyecto desapareciera. Fue un momento difícil, pero teníamos muchas ganas de continuar. Si uno de nosotros perdía las ganas, los otros dos le animábamos para seguir adelante”, dice Helena sobre la incertidumbre de aquel momento. De aquellos meses inciertos resurgieron hace dos años con “Un cafè, setanta matins”, un trabajo de transición (tanto sonoramente como por emplear el catalán por primera vez) en el que adoptaron a Marc Marés (guitarra) y Dani R. Jones (bajo) a la familia. Ahora, con la maquinaria del todo engrasada, Élena vuelven con “D’herois i desastres”, un largo en el que consolidan su nueva identidad y que nos anima a movernos en sus conciertos. “Aunque en el anterior disco hubo savia nueva, fue un paso previo y natural a estas nuevas canciones. Nos dimos cuenta de que en el estudio grabábamos los temas de una forma más lenta y en los directos les dábamos mucha más fuerza. Ese camino, el de los conciertos, pensamos que era el que teníamos que seguir. Además, con los tiempos que corren, hay ganas de darle más caña y sacar un poco de rabia. No es que nos pasemos a la canción protesta, sino más bien sacarlo todo”, comenta Moya sobre ese halo festivo que recorre buena parte de su nuevo repertorio, donde los vientos (al igual que en el último trabajo de Delafé y las Flores Azules) acaparan buena parte de los focos. “En el disco anterior, en un par de piezas, ya los empezamos a emplear. Pero todo viene fruto de la evolución de aquellos directos en los que Los Vientos del Panorama empezaron a acompañarnos”, dice Víctor al respecto.
Otra novedad a tener en cuenta recae en el papel de ese gurú de la producción llamado Santi García que, desde su estudio en Sant Feliu de Guíxols, es capaz de sacar oro de todo aquello que se le pone por delante. “Teníamos muchas ganas de trabajar con él, ya que por el sonido que buscábamos era la persona perfecta para encargarse tanto de la producción como de la masterización del álbum. Como las canciones esta vez son más rápidas, pensamos que Santi podría sacarles más jugo”, comenta Helena sobre esta acertada decisión. Todos, tal como Víctor confiesa, han salido encantados de esas tres frenéticas semanas de trabajo. “Este es el disco con el que más he disfrutado porque todo iba haciéndose bien. Nunca había oído algo en lo que yo participara tantas veces en tan poco tiempo. Sin duda, que estemos tan contentos es el primer paso para poder defenderlo en directo”.
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