El nombre más rimbombante y el sonido más sintético son una de las sorpresas más intensa del año. Rigoberta Bandini, alias de Paula Ribó (ex The Mamzelles, actriz y dobladora), mancillado de un álter ego de John Fante, es la mezcla entre ABBA, Lana del Rey y Gigi D’Agostino. Solamente unos pocos temas, difíciles de encasillar, y ya está en boca de Javiera Mena o Mónica Naranjo.
La catalana gasta de una electrónica trascendentalista y algo dicharachera; ingredientes que la convierten en el compañero de viaje ideal para el momento presente. La banda sonora real de un tiempo crudo como el de pandemia: búsqueda espiritual y brilli-brilli. De luto pero disfrutones.
Lo petaste en verano, pero la aventura viene de más atrás.
Hace más de un año que empecé. Yo tengo cosas en mente y con el Garage Band hago siempre una pequeña apuntalación. Pero sin los productores con los que he currado no soy nada. La producción la hizo Fluren y Santos la mezcló y estuvimos dos meses adelante y atrás, y encontramos “Two Many Drugs”. Bien rara.
"Creo que en la música nos hemos pasado del otro lado, de lo oscuro. La gente está sedienta de cosas normales y emotivas".
¡Y tan rara!
“¿Cómo querías que te entendiera?”, me decían. [Ríe] Sabía el tipo de emoción, pero no que eso se traduciría en electrónica y luego en Río de Janeiro. [Ríe] Luego vi que lo que busco existe, esa melancolía, la música de bailar y llorar a la vez. Una vez tuve un tema, ya solo tenía que intuir para que todo tuviese “coherencia”.
Lo has hecho con Esteban Navarro (Cheeto's Magazine) y Stefano Macarrone (Mendetz). Difícil lo de la coherencia con ellos, pero en buen ambiente, seguro.
[Ríe] Ya la segunda canción la hice en casa con Esteban, que es mi pareja. Con él nos entendemos bien. Él me creó la base de Franco Battiato. Y luego ya nos pusimos con Stefano. Yo no soy nada sin ninguno de ellos. Yo ofrezco los acordes y meten más cosa, lo enriquecen. Luego, en el estudio me gusta estar presente y pesada. No sé decir qué quiero: “No puedes Billie Eilish y luego ABBA”. Pero quiero un poco de las dos. Y siempre al principio es “qué pesada”, pero a la que entramos a entendernos es un sí rotundo. Me gusta el trabajo en equipo. Cuando encontramos el caminar de “In Spain We Call It Soledad”, Stefano se volvió loco.
Y la voz, ¿cuándo entra en juego?
La voz sería una tercera fase. Mi formación es de actriz y cantante y he trabajado mucho para ponerme delante del micro.
De interpretación pop a susurro confesional (“Que Cristo baje”). Saltos grandes.
A mí me encanta el contraste. Y es ahí está lo guay de la obra de arte: el equilibrio. Ahí me atrapas. Pero creo que en la música nos hemos pasado del otro lado, de lo oscuro. La gente está sedienta de cosas normales y emotivas.
Lo está incluso Mónica Naranjo.
Estoy contentísima con eso. Es un honor que le guste. La verdad, después de “In Spain We Call It Soledad” he notado un “boom”. La canción se ha medio viralizado. Pero aún la máquina me puede dar muchas sorpresas. Es un proyecto en el que he depositado mucho cariño y no es algo que haya hecho para mí solamente: quería que llegara a la gente. Pero conseguirlo cuesta. Estaba embarazada, además, en el proceso. Tal vez por ello no tenía prisa ni presión. Quería sacar música, y ver cómo las semillas florecían.
Contrasta la buena acogida que han tenido los temas con el poco interés en la estrategia comercial.
A nivel comercial, no tengo ninguna conciencia de estrategia. A nivel personal pienso, o quiero creer, que me ha cogido en un muy buen momento. En el que soy muy honesta conmigo misma, quiero hacer las cosas como las siento. No quiero decir que en otros momentos me haya vendido, pero sí que hay algo que ha hecho “click”. Se junta un cambio vital con esto, con la meditación y estar más conectada con lo que quiero transmitir.
¿Eso se traduce en autoconfianza para hacer lo que te venga en gana?
Es muy guay hacer las cosas desde una honestidad máxima. Todos tenemos un color único, y si conectamos con él, somos inmunes a las críticas. A mí ahora me puede saber mal que me critiquen, pero soy esto. Eso te hace mucho más fuerte. Una de las peores torturas para los artistas son los miedos a la crítica porque todos somos grandes jueces de otras obras. Pero si la tuya sientes que tiene que ser así, porque eres así, creo que no te afecta tanto el qué dirán.
"Es muy guay hacer las cosas desde una honestidad máxima. Todos tenemos un color único, y si conectamos con él, somos inmunes a las críticas".
Hay mucho trascendentalismo y espiritualidad en tu música. Es algo que te ocupa fuera de ella, veo.
Estamos muy cojos de espíritu. Cuando escucho música de los sesenta o setenta, la veo muy emotiva. Y ahora la consideramos cursi. Y creo que para el alma era mejor, no quiero ponerme yo cursi, precisamente, pero toda la generación actual solo habla de cosas como culos y drogas, y eso no es natural a nuestra existencia. La tristeza lo es. Hay algo como de ser más normales que creo que se agradece. Es tanto la eficiencia que yo creo que la gente agradece igual música más emotiva. Como lo era en su momento Mocedades o The Beatles. Yo le pongo los Beatles al peque por la mañana y me sonríe. Al final todo tan “dark” me genera ansiedad.
¿Tiene sentido sacar un largo si ya te va tan bien con singles?
En algún momento me gustaría. Siempre hace ilusión. Tiene algo emocional muy chulo, tener siete temas en tu casa con un envoltorio. Me parece bonito y es muy del siglo XXI sacar singles como quien saca ‘stories’... Pero me da un poco de palo, aunque me beneficie de ello, la efectividad del single. Igual en 2021 me entra la neura. Ahora tengo canciones de su padre y su madre que quiero sacar con mucha libertad. Igual quiero centrarme e irme un mes al campo con mi familia y ponerme con ello. Creo mucho en el retiro para un álbum. Tarde o temprano.
¿El tema cuidados y arrancar una carrera musical, cómo se lleva? ¿Tienes algún otro trabajo con el que compaginar todo esto?
Se me acabó la baja de maternidad la semana pasada. Mi fuente de ingresos principal ha sido el doblaje. La semana que viene empiezo una peli. Me permite seguir pasando tiempo en casa. La suerte que tenemos Esteban y yo, que tenemos un bebé de cinco meses, es que podemos organizarnos muy bien. Somos nuestros propios jefes; con su parte negativa. Pero también la positiva. Esteban genera contenido aquí en casa y yo estoy en el cuarto o me pongo en el comedor y convivimos. De momento bien, más fácil de lo que me habían planteado.
¿Te metieron miedo?
Te plantean la maternidad como que se acaba el mundo. Es una renuncia a muchas cosas pero todo es combinable. Entiendo que con un curro de 8 a 18h es diferente. Cuando le miras a él, se te pasa todo. A mí me gusta que me haya pasado todo esto en este momento porque me demuestra a mí misma que no existe el momento perfecto. Y me gustaría que otras mujeres más jóvenes que se dedican a la música pierdan el miedo.
Hinds decían que siguen faltando referentes de bandas y mujeres madres.
Está en tus manos no perder la identidad. Hay que tener buena compañía. Es un trabajo de pareja que incluye a una persona nueva. Pero se puede seguir.
¿Tendremos noticias tuyas pronto?
Dependo del ‘mixing’, pero hay dos singles. Uno de ellos es esta versión de Beethoven/Mocedades. Y el otro es un poema musicado mío.
¿Y el directo?
De momento los directos los vamos a plantear bastante fieles a cómo suena la música con Esteban y mi primo ‘Juanito’, Juanma Barenys. No voy a tocar nada, porque toco mal. No soy músico, no soy buen intérprete instrumental... ¡Me apetece mucho muchísimo cantar! Hay mucha electrónica, ya curramos en ello... Estamos intentando fidelizar los sintetizadores, ¡suerte que solo tengo cuatro temas! [Ríe]
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