Estamos ante un disco conceptual sobre el apocalipsis creado y curado, curiosamente, antes de la pandemia. ¿Una revelación? No, una foto de la realidad: el caos lleva rigiendo ya hace tiempo entre el cambio climático y desgracias humanitarias y gubernamentales. Antes que cantante y compositora, sin embargo, es escritora. Autora de cinco novelas y tres libros de cuentos, sus obras han trascendido a ambas costas del Atlántico con mucho éxito (El País la clasificó entre una de las cien personas latinoamericanas más influyentes de la actualidad).
Dominicana residente en Puerto Rico, en el tiempo que estuvo sin dedicarse a la música también participó en causas como la revolución boricua que provocó el derrumbe del gobierno el año pasado –en la cual tomó parte activa– o en la lucha por la concienciación sobre el medio ambiente. El dembow, el folklore, la música popular y el merengue se entrelazan con toques electrónicos, de samba y hasta de funky en este nuevo disco, algo que diez años atrás ya había probado con El Juidero con Los Misterios, su banda. Cuando parecía que esa sería su única incursión musical, Eduardo Cabra (Calle 13) la animó a volver a pasar por el estudio y por eso, precisamente, suena diferente: es un disco sin banda, pensado desde el estudio. Un universo sonoro que encaja con las letras del álbum, luchadoras y emotivas. No separa música y libros de su obra: todos forman parte de su mismo universo, solo que en la música se expresa de manera más directa. Una explosión creativa que vuelve con todas, como dice en “Como un dragón”: “regresó La Montra pa’ comérselo’ de cena”.
El disco va sobre el apocalipsis, un concepto con el que llevas reflexionando desde pequeña. ¿Por qué te obsesionaba tanto y por qué decidiste abordarlo en este disco?
El tema del fin del mundo siempre me interesó. Recuerdo con mucha vivacidad el momento en que me entero de que la idea de que el mundo se va a acabar existe. Fue en el colegio, me lo dijo mi mejor amigo: “Si viene un asteroide y choca contra el planeta, nos vamos”. Yo tenía cinco años. Otra amiguita me dio la versión evangélica del fin del mundo: “La tierra se va a acabar, va a haber un conflicto espiritual”. A mí me chocó mucho todo esto. Si la muerte ya es un tema difícil, imagínate la destrucción total del planeta. Una sabe que van a pasar cosas terribles, como el cambio climático, pero uno no se prepara para lo que estamos viviendo ahora, como una pandemia. “Mandinga Times” empezó como algo metafórico, pero no pensé que iba a lanzar el disco en medio de una cuarentena como esta.
"Hay cosas que no están en nuestras manos, sino en intereses muy mezquinos y muy poderosos, que son los que rigen el destino de nuestras vidas lamentablemente".
De hecho, la preparación de tu disco fue antes de la cuarentena.
Sí, pero cuando empezamos el escenario ya estaba complicado. Hacía tres años del huracán María, de grado 5 –Puerto Rico todavía no se ha recuperado–, un fenómeno producto del cambio climático porque contra más caliente están las aguas, los huracanes van a ser más poderosos. El año pasado tuvimos muchas manifestaciones revueltas y logramos sacar al gobernador de la isla, renunció gracias a esas protestas. Ya veníamos de una situación convulsa. En enero hubo un terremoto en la isla, había unos temblores que no paraban, y encima ya se venía hablando del coronavirus. En marzo, cuando empezó la cuarentena, estábamos todavía terminando el disco. Y creo que el disco también ganó en términos de significado, se convirtió en otro disco por el ambiente, por el contexto.
Algunas de las letras son totalmente reivindicativas, como las que hablan de las revoluciones en las calles o la de la matanza en la escuela mexicana, ”Pa Ayotzinapa”. ¿Cómo surgió la letra de esta última?
Esa fue, de todas las del disco, la inspiración más hermosa. La hice desde mi casa: no tenía melodía ni nada, y surgió con su melodía y su ritmo, fue una inspiración completa de principio a fin. No hubo casi edición, es muy bonito cuando surgen cosas desde la emoción tan fuerte. Sentía una empatía muy fuerte porque tengo hijos de la edad de los normalistas. A mí me pegó muy duro en 2014 cuando ocurrió. No es una canción intelectualizada, sino que es una inspiración en el buen sentido.
Tus hijos fueron una buenísima crítica para componer el disco. ¿Cómo fue: les ibas enseñando lo que hacías o ya se lo mostrabas una vez habías terminado?
Ellos son mis primeros consultores, a los primeros a los que les muestro las cosas. Ellos también hacen sus cosas. Les muestro siempre lo que hago cuando llego a casa. A veces no son tan críticos como yo quisiera y tengo que sacárselo. Quiero que sean brutalmente honestos y ahí me destrozan, pero es lo que me gusta. Están en otra dimensión de otro tiempo y otro ángulo, es súper importante para mí.
¿Cómo surge la conexión con Eduardo Cabra para hacer tu segundo disco y cómo fue el proceso?
Cuando existía Calle 13 como banda, yo estaba con el proyecto de Los Misterios y el Juidero, hace diez años. Ellos se acercaron porque querían que colaborásemos con la canción “Vamos a portarnos mal”, que luego ganó un Grammy a la mejor canción tropical. Era un merengue rápido, que es lo que yo hacía. En ese momento no pude. Luego hace unos seis años nos vimos para tomar un café y me dijeron que volviera a la música, hasta que llegó el momento el año pasado y lo llamé y le dije: “vamos a hacer el disco”.
Al conoceros ya, ¿fue un proceso bastante natural?
Sí, aunque no habíamos trabajado juntos a nivel creativo. Pero fluyó en el momento, en el primer día que nos juntamos salió ya la maqueta de “Como un dragón”. Fue bien productivo, no hubo ninguna fórmula de trabajo, fue un proceso muy ecléctico. Cada canción la hicimos con una fórmula distinta. A veces yo llegaba con letra y melodía y hacíamos los arreglos allá, otras veces hacíamos un beat y yo probaba con la letra y la melodía, o con una idea sin música y sin melodía. Y creo que así se siente en el disco: no es un disco de laboratorio ni de banda. Es un disco de estudio total.
Se nota especialmente en la fusión y mezcla de sonidos distintos. Recuperas tus sonidos del anterior disco pero le añades diferentes influencias como la electrónica. ¿Esto surgió ya en el estudio?
El disco no es ecléctico solo de canción a canción, sino que dentro de la misma canción tiene mucho cambio, mucha referencia, pequeñas historias que se cuentan dentro de la misma canción. Por eso fue súper divertido e interesante trabajar con Eduardo, porque él me ayuda a bombardear las ideas desde lo técnico y desde los instrumentos. Pienso en “El flaco de la Mancha”, que tiene unos micromerengues y luego algo medio psicodélico. Es como un viaje dentro de diferentes dimensiones en la misma canción.
"Dejé la música por distintas cuestiones, una de ellas porque no me gusta todo aquello que no es creativo y que está alrededor del negocio".
Pensando en la temática, ¿crees que este Apocalipsis va a tener una solución?
Yo quiero que la haya porque si no estamos jodidos. Tenemos que encontrarla rápido, sobre todo por el tema del medioambiente. Y después de eso está la cuestión de la desigualdad, que están entrelazadas, y las dos son producto del capitalismo brutal que estamos viviendo. Este es mi granito de arena, de hablar de estas cosas y conectarlas. A veces la gente, a través de la música, conecta puntos y vasos comunicantes entre las cosas, así que las entienden más. Y también para mí, para desahogar una incertidumbre en la que vivo y en la que vivimos todos de que no sabemos qué va a pasar. Quiero pensar, como en la canción “Claroscuro”, que si trabajamos lo personal vamos a poder ir adelante, pero hay cosas que no están en nuestras manos, sino en intereses muy mezquinos y muy poderosos, que son los que rigen el destino de nuestras vidas lamentablemente.
De hecho, la portada de tu disco es sobre el medio ambiente, a raíz de la sequía que hubo en República Dominicana. ¿Por qué decidiste ponerla?
En algún momento pensamos en mostrarme a mí o en alguna ilustración, pero al final decidimos dedicar la portada a algo que está pasando, darle visibilidad a eso. Los países pobres van a cargar con la tragedia del cambio climático. Ver ese pez en la portada significa que eso somos nosotros y es lo que nos va a pasar: se nos va terminar el agua, la luz, el oxígeno y vamos a terminar igualitos que ese pez. Es una foto de Pedro Genaro, fotógrafo dominicano dedicado al medio ambiente, se la pedí y me la regaló.
Han pasado diez años desde tu primer disco. ¿Cómo es que has dejado pasar tanto tiempo?
Dejé de hacer música popular, pero estuve haciendo música para películas para mi país y estuve dedicada a la literatura. Publiqué tres novelas, corregí guiones, di talleres, trabajé en una emisora de radio. Hice bastantes cosas pero sobre todo centrándome en mi escritura literaria, que es mi primer trabajo antes que la música. Dejé la música por distintas cuestiones, una de ellas porque no me gusta todo aquello que no es creativo y que está alrededor del negocio.
¿Qué diferencia hay entre tu expresión artística con la literatura y la música?
Básicamente, el tiempo que le dedicas. Es un tema de profundidad: la canción te permite contar algo muy cortito, una síntesis. A mí las rimas se me dan súper rápido, no tengo que pensarlas mucho, es algo más espontáneo e improvisado. La novela demanda de mí mucho más, demanda de un tiempo dedicado solo a ella y no hay espacio creativo para otra cosa. No puedo escribir una novela y un disco al mismo tiempo. Son dos estados mentales distintos: la novela suele necesitar más investigación, asentar un trabajo con los personajes y requiere mucha más profundidad y tiempo.
¿Ahora sentiste que era un buen momento para dedicarte a la música o estabas en medio de algún proyecto literario?
Tengo muchas novelillas en boceto, pero tuve que hacer espacio porque me dio trabajo echar a un lado las ideas literarias. No podía investigar en ese momento ni entrevistar a gente porque estaba haciendo el disco.
Ahora que ya has lanzado el disco, ¿has retomado algún proyecto literario o ya de aquí a un tiempo?
Quisiera sentarme ahora a meterle mano a una novela pero tengo que estar con la promoción del disco y dejarlo que viva un poco. Yo también voy a ver qué pasa en mi cabeza, si quiero hacer otro disco u otra novela. Quisiera poder sentarme a escribir un libro, a ver qué pasa.
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.