“Para nosotros lo incomprensible es cómo se puede estar veinte años haciendo y diciendo las cosas de la misma manera. Si pudiéramos, quizá lo haríamos, pero no podemos. Hace poco leí una entrevista de Juan Goytisolo sobre su libro ‘Contra las sagradas formas’ y decía que cuando una forma se convierte en algo consagrado ya no cuenta. Pues eso”. Para la grabación, nada de lujos, todo trabajo en una de esas zonas perdidas de nuestra geografía. “Alquilamos una casa rural antiquísima al lado de un cementerio (creo) en pueblo perdido llamado Quintanilla de Somoza, y Miguel Lorenzo de Influx, que es como el cuarto miembro del grupo, montó allí los cacharros, le dio al rec (con mucho arte, eso sí), y entre que veíamos Indiana Jones, recibíamos visitas de perros, de niños del pueblo, y jugábamos con Blondi, volvimos en una semana a Madrid con las bases grabadas y algunas improvisaciones. Luego en la cocina de Miguel grabamos las voces, guitarras acústicas, etc., mientras bebíamos batido de chocolate”.
Más sinuosos, melódicos, progresivos en cuanto a pericia y cada vez más fluctuantes entre lo orgánico y la abstracción, así suenan los Rip KC de esta “etapa spinguölf”, que huele por todos lados a presente y futuro tomando elementos del pasado. “Hubo mucha magia e inconsciencia cuando grabamos el Obvious. Este es más oscuro, el sentido de que mira más hacía nosotros mismos, con nuestras contradicciones, deseos, etc. En cuanto a producción, sí que buscábamos mayor calidez y ambientes un poco hipnóticos. Sergio y yo escuchamos mucho a Baden Powell, Edu Lobo, Vinicius de Moraes, que nos dan muchas ideas. Y esa oscuridad, esos ambientes tan tranquilos pero a la vez tan tensos y con tanta carga emotiva, siempre nos ha fascinado y creo que se nota en algunos temas del disco. Y bueno, seguimos en contínua búsqueda, como decía Afrika Bambaataa: ‘Looking For The Perfect Beat’”. Desde luego las pulsiones de temas como “Couldn’t We Talk” o “It Was Fun Until The Crash” cogen la idea con creces. Uno de los cambios que se atisban es el uso de los teclados en las nuevas composiciones. “El teclado lo grabó Lara González (Undershakers), que estuvo en el grupo durante un año más o menos. Después de grabar el disco ella se fue a vivir a Oviedo y nos quedamos como trío otra vez. Ahora nos acompaña en directo Pablo, del grupo Gestalt. Ya estamos ensayando con él, experimentando cosas nuevas y seguramente salgan muchas cosas con teclados. Estamos muy contentos porque nos hemos entendido muy bien”.
Por “Spinguölf” pasa de todo con una sobriedad escandalosa: de King Crimson a bossa, de Ornette Coleman a Jackie y Nuka y de fanfarrias rumanas a navajazos a lo Black Flag. Desde luego referentes que poco tienen que ver con eso del euro. “A ese monstruo abstracto que maneja los hilos le interesa que ese tipo de productos sean los más consumidos, el arte ya no tiene ningún peso, sería una contradicción que lo tuviera. Pero a nosotros no nos quita el sueño, nos sentimos aristócratas, privilegiados y superiores -en el sentido que le daba Nietzsche- por tener los amigos que tenemos. Manda la empresa (que es todo un modelo de democracia), gana siempre la banca, antes también ganaba vendiendo a Pink Floyd, pero eso era un poco arriesgado porque podía crear demasiados ‘librepensadores’”. Y la industria, ¿qué?. “La música existe desde hace miles de años y la industria discográfica desde hace sólo medio siglo. Quiere decir que la música no va a morir. Y eso es lo que debería preocupar a la gente”. Adrián, Sergio y Paña saben que lo tienen difícil siendo de donde son y haciendo lo que hacen pero ¿quién dice que no son esos pequeños empeños librepensadores los que regalan los mejores momentos?. “Hay muchas propuestas muy interesantes, hechas con honestidad, con mera motivación artística y que de verdad dicen algo diferente y de calidad y no salen en ningún sitio porque no se ajustan a ningún circuito establecido o modelo estético definido”. Sea ésta la excepción que confirma la regla.
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.